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9/20/2005

2046 (wong-kar wai, 2004)

En el Hong Kong de los años sesenta, el Sr. Chow (Tony Leung) alquila una de las estrechas habitaciones del Oriental Hotel. Su interés estaba en la huésped del cuarto 2046, pero deberá resignarse a ocupar el 2047.

Y aunque el hotel ha conocido tiempos mejores, la decrepitud de los cuartos y los largos pasillos es desmentida por los intensos colores del mobiliario, por la elegancia con que sus moradores despiden volutas de humo, por lances amorosos que hacen temblar las paredes, y por el suntuoso vestuario de Bai Ling, la recién llegada. Como si una vida diferente, cálida y enervante, se asomara entre las ruinas.

Lo mismo que ocurre con Chow: debajo de esa expresión de seguridad y sus maneras infalibles, este autor de cuentos eróticos desea y extraña más de lo que le conviene. Y libera parte de ese deseo escribiendo una novela futurista, donde un joven japonés, su doble, aborda un tren que parece jamás llegará a su destino:

Todos los que van a 2046 tienen la misma intención, recobrar sus recuerdos. Porque en 2046 nunca cambia nada. Pero desconocemos si eso es cierto, porque nadie ha regresado jamás.

El octavo largometraje de Wong Kar-wai, filmado al mismo tiempo y con el mismo equipo que In The Mood for Love (2000), tardó cuatro años más en estrenarse, en parte por la costumbre del director de trabajar a su ritmo, pero también por los efectos especiales que hubo que agregar para las escenas futuristas. Dichas escenas funcionan como variaciones del tema principal, la vida amorosa de Chow.

Del amor lo que interesa a Kar-wai es su proximidad indecisa, su fin o su prolongación como recuerdo, no su realización. Si en su anterior film veíamos a Chow engañándose, conteniéndose, sólo para lamentarlo amargamente años después, ahora lo encontramos con una actitud más mundana, incluso atrevido, pero eso tampoco le salvará.

Como el mismo personaje dice, no basta con dos personas que se deseen mutuamente, pues si se encuentran en un momento poco propicio, demasiado pronto o demasiado tarde, estarán perdidos. Lo cual no impide que algunas de las escenas que marcan a fuego la película sean las que Tony Leung y Zhang Ziyi (Hero, House of Flying Daggers) comparten en la cama.

2046 tiene todo el estilo de su autor, con vestuario y diseño preciosistas, magistral trabajo de cámara de Christopher Doyle (quién se hartó del método Kar-wai con esta película y no piensa volver a trabajar con él) y una banda sonora en la que Nat King Cole y Connie Francis suenan hipnóticos.

Si el hechizo de 2046 no es perfecto se debe a que Kar-wai incurre en una falta que parecía imposible en él, sobre todo a estas alturas: poca decisión a la hora de eliminar escenas y diálogos en la edición final.

Si consideramos que su método consiste en filmar sin guión y consentir las improvisaciones, las decisiones que toma en la sala de edición son más determinantes que en otros directores.

Y en casos anteriores habían sido muy acertadas, consiguiendo filmes compactos, a los que no podías quitar ni una línea. Películas en los que no se hablaba innecesariamente, dejando que las imágenes guiaran la narración.

2046 ha resultado muy larga (más de dos horas; él que afirmaba que hora y media eran lo ideal para el cine contemporáneo), con varias explicaciones innecesarias que la despojan de su misterio.

A pesar de ese tropiezo, la fuerza de sus imágenes y la parte esencial de su historia la convierten en una experiencia fílmica imprescindible.

Guión y dirección: Wong Kar-wai. Fotografía: Christopher Doyle, Lai Yiu Fai y Kwan Pun Leung. Música: Peer Rabin y Shigeru Umebayashi. Con Tony Leung, Zhang Ziyi, Faye Wong, Maggie Cheung y Carina Lau. China, 2004. Cantonés, mandarín y japonés, 129 minutos.

Apareció en Sonitus Noctis No. 13 (Septiembre 2005).

9/02/2005

yann tiersen - les retrouvailles

Cotejando las voces invitadas a los dos últimos discos de Yann Tiersen con las que comparecieron en el Hyacinths and Thistles de The 6ths (Neil Hannon y Dominique A aparecen en ambas listas), se antoja una comparación: Tiersen es un Stephin Merritt francés. O viceversa, pues siendo contemporáneos sería injusto colocar uno a la sombra del otro. Esta comparación ayuda a comprender tanto su pasado como su obra reciente. Comparten orígenes pop (la adolescencia punk de Tiersen y las raíces techno de Merritt), pero los han enriquecido con la tradición musical de sus respectivos países (chanson y vals para el bretón, Tin Pan Alley para el neoyorquino), desembocando ambos en un cancionero en el que predomina el tono melancólico.

Así como coinciden en la selección de cantantes, ambos guardaron un largo silencio luego de sus álbumes más ambiciosos (L’absente y el 69 Lovesongs de The Magnetic Fields, de 2001 y 1999 respectivamente), interrumpido sólo por proyectos alternos y la composición de scores, para volver con discos más equilibrados. La única irregularidad en estas vidas paralelas: Tiersen debe su actual celebridad a uno de esos scores, el de Amélie.

En Les retrouvailles lucen “Loin des villes”, “La veillée” y “Le matin”, folklore, vals y clasicismo, en ese orden. En lugar de la tensión dramática al estilo de “Rue des cascades” o “La rupture”, encontrarán dulzura en la frágil voz de Jane Birkin para “Plus d’Hiver”, y hay misterio por cuenta de Stuart Staples en “A Secret Place”, mientras que “Le jour de l’overture” es un trío del autor con Dominique A y Cristophe Miossec.

Hay algo de pulsión rock, acompañada de cuerdas y piano, en “La boulange”, y quien busque de nuevo el efecto Amélie se verá recompensado con “Les retrouvailles” y “La jetée”. Como se veía venir desde que se anunció su participación, las joyas de Les retrouvailles están en la voz de Liz Fraser, que aquí suena más cerca del Milk & Kisses (Capitol, 1996) que de todo lo demás de Cocteau Twins. Suyos son el primer sencillo, “Kala”, y “Mary”, una nueva marca en esa carrera de Tiersen en pos de the saddest story ever told.

Yann Tiersen, Les Retrouvailles (Labels/Virgin, 2005).

Apareció en Sonitus Noctis No. 13 (Septiembre 2005)

7/10/2005

revue noir: entrevista a nicki jaine



Nacida en Asbury Park (Nueva Jersey), Nicki Jaine reside desde hace cinco años en Philadelphia, donde inició su carrera como compositora e intérprete. Tras encargarse del teclado y la guitarra en la gira 2004 de Black Tape for a Blue Girl formó junto al líder de esa banda, Sam Rosenthal, el acto de cabaret oscuro Revue Noir, que ya tiene un sencillo en circulación y prepara un EP para el próximo otoño. Sobre su nuevo grupo, sus influencias y anteriores proyectos comentó algunas cosas en esta entrevista para SN.



¿Como comenzaste a escribir canciones?

Desde muy pequeña hacía canciones. Las trabajaba en mi mente mientras tocaba, cantándolas en voz alta, sólo algunas veces las escribía. En aquel momento no pensaba que realmente estuviera escribiendo canciones, sólo dejaba salir la música y me encantaba.

¿Qué buscas en una canción?

Más que algo tangible y objetivo busco un sentimiento. Es un proceso digno del Dr. Frankenstein: tengo muchas ideas diferentes para letras, puentes, intros, versos, luego los ensamblo en varios modos, hasta que cada parte parece encontrar su lugar y la canción cobra vida.

¿Qué discos cambiaron tu vida?

Más que un álbum, fue una canción y su video los que más me impactaron. Siendo pequeña vi en MTV el video "Stay", de Shakespeare's Sister. Cuando entró la segunda cantante, con esa voz oscura, hechizante, me sentí completamente intimidada. Pensé "eso quiero hacer cuando crezca". Unos años después llegó otra de las cosas que me marcaría, cuando mi padre me regaló el Aqualung de Jethro Tull. Ese álbum me encantó y ha sido un gran fuente de inspiración.

Cuéntanos algo de tu carrera antes de Revue Noir.

Fue en el verano de 2001 cuando empecé a presentarme en escenarios, formar amistades con otros músicos y explorar más intensamente mi creatividad. Fue un período muy emocionante. Aumentó mi interés en tener una banda, conocí a algunos individuos bastante creativos y así nació Torn Paper Dolls. La energía que sentía en las presentaciones era increíble y teníamos una gran química artística. Desafortunadamente, las cosas no iban tan bien fuera del escenario, lo que llevó al grupo a su fin en el año 2003. Volví a tocar sola poco antes de la desintegración del grupo, fue algo difícil pero lo pasé muy bien abriendo conciertos de amigos como Ego Likeness y Anathema Device.

¿Cómo conociste a Sam Rosenthal?

Fue en la fiesta de navidad que Middle Pillar dio en diciembre de 2003. Un amigo en común nos presentó y pronto nos llevamos bien. El siguiente septiembre me fui de gira con Black Tape for a Blue Girl, lo cual fue una gran experiencia. Luego del tour, Sam y yo comenzamos Revue Noir.

Aunque tienes raíces en distintos géneros musicales, has sido bienvenida por la escena gótica. ¿Eso ayuda a mostrar tu música o lo hace más difícil, al ponerte una etiqueta?

Uno de mis primeros shows fue en el Club Nostradamus de Filadelfia, abriéndole a Carfax Abbey. Estaba algo nerviosa, porque Carfax Abbey es una banda gótica talentosa y bien establecida en su escena, y ahí estaba yo, ¡una chica sola con su guitarra acústica! A los chicos de Carfax Abbey, sus amigos, el público, a todos les encantó y así entré en ese medio.

Me considero afortunada por haber encontrado ese espacio. He conocido algunos de los individuos más creativos y brillantes, y también algunos de mis mejores amigos, en la escena gótica. Claro que también tengo grandes amigos fuera de ella. Es casi inevitable que te etiqueten. Puede ser útil y al mismo tiempo limitante. Busco rodearme de gente creativa e inspiradora con distintas inclinaciones artísticas, trato de no pensar mucho en las etiquetas.

¿De qué trata "A Girl, A Smoke"?

Es sobre el final de una amistad muy significativa para mi. Una persona que me recomendó leer a Bukowski y hacer la gira con Black Tape. Cosas que iniciaron juntas y terminaron también juntas. Fue una interesante combinación de sucesos, no estaban directamente conectados, pero encajaban juntos de una manera única.

Cada reseña del single de Revue Noir incluye la palabra "cabaret". ¿Qué te dice ese término?

La primera vez que vi la palabra cabaret usada para describir lo que hacía fue en una reseña de hace tres años. En los conciertos la gente empezó a hablarme de Marlene Dietrich y Lotte Lenya, comparándolas con lo que yo hacía. Así que busqué algunos de sus discos, renté Morocco y El ángel azul y me encantó lo que escuché y observé ahí. Me siento conectada a algunos elementos de lo que hacían Dietrich y Lenya, era emocionante que la gente encontrará algo de ellas en lo que yo interpretaba.

No creo poder dar una definición clara de lo que esa palabra significa para mí, pero definitivamente tiene un espíritu y una energía particulares.

Ute Lemper encontró muy buena acogida con el cancionero de Kurt Weill. The Dresden Dolls y el último disco de Lydia Lunch han despertado bastante atención. ¿Por qué crees que la gente esté volviendo a interesarse en el sonido de cabaret?

No estoy segura del porqué, pero me parece genial.

Hay un par de citas de Bataille en el perfil de la banda en MySpace, ¿qué más te gusta leer? ¿Cómo afectan la literatura tu obra?

Fue Sam quien puso esas citas. Las cosas que leo tienen un impacto muy fuerte en mi vida, y por ende en mi trabajo. El año pasado disfrute particularmente Catch 22 (de Joseph Heller) y un par de biografías, de Albert Einsten y Marlene Dietrich. Me encantan las novelas distópicas y adoro a Kurt Vonnegut. Mis lecturas juegan un papel importante en quien soy y cómo veo el mundo.

La actual alineación de Revue Noir incluye a Meredith Yayanos, de The Vanity Set. ¿Cómo se hicieron de tan buena violinista? ¿Conoces personalmente a Jim Sclavunos (The Vanity Set, Nick Cave & the Bad Seeds)?

¡Meredith es magnífica! Hace dos años vi en vivo a The Vanity Set y me dejaron en trance. Meredith me asombró. Cuando Sam y yo regresamos del Halo Star Tour, el pasado otoño, enviamos e-mails a nuestros amigos, buscando integrantes para Revue Noir. Uno de nuestros amigos le pasó el mensaje a Amanda Palmer de Dresden Dolls, quien se lo pasó a Meredith y ella me contactó. Todo salió de maravilla.

No conozco a Jim personalmente. Meredith nos presentó luego de una actuación de The Vanity Set, sólo lo salude y le dije lo mucho que me gustaba su banda. Fue muy agradable, ojalá podamos vernos de nuevo.

¿Qué planes tienes con Revue Noir para este año?

¡Hay tantas cosas! Estamos grabando un EP, filmando un video, escribiendo nuevas canciones, haciendo presentaciones, diseñando la página web, es un momento muy emocionante.

¿Algo que quieras decir a nuestros lectores?

Haz lo que amas y no temas los riesgos. Apenas nos alcanza el tiempo para disfrutar de las cosas y la gente que amamos, así que hay que hacerlo mientras podamos. Haz algo atrevido, excitante, algo completamente ridículo, sólo por el gusto de hacerlo, por disfrutar de estar vivo.

Muchas gracias por esta entrevista y buena suerte con Revue Noir.

Muchas gracias a ti.


revuenoir.com
nickijaine.com

Apareció en Sonitus Noctis No. 12 (Julio 2005)

7/07/2005

la barranca: entrevista a josé manuel aguilera

1 de julio de 2005. Café Iguana, Monterrey.

La Barranca llega a diez años de vida en uno de sus mejores momentos. Siempre con José Manuel Aguilera al frente, su actual alineación, con Alejandro Otaola (Santa Sabina) en la guitarra y los hermanos José María y Alonso Arreola (nietos del escritor jalisciense) en batería y bajo, es quizá la más compacta y de técnica más depurada que haya tenido. Y también la más creativa: luego del prolongado silencio entre Rueda de los tiempos (1999) y Denzura (2003), el grupo entró al ritmo de un disco por año, si consideramos el EP Cielo protector de 2004 y su nueva grabación, El fluir, que verá la luz a fines de agosto. Afortunadamente para nosotros, en medio de esta racha se dieron tiempo para dejar el 1 de julio uno de los mejores conciertos que se han visto este año en Monterrey, ciudad en la que se han presentado en contadas ocasiones.


1. Rueda de prensa en el Café Iguana


Miércoles 29 de junio, once de la mañana. Una hora poco usual para entrar al Café Iguana, donde tendrá lugar el encuentro de José Manuel Aguilera y Alejandro Otaola, recién llegados del aeropuerto, con la prensa regiomontana. Los integrantes de Círculos de Nada (banda local con siete años en los escenarios, encargada de abrir el concierto) ajustan los últimos detalles, mientras a todo mundo se le van los ojos con la reportera del canal 12. José Manuel, siempre de gafas oscuras, y un Alex algo desmañanado pero atento, llegaron poco después de la hora concertada, para responder a una sesión donde hubo preguntas de rutina (a las que sólo podían responder como lo han hecho antes), pero también algunas pistas sobre El fluir.

¿Cómo llegan a su décimo aniversario?

José Manuel Aguilera: A nosotros mismos nos sorprende, creo que La Barranca y en general los grupos que se mueven de manera independiente en este país, siempre estamos más preocupados por lo que sucede en el momento y lo que vamos a hacer hacia adelante. La Barranca no es un grupo nostálgico, que mire hacia atrás y trate de repetir las cosas que ya hizo, siempre estamos tratando de movernos hacia delante, pero resulta que el tiempo se va acumulando y de pronto te das cuenta que ya pasaron diez años desde que hicimos el primer disco. Nos sorprende, pero nos da un pretexto para celebrar: a veces es importante decir "hemos hecho estas cosas y bien vale la pena echar una mirada hacia atrás" y celebrarlo de alguna manera. Y nuestra manera de celebrarlo es tocar.

¿Qué podemos esperar del concierto de este viernes?

JMA: Sentimos que La Barranca tiene una deuda con el público de Monterrey, hace un rato que no hemos venido a tocar. Tenemos muchos conocidos y amigos aquí, entre músicos y público, y desde hace rato sentíamos que teníamos que venir a hacer un concierto de La Barranca y esto de los diez años nos da un pretexto para eso. Queremos hacer un concierto que abarque no solo lo que La Barranca ha hecho en el pasado, sino también lo que está haciendo ahora e incluso dar una muestra de lo que vendrá. A principios de año estuvimos grabando un disco, justamente aquí en la ciudad de Monterrey, disco que va a aparecer a finales de agosto, se llama El fluir. Queremos aprovechar este concierto para tocar algunas piezas de este disco por ahora inédito, eso y compartir el escenario con Círculos de Nada, que es una banda que nos ha demostrado su generosidad de manera muy patente, y eso es algo que a La Barranca realmente la conmueve. Todos esos elementos se juntan para este viernes en la noche.

¿Cómo fue la producción del nuevo disco?

JMA: En los últimos discos habíamos utilizado mucho el estudio como herramienta de arreglos, incluso de creación, dándonos lujos que sólo puedes tener en el estudio, como poner muchas cosas que tú ni tocas: invitar a un cuarteto de cuerdas, un trompetista, un pianista, poner secuencias. Todo ese trabajo de arreglos y repostería que hay en el estudio es muy rico, sin embargo no nos gusta casarnos con una idea. En Cielo Protector llegamos a donde queríamos en ese sentido, era tiempo de cambiar. La idea detrás del nuevo disco era renunciar a todo eso, recuperar el sonido que tenemos en vivo, que está basado simplemente en dos guitarras, bajo, una batería y una voz. Por eso buscábamos un estudio grande que nos permitiera tocar a todos juntos, grabando la misma canción todos al mismo tiempo, porque en el otro proceso es cosa por cosa, es un proceso muy quirúrgico, que no tengo nada contra él, arroja otros resultados y son chidos, pero ahora teníamos la necesidad de abandonar eso y regresar a una cuestión más directa, más cruda, más de grupo, pero por supuesto regresar ahí con todo lo que hemos aprendido haciendo los discos de la otra manera. Ésas son las cosas que están detrás de El Fluir.

Alejandro Otaola: Al estar tocando en vivo cosas de los discos anteriores, frente a la energía que genera el público, como en muchos momentos dependíamos de las secuencias, a veces decíamos "cabrón, se siente bien lenta, como si trajeras grilletes", porque traes otro tipo de prendón. Empezamos a decir con algunas canciones "¿qué tal si le quitamos las secuencias?, ¿qué pasa si entre nosotros cuatro nos repartimos las sonoridades que están ahí y las reducimos a la mínima versión que podamos interpretar?" Y luego nos dimos cuenta de que las canciones que habían pasado por ese proceso eran las que más disfrutábamos tocar. Como que ahora las canciones las retiramos en un punto en el que no estaban tan llenas de cosas y teníamos que reducirlas a lo que había ahí, con los arreglos esenciales que necesitaba la canción, que los íbamos a tocar entre nosotros. Eso que habíamos logrado con canciones que ya existían, hacérselo a éstas, que todavía no existían. El sonido es más directo, porque se reduce a los instrumentos que somos en el escenario. No es exactamente un disco en vivo, pero es lo más cercano. Además con esas canciones, como ninguna tiene secuencia, si llegamos durante el concierto a cierto ímpetu, cierta energía, ese concierto es el que nos va a determinar cómo se interpreta esa canción ese día, no la secuencia, que es lo que pasaba antes. Es como una nueva Barranca.


2. En corto

Terminada la rueda, José Manuel se deja querer. Fotos, autógrafos y charla con cada fan, reportero y amigo que se acerca. En medio del asedio se dio tiempo para responder algunas preguntas para SN.

El año pasado escribiste en tu blog que a la hora de componer o improvisar, todos en La Barranca tendían hacia sonidos de jazz, funk y progresivo, que quizá ya era hora de probar otras cosas. ¿Lo hicieron con El fluir?

Muchas veces como músicos creamos mecanismos que son más ideales que reales, pero que nos ayudan a operar. Por ejemplo, decir eso que puse ahí, no sé en qué medida lo cumplimos o no, lo que sí te puedo decir es que nos sirvió para trabajar en una dirección, fue como poner una bandera imaginaria y decir "vamos a caminar hacia allá". No sé en qué medida llegamos y no sé si después esa bandera la vamos a retomar y la vamos a hacer válida para otra cosa. Creo que son mecanismos que uno hace para moverse artísticamente y desde ese punto de vista me parecen válidos.

En discos anteriores has rescatado cosas de la música popular mexicana, algo de danzón, algo de ranchero, pero siempre apuntando a décadas anteriores. ¿La música popular actual no te merece ningún respeto?

No cabrón, la veo en un punto muy bajo. La música popular que se está haciendo ahorita en México, creo que si tú la comparas con lo que se hizo antes, pues vamos en reversa. Por supuesto, siempre hay excepciones, cualquier generalización es exagerada, pero sí creo que pocas cosas de la música popular de ahora merecen respeto. Hicimos un homenaje a los Tigres del Norte ("La banda del carro rojo"), no sólo por los Tigres, sino por toda una tradición de música de corridos, norteña, creo que ahí hay algunas cosas rescatables. Los diamantes siempre están escondidos y hay que saberlos encontrar en todo tipo de música. Pero en general está en un nivel bajísimo.

Uno pensaría que es más fácil conseguir un estudio en su ciudad, ¿cómo terminaron grabando El fluir en Monterrey?

Sí, hay más estudios en la Ciudad de México, pero fue una combinación de cosas: queríamos salirnos de la Ciudad de México porque, cuando estás ahí, aunque al hacer un disco pases mucho tiempo en el estudio, nunca acabas de desconectarte de tus actividades, de tu vida privada: que te habló la abuelita, o la novia. Entonces había que desconectarse del D.F. Ya tomada esa decisión, ¿a dónde nos vamos? Nosotros pensábamos irnos al Gabacho, pero el ingeniero que trabaja con nosotros, que ha estado cerca de La Barranca desde hace dos o tres discos, había venido a hacer un trabajo al estudio El Cielo, aquí en Monterrey y dijo "pues ese estudio está tan chingón como cualquiera de Los Ángeles", y la verdad a mí me gusta más mi país que Los Ángeles (risas). Salía mucho más caro irse para allá y finalmente pensamos que lo podíamos hacer aquí. Y queríamos un lugar donde pudiéramos tocar todos al mismo tiempo, y los estudios a los que teníamos acceso en México o Guadalajara, de algunos cuates, permiten hacer cosas muy chidas, pero no tienen cuartos grandes, con esas posibilidades, para hacerlo todos juntos, y en El Cielo sí había esa chance. Fue una serie de cosas, y el destino, también.

Ya has grabado un disco firmado con tu nombre (Yendo al cine solo, 2001), pero en él tocan compañeros de La Barranca y antiguos colaboradores. ¿Cuál es la diferencia entre un disco de José Manuel Aguilera y uno de La Barranca si la gente alrededor de él es la misma?

El disco acabó siendo así por ellos mismos, pero no era la intención (risas). Era una idea medio egoísta, hacer un disco solo, usando loops y muchas técnicas que utilizan en el hip-hop, pero en vez de un güey rapeando poner una guitarra, ése era el principio conceptual. Pero en el camino alguien dijo "yo quiero tocar en ésa", "y yo en esta otra".

Y realmente suena distinto...

Sí, la idea era de otra naturaleza. Esa forma de usar la guitarra, además estaba el concepto del cine. La participación de todos esos músicos fue más limitada, no porque acostumbre limitarlos, sino que así se planteo la cosa. Era que llegaran y tocaran lo que yo les pedía. Y en un disco de un grupo hay no sólo intercambio de ideas, sino choques, fricciones, y tienes que formar consenso. Ésa creo que es la diferencia. Ese disco también sirvió para darme cuenta de que no me gusta trabajar así, que prefiero trabajar en equipo, jugar ping pong con alguien, no con la pared (risas). Hacer un disco solo es algo que ya no tengo tan visualizado. Ese disco, además, era uno que quería hacer desde hace muchísimo tiempo. De hecho, el primer disco que yo quería hacer en mi vida era ése. Pero siempre fue primero el grupo y otros proyectos, y este disco se quedaba atrás. De pronto se presentaron las circunstancias y el tiempo, y fue así que tomé la decisión de hacerlo, pero es un disco que ya tenía visualizado. Incluso algunas piezas las tenía ya. A veces pienso en hacer otro así, pero ya no lo veo tan cerquita, eso se queda ahí en las sombras por ahora.

¿Habrá algún día otro disco de Ninerain?


La verdad lo veo muy difícil. Volvió Tuxedomoon. Además, antes yo trabajaba de una manera diferente, en la que compartía muchos proyectos, estaba con La Barranca, con Ninerain, de pronto con los Jaguares. Es una manera chingona de desarrollarte como músico, pero creo que también hay momentos. Yo sentí hace un par de años que La Barranca necesitaba atención total, porque estaba ese cambio, muy fuerte, de la salida de Fong y André, había que afianzar al nuevo grupo y por eso decidí ya no seguir con Ninerain. Todavía estoy en contacto con ellos. Siempre fue muy difícil juntarnos, vivían en lugares diferentes. El jaranero, por ejemplo, siempre estuvo en Cuernavaca, Steven Brown unos ratos vivía aquí, otros en Oaxaca y otros se iba a Italia o no sé dónde chingados, nunca estábamos realmente juntos. Pero creo que lo que hicimos obedeció a un momento. Y a mí me gusta lo que hicimos, sobre todo el segundo disco, que por una locura grabamos en La Habana (risas) y bueno, quedó algo que a mi me gusta, chido. Lo veo muy difícil que hagamos otro disco, pero no está descartado.

¿Qué te pareció Cabin in the Sky?


No lo he oído (ríe). Incluso fueron a tocar a México y no pude ir. Sólo te puedo decir que realmente nunca fui fan de Tuxedomoon. Conocí a Steven y Nicolas más por cosas personales. Fuimos amigos antes de escuchar lo que cada quien hacía, ya hasta después de estar tocando ellos me rolaron algunos discos de Tuxedomoon, pero no tenía yo antecedentes de ellos.


3. El concierto.

Dos horas y media (incluyendo los tres encores) sin tregua, sustentadas principalmente en tomas de El fuego de la noche, Rueda de los tiempos y Denzura (aunque de La tempestad no pudieron dejar guardada "Día negro").

Algunas cimas de la noche: "El alacrán", con José Manuel bañado en luz blanca y cada garganta coreando, el final de "No mentalices" con líneas de "Bésame mucho", y un "Estallido interno" dedicado "a todos los que no pudieron acompañarnos esta noche". El amargo danzón de "La fuga de Rubén" (una de las pocas en las que todavía usan secuencias) y la inesperada versión del "Heart-Shaped Box" de Nirvana (con letra improvisada para la ocasión) fueron otros de los grandes momentos de la velada, que llegó a su fin cerca de las tres de la mañana. Lo impagable, el estreno de "Pare de sufrir" y "El fluir", que confirmaron lo dicho durante la rueda de prensa: la nueva Barranca es de canciones sin filigranas, directas y crudas. Un sonido que, si tomamos "Quémate lento" como antecedente, tiene algo de vuelta a los orígenes, y permite el lucimiento de la gran sección rítmica que conforman los Arreola.

Apareció en Sonitus Noctis No. 12 (Julio 2005)

7/05/2005

francisco tario - algunas noches, algunos fantasmas

La posición marginal de Francisco Tario (1911-1977) en la literatura nada tiene que ver con extravagancias de genio. Sencillamente estaba muy ocupado disfrutando del mundo para hacer "vida de escritor". Gustaba del deporte y llegó a cubrir la portería del Asturias en la primera división de futbol mexicano; fue un cinéfilo empedernido y terminó siendo dueño de tres cines en Acapulco. Arribó a la escritura sólo porque amaba la lectura, lo otro, debatir con intelectuales, comentar su obra o pronunciarse sobre la situación del país, le tenía sin cuidado. En un lugar y tiempo donde se acostumbraba que el oficio de las letras fuera crítico e historicista, Tario prefirió ser universal y desconocido.

Su obra, repartida en diez libros durante mucho tiempo fuera de catálogo, apunta hacia lo velado, el misterio y lo nocturno. Unas veces melancólica, otras irónica, la bibliografía de Tario volvió a llamar la atención con la reciente publicación de sus Cuentos completos (Lectorum, 2004). Esa edición sirvió para ponerlo al alcance de los lectores interesados por su obra, que a falta de reediciones sólo conocían por los artículos que escribían los admiradores del autor. La pequeña selección que hoy nos ocupa persigue otro objetivo, presentarlo a nuevas generaciones, y realmente es la mejor introducción posible.

Algunas noches, algunos fantasmas es una selección de cuentos tomados de La noche, publicado en 1943 por la Antigua Librería Robredo. No se trata del Tario más inquietante, el de "La puerta en el muro" o sus aforismos, sino de uno más accesible y fabulador, que dota de vida consciente a animales domésticos ("La noche de la gallina") y objetos (las noches "del féretro", "del buque náufrago" y "del traje gris"), para que cuenten las angustias que les hacen pasar unos seres humanos siempre frívolos y crueles. Y, en los dos últimos, para que tomen venganza en formas ingeniosas que persiguen una exaltación final, una última caravana que les permita resarcirse de la vida monótona a la que fueron condenados.

Un lugar especial merece "La noche de Margaret Rose", inserta en la tradición de Poe: narrador atribulado y bella heroína trágica, en un mundo de descensos a catacumbas, escaleras de caracol y salas en penumbra. Con sus trances y su aire fantasmal, Margaret Rose es definitivamente una pariente cercana de Berenice y Ligeia.

Completa este volumen "La noche del loco", donde el lector contempla un día, narrado en primera persona, en la vida de un esquizofrénico convencido de que todas las mujeres del mundo están casadas y por ello rechazan sus invitaciones, así que quizá deba que eliminar a un hombre para conseguir una chica libre. O conformarse con las que ya han muerto.

Algunas noches, algunos fantasmas es un libro pequeño (y económico) en el que no hay desperdicio, que abre una ventana al mundo de un autor imprescindible y tristemente olvidado. Querrán volver a la librería por una segunda copia, para regalar al que consideren merecedor, o "perderlo" en la siguiente racha de bookcrossing.

Francisco Tario - Algunas noches, algunos fantasmas. FCE, 2004.

Apareció en Sonitus Noctis No. 12 (Julio 2005).

7/02/2005

last life in the universe (pen-ek ratanaruang)

Kenji: Yo no lo haría por la misma razón que los demás. Por problemas de dinero. Un corazón roto. Yo no. Algunos libros dicen que la muerte relaja… No hay por qué seguirle el ritmo al resto del mundo. No más e-mails. No más teléfono. Será como si tomara una siesta, para despertar fresco y listo. Iniciar una nueva vida.

Si Charlie Kaufman nos está acostumbrando a seguir la carrera no de un actor o de un director, sino de un guionista, otro tanto está pasando con la fotografía de Christopher Doyle. El australiano ha encontrado en el cine oriental el mejor vehículo para su estética, de austera belleza y habitaciones que se mimetizan con el ánimo de los personajes. Ha sido el fotógrafo de cabecera de Wong Kar Wai (In the Mood for Love, Happy Together, incluso lo acompañó en el video para "Six Days" de DJ Shadow), recibió inmejorables críticas por su trabajo en Hero (Zhang Yimou, 2002) y este año cruzará el Pacífico para la nueva de Shyamalan.

El tailandés Ratanaruang ha comentado que su primer motivo para escribir y dirigir Last Life in the Universe fue reunir a Doyle con el actor japonés Tadanobu Asano (Zatoichi, Ichi the Killer) y Takashi Miike, si bien este último sólo hace de amuleto en el filme, con una breve aparición al final. Ubicada en el Bangkok contemporáneo, Last Life… relata el encuentro entre Kenji (Tadanobu) y Noi (la debutante Sinitta Boonyasak), polos opuestos reunidos por un par de tragedias.

Él es un japonés que lleva una existencia obsesivamente metódica y ha reducido al mínimo su contacto con el mundo. Es bibliotecario en una dependencia cultural japonesa, así que ni siquiera se ha molestado en aprender tailandés. Fantasea con suicidarse, pero no por desamor, ni para llamar la atención. Sencillamente quiere desaparecer, quizá así pueda pasar a otro lugar y sentir verdadera dicha. Ella vive en una casa de playa que alguna vez fue confortable, pero ahora todo está patas arriba y a Noi no parece importarle. Consume el tiempo fumando, viendo TV, recibiendo amenazas de su antigua pareja y escuchando cintas para aprender japonés, pues planea dejarlo todo y comenzar de nuevo en Osaka. La ciudad de donde vino Kenji.

El título no aparece en pantalla hasta pasada la primera media hora, y a lo largo del filme se dejan caer varias señales para establecer complicidad con el espectador, como el póster de Ichi the Killer en la biblioteca o ver a Miike encarnando a un yakuza. La película tiene un ritmo pausado, sedante, interrumpido en contadas ocasiones por violentos exabruptos, en otras por secuencias alucinatorias, todo adecuadamente acompañado por la música ambiental de Small Room.

Sabemos que en la casa que compartían Noi y su hermana Nid, ambas jóvenes, no hay padres. Y que Kenji lleva en la espalda el mismo tatuaje que su hermano el mafioso. Pero de ese pasado poco se dice, Ratanaruang comprende la importancia del secreto. Como en la citada In the Mood for Love, esta también es una historia en la que cuenta más lo que no se dice. Al final bastará ver un objeto, colocado en el lugar adecuado, para saber cuál ha sido el desenlace de esta recomendable pieza de cine thai.

Dirección: Pen-Ek Ratanaruang. // Guión: Pen-Ek Ratanaruang y Prabda Yoon. // Fotografía: Christopher Doyle. // Música: Small Room. Con Tadanobu Asano, Sinitta Boonyasak, Laila Boonyasak, Yutaka Matsushige y Takashi Miike. // Tailandés/japonés/inglés. 112 mins.

Apareció en Sonitus Noctis No. 12 (Julio 2005)

5/17/2005

eluvium - talk amongst the trees

El ambient, aun siendo de los géneros menos narrativos que dejó la música del siglo pasado, comparte algunas virtudes y necesidades con los buenos cuentos. Requiere del receptor una inmersión de cuerpo entero en esa atmósfera artificial y, cuando ese requerimiento se cumple, la obra tiñe con su sustancia todo lo que ronda la cabeza del receptor y el resto del mundo que percibe, aunque sea sólo durante un momento. Ocurre con el buen ambient, claro, y Matthew Cooper, el chico de Portland que firma sus composiciones como Eluvium, es uno de los mejores aprendices del brujo Eno.

Tras unas vacaciones al piano (el regular An Accidental Memory in the Case of Death, del año pasado), Cooper regresa con Talk Amongst the Trees al estilo de su primer disco, Lambent Material (Temporary Residence, 2003), el diseño de vastos exteriores, con sonidos alambicados de guitarras en reversa y severos drones envueltos por una mullida nube electrónica.

Talk Amongst the Trees son ocho temas de largo recorrido, con excepción de las breves "Area 41" y "We Say Goodbye to Ourselves", que funcionan más como introducción a otros tracks. Los temas mutan lentamente, incorporando con sutileza nuevas capas de textura conforme avanzan los segundos. Esta vez casi no hay ruido, y sí una mayor serenidad (sirvan de muestra "Calm of the Cast-Light Cloud" y "Everything to Come"), lo que no significa que no haya cortes oscuros, como "Show Us Our Homes" y "One".

Como ocurría en el primer disco de Eluvium con "Zerthis Was a Shivering Human Image", aquí también hay un track que destaca por encima de todos: "Taken". Es la única pieza del álbum con un rasgueo de cuerdas reconocible como tal, un crescendo que gana en textura y cuerpo a cada segundo (sin perder nunca la forma) hasta alcanzar un tono épico y disolverse. Todo un ejemplo para tanto post-rock en escalada ciega al vacío.

El resto del bosque de Talk Amongst the Trees es sereno y neblinoso como su portada, pero alberga formas de vida fantásticas, como esos "New Animals From the Air" del track abridor. Mencionemos al paso que esa portada la firma Quint Buchholz: atención a El libro de los libros (Lumen, 1998), donde Ana María Matute, Milan Kundera y otros fabulan a partir de sus imágenes, para crear mundos tan placenteros como este confeccionado por Eluvium.

Eluvium - Talk Amongst the Trees (Temporary Residence, 2005)

Apareció en Sonitus Noctis No. 11 (Mayo 2005)

5/01/2005

ian curtis, a 25 años de su muerte

Joy Division, la banda post punk por antonomasia, es un caso ejemplar en la historia del rock. Les bastaron tres años de carrera y dos álbumes para condensar las pulsiones y tendencias de su generación, abrir la brecha que llevó del punk a los sonidos alternativos y siniestros de los ochenta, y seguir siendo un referente durante las décadas siguientes.

Aunque durante su existencia recibieron buenas críticas, su importancia no fue claramente comprendida hasta la aparición de su segundo disco, Closer, en julio de 1980. Para entonces ya era muy tarde: Ian Curtis, autor de las letras y cantante del grupo, se había suicidado dos meses antes. El 18 de mayo de este año llegamos al cuarto de siglo sin Ian Curtis.


Un cantante atípico


El carácter de Ian Kevin Curtis (Manchester, 1956) tenía poco que ver con el medio del rock. Casado desde los 19 años con su novia de la escuela, Deborah Woodruffe, tomó un empleo en la Manpower Services Commission, donde asesoraba a discapacitados para que consiguieran o conservaran un empleo. El propio Ian padecía epilepsia, pero mantuvo su afección en secreto hasta que sus ataques se hicieron más frecuentes, en sus últimos dos años de vida.

No se conoce ninguna fotografía en la que aparezca con atuendo de rock star, votaba por los conservadores (hablamos del alba de la era Tatcher) y en 16 de abril de 1979 se convirtió en padre, con el nacimiento de Natalie Curtis.

Era lector de J.G. Ballard y William Burroughs, y durante la adolescencia admiró a The Velvet Underground, David Bowie e Iggy Pop. Formó su grupo junto a Bernard Sumner y Peter Hook al comenzar 1977 (el baterista Stephen Morris llegaría en agosto).


Stiff Kittens, Warsaw y Joy Division


Fueron Stiff Kittens por un día, luego Warsaw (por “Warsawa”, de Bowie) y finalmente Joy Division, nombre que Curtis sacó del libro Casa de Muñecas de Karol Cetinsky. La “división del gozo” era, en los campos de concentración, el grupo de prisioneras forzadas a complacer a los oficiales de las SS.

Una lírica que hacía eco del desencanto y ansiedad de la Inglaterra post-industrial, el único bajo que sonaba como guitarra principal y los acordes lacerantes de Sumner serían el sello distintivo de Joy Division. Luego llegarían el sintetizador y con él las atmósferas densas e inquietantes.


Unknown Pleasures (1979)


En junio de 1979 publicaron Unknown Pleasures, su primer disco de larga duración. Rechazaron la oferta de la Warner para distribuirlo en los Estados Unidos, pero se sintieron a sus anchas en Factory Records, el sello de Tony Wilson donde, si bien no se daban anticipos, tampoco había contratos.

John Peel fue otro de los que reconocieron el valor del grupo, que en su segunda visita a los estudios de la BBC tocó “Love Will Tear Us Apart”. A raíz de esa presentación el tema llegaría a ser muy popular, a pesar de no aparecer todavía en ningún disco.

Esa canción y el anuncio de que su siguiente disco también sería producido por Martin Hannet, quien había dado a Unknown Pleasures una textura áspera y ominosa, elevaron altamente las expectativas de su segundo álbum.


La amistad con Genesis P-Orridge


Pero Ian no estaba para esos asuntos: mientras su rostro cubría la portada de New Musical Express, fue diagnosticado definitivamente como epiléptico. Las luces estrobo de los escenarios hicieron más frecuentes los ataques y varios conciertos de Joy Division terminaron prematuramente, en medio de las quejas del auditorio.

Además, a fines de 1979 Curtis comenzó a relacionarse una chica belga llamada Annik Honoré, lo que le trajo serios problemas con Deborah, quien solicitó el divorcio en abril de 1980. La conducta de Curtis era cada vez más errática y depresiva.

A pesar de lo grave de su condición, los que lo rodeaban parecían convencidos de que era algo pasajero. Uno de los pocos confidentes que tuvo fue Genesis P. Orridge, de Throbbing Gristle (uno de los creadores del concepto “música industrial”), con quien sostuvo una amistad telefónica y epistolar.

Hasta la fecha Genesis no sabe cómo consiguió su número el cantante de Joy Division, pero recuerda especialmente la llamada que le hizo la noche del 17 de mayo de 1980:

Estaba aturdido, angustiado, furioso y gravemente deprimido. Le parecía que de alguna manera había dejado que las cosas escaparan de su control, que nadie a su alrededor le importaba lo que él quería, lo que él necesitaba. Y lo más urgente en ese momento era que no quería salir de gira ni estar en Joy Division.


18 de mayo de 1980


Precisamente, en dos días Joy Division saldría rumbo a su primera gira por los Estados Unidos, la antesala del reconocimiento masivo. Algo que no animaba mucho a Curtis, pues estaría recibiendo los reflectores precisamente cuando su estabilidad emocional tocaba fondo.

Esa noche Ian canceló varios compromisos y fue a su casa, en el 77 de Barton Street, Macclesfield. Deborah trabajaba en la barra de una disco y había dejado a la pequeña Natalie en casa de los abuelos. Ian la esperó viendo Strozsek, de Werner Herzog, y una vez que ella llegó la convenció de que pasara la noche con sus padres, para acompañar a Natalie. Cuando Deborah volvió al día siguiente lo encontró colgando del techo de la cocina. En el tocadiscos sonaba The Idiot de Iggy Pop.

De acuerdo a los reportes, Ian Curtis se quitó la vida en la mañana del domingo 18 de mayo de 1980. Pocos días después su cuerpo fue cremado. Por orden de Deborah, en la loza que recuerda su muerte en el cementerio de Macclesfield fue inscrita la frase “Love Will Tear Us Apart”.


New Order, 24 Hour Party People y Control


Es sabido lo que pasó con el grupo: los miembros sobrevivientes reformaron su estilo, se convirtieron en New Order y conquistaron el mundo. Hasta la fecha incluyen canciones de Joy Division en sus conciertos.

Algunos de los cientos de grupos que han interpretado las canciones de Ian Curtis son Nine Inch Nails, 10000 Maniacs, Codeine, Low, Human Drama, Lycia, Xiu Xiu y Kirlian Camera. A esto hay que sumar la influencia del estilo interpretativo de Curtis en todo el goth rock y el actual renacimiento del post-punk.

En el cine, Ian fue uno de los personajes centrales de 24 Hour Party People, la radiografía de la escena mancuniana filmada por Michael Winterbottom (aunque Joy Division no eran propiamente de Manchester, ahí se encontraba su base de operaciones).

Actualmente el director Anton Corbijn (autor del video de “Atmosphere” y de casi toda la videografía de Depeche Mode) planea llevar a la pantalla la vida de Ian con el título Control. Tony Wilson y Deborah Woodruffe son los productores y el guión se basará en Touching From a Distance, la biografía del cantante publicada por Deborah en 1995. Se habla de Jude Law como el principal candidato para interpretar Curtis.


25 años después


Ian tendría ahora 48 años. Si alguien hubiera hecho caso a las advertencias de Genesis P. Orridge, quien llamó a sus conocidos en Manchester para avisar que el chico estaba realmente mal.

Probablemente no hubiera servido de mucho, pues Curtis hubiera entrado en crisis de nuevo bajo las presiones de la gira. O quizá sí, y ahora estaríamos escuchando las canciones que nunca llegó a escribir. Parte del encanto que encontramos en el primer álbum de Interpol provino de esa necesidad de escuchar algo con una fuerte influencia de Joy Division.

Divagar sobre el hubiera es inútil. Por lo menos, no dejen pasar el 18 de mayo de 2005 sin escuchar la voz de Ian.

Yo ya tengo mi selección. La primera canción de Joy Division que escuché, una noche de 1993, cuando la radio regiomontana todavía transmitía el programa Hi-Tech de Pablo Flores. Desde entonces esa canción ha estado en cada recopilación que he hecho para viajar o regalar. Algo se quiebra despacito al pensar que esa primera vez fue hace doce años. Y se siente más raro pensar que, no importa a qué edad muera, siempre seré más viejo que el autor de esas líneas:

People like you find it easy
Aching to see, walking on air
Hunting by rivers, through the streets,
Every corner abandoned to soon
Set down with due care
Don't walk away in silence
Don't walk away


Apareció en Sonitus Noctis No. 10 (Abril 2005)

4/02/2005

edison woods: entrevista a julia frodahl

Escuchando los sutiles paisajes sonoros de Edison Woods difícilmente deducirías que este ensamble (piano, cellos, saxofón barítono, guitarra, bajo y batería) tiene como base de operaciones el tumultuoso Brooklyn.

Vinculados en un principio con el slow-core y el pop de cámara con resonancias oscuras, Edison Woods terminaron por ser inclasificables. El grupo se formó en febrero de 2000 y editó su primer disco, homónimo, en el sello canadiense Endearing (2002). A éste siguió el sobresaliente Seven Principles of Leave no Trace (Glitterhouse, 2003), donde contaron con el apoyo de Mark Van Hoen (Mojave 3, Seefeel) y Alan Weatherhead (Sparklehorse) en la mezcla y producción, además de la guitarra de Simon Raymonde (Cocteau Twins) en la canción "Brooklyn Flowers". Actualmente están a punto de publicar su tercer álbum, Nest of Machines.

Aunque su ocupación principal es la música, su actividad se extiende al teatro, el performance y las instalaciones artísticas. Toda su obra está plagada de detalles que revelan su carácter féerico y etéreo. Cada caja de su segundo disco contenía una auténtica pluma negra de ave. Su página web y las imágenes de sus discos son obra de la artista neoyorquina Carla Gannis, y si quieres suscribirte a su mailing list debes enviar un mensaje con el título "Good Luck Charm", para recibir como respuesta un montón de letras eme y la aclaración "those are birds".

Julia Frodahl, la compositora, pianista y cantante de Edison Woods contestó a las siguientes preguntas para SN.

¿De dónde vienes?

Vengo de un pequeño pueblo al norte de California, del que recuerdo principalmente sus extraños salones de two-step con órganos Wurlitzer.


En las reseñas de tu álbum debut se mencionaba frecuentemente la influencia de Bowles y cummings. ¿Qué encuentras en esos autores? ¿Siguen siendo una influencia?

Las palabras de cummings son como la lluvia, una multitud de gotas formando un triste y hermoso océano. Creo que siempre será una influencia para mi. Crear algo sutil y al mismo tiempo cargado de pensamiento me parece una idea maravillosa.

¿Qué lees en estos días?

Estoy leyendo Cielo abierto de Paul Virilio, y El amor loco de André Breton.

Edison Woods tuvo un buen primer álbum, pero la evolución mostrada en Seven Principles of Leave No Trace excedió toda expectativa. ¿Qué ocurrió durante ese año?

Gracias. Me gusta cambiar… y obviamente los cambios que hay en mi persona se reflejan en mi trabajo. Es cierto, muchas cosas pasaron en ese período de transición, el tiempo entre las dos grabaciones. En parte, quería lograr cierta música que me reconfortara durante esa época de cambios. Y otras veces hacía música para reconfortar a alguien más. Creo que trabajo tal como lo hacía Louise Bourgeois en su serie Insomnia. Louise dibujaba toda la noche para arrullarse y poder dormir. Ahora todos podemos disfrutar de esos arrullos de papel que creó para conciliar el sueño.

Las letras de Edison Woods te hacen sonar completamente abierta y vulnerable. ¿No te atemoriza escribir este tipo de canciones, considerando que estás abriendo tu corazón y tu mente ante desconocidos?

De hecho, creo que hay una gran ironía en esa situación de ser vulnerable. Sé que parece atemorizante, pero la verdad me atemoriza más guardarme mis opiniones, porque cuando uno se oculta lo hace principalmente por miedo. Hace falta valor para ser vulnerable. Y es mucho menos atemorizante que dejarse dominar por el miedo. A fin de cuentas, te permite llegar a alguna parte.

¿Cómo es Simon Raymonde en persona?

Simon es amable y apacible, un músico muy intuitivo.

Vemos que cuidas hasta el más mínimo detalle en tu música y todo lo que hay alrededor de ella. ¿Cuál es tu idea de creación? ¿Qué responsabilidades implica traer al mundo una nueva obra de arte?

Quiero estar plenamente consciente de lo que aporto al mundo de los demás. Sí hago que un público voltee hacia mí, quiero tener algo que ofrecer que recompense ese tiempo y atención, desde todos los medios posibles.

Dinos algo sobre tu participación en el teatro y el performance, y cómo se refleja en tus presentaciones con Edison Woods.

En nuestras presentaciones busco cuestionar no sólo las formas en que la música es compuesta, sino también cómo es ejectuada y percibida. Así que hay un elemento teatral en cada uno de nuestros conciertos. Creamos un entorno completo en el que la audiencia puede perderse junto con nosotros, y suspender durante unos momentos las mortificaciones de la vida cotidiana.

¿Ha cambiado el sonido de Edison Woods para Nest of Machines?

Diría que tiene, por lo menos, el doble de diferencias que las que hubo entre los primeros dos álbumes.


Te agradezco la entrevista, por supuesto, pero sobre todo te agradezco el haber grabado un disco en el que todos podemos escapar del tedio y la desesperación de estos tiempos.

Fue un placer, Nicolás, gracias.

edisonwoods.net

Apareció en Sonitus Noctis No. 10 (Abril 2005).

4/01/2005

aarktica - bleeding light

Jon DeRosa creó Aarktica en 1998 en Brooklyn. Graduado de tecnología musical y psicología en la NYU, Jon comenzó su carrera en los escenarios desde la adolescencia con efímeros actos de hardcore y otros géneros abrasivos. Fue al descubrir el sonido de Projekt Records que decidió hacer otro tipo de canciones. Bajo los alias de Dead Leaves Rising y Pale Horse & Rider graba temas de folk abatido, mientras que con Aarktica ha visitado todas las estaciones entre el dreampop y el post-rock, siempre cargado hacia los medios tiempos y una constante sensación de tristeza.

Su disco de 2002, con el kilométrico título Or You Could Just Go Through Your Whole Life and Be Happy Anyway (Darla), y Pure Tone Audiometry (Silber, 2003), con la voz de Lorraine Lelis (Mahogany) y variadas colaboraciones en la instrumentación, acercaron a Aarktica cada vez más al formato de banda, consiguiendo un sonido más orgánico, a veces próximo al Mike VanPortfleet, su compañero de escudería en Silber.

Bleeding Light sigue ese rumbo, pero en un nivel notablemente inferior al de sus antecesores. Su mitad instrumental es demasiado árida para alterar, aunque sea un poco, el estado de ánimo del escucha. Casi pide ser dejada como música de fondo mientras se realiza alguna otra actividad. Es cierto que los discos de Aarktica siempre han exigido paciencia, pero esta vez prevalece la sensación de no haber recibido suficiente sustancia a cambio de la atención depositada en el álbum. Que DeRosa se encargara personalmente de toda la labor vocal (su voz es susurrante y discreta, no la más indicada para soportar canciones completas) e insistir en pasajes ambientales que nunca se disparan a otro plano, son algunos de los puntos débiles de este disco.

“We’re Like Two Drops Separated by a Drowning” consigue que por comparación Clock DVA suene emo. “Depression Modern” y “Twilight Insecta” son dos predecibles y prescindibles paisajes sonoros, mientras que “Night Fell, Broke Itself” y “A Shadow Knife (Draws the Bleeding Light)” presentan algunos matices, gracias a la inclusión de un sax tenor y (en el caso de la segunda) percusiones sincopadas. La reputación de DeRosa sólo se salva por “Bleeding Light”, que cierra el disco entre tañidos orientales, redobles de batería y el adictivo mantra “everyone of us is lost in our own way”.

Aarktica tenía tiempo saliéndose con la suya, ya le tocaba sacar un disco menor. No sería nada raro que Jon recuperara el toque en su siguiente entrega.

Aarktica - Bleeding Light (Darla, 2005).

Apareció en Sonitus Noctis No. 10 (Abril 2005)

3/17/2005

black tape for a blue girl - halo star

Halo Star, el noveno álbum de larga duración de Black Tape for a Blue Girl, es la apuesta de Sam Rosenthal (cerebro del grupo y de Projekt Records) por un vocabulario musical más sencillo y directo, lejos de las invernales y etéreas callejuelas de The Scavenger Bride (Projekt, 2002), un disco conceptual ambientado en la Praga de Kafka, que recibió buenas críticas a pesar de su opacidad y monotonía.

Quizá Rosenthal percibió esas carencias (aparte del sugerente mantra de “All My Lovers” poco será recordado de The Scavenger Bride), porque ha reformado el sonido de Black Tape: donde antes dominaban las atmósferas ahora hay canciones, y el oleaje de synthes ha dado paso a la guitarra acústica. También ha cambiado de cantante: Elysabeth Grant aparece sólo en cuatro canciones, dejando la mayor parte a la voz de barítono de Bret Helm (Audra). Esta grabación tiene más folk y goth rock que cualquier otro disco de Black Tape de los últimos quince años, sólo podría citarse como antecedente aquel Ashes in the Brittle Air de 1989.

“Tarnished” y “Knock Three Times” entran directo a la lista de lo mejor que Rosenthal ha compuesto en su prolongada carrera. La primera, apoyada principalmente en percusiones y cuerdas, explota las dotes dramáticas de Helm, mientras que “Knock Three Times” será la “King Volcano” o “People Are Strange” de su repertorio, esa canción de sonido y letra ingenuamente siniestros (“toca tres veces en tu ataúd si quieres mi amor”) que no podrás sacarte de la cabeza en varios días. También aparece en el live bootleg que grabaron en septiembre de 2004, junto a sus cóvers de “All Tomorrow’s Parties” y “Space Oddity” (sí, Sam tenía ganas de escribir La Canción). Ese bootleg todavía puede descargarse gratis, con todo y portada, de su página oficial.

Con “The Gravediggers”, Sam se acerca al modelo de compositor oscuro armado de guitarra acústica, en la vena de Peter Murphy o Johnny Indovina. Otro tanto ocurre en “Scarecrow”, que además incluye un moog al más puro estilo del prog rock de los setenta. Halo Star no presenta ninguna verdadera innovación en relación al estadio actual del gótico, pero es un cambio refrescante en la discografía de uno de sus grupos emblemáticos.

Black Tape for a Blue Girl - Halo Star (Projekt, 2004).

Apareció en Sonitus Noctis No. 9 (Marzo 2005)

3/10/2005

immortel (enki bilal)

Enki Bilal (Belgrado, 1951) es un autor de culto de la bande dessinée desde los años setenta, pero se ha distinguido por su interés por otros medios. En sus trabajos al lado del guionista Pierre Christin combinó la tira cómica con la fotografía (una técnica que alcanzaría sus mejores momentos con Dave McKean) y también ha diseñado escenarios, vestuario y pósters de opera, teatro y cine. Debutó como director cinematográfico con Bunker Palace Hotel (1989), a la que siguió Tykho Moon (1997) y hasta 2004 pudo llevar a la pantalla una de sus propias novelas gráficas. Immortel (ad vitam) es la adaptación de La Foire aux immortels (1980) y La Femme piège (1986), las dos primeras partes de la Trilogía de Nikopol. La última entrega, Froid équateur (1992), no ha sido considerada en el guión y podría dar lugar a una película más.

Junto a Sky Captain (Kerry Conran, 2004), Immortel es de las primeras en utilizar exclusivamente escenarios digitales, incluso los personajes secundarios son imágenes generadas por computadora. No se ven tan realistas como los de otras superproducciones, pero esa deficiencia se ve compensada por la buena sincronía de sus acciones con las de los protagonistas. Además, estos actores CGI representan a una humanidad donde las alteraciones genéticas y los órganos protésicos son la norma, así que su artificialidad no está fuera de lugar.

La historia se desarrolla en la Nueva York del año 2095, donde se conserva la apariencia de un gobierno democrático pero el verdadero poder lo detenta Eugenics, empresa responsable de las alteraciones anatómicas de los ciudadanos. Se sabe que treinta años atrás hubo una revuelta civil contra Eugenics dirigida por Alcide Nikopol (Thomas Kretschmann), quien fue detenido y condenado a suspensión inanimada.

De golpe, la gris cotidianidad de la ciudad se ve rebasada por apariciones fantásticas. Una pirámide egipcia, que hace las veces de transporte para los dioses, flota en los cielos. De ella sale Horus, el dios halcón, a quien sus semejantes han concedido sólo siete días (la duración del latido de un corazón divino) para dejar descendencia en este planeta. Al mismo tiempo, Central Park es sitiado por lo que los noticieros llaman "la intrusión", un campo de fuerza que mantiene esa zona a temperaturas glaciales y fulmina a todo el que pretende entrar. El único enterado de los motivos de dicha intrusión es John, un individuo agonizante con el rostro oculto y procedencia desconocida.

Los agentes que estas fuerzas sobrehumanas han escogido para actuar en la Tierra son el resucitado Nikopol (en quien se encarnará Horus para concebir un semidios) y la protegida de John, una chica de cabello y lágrimas azules llamada Jill (Linda Hardy). Las comparaciones entre Jill y la Leeloo de The Fifth Element (Luc Besson, 1997) están a la orden del día. Podrían justificarse por la influencia de Jean "Moebius" Giraud (leyenda del cómic galo y diseñador de los personajes de The Fifth Element) en Bilal, pero lo cierto es que en La Femme piège el personaje no tiene ese halo de the woman who fell to earth. Lo más probable es que lo haya adquirido para simplificar la trama.

Expuestas las circunstancias y los personajes, Immortel adopta la velocidad de un film de acción, con Nikopol y Jill escapando de las trampas de Eugenics, apoyados por la Dra. Turner (Charlotte Rampling, todavía bella a los sesenta), y tiene sus momentos cómicos en las discusiones de Nikopol con el insufrible Horus. Hacia el último tercio de la película, las relaciones de poder en la ciudad pierden importancia, pues como advierte John a la Dra. Turner "las cosas han pasado a otro nivel".

Immortel no oculta sus deudas con Blade Runner (Ridley Scott, 1982) y Brazil (Terry Gilliam, 1985), tomando el aire de film-noir tecnificado de la primera y el humor negro de la segunda, como tampoco oculta que su objetivo es la taquilla internacional: está hablada en inglés, con reparto multinacional. En resumen, es buen cine de aventuras ambientado en la distopía característica de la CF cyberpunk y post-cyberpunk, adaptado y dirigido por uno de los artistas gráficos que mejor conoce ese terreno, sólo que esta vez dirigiendo sus esfuerzos al gran público.

Guión y dirección: Enki Bilal. Fotografía: Pascal Gennesseaux. Música de Goran Vejvoda Sigur Rós y otros. Con Linda Hardy, Thomas Kretschmann y Charlotte Rampling. Francia/Reino Unido/Italia, 2004. Inglés, 102 min.

Apareció en Sonitus Noctis No. 9 (Marzo 2005)

2/26/2005

lisa gerrard & patrick cassidy - immortal memory

Antes, cuando hablábamos del elemento cinematográfico en las canciones de Lisa Gerrard, nos referíamos a que éstas tenían tal ímpetu y riqueza de matices que podían cargar de emoción las escenas más anodinas. Ahora ocurre lo contrario. Immortal Memory, el primer álbum como tal que graba Gerrard desde aquel Duality de 1998 (Warner), suena a score necesitado de imágenes que lo completen, que le den un poco de sentido. Para ser más precisos, y lamentarlo todavía más, suena a score de película épica/fantástica de pacotilla.

Su pasado con Dead Can Dance implicaba una gran responsabilidad para Lisa al emprender una carrera como solista, pero encontró en Pieter Bourke un colaborador a la altura de las circunstancias. Aunque sólo se le acredita en la portada de Duality, Bourke fue también parte importante de The Mirror Pool (4AD, 1995), que suena a unos Dead Can Dance (incluye algunos temas que Lisa ya cantaba en Toward the Within) amplificados, gracias a los arreglos de Bourke interpretados por la Victorian Philarmonic Orchestra. Duality es más intimista, pero también cumplidor.

Para su tercer álbum como solista Lisa dejó a Bourke y recurrió al irlandés Patrick Cassidy, arpista y compositor de naderías para Hannibal (Ridley Scott, 2001) y Veronica Guerin (Schumacher, 2003), y por lo visto le cedió el control del disco. Los años han respetado la voz de Gerrard y ella sigue buscando la mejor interpretación posible, pero las composiciones son completamente planas, no hay modo de sacarles provecho. Cada uno de los diez tracks parece una introducción para otra canción que nunca llega. Siendo prácticamente intercambiables, las canciones sólo pueden distinguirse por la anécdota: están escritas en latín, arameo y gaélico, "Psallit in Aure Dei" fue compuesta en memoria del fallecido padre de Cassidy y "Song of Amergin" fue incluida en King Arthur (Fuqua, 2004).

Un caso más a la lista de los que confunden lo sutil y etéreo con lo meramente insustancial, sólo que esta vez de quien menos esperábamos. Lo más sorprendente es que se tenga a Cassidy por uno de los compositores más importantes de Irlanda. La buena noticia es que Dead Can Dance se ha reunido este 2005 para una gira por Europa y América. Esperemos que Gerrard y Perry también piensen volver al estudio de grabación.

Lisa Gerrard & Patrick Cassidy - Immortal Memory (4AD, 2004)

Apareció en Sonitus Noctis No. 8 (Febrero 2005)

2/25/2005

will self - cómo viven los muertos

"Cuando mueres te mudas a otra parte de Londres, y eso es todo". Esa fue la explicación que recibió el narrador de "The North London Book of the Dead" de parte de su madre, quien se suponía había sido reducida a cenizas unos días antes en el crematorio de Golders Green. Porque en el imaginario de Will Self (Londres, 1961), la muerte no es muy distinta de la vida. Primero, un difunto agente de bienes raíces te muestra tu nueva casa, luego consigues un empleo. No tiene que ser en una necroempresa: muchos de los dependientes que atienden a los vivos son muertos no identificados. Y si no acabas de entender tu nueva condición, hay cursos para principiantes que podrán ayudarte. Los motivos presentados en ese cuento, incluido en The Quantity Theory of Insanity (Bloomsbury, 1991), son recuperados y ampliados por el autor en la novela Cómo viven los muertos, publicada en el Reino Unido en el año 2000 y traducida al castellano tres años después.

Cómo viven los muertos es el monólogo de Lily Bloom, una anciana americana que agoniza en hospitales londinenses durante el primer tercio del libro. Después viene su mudanza a Dulston, un suburbio para muertos, donde asistirá a las reuniones de un grupo de apoyo (los Personalmente Muertos, con sus doce pasos y doce tradiciones) y obtendrá trabajo en una agencia publicitaria. Además, le endilgan una simpática familia disfuncional: tres fantasmales gordas, formadas por la grasa que tanto luchó por perder en vida, su insufrible hijo, muerto en la infancia, y un litopedión (feto calcificado) con un gran repertorio de canciones de los sesenta y setenta. Con semejante hogar, no es de extañar que el vicio de Lily sea escaparse de su barrio para fisgonear a los vivos.

Suena ingenioso, pero el libro es arruinado por la intención de Self de hacerlo su "novela del siglo", tentación en la que cayeron muchos autores en el ocaso del XX. Tanto en su agonía como en el limbo, Lily dedica todas sus fuerzas a hacer mofa de cada figura pública, de cada hecho histórico y de cada individuo común de los que tuvo noticia. La ironía e incorrección del personaje habrían hecho de ese recuento de calamidades algo interesante, pero las páginas avanzan sin que haya mucho más que esa actitud, sin nada con que contrastarla o confrontarla. Un sermón monótono y gris. Y es tal el exceso de metáforas, aliteraciones y juegos de palabras (algunos de ellos pueriles), que termina por aburrir.

A Will Self se le compara frecuentemente con Burroughs y Ballard. La gran diferencia es que estos dos supieron abrir canales de euforia y plenitud (erótica, lisérgica, lúdica) en los escenarios desconsoladores de su obra. Self, queriendo ser lúgubre y mordaz de tiempo completo, queda como un ingenuo. Si insisten en darle una oportunidad, escojan las distancias cortas: es mucho mejor cuentista que novelista.

Will Self - Cómo viven los muertos. Mondadori. Barcelona, 2003.

Apareció en Sonitus Noctis No. 9 (Marzo 2005)

2/03/2005

antiguo autómata mexicano: entrevista con ángel sánchez

El 20 de enero de 2005 el sello alemán Background Records (casa de Akufen, Portable y Jeff Milligan) sacó a la venta el disco Microhate de Antiguo Autómata Mexicano, proyecto de electrónica abstracta de Ángel Sánchez. Uno de los personajes clave del underground de Monterrey, Ángel es recordado principalmente por Alambrista y Slowmotionlove y ahora prepara un proyecto más, bautizado Seekers Who Are Lovers.

En los últimos 15 años te hemos visto tocar rock de guitarras, hacer de DJ y ejecutar electrónica minimalista. Eso sin mencionar tu participación en la prensa, el performance y otras disciplinas. ¿A qué responde esta multitud de intereses?

Con el tiempo se han ido sumando. La verdad es que no mezclo mucho mi trabajo digamos formal con mi trabajo artístico, son como dos esferas diferentes en mi vida. Ahora con lo que respecta a la diversidad de propuestas musicales que he tenido, puedo recordar que mi primer proyecto fue en 1985 y se llamó Oh! Cráneo, y curiosamente fue un proyecto de sintetizadores, eran las máquinas analógicas de Javier Mendiola, e hicimos un par de tracks que extrañamente eran como electro cumbias abstractas, jeje.

Luego ya me metí con la onda del noise-rock, muy inspirado en los primeros The Jesus and Mary Chain y My Bloody Valentine que hasta hoy es mi banda favorita. Hice Tango Trece, que se llamó también Sor Ye Yé, y más adelante se llamó Superdrogas, de ahí se derivaron Los Rotos, Alambrista y la primera fase de Slowmotionlove. Pasaron casi diez años de rock de guitarras cuando me compré una computadora y empecé la segunda fase de Slowmotionlove que derivó en el Antiguo Autómata Mexicano. Ya en el 2001 que fuimos al festival de arte sonoro en el DF yo abría la noche de Slowmotionlove con rolas del AAM.

Quiero agregar que hace semanas estaba escuchando una rola de Superdrogas que se llama "Mickey Mouse", está mal que lo diga pero ahí está hecho con mayor fuerza e inteligencia lo que luego hizo Jumbo, Zurdok y otros en Monterrey, además de que esa rola alguna vez estaba entre las favoritas de una estación de radio en California.

Una pregunta técnica, ¿qué equipo usas para crear la música de AAM?

Uso dos computadoras, una PC y una Mac; genero los sonidos con diferentes híbridos armados en Reaktor y los mezclo con Ableton Live, posproduzco con Sound Forge y masterizo con T-Racks. Pero esto no así de lineal, salto de un punto a otro hasta que llego al sonido que quiero.

Como Murcof o ISAN, Antiguo Autómata Mexicano hace música que es tan cerebral como cálida. Suena a paradoja, pero escuchando los avances de Microhate comprobamos que esa combinación es posible. ¿Cuál es tu proceso creativo? ¿De dónde proviene esa música?

Yo me baso en la improvisación, nunca parto de una idea previa musical, al revés de como cuando hago rolas rock acá no tarareo ni pienso en un motivo, más bien trabajo con las máquinas, cargo samplers de ruido que hice con una, en otro procesador, y de ahí voy llegando a rítmicas hechas con ambientes, y ambientes hechos con rítmicas. Cuando encuentro coincidencias entre diversas masas sónicas, es entonces que surge un tema. Ahora cuando dices "cerebral y cálida" yo creo que esa es una de las ventajas de la música a la que he llegado con el AAM, porque incluso mucha gente que conoce mi rollo abiertamente noise, me dice, "oye no me esperaba que el AAM estuviera tan calmado", en realidad con AAM quiero llevar la abstracción del noise a la sutileza del minimal techno, y los abigarramientos ambient a la discreción del glitch beat. Es como unir a Kevins Shields con Alva Noto, je.

¿Cómo llegó el contacto con Background Records?

Yo le di un demo mío a Jan Jelinek cuando alternamos en el Cadaqués en octubre del 2003, y él se lo dio a Andy Vaz de Background. Yo iba a sacar un disco en Polyfusia , una compañía inglesa del mainman de Seefeel, Mark Clifford, pero nunca se hizo el deal, así que llega una carta de Vaz justo cuando yo me aventuraba a hacer dos presentaciones en Europa, y me cayó de lujo. Vaz me propuso que le enviara el material más actual, que era digamos lo que yo había compuesto a inicios del 2004. Así surgió Microhate, que por otro lado está cabrón en el sentido de que estoy en un catálogo en donde hay gente como Kit Clayton, Jeff Milligan, Akufen o Terrence Dixon. Es decir, ¡un honorazo!

Hace poco escribiste en Vuélvete Underground que tener la historia completa de la música al alcance de un download aceleraba la disolución de los géneros. ¿Cómo imaginas la música dentro de una o dos décadas?

Yo me refería más bien a que la disolución de los géneros había potenciado un nuevo tipo de comprensión de la música fuera de cultos y de círculos de identidad. El rollo del internet es más bien la posibilidad totalmente abierta de tener en tu casa la historia de la música, según como tú te la quieras armar. En diez años las cosas solamente serán más radicales en ese sentido, los géneros habrán desaparecido en el sentido real de la creación sonora, porque en el del mercado habrá más etiquetas como mercancías. En términos creativos yo creo que más en un rollo de ciencia ficción, ojalá que se generen cientos, miles, de Brian Eno, je.

¿Si aceptaras incluir a AAM dentro de un género cuál sería? No tiene que ser uno que ya exista, se vale inventar términos.

Yo manejo que es abstract groove pero en realidad es algo así como post apocaliptic-post romantic, je.

El CD de Seekers Who Are Lovers aparecerá con tu propio sello, otrascosas x otrasmusicas. ¿Qué otros proyectos tienes en puerta?

Los CDs de SWAL serán como EPs con cuatro canciones cada uno, muy limitadas las ediciones. Aunque espero tocar más en vivo este proyecto en Monterrey que el AAM, que es más mamón o menos accesible. SWAL es como regresar a mi base de cancionero. Estoy ahorita trabajando en una serie de conciertos mensuales de artistas nacionales y locales que organiza Culturas Populares de Conarte. Luego en abril presento mi disco con una tocada de AAM y de invitado especial Andy Vaz desde Alemania, en un evento de Radio Nuevo León 1510 a.m., en el que viene Karras de la net label Filtro (www.filtro.com.mx) que están muy movidos en el rollo IDM mexicano, descárguenese en ese link los mp3 que vienen, están muy interesantes.

Menciona tres bandas o músicos que todo individuo vivo en el 2005 debería escuchar.

Uy, está difícil, aunque no son artistas nuevos en el sentido estricto yo recomendaría escuchar a Anthony Braxton, Eric Dolphy, Susumu Yokota, Wire y los Fancy Free.

Menciona tras bandas o músicos que se deban escuchar para entender mejor al Antiguo Autómata Mexicano.

My Bloody Valentine, This Heat y Neu!

Gracias por la entrevista y esperemos que Microhate llegue a todos los que sepan apreciarlo.

background-records.de
otrasmusicas.com

Apareció en Sonitus Noctis No. 8 (Febrero 2005).

1/20/2005

diamanda galás - defixiones, will and testament

Galás llevaba cinco años sin publicar un disco cuando irrumpió con dos álbumes dobles: Defixiones, Will and Testament y La Serpenta Canta. Ambos fueron grabados en concierto, sin acompañamiento (sólo su piano, su voz y un poco de manipulación electrónica), e incluyen la misma canción de Blind Lemon Jefferson, pero fuera de esas similitudes cumplen intenciones muy diferentes. La Serpenta Canta continúa la relectura de la música popular americana iniciada con The Singer (Mute, 1992) y Malediction and Prayer (Asphodel, 1998). Defixiones, Will and Testament es mucho más ambicioso en contenido e implicaciones.

Galás concibe sus presentaciones como experiencias catárticas, en las que se grita lo que usualmente se calla, lo más doloroso, para poder asumirlo y trascenderlo. Su tema principal desde los años ochenta había sido la epidemia del sida (que cobrara la vida de su hermano Philip Dimitri Galás en 1986). En Defixiones la tragedia sigue en familia, pues trata acerca del genocidio de armenios y griegos a manos de los turcos, ocurrido entre 1914 y 1923. Perteneciente a una familia de inmigrantes griegos en San Diego, Diamanda escuchó desde joven las historias de esa masacre, menos recordada que otras tragedias del siglo XX. Con Defixiones maldice ese olvido y retrata el horror con el horror.

En la primera parte de este álbum, subtitulada "The Dance", recurre a los textos del poeta Siamanto (uno de los intelectuales armenios asesinados por los otomanos), el sirio Adonis ("The Desert", extracto de su Diario de Beirut, 1982), Freidoun Bet-Oraham ("The Eagle of Tkhuma") y Pier Paolo Pasolini ("Holokaftoma"). Se debe evitar cuidadosamente la expresión "disco de denuncia", porque resulta insuficiente. Mucho menos podría considerársele un manifiesto contra Turquía: uno de sus mejores momentos es la canción de amor turca "Sevda Zinçiri". Simplemente es Galás en su vertiente más libre, saltando del recitativo al lamento y el aullido, con palabras más escupidas que pronunciadas, con su habitual virtuosismo al piano (esta chica debutó a los catorce con la sinfónica de San Diego) y una voz imponente. Un aterrador derroche emocional que, sin embargo, no pierde pie ni llega a los excesos de Litanies of Satan (Mute, 1982), aquella estridencia críptica a mayor gloria de Baudelaire, casi insoportable.

El segundo disco, con el subtítulo "Songs of Exile", es precisamente eso: una colección de textos de exiliados como Michaux ("Ja Rame"), Celan ("Todesfuge") y Vallejo ("Epístola a los transeúntes", interpretada como vals de salón decadente). Aquí se apega más al formato de canción, incluso posee dos piezas de rebetiko (género vernáculo griego, representado por "San Pethano" y "Anoixe") y un estándar del blues ("See That My Grave Is Kept Clean"). "Songs of Exile" es tan dramático como la primera parte del álbum, apenas un poco más fácil de digerir.

Defixiones está estructurado de tal manera que sólo cobra pleno sentido escuchándolo completo, pero puestos a escoger una sola canción sería la ominosa "Birds of Death", que además es de las pocas con letra y música de Diamanda. Independientemente de la importancia del tema y la investigación (musical e histórica) que hay detrás de Defixiones, este disco es el mejor registro que se haya conseguido de una de las intérpretes más viscerales y mejor dotadas de la música contemporánea. Imprescindible.

Diamanda Galás - Defixiones, Will and Testament (Mute, 2003)


Sobre el genocidio armenio: www.theforgotten.org

Apareció en Sonitus Noctis No. 8 (Febrero 2005).

11/30/2004

august strindberg - inferno

Renazco en otro mundo al que nadie puede seguirme. Sucesos insignificantes atraen mi atención, los sueños nocturnos revisten forma de presagios, considero que estoy muerto y que mi vida transcurre en otra esfera.

París en el ocaso del siglo XIX, con sus artistas apiñados en hoteles baratos y bares que sirven ajenjo. Strindberg se ha separado de su esposa, su hija y la fama de sus obras. Vive aislado, con la esperanza de emprender una nueva carrera en las ciencias de la naturaleza, y confía en que el producto de sus investigaciones, Antibarbarus (1894) y Sylva Sylvarum (1896), dará un giro copernicano a la concepción que se tiene del mundo. Pero, siendo un adorador de la belleza, no le bastan para aproximarse a la naturaleza las ciencias reconocidas, sino que hace un híbrido entre éstas y las de la transmutación: un alquimista en el siglo del positivismo. Al no obtener los resultados esperados se hunde en una manía persecutoria en el que se siente acosado por fuerzas (la mayoría hostiles, algunas benéficas) que se manifiestan bajo la forma de personas, objetos, sueños premonitorios y coincidencias. Será hasta que recobre el equilibrio anímico, de vuelta en Suecia, cuando consiga hacer un registro autobiográfico de ese derrumbe emocional ocurrido entre 1894 y 1897: Inferno.

Lo que en otros individuos hubiera sido una vulgar paranoia, le dio a Strindberg la ocasión de imaginar un insólito esquema de correspondencias, explicadas siempre con tintes científicos, aunque tienen más de genial juego de asociación automática. En su disertación sobre la naturaleza las escamas de los peces funcionan como placas fotográficas, que retratan los colores del entorno hasta imprimirlos indeleblemente en su superficie. Yendo todavía más lejos, afirma que la mariposa "cabeza de muerto" (la hemos visto, es la acherontia atropos de The Silence of the Lambs) ha ganado sus atributos a fuerza de revolotear sobre los cementerios. Por cierto, el grito que describe no es una elucubración de Strindberg, la mariposa realmente produce ese sonido.

Conforme la desesperación se hace más honda, el autor abandona el naturalismo alucinado para registrar acontecimientos cotidianos, que toma por señales inequívocas de que se encuentra bajo asedio. El Despertar de Schumann suena todos los días en las calles, anunciando la llegada a París de un temido enemigo. Siente corrientes eléctricas, generadas por la disposición de los objetos en su morada, que le atraviesan el cuerpo. Encuentra inscripciones en los muros y notas en las calles que le hacen advertencias y dictan el camino a seguir. Afirma que está siendo castigado por un pecado de orgullo (aspirar conocimientos vedados a los hombres con sus experimentos alquímicos), y más tarde creerá en una conspiración de teósofos y feministas que le odian mortalmente, los primeros por no adherirse a su doctrina, las segundas por la misoginia de sus textos.

Cada uno de esos episodios es descrito con una prosa impecable y un marcado registro trágico. El autor se ve a sí mismo como Job, cargado de penas, pero a diferencia del personaje bíblico no desea no haber nacido, sino que su curiosidad y sensibilidad son excitadas cada vez más conforme crece su malestar. Ni siquiera puede afirmarse que escribió sus memorias desde una recuperación total, pues no fueron los médicos (a quienes veía como uno más de los agentes perniciosos), sino el descubrimiento de la obra de Swedenborg, a quien considerará su mentor y salvador, lo que le devolvió la estabilidad. No dejó de percibir el mundo en los términos desarrollados durante su mal, sino que ahondó en el conocimiento de esa vía hasta aprender a vivir con ella, reconocer sus agentes correctores y aceptarlos.

August Strindberg - Inferno. Valdemar. Madrid, 2001.

Apareció en Sonitus Noctis No. 6 (Noviembre 2004).



PD. Algunas circunstancias ajenas al texto me han hecho más interesante esta lectura. El pasado invierno, platicando en un café con una amiga acerca dibujantes y comics, me recomendó strindbergandhelium.com, una serie de animaciones en las que el dramaturgo tiene que soportar las impertinencias de un globito rosa. Me apuntó la dirección en un papel, que yo guardé entre las páginas del libro que leía en esos días (del cual no le había hablado a ella), que no era otro que Inferno. La coincidencia aumentó al visitar la página y ver que no sólo aparecía Strindberg, sino que usaba citas de Inferno. La presentación que Valdemar le ha dado es deliciosa, con una miniatura del siglo XV en la portada y el texto impreso en el mismo rojo que usó Alfaguara para La historia interminable de Ende, libro favorito de infancia para muchos de nuestra generación.

11/04/2004

chuck palahniuk - diario. una novela.

Uno se puede suicidar de mil formas distintas sin morirse de verdad. Él, Peter Wilmot, ha intentado matarse y sólo consigue quedar en coma. Ella, Misty Kleinman, debe tomar un empleo para mantener a su hija y cuidar de su marido vegetal. Como los viejos marinos, lleva un diario para que su pareja sepa lo ocurrido durante el distanciamiento. Cada día es un reclamo por la vida a la que ha sido condenada. Por el diario también nos enteramos de la infancia de Misty, cuando imaginaba una isla con forma de esqueleto de pescado, con una calle en cada espina y un puerto para el ferry en la cabeza. Ella imaginó esa isla durante años, dibujó cada uno de sus edificios de piedra y eventualmente esos dibujos la llevaron a estudiar pintura.

Inmortalidad de fabricación casera. Constantemente llegan llamadas. Los viajeros descubren que sus casas, remodeladas por Peter, tienen habitaciones de menos: en alguna ha desaparecido la cocina, en otra el cuarto de lavado. Tratando de descubrir dónde han ido a parar sus cuartos rompen el tapiz y los recubrimientos de madera, dejando al descubierto frases amenazadoras. Peter ha marcado su territorio, como antes lo hicieron Maura Kincaid y Constance Burton, las pintoras de la escuela de Waytansea, los célebres fantasmas del lugar. Como si se tratara de una pesadilla de Philip K. Dick, las inscripciones de los muertos aparecen para alertar a los vivos: "sal de esta isla mientras todavía puedes".

Cuando no entiendes algo puedes hacer que signifique cualquier cosa. Si Palahniuk se limitara a desenmascarar los peligros del culto al trabajo y el lujo no pasaría de lo que hacen Houellebecq, Easton Ellis y otros pregoneros de la Caída de Occidente. Así que sus personajes escarban más hondo, hasta dar con esa última veta de energía vital que permanece latente bajo el hastío. Y aunque ésta irrumpe en la historia derrumbando la mascarada de comodidad, él la muestra parcamente, sin fanfarrias ni malditismo impostado. En Diario, los conocimientos de anatomía que Misty ha recibido en la escuela, en ese remoto pasado cuando no imaginaba terminar como una camarera semi-viuda, le dan la coartada perfecta para auscultar el alma de los personajes sin aludir a ningún sentimiento. La narradora sólo tiene que describir los músculos que son puestos en acción, lo que esas contracciones y distensiones representan. Porque todo lo que hacemos, nuestra postura y caligrafía, las notas que escribimos al margen de los libros y las frases dichas al vuelo, todo es un diario que habla de quiénes hemos sido y qué nos mantiene en pie. Como los cabellos que bajo análisis revelan al especialista nuestras adicciones.

Milagros por encargo. Ser irónicos es el imperativo. Los otros chicos de la escuela de artes rellenaban ositos de felpa con excremento, tejían electrodomésticos con fibra vegetal. Misty pintaba paisajes que suponía inventados, pero más tarde descubrirá que existen realmente en la tierra de Peter, la isla de Waytansea. Wait and see. Cuando vuelva a pintar, con los ojos cerrados y el corazón destrozado, Misty cambiará el destino de la isla. Como lo ha hecho antes y lo hará después, contra su voluntad.

Diario es eso que ordinariamente se llama una novela de ideas, pero Palahniuk, tan cercano a los motivos de Ballard y Dick, no pretende que las consideraciones estéticas (el dolor como herramienta artística, la imposibilidad de hacer otra cosa que autorretratos) o la interpretación de expresiones sostengan por completo el libro, y no duda en darle la tensión de un relato de horror. El día que se decidan a llevarla al cine lo mismo podría hacerlo Fincher que Amenábar. Con Diario, Palahniuk se ha atrevido a jugar varias partidas de diferentes juegos al mismo tiempo y las ha ganado todas. Ampliamente recomendable.

Chuck Palahniuk - Diario. Una novela. Mondadori. Barcelona, 2004.

Apareció en Sonitus Noctis No. 6 (Noviembre 2004)

11/01/2004

john peel (1939 - 2004)


Dedicarme a esto durante 35 años no ha sido por dedicación ciega ni por falta de ambición. Desde que me di cuenta que nunca jugaría con el Liverpool nunca quise hacer otra cosa. Tener la oportunidad de hacer lo que siempre has soñado, y seguir haciéndolo, me hace un tipo increíblemente afortunado. Si muriera mañana no tendría nada de qué quejarme. John Peel, 19 de junio de 2002.


El pasado 25 de octubre, mientras vacacionaba en Cuzco, Perú, falleció a causa de un infarto John Peel, el legendario conductor de la BBC que fuera determinante para la carrera de muchos grupos, entre ellos The Cure, Siouxsie & the Banshees y Cocteau Twins. Al enterarse de su muerte, Bernard Sumner declaró a la prensa que "sin él no hubieran existido Joy Division y New Order, era de las pocas personas que daban a esa música un oportunidad de ser escuchada". Su compañero Peter Hook afirmó "él fue el único apoyo que tuvimos en nuestros inicios... no me gustaría nada estar en un grupo nuevo que tuviera que arreglárselas sin John Peel". El conductor de The Perfumed Garden y Home Truths fue también el primero en tocar un sencillo de The Smiths. Su desaparición ocupo la portada en múltiples revistas, incluso hubo un comunicado del primer ministro británico lamentando su muerte.

En un mundo donde los reconocimientos musicales siempre han dicho poco, grabar una sesión en el estudio de Peel (ese cuarto pintarrajeado donde bailaban los integrantes de Madness en el video de "One Step Beyond") era un dato confiable, significaba que un grupo era digno de ser escuchado. La lista de Peel Sessions es impresionante, y muchas de ellas fueron editadas como disco, pero el nivel de las bandas que pasaron por ahí no se debía al generoso presupuesto de la estación: la mayor parte eran invitados antes de conocer sus días de gloria, era Peel quien reconocía su importancia escuchando los demos y les daba difusión.

No lo impresionaban los conceptos ni la técnica, sino la capacidad para escribir canciones memorables, sin importar el género. Gustaba del death metal, y su canción favorita era "Teenage Kicks" de The Undertones, dos minutos de efervescencia punk celebrando los sueños de juventud. Fue la primera canción que se tocó dos veces seguidas en la BBC y la que tocaron al anunciar la muerte de Peel.

John Ravenscroft (su verdadero nombre) nació en 1939 en Heswall, Inglaterra, y comenzó su carrera en la radio de Estados Unidos en 1965. En sus propias palabras, su único mérito para ser contratado por la WRR de Dallas en el apogeo de la beatlemania fue su nacionalidad. En 1967 adoptó su nombre de batalla y regresó a Inglaterra, donde trabajó en una estación pirata (en todos los sentidos: transmitían desde un bote fuera de los dominios marítimos de Gran Bretaña). Ese mismo año se aprobó la ley que permitía perseguir a las estaciones piratas, pero ante el empuje del pop la BBC abrió Radio 1, dedicada a ese género, contrató a Peel y el hombre trabajó ahí, con completo control sobre la música que programaba, hasta el día de su muerte.

A comienzos de los noventa tuvo un programa pregrabado dirigido al público estadounidense, pero su reconocimiento en el extranjero se debió más a las Peel Sessions y, recientemente, a las transmisiones por internet. Transmitió desde diversos festivales europeos y ocasionalmente participaba en ellos como DJ, presentando sesiones eclécticas que sembraban el desconcierto. Su vida doméstica era del dominio público, tuvo cuatro hijos, un largo matrimonio y su casa siempre estuvo llena de cajas con discos por escuchar. De mayo a diciembre de 1999, hurgando en los archivos de la BBC Music Library, seleccionó y condujo The Peelenium, una serie con sus canciones recomendadas, desde 1900 hasta ese día, sólo cuatro por cada año.

Murió dejando inconclusa su autobiografía. Lo que alcanzó a escribir, complementado con material de archivo y declaraciones de su familia y colaboradores, será publicado en septiembre de 2005 por la editorial Transworld.


Apareció en Sonitus Noctis No. 7 (Diciembre 2004).

9/19/2004

mephisto walz - insidious

Primera hipótesis: Barry Galvin fue secuestrado antes de abandonar Christian Death. Sus captores lo convencieron de que la Tercera Guerra Mundial había estallado, infectando la superficie del planeta con radiaciones mortales, por lo que debería vivir en un búnker, donde le sería permitido escuchar sus viejos elepés y grabar canciones. Insidious es el producto de esas sesiones en reclusión.

Segunda hipótesis: Celosos de Ivo Watts-Russell, los ejecutivos de Beggars Banquet crearon su propio supergrupo, con miembros de la élite oscura de los ochenta, quienes grabaron un disco, Insidious, que nunca pudo ver la luz y hasta ahora es editado. Por eso en "One Less Day" reconocemos la guitarra de Robin Guthrie, "I Want" tiene el bajo de David J y "Witches Gold" sabe a My Bloody Valentine antes de Isn't Anything.

Tercera hipótesis: cuando se realizó la mezcla final de Insidious Michael Riddick (el cerebro de Fossil Dungeon) estaba tan ebrio que, en lugar de las nuevas canciones de Barry, llevó al estudio su colección de lados b de death rock circa 1985.

Cuarta y última: Riddick estaba sobrio pero, contra todo pronóstico, tiene sentido del humor. Y en lugar de las canciones de Barry llevó al estudio su colección de lados b de death rock circa 1985.

Cada una de estas hipótesis, obviamente, es falsa. Insidious es un disco nuevo, la carta fuerte de Fossil Dungeon para este año. Es además uno de los discos más anunciados de la escena, pues en los últimos dos años el sencillo "Nightingale" (cuya línea melódica basta para justificar la existencia de Mephisto Walz) ha sido editado en tres formatos diferentes, además de ser incluido en los dos DJ Program publicados hasta el momento por esa disquera. Pero si nos dijeran que es un disco de hace veinte años lo creeríamos. Y también creeríamos que fue uno de los mejores discos de esa época.

Anacrónico y fresco al mismo tiempo, Insidious es un monstruo del pasado que exige respeto. Suena a declaración de fan fatal, y como tal despierta sospechas. Todo lo que puedo argumentar como defensa es que, entre los pilares del gótico, encuentro a Christian Death, sus allegados y secuelas, como los más sobrevalorados (Dream Home Heartache es una excepción), más apoyados por la leyenda y la necesidad de encontrar un pionero de ese sonido que no fuera británico que en su obra.

Ahora que se estila reconstruir (o deconstruir: la coartada ideológica da prestigio) hasta los éxitos del mes pasado, Barry y Christiana resucitan el goth rock americano más elemental y lo estampan en nuestras caras de consumidores de supuestas novedades. Si decimos que las buenas canciones, de cualquier género, se hacen al margen de las tendencias, hay que reconocer que un disco con las características de Insidious implica tanto riesgo como las grabaciones más iconoclastas del momento. Lo que da miedo es pensar que Mephisto Walz ha engendrado este monstruo con toda naturalidad, sin tener conciencia de tal riesgo y que, en cierta forma, Barry sí ha pasado en un búnker la mitad de su vida. Imprescindible.

Mephisto Walz - Insidious (Fossil Dungeon, 2004)

Apareció en Sonitus Noctis No. 5 (Septiembre 2004)