En junio de 2012 el blog Still Eating Oranges publicó The significance of plot without conflict. Es un artículo sobre el kishōtenketsu, una forma japonesa de argumento que carece de conflicto.
El artículo también se pregunta por la necesidad de conflicto propia de los argumentos occidentales. Ese post recibió tanto interés que Still Eating Oranges dio más aclaraciones y ejemplos sobre ese tema (1, 2, 3).
En 2015 la escritora Berna Wang tradujo el artículo al español. Léanlo, no tiene desperdicio.
Para complementarlo, aquí está uno del blog de Momus que compara el cine occidental, confrontacional, con los melodramas japoneses.
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1/05/2016
1/31/2014
ignacio ferreras y paco roca: arrugas
Paco Roca quería hacer un cómic sobre ancianos planeando un robo. Eso era cuando no había visitado ningún asilo. Luego de conocer varios decidió que lo del robo salía sobrando e hizo Arrugas (2007), sobre dos ancianos en un asilo.
Que de todos modos queda algo de esa trama criminal. Miguel, el viejo con acento argentino, es ese gandalla en el encierro que conocemos de muchas películas. El vivo que se transa a los demás en la prisión, el manicomio o cualquier otro encierro. La diferencia es que Miguel podría salirse de ahí fácilmente, se encerró porque lo de afuera le daba igual.
Arrugas fue adaptada al cine de animación en 2011 por Ignacio Ferreras, animador de El ilusionista (Chomet, 2010). Uno de los primeros fans de esta adaptación fue Isao Takahata, que la llevó a Japón. Por un tweet de cgcampillo me enteré de que puede verse en streaming en esta dirección hasta el 12 de febrero.
Que de todos modos queda algo de esa trama criminal. Miguel, el viejo con acento argentino, es ese gandalla en el encierro que conocemos de muchas películas. El vivo que se transa a los demás en la prisión, el manicomio o cualquier otro encierro. La diferencia es que Miguel podría salirse de ahí fácilmente, se encerró porque lo de afuera le daba igual.
Arrugas fue adaptada al cine de animación en 2011 por Ignacio Ferreras, animador de El ilusionista (Chomet, 2010). Uno de los primeros fans de esta adaptación fue Isao Takahata, que la llevó a Japón. Por un tweet de cgcampillo me enteré de que puede verse en streaming en esta dirección hasta el 12 de febrero.
1/29/2014
inio asano: solanin
Solanin by Inio Asano
My rating: 4 of 5 stars
La ciudad, el mar y el cielo. El trabajo, la escuela y la música. La familia, la pareja y los amigos. Inio Asano hace un manga sobre una pareja joven y una banda de rock y termina contando la historia de todos y la incertidumbre que se cierne sobre todos.
Ahí hay un dos en un bote en un día soleado; lo que se están diciendo es de lo que menos nos gusta escuchar. Ahí hay una banda terminando una canción en el escenario, tienen los puños en alto; lo que ha costado estar ahí no se le desea a nadie. Lo más doloroso ocurre en el hueco entre el tomo uno y el tomo dos, la historia no se ceba en ello.
Da miedo lo que se puede hacer con viñetas en blanco y negro cuando se ha observado con atención a la ciudad y a las personas. Le pongo cuatro estrellas y no cinco porque la historia termina donde debía y yo quería seguir leyendo a esos personajes. Claro que si la historia hubiera seguido habría dicho que se prolongaba innecesariamente. Uno es un menso cínico, no trae el corazón bien puesto en la solapa como Inio Asano.
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My rating: 4 of 5 stars
La ciudad, el mar y el cielo. El trabajo, la escuela y la música. La familia, la pareja y los amigos. Inio Asano hace un manga sobre una pareja joven y una banda de rock y termina contando la historia de todos y la incertidumbre que se cierne sobre todos.
Ahí hay un dos en un bote en un día soleado; lo que se están diciendo es de lo que menos nos gusta escuchar. Ahí hay una banda terminando una canción en el escenario, tienen los puños en alto; lo que ha costado estar ahí no se le desea a nadie. Lo más doloroso ocurre en el hueco entre el tomo uno y el tomo dos, la historia no se ceba en ello.
Da miedo lo que se puede hacer con viñetas en blanco y negro cuando se ha observado con atención a la ciudad y a las personas. Le pongo cuatro estrellas y no cinco porque la historia termina donde debía y yo quería seguir leyendo a esos personajes. Claro que si la historia hubiera seguido habría dicho que se prolongaba innecesariamente. Uno es un menso cínico, no trae el corazón bien puesto en la solapa como Inio Asano.
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hubert & kerascoët: miss pas touche
Du sang sur les mains by Hubert
My rating: 4 of 5 stars
Hubert (guion) y Kerascoët (dibujo) son ahora más conocidos por Beauté. Kerascoët en realidad son dos personas, los ilustradores Marie Pommepuy y Sébastien Cosset.
Miss Pas Touche consta de sólo cuatro números aparecidos entre 2006 y 2009. La del título (apodada La No Se Toca y Miss Don't Touch en las traducciones) es Blanche, una joven del París de los años treinta con pocos recursos económicos y muchos de sagacidad y terquedad, que entra a trabajar a un burdel para resolver el asesinato de su hermana. La apodan así porque su papel con los clientes es de institutriz intocable y regañona.
Kerascoët hace viñetas magníficas y los primeros dos números tienen los modos de una investigación detectivesca. Se pueden leer esos dos como una historia completa bien lograda. Para los dos siguientes la trama cae en un melodrama sin mucha gracia. Hubert, Pommepuy y Cosset van para grandes de la bande dessinée pero funcionan mejor cuando confían en su sentido de la aventura y las situaciones improbables. Cuatro estrellas para los dos primeros números y a olvidar el resto.
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My rating: 4 of 5 stars
Hubert (guion) y Kerascoët (dibujo) son ahora más conocidos por Beauté. Kerascoët en realidad son dos personas, los ilustradores Marie Pommepuy y Sébastien Cosset.
Miss Pas Touche consta de sólo cuatro números aparecidos entre 2006 y 2009. La del título (apodada La No Se Toca y Miss Don't Touch en las traducciones) es Blanche, una joven del París de los años treinta con pocos recursos económicos y muchos de sagacidad y terquedad, que entra a trabajar a un burdel para resolver el asesinato de su hermana. La apodan así porque su papel con los clientes es de institutriz intocable y regañona.
Kerascoët hace viñetas magníficas y los primeros dos números tienen los modos de una investigación detectivesca. Se pueden leer esos dos como una historia completa bien lograda. Para los dos siguientes la trama cae en un melodrama sin mucha gracia. Hubert, Pommepuy y Cosset van para grandes de la bande dessinée pero funcionan mejor cuando confían en su sentido de la aventura y las situaciones improbables. Cuatro estrellas para los dos primeros números y a olvidar el resto.
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10/20/2013
la ciudad embotellada
Los ciudadanos medievales de Nápoles creían que Virgilio había sido el fundador de la ciudad y que él mismo había depositado un modelo pequeño de Nápoles en una botella de cuello angosto, la cual tenía que ser guardada celosamente para que no cayera en poder de sus enemigos.
Los robots en el mito y en la ciencia, John Cohen (1966).
Conrado de Querfurt, en su visita a Nápoles con el terrible propósito de mermar sus fortificaciones, recolectó varias leyendas sobre Virgilio... "Fue una desgracia notable", escribió, "ser enviados a destruir esos muros que habían sido alzados por el canto de los filósofos. Otra cosa curiosa fue que el modelo de la ciudad, contenido por las artes mágicas de Virgilio en una botella de cuello angosto, no sirvió para salvar a la ciudad de la captura y el saqueo. Pues no sólo nos hemos adueñado de la botella y su contenido, sino también de la ciudad; hemos demolido los muros de acuerdo al mandato imperial sin ese talismán. Debe ser que una rajadura casi imperceptible que encontramos en el cristal fue suficiente para destruir sus virtudes mágicas y hacer a la ciudad suceptible de daño.
Vergil as a Magician, E.W. Bowen (1900).
cfr. The Bottle-City of Kandor.
8/10/2011
estallaríamos
Este cuerpo nuestro, disfrazado de moléculas agitadas y triviales, se revela todo el tiempo contra esta farsa atroz del durar. Quieren ir a perderse, nuestras moléculas, ¡ricuras!, lo más rápido posible en el universo. Sufren por ser sólo "nosotros", cornudos del infinito. Estallaríamos, si tuviéramos valor; no hacemos sino flaquear día tras día. Nuestra tortura querida está encerrada ahí, atómica, en nuestra propia piel, con nuestro orgullo.
Louis-Ferdinand Céline, Viaje al fin de la noche.
cfr. El origen del Doctor Manhattan.
3/14/2010
three and four
The twin sisters named "Three" and "Four," who are most commonly recognized as the bouncy dancing girls in A Charlie Brown Christmas, were characters from the daily PEANUTS in the 60's. They had an Older Brother named "Five." In the strips' story line, their father names them with numbers in protest of society's ever-growing trend of reducing human lives to statistics. Their last name is actually 95742 - the family's zip code. The Official Peanuts Q&A.
9/04/2009
termina la familia burrón
Me tomó por sorpresa la desaparición de la Familia Burrón. No porque me parezca imposible, sino porque no esperaba que la siguieran publicando.
Aunque ahora ya se pueden descargar y también hay antologías publicadas por Porrúa, nunca he leído un número de sus mejores épocas. Yo conocí a la Familia Burrón de los ochenta y ya entonces parecía anacrónica. Pero todos andaban desfasados en esa época: también veías a Archie y Betty en un concierto de Cyndi Lauper y algo no checaba (para empezar, ¿qué cuernos hacía Cyndi en Riverdale?).
De niño más que con Borola, Regino y su prole, simpatizaba con el hermano de Borola (ex ladrón convertido en panadero que no le enseñaba su cara a nadie) y con la niña del tololoche (que en él cargaba una despensa completa y toda clase de triques).
La última vez que supe de ellos fue en la revistería del Metro Cuauhtémoc, hace unos cuatro años. Una chica con bata de médico y lentes grandes estaba recogiendo varios números de los Burrón que le había separado el vendedor. Fuera de ella, y cuando ocasionalmente mi madre dice alguna borolada, no los hacía en el mundo más.
Aunque ahora ya se pueden descargar y también hay antologías publicadas por Porrúa, nunca he leído un número de sus mejores épocas. Yo conocí a la Familia Burrón de los ochenta y ya entonces parecía anacrónica. Pero todos andaban desfasados en esa época: también veías a Archie y Betty en un concierto de Cyndi Lauper y algo no checaba (para empezar, ¿qué cuernos hacía Cyndi en Riverdale?).
De niño más que con Borola, Regino y su prole, simpatizaba con el hermano de Borola (ex ladrón convertido en panadero que no le enseñaba su cara a nadie) y con la niña del tololoche (que en él cargaba una despensa completa y toda clase de triques).
La última vez que supe de ellos fue en la revistería del Metro Cuauhtémoc, hace unos cuatro años. Una chica con bata de médico y lentes grandes estaba recogiendo varios números de los Burrón que le había separado el vendedor. Fuera de ella, y cuando ocasionalmente mi madre dice alguna borolada, no los hacía en el mundo más.
8/10/2009
alan moore - the league of extraordinary gentlemen: century
Alan Moore pasó por constantes complicaciones para publicar "The League of Extraordinary Gentlemen: Black Dossier", que terminó llegando a las tiendas de Estados Unidos 18 meses después de la fecha prevista. Hasta ahora no puede venderse en el Reino Unido y el disco que se planeaba incluir en la edición especial nunca apareció. Tras esta decepción, el autor de "From Hell" y "Watchmen" abandonó a la editorial DC (por segunda vez) para trabajar a su propio ritmo y capricho.
Un ritmo que a algunos de sus lectores les parecerá desesperante, pues el tercer volumen de estas novelas gráficas, "The League of Extraordinary Gentlemen: Century", será publicado a cuentagotas. Una parte apareció este año, la siguiente saldrá en junio de 2010 y la última en junio de 2011.
Como en las entregas anteriores, los personajes de "Century" son tomados de obras ajenas, pero ahora la acción se desarrollará a lo largo de todo el siglo XX, lo que significa que la mayoría de los nombres que Moore pretende utilizar todavía tienen dueño. Obviamente, no piensa pagar derechos ni meterse en conflictos legales por cada uno (eso fue el mayor problema con "Black Dossier", intermedio entre los volúmnes dos y tres), así que debe avanzar con pies de plomo, averiguando qué personajes y lugares puede pedir prestados y cuáles deberá modificar ligeramente.
Algo más que distingue a "Century" de los anteriores volúmenes es la incorporación de temas y personajes provenientes de la música, el cómic, el cine y la televisión. En la parte que publicó este año varios motivos recurrentes provienen de "La ópera de los tres centavos" de Kurt Weill y Bertolt Brecht, y en un agregado que aparece al final participa Captain Universe, un superhéroe de los años cincuenta. Se sabe que los títulos de las siguientes dos serán "Paint it Black" (The Rolling Stones) y "Let It Come Down" (¿por Spiritualized?).
Parece que el plan de Moore para "The League..." ya no es celebrar únicamente a la literatura, sino a todas las figuras de aventura y fantasía que atraviesan la cultura popular. El autor reconoce que requerirá algo de asesoría conforme la trama se acerque al tiempo actual, porque últimamente su vida ha estado más dedicada a estudiar el siglo XIX y la magia que a conocer a sus contemporáneos. Le deseamos suerte en su viaje al presente.
Un ritmo que a algunos de sus lectores les parecerá desesperante, pues el tercer volumen de estas novelas gráficas, "The League of Extraordinary Gentlemen: Century", será publicado a cuentagotas. Una parte apareció este año, la siguiente saldrá en junio de 2010 y la última en junio de 2011.
Como en las entregas anteriores, los personajes de "Century" son tomados de obras ajenas, pero ahora la acción se desarrollará a lo largo de todo el siglo XX, lo que significa que la mayoría de los nombres que Moore pretende utilizar todavía tienen dueño. Obviamente, no piensa pagar derechos ni meterse en conflictos legales por cada uno (eso fue el mayor problema con "Black Dossier", intermedio entre los volúmnes dos y tres), así que debe avanzar con pies de plomo, averiguando qué personajes y lugares puede pedir prestados y cuáles deberá modificar ligeramente.
Algo más que distingue a "Century" de los anteriores volúmenes es la incorporación de temas y personajes provenientes de la música, el cómic, el cine y la televisión. En la parte que publicó este año varios motivos recurrentes provienen de "La ópera de los tres centavos" de Kurt Weill y Bertolt Brecht, y en un agregado que aparece al final participa Captain Universe, un superhéroe de los años cincuenta. Se sabe que los títulos de las siguientes dos serán "Paint it Black" (The Rolling Stones) y "Let It Come Down" (¿por Spiritualized?).
Parece que el plan de Moore para "The League..." ya no es celebrar únicamente a la literatura, sino a todas las figuras de aventura y fantasía que atraviesan la cultura popular. El autor reconoce que requerirá algo de asesoría conforme la trama se acerque al tiempo actual, porque últimamente su vida ha estado más dedicada a estudiar el siglo XIX y la magia que a conocer a sus contemporáneos. Le deseamos suerte en su viaje al presente.
6/22/2008
tony millionaire - sock monkey / maakies
"Es como si John Tenniel y Robert Crumb dieran una fiesta en el mar, con Herman Melville sirviendo el whisky”. Algo así escribí en un foro para referirme a las historias de Tony Millionaire (hasta la fecha él insiste en que es su nombre real), pero ahora me parece una comparación muy sosa.
Tony no se formó con comics del underground, ni con ilustradores británicos: su referente son, sencillamente, las tiras cómicas que leía de niño. Por eso el aire arcaico de sus escenarios. Y no es al autor de Moby Dick, sino a Patrick O’Brian a quien ha arrebatado toda la jerga náutica de sus personajes.
Hasta ahí las comparaciones. ¿Qué es lo que hace Tony partiendo de semejantes influencias? Pues son las aventuras de un cuervo alcohólico y suicida, acompañado por un simio demente. Y aunque Drinky Crow y Uncle Gabby (pues tales son sus nombres) han obtenido mayor reconocimiento como tira cómica, su creador los ha hecho transitar por todo tipo de formatos y frente a toda clase de públicos, desde libros para niños pequeños hasta animaciones para transmitir a altas horas de la noche.
Sigamos al cuervo y al chango no cronológicamente, sino por orden de corrupción.
En Sock Monkey: a children’s book ambos son monigotes de trapo que cobran vida cuando no son vistos, como si se tratara de The Velveteen Rabbit, o la canción de Cri-Cri. No son el trabajo más elegante del mundo, pero han sido cosidos con cariño por una abuela para su nieto.
En este punto no hay ni rastro de ironía: la vida es idílica, el dibujo naturalista y en los estanques viven hadas amables a las que los protagonistas prestan ayuda.
La siguiente escala sería The Adventures of Tony Millionaire’s Sock Monkey, una serie de novelas gráficas. El cuervo y el simio siguen siendo de trapo, pero ahora tienen intrigas que involucran a las variadas alimañas y juguetes que habitan en esa casa, la cual siempre conserva el estilo, si bien cambia de fachada y muebles, pues es destruida o incendiada periódicamente por los protagonistas.
Su dueño infantil ya no disfruta tanto de su presencia, y cuando escucha a los monigotes alcoholizados (“¡Una perla líquida!” llama el Sr. Cuervo al licor cuando lo descubre por accidente), canturreando temas de taberna, se lamenta diciendo “otra vez los juguetes están cantando esas sucias canciones”.
Para darnos idea de cómo ha cambiado su mundo en este punto, digamos que siguen existiendo las hadas, pero ahora son invocadas con métodos alternativos. A un azulejo ladrón que se negaba a creer en ellas se le realiza una trepanación y se le dan a beber jugos misteriosos para pueda verlas (¿quién dijo Machen?).
Aquí las aventuras ya cuentan con elementos náuticos y el lenguaje es un inglés afectado que dice los mayores disparates en la forma más elegante posible.
Siguiente estación: Maakies. Se trata de una tira cómica semanal que ha encontrado su sitio en un puñado de publicaciones alrededor del mundo desde hace catorce años.
En Maakies las cosas se salen completamente de madre. Drinky Crow y Uncle Gabby son de carne y hueso, viven en un mundo de marinos borrachos, aguerridos lagartos franceses y mujeres de puerto. Las bromas son escatológicas, absurdas o siniestras.
Parece el final del camino, pero es una vuelta al origen. Drinky Crow nació como un dibujo que Tony hacía en las servilletas de un bar, un pajarraco bebedor siempre presto a reventarse los sesos. Fue el cantinero quien convenció a Millionaire de dar continuidad a esa historia y así ha llegado hasta la televisión.
Como animación estos personajes han tenido dos encarnaciones. La primera fue bastante torpe: Maakies, una serie de cortos que tuvo una breve vida en Saturday Night Live. Desde el tema inicial, parecía una copia mediocre de Happy Tree Friends.
Mucho mejor, en animación y apego al espíritu de la tira, es The Drinky Crow Show, serie creada por Eric Kaplan, cuyo programa piloto fue mostrado el año pasado en AdultSwim y contaba con música de They Might Be Giants (John Flansburgh es viejo conocido de Tony).
Como resumen, digamos que Tony Millionaire no se ha esperado a que otros diluyan o exageren su obra. Él solito se ha encargado de que Gabby y Drinky sean de todo y sin medida. Mi recomendación personal es The Adventures of Tony Millionaire’s Sock Monkey, donde las historias son más ingeniosas y el dibujo más complejo, sin renunciar al nonsense que es el sello de la casa. Y aquí les dejo algunos links para ver las animaciones:
Programa piloto de Drinky Crow: Parte 1, Parte 2.
Maakies en SNL: Clam Shack, Mermaid.
Tony no se formó con comics del underground, ni con ilustradores británicos: su referente son, sencillamente, las tiras cómicas que leía de niño. Por eso el aire arcaico de sus escenarios. Y no es al autor de Moby Dick, sino a Patrick O’Brian a quien ha arrebatado toda la jerga náutica de sus personajes.
Hasta ahí las comparaciones. ¿Qué es lo que hace Tony partiendo de semejantes influencias? Pues son las aventuras de un cuervo alcohólico y suicida, acompañado por un simio demente. Y aunque Drinky Crow y Uncle Gabby (pues tales son sus nombres) han obtenido mayor reconocimiento como tira cómica, su creador los ha hecho transitar por todo tipo de formatos y frente a toda clase de públicos, desde libros para niños pequeños hasta animaciones para transmitir a altas horas de la noche.
Sigamos al cuervo y al chango no cronológicamente, sino por orden de corrupción.
Sock Monkey: a Children's Book
En Sock Monkey: a children’s book ambos son monigotes de trapo que cobran vida cuando no son vistos, como si se tratara de The Velveteen Rabbit, o la canción de Cri-Cri. No son el trabajo más elegante del mundo, pero han sido cosidos con cariño por una abuela para su nieto.
En este punto no hay ni rastro de ironía: la vida es idílica, el dibujo naturalista y en los estanques viven hadas amables a las que los protagonistas prestan ayuda.
The Adventures of Tony Millionaire’s Sock Monkey
La siguiente escala sería The Adventures of Tony Millionaire’s Sock Monkey, una serie de novelas gráficas. El cuervo y el simio siguen siendo de trapo, pero ahora tienen intrigas que involucran a las variadas alimañas y juguetes que habitan en esa casa, la cual siempre conserva el estilo, si bien cambia de fachada y muebles, pues es destruida o incendiada periódicamente por los protagonistas.
Su dueño infantil ya no disfruta tanto de su presencia, y cuando escucha a los monigotes alcoholizados (“¡Una perla líquida!” llama el Sr. Cuervo al licor cuando lo descubre por accidente), canturreando temas de taberna, se lamenta diciendo “otra vez los juguetes están cantando esas sucias canciones”.
Para darnos idea de cómo ha cambiado su mundo en este punto, digamos que siguen existiendo las hadas, pero ahora son invocadas con métodos alternativos. A un azulejo ladrón que se negaba a creer en ellas se le realiza una trepanación y se le dan a beber jugos misteriosos para pueda verlas (¿quién dijo Machen?).
Aquí las aventuras ya cuentan con elementos náuticos y el lenguaje es un inglés afectado que dice los mayores disparates en la forma más elegante posible.
Maakies
Siguiente estación: Maakies. Se trata de una tira cómica semanal que ha encontrado su sitio en un puñado de publicaciones alrededor del mundo desde hace catorce años.
En Maakies las cosas se salen completamente de madre. Drinky Crow y Uncle Gabby son de carne y hueso, viven en un mundo de marinos borrachos, aguerridos lagartos franceses y mujeres de puerto. Las bromas son escatológicas, absurdas o siniestras.
Parece el final del camino, pero es una vuelta al origen. Drinky Crow nació como un dibujo que Tony hacía en las servilletas de un bar, un pajarraco bebedor siempre presto a reventarse los sesos. Fue el cantinero quien convenció a Millionaire de dar continuidad a esa historia y así ha llegado hasta la televisión.
The Drinky Crow Show
Como animación estos personajes han tenido dos encarnaciones. La primera fue bastante torpe: Maakies, una serie de cortos que tuvo una breve vida en Saturday Night Live. Desde el tema inicial, parecía una copia mediocre de Happy Tree Friends.
Mucho mejor, en animación y apego al espíritu de la tira, es The Drinky Crow Show, serie creada por Eric Kaplan, cuyo programa piloto fue mostrado el año pasado en AdultSwim y contaba con música de They Might Be Giants (John Flansburgh es viejo conocido de Tony).
Como resumen, digamos que Tony Millionaire no se ha esperado a que otros diluyan o exageren su obra. Él solito se ha encargado de que Gabby y Drinky sean de todo y sin medida. Mi recomendación personal es The Adventures of Tony Millionaire’s Sock Monkey, donde las historias son más ingeniosas y el dibujo más complejo, sin renunciar al nonsense que es el sello de la casa. Y aquí les dejo algunos links para ver las animaciones:
Programa piloto de Drinky Crow: Parte 1, Parte 2.
Maakies en SNL: Clam Shack, Mermaid.
5/29/2008
agnes quill: una antología de misterio
Agnes Quill, el personaje que da título al nuevo cómic de Dave Roman, tiene una agenda parecida a la de Hellboy o Adèle Blanc-Sec (fantasmas, partes de cuerpos con vida autónoma y una humanidad subterránea), si bien el guionista Roman no parece tan interesado en el folklore, la literatura de folletín o los contextos históricos definidos como Mignola y Tardi.
De hecho, sus historias ocurren en una ciudad idealizada (Legerdemain, victoriana y steam-punk hasta la punta de las chimeneas) y en un tiempo indeterminado. Sirva una anécdota para explicar su aspecto: en una de las viñetas que cierran este libro, el dibujante Bannister había colocado a Agnes en una biblioteca con un mapa y un globo terráqueo, de los cuales Roman aconsejó borrar cualquier semejanza con la geografía real. Lo de Agnes ocurre en otro lado.
La señorita Quill tiene 16 años y ha quedado huérfana recientemente. Heredó de su abuelo un “castillo” (en realidad una casona en ruinas), una tienda de antigüedades custodiada por el taciturno Sr. Lorik y la capacidad de comunicarse con los muertos, la cual decide explotar trabajando como detective… para los muertos.
En lugar de recurrir al dibujante John Green (su colaborador habitual, con quien realiza la serie Quicken Forbbiden), para esta ocasión Roman invitó a varios ilustradores, muy diferentes entre sí. Ya sea que el autor escribiera historias acordes a cada dibujante, o que ellos tuvieran libertad para adaptar los textos, cada una tiene un tono muy diferente.
Es siniestra, cercana a los comics clásicos de horror, con los trazos de Jason Ho. Sencilla y hasta disneyana con Raina Telgemeier. Detallada y dinámica en las manos de Jeff Zornow. El propio Roman dibuja la última, con un estilo deliberadamente infantilizado e ingenuo, aunque su historia no lo sea tanto.
Como coda aparecen extractos del diario de Agnes, en los cuales hay más detalles de su día a día (escuela, problemas económicos, la lata de vivir rodeada de espíritus irrespetuosos) que sería agradable ver incorporadas en el cómic en volúmenes posteriores, para agregar más dimensiones a la historia, algo que el guionista explotaba con buenos resultados en Quicken Forbidden.
Agnes Quill: An Anthology of Mistery fue publicada por Slave Labor Graphics. Dos de las historias están disponibles en esta dirección.
8/22/2007
8/20/2007
dupuy, berberian y monsieur jean
Philippe Dupuy y Charles Berberian viven del diseño publicitario, la bande dessinée (como llaman los galos al cómic) les deja más dolores de cabeza que ingresos. Estrictamente hablando, no necesitan trabajar juntos, dado que ambos escriben y dibujan, pero llevan más de veinte años creando historietas a cuatro manos. Su obra más conocida es la serie de Monsieur Jean, un treintañero que se ha dado de topes con la vida, crecido y madurado (es un decir) junto con sus autores.
Jean cuenta hasta el momento con siete volúmenes, el primero publicado en 1991, y se inscribe en la línea de historietas que capturan la cotidianeidad y la vida del individuo promedio. Lo que lo aleja de sus semejantes americanos es un trazo más caricaturesco y romántico, así como referencias a una cultura popular que se inclina más hacia Billie Holiday que a la MTV. En un primer acercamiento lo que más llama la atención del lector es cómo sus personajes, de aspecto gracioso, tienen historiales tan melancólicos.
Como sus inventores, Jean escribe. No comics, sino novelas, aunque sólo tiene una publicada. Su cocierge le hace la vida imposible, mientras la ciudad y sus amigos parecen empeñados en reencontrarlo con viejos amores, ocasiones que permiten a Dupuy y Berberian realizar flashbacks a su primera juventud. Emocionalmente hablando, tiene en un extremo al niño que alguna vez fue, quien escribió una carta al Jean adulto para recordarle sus deseos de infancia; el otro extremo lo representa su vecino, un anciano suicida que le muestra lo mal que pueden terminar las cosas cuando se envejece aislado del mundo.
En su imaginación Jean se ve a sí mismo como un batallón guarecido en un castillo medieval con la inscripción “Déjenme solo” a la entrada. Hacia el tercer volumen, Les femmes et les enfants d’abord, el rey ciego y sordo del castillo ordena bajar el puente levadizo para que entre Cathy, con quien Jean sienta cabeza, se convierte en padre e inicia un nuevo ciclo. Une certain équilibre, la más reciente entrega de la serie, se centra en las historias de sus amigos: un desastroso padre soltero y una chica que lidia con el mal de Tourette y la incapacidad de encontrar un hombre que valga la pena. Parece una colección de desencantados, pero cada subtrama es resuelta, si no con un final feliz, sí con humor, haciendo a los personajes entrañables y permitiendo al lector identificarse con su situación.
Las dudas que enfrenta Jean hacia la mitad de la serie son un reflejo del momento del momento delicado por el que pasaban sus autores, sobre todo Dupuy. Para exorcizar sus males, Berberian tuvo la idea de escribir Journal d’un album, el “making of” de Monsieur Jean, repaso autobiográfico donde comparten con los lectores su proceso creativo y conflictos personales.
Ante el empuje de la nueva generación de la bande dessinée (representada por Joann Sfar y Manu Larcenet) Dupuy y Berberian han pasado a la categoría de clásicos en Europa. El resto del mundo comienza a descubrirlos gracias a las traducciones al inglés realizadas por Drawn & Quarterly. Esa casa publicó el año anterior Get a Life, que reúne los tres primeros tomos de Jean, así como el Journal d’un album, rebautizado como Maybe Later. Ambos tomos abandonan el formato de álbum para cumplir con los estándares del cómic americano (más compacto), pero dejando intacta la gracia y melancolía del original, por lo que se recomienda su lectura para iniciarse en la obra de este dúo.
PD. Existen traducciones al castellano de Monsieur Jean, de la editorial española Norma. Paradójicamente, en México esas versiones son más difíciles de conseguir que los originales o la edición estadounidense.
Jean cuenta hasta el momento con siete volúmenes, el primero publicado en 1991, y se inscribe en la línea de historietas que capturan la cotidianeidad y la vida del individuo promedio. Lo que lo aleja de sus semejantes americanos es un trazo más caricaturesco y romántico, así como referencias a una cultura popular que se inclina más hacia Billie Holiday que a la MTV. En un primer acercamiento lo que más llama la atención del lector es cómo sus personajes, de aspecto gracioso, tienen historiales tan melancólicos.
Como sus inventores, Jean escribe. No comics, sino novelas, aunque sólo tiene una publicada. Su cocierge le hace la vida imposible, mientras la ciudad y sus amigos parecen empeñados en reencontrarlo con viejos amores, ocasiones que permiten a Dupuy y Berberian realizar flashbacks a su primera juventud. Emocionalmente hablando, tiene en un extremo al niño que alguna vez fue, quien escribió una carta al Jean adulto para recordarle sus deseos de infancia; el otro extremo lo representa su vecino, un anciano suicida que le muestra lo mal que pueden terminar las cosas cuando se envejece aislado del mundo.
En su imaginación Jean se ve a sí mismo como un batallón guarecido en un castillo medieval con la inscripción “Déjenme solo” a la entrada. Hacia el tercer volumen, Les femmes et les enfants d’abord, el rey ciego y sordo del castillo ordena bajar el puente levadizo para que entre Cathy, con quien Jean sienta cabeza, se convierte en padre e inicia un nuevo ciclo. Une certain équilibre, la más reciente entrega de la serie, se centra en las historias de sus amigos: un desastroso padre soltero y una chica que lidia con el mal de Tourette y la incapacidad de encontrar un hombre que valga la pena. Parece una colección de desencantados, pero cada subtrama es resuelta, si no con un final feliz, sí con humor, haciendo a los personajes entrañables y permitiendo al lector identificarse con su situación.
Las dudas que enfrenta Jean hacia la mitad de la serie son un reflejo del momento del momento delicado por el que pasaban sus autores, sobre todo Dupuy. Para exorcizar sus males, Berberian tuvo la idea de escribir Journal d’un album, el “making of” de Monsieur Jean, repaso autobiográfico donde comparten con los lectores su proceso creativo y conflictos personales.
Ante el empuje de la nueva generación de la bande dessinée (representada por Joann Sfar y Manu Larcenet) Dupuy y Berberian han pasado a la categoría de clásicos en Europa. El resto del mundo comienza a descubrirlos gracias a las traducciones al inglés realizadas por Drawn & Quarterly. Esa casa publicó el año anterior Get a Life, que reúne los tres primeros tomos de Jean, así como el Journal d’un album, rebautizado como Maybe Later. Ambos tomos abandonan el formato de álbum para cumplir con los estándares del cómic americano (más compacto), pero dejando intacta la gracia y melancolía del original, por lo que se recomienda su lectura para iniciarse en la obra de este dúo.
PD. Existen traducciones al castellano de Monsieur Jean, de la editorial española Norma. Paradójicamente, en México esas versiones son más difíciles de conseguir que los originales o la edición estadounidense.
7/23/2007
warren ellis - fell
Warren Ellis es homónimo del violinista de los Bad Seeds que acompañan a Nick Cave. Pero, como él mismo explica en MySpace, es fácil distinguirlos: “él es australiano y toca el violín, yo soy inglés y soy un genio”. La parte que el británico omitió es que ambos son muy malas semillas.
Ellis es un prolífico guionista de comics y novelista, notorio por la comunicación que mantiene con sus lectores. En el cómic se ha mostrado como un autor todo-terreno, que lo mismo aborda el manido tema de los superhéreoes en spándex que sus personales pesadillas urbanas, como hizo en Transmetropolitan, la saga de Spider Jerusalem (un Hunter S. Thompson del futuro). En su extensa obra destaca, por su concisión y un sistema de publicación innovador, uno de sus títulos más recientes: Fell.
En Fell, Ellis alcanza el equilibrio entre el mercado y las ideas. Es uno de los comics más económicos, cuenta historias autoconclusivas (liberando al lector de un consumo adictivo para comprender la trama) y en lugar de tapizarlo de publicidad, aprovecha las páginas libres para explicar su proceso creativo y ofrecer muestras de sus guiones.
Este título mensual sigue las investigaciones de Richard Fell, detective de la policía de Snowtown, quien literalmente ha caído de gracia: tenía un buen puesto al otro lado del puente, en la Gran Ciudad de la que fue exiliado por poner una bala donde no debía. Ahora, de este lado del puente, debe ejercer su oficio en una población donde hace mucho desapareció toda pretensión de cordura. La parte aterradora para el lector es que varios de los casos de Rich Fell los ha tomado Ellis de la nota roja. En cierto modo, los lectores también vivimos en Snowtown.
Como explica en el número tres una anciana que vende trajes usados y armas, Snowtown envió un buen contingente de jóvenes a la guerra y al parecer no hubo suficientes bajas entre ellos. Una generación entera regresó embrutecida por la sangre y entrenada para usar armas. En un par de décadas el lugar entró en una perpetua guerra civil de cada ciudadano contra los demás. La policía (que sólo cuenta con tres detectives y medio) ocupa un cuartel en la calle Moon, pero no hace mucho más. No porque se haya amafiado con los criminales, sencillamente se sabe rebasada por un Gran Mal y abandonada por todo apoyo exterior. De hecho, los personajes jamás mencionan a ninguna institución, los dueños del lugar no tienen rostro ni nombre.
Apuntemos en la cuenta de Ellis el no presentar a su protagonista como una encarnación de la justicia natural: a Rich se le escapa un homicida por culpa de un desplante de vanidad, y en otra ocasión mata concientemente al que no era responsable de un crimen. Cuando toda referencia moral ha caído se trata sólo de mantener cierto equilibrio. Fell no es un héroe y carece de la frialdad de un antihéroe: apenas tiene un sentido de la correspondencia entre los variados elementos de un ecosistema en caída libre. Eso, y el sello protector de Snowtown (una “s” tachada) marcado a hierro en su cuello por su única amiga, la dueña del Idiot’s Bar.
La ilustración corre a cargo de Ben Templesmith, dibujante de estilo feísta que utiliza la edición digital como una brocha gorda de tonos marrones y ocres. Los colores justos para un mundo en descomposición. Uno que, tristemente, está basado en el nuestro.
Image Comics acaba de publicar Feral City, volumen que reúne las primeras ocho entregas de Fell, done se echan en falta las editoriales de Ellis, sólo disponibles en los números sueltos.
5/30/2007
adrian tomine - sleepwalk
Lo único que había leído de Adrian Tomine era su antología 32 Stories, que me había gustado pero era (necesariamente) desigual. Algunos de sus trabajos de juventud incluidos en ese libro eran apenas bosquejos, que podían haberse desarrollado más pacientemente y con mejores trazos.
La semana pasada acudí a Comicastle porque les llegarían nuevos volúmenes de The Complete Crumb, de los cuales no compré ninguno porque se me atravesó Sleepwalk, otra antología de Tomine, mucho más cuidada que la anterior. Y con al menos una historia perfecta.
Se llama "Layover" y ocupa escasas cuatro páginas. Va sobre un tipo que pierde un vuelo y debe quedarse un día más en su ciudad. Pero sucede que, como iba a estar varios meses fuera, ya se había despedido de sus amigos, de su novia, de la familia, y le parece demasiado desgaste emocional dejarse ver de nuevo y repetir las despedidas a la mañana siguiente. Pasa el día como fantasma, cerca de sus conocidos, viéndolos por las ventanas, contemplando cómo viven sin él. Acaba durmiendo en un hotel. No les quito nada contándoles la historia: la anécdota es muy sencilla y, como es costumbre en este autor, no hay clímax. Pero es una historia redonda, magnífica y, a su modo, muy triste.
Más que Carver, con quien se le compara frecuentemente, Tomine me recuerda a Lorrie Moore. Y es que en lo suyo no hay ni pizca de ironía. Parece decir "así va el mundo, hasta el más idiota tuvo un momento que contar, y el más necio tiene algo que lo conecta contigo". Pero todos nos vemos como idiotas y necios, así que fuera de esas viñetas no hacemos nada por enterarnos.
El que me falta ahora es Summer Blonde. No pienso hacer un pedido especial, si lo ven por ahí me echan un grito. O cómprenlo y luego me lo prestan. No hay pierde, es una delicia lo de Adrian Tomine.
La semana pasada acudí a Comicastle porque les llegarían nuevos volúmenes de The Complete Crumb, de los cuales no compré ninguno porque se me atravesó Sleepwalk, otra antología de Tomine, mucho más cuidada que la anterior. Y con al menos una historia perfecta.
Se llama "Layover" y ocupa escasas cuatro páginas. Va sobre un tipo que pierde un vuelo y debe quedarse un día más en su ciudad. Pero sucede que, como iba a estar varios meses fuera, ya se había despedido de sus amigos, de su novia, de la familia, y le parece demasiado desgaste emocional dejarse ver de nuevo y repetir las despedidas a la mañana siguiente. Pasa el día como fantasma, cerca de sus conocidos, viéndolos por las ventanas, contemplando cómo viven sin él. Acaba durmiendo en un hotel. No les quito nada contándoles la historia: la anécdota es muy sencilla y, como es costumbre en este autor, no hay clímax. Pero es una historia redonda, magnífica y, a su modo, muy triste.
Más que Carver, con quien se le compara frecuentemente, Tomine me recuerda a Lorrie Moore. Y es que en lo suyo no hay ni pizca de ironía. Parece decir "así va el mundo, hasta el más idiota tuvo un momento que contar, y el más necio tiene algo que lo conecta contigo". Pero todos nos vemos como idiotas y necios, así que fuera de esas viñetas no hacemos nada por enterarnos.
El que me falta ahora es Summer Blonde. No pienso hacer un pedido especial, si lo ven por ahí me echan un grito. O cómprenlo y luego me lo prestan. No hay pierde, es una delicia lo de Adrian Tomine.
11/04/2006
hellblazer no. 221
John Constantine: I know a lot about art, but I don't know what I like.
Nicola White: I'd like a t-shirt with that on it. Could give it to critics at openings.
John Constantine: You should hang around. I'm coming out with gems like that all the time.
Nicola White: I'd like a t-shirt with that on it. Could give it to critics at openings.
John Constantine: You should hang around. I'm coming out with gems like that all the time.
10/25/2006
denise mina - hellblazer
Parece que no puedo tomar nada sólo por lo que es. Debe ser, parecer, llegar en el momento indicado y asociado con la persona indicada. El New York Times es uno de los periódicos más respetados del orbe, pero sólo comencé a leerlo (en línea) luego de Corazón tan blanco, donde el narrador hace unas descripciones deliciosas del pranganérrimo placer de pasarse un domingo encerrado en casa leyendo el Times de cabo a rabo, con todos sus suplementos.
Por leer el Times por culpa de Marías encontré, el pasado mes de julio, una reseña de The Dead Hour, la última novela de Denise Mina, una escritora de thrillers de la que nunca había oído hablar hasta ese día. Como se acostumbra en su gremio, Mina tiene un personaje que protagoniza varias de sus novelas y seguirá haciéndolo, hasta que la pluma aguante.
En su caso se trata de Paddy Meehan, una joven irlandesa que se gana la vida como reportera en la Escocia de los ochenta. Y bueno, sí, ahí se entera de cosas truculentas, y sí, hay asesinatos con bastante morbo, pero lo que parece más sabroso es el modo en que afronta los casos Paddy. No es Mike Hammer pero tampoco el Padre Brown, y lo más seguro es que pueda actuar como los dos en un mismo día. Para todo hay un buen pretexto, el asunto es seguir viva y no perder el empleo.
Desde la infancia, cuando compraba religiosamente cada martes mi número del Asombroso Hombre Araña, no había vuelto a seguir un cómic con regularidad. Ni siquiera The Sandman, del que nunca llegué a tener una sola serie completa. Las recopilaciones no valen, hablo de acudir a un local cada mes para adquirir un número esperado con ansias de fan. O de alguien que no es fan, pero de todos modos padece accesos de obsesión/compulsión y puede pretender que tienen un objetivo.
Ahora tengo una tienda de comics atravesada en mi camino a casa, y ni siquiera un professional procastinator como su servidor desaprovecharía esta oportunidad. Por el momento ya estoy enganchado con Fell, y, lo que nunca hubiera esperado, con Hellblazer. La razón: hace un mes Hellblazer inició una nueva serie, titulada "The Red Right Hand" (como la canción de Cave; imprescindible el cóver de Giant Sand), escrita por, miren por dónde, Denise Mina.
Esta resultó ser la segunda serie que Mina hace para el personaje de Vertigo. La anterior se titulaba "Empathy is the Enemy", y está directamente enlazada a la historia de "The Red Right Hand".
El asunto va así: un brujo mafufo construye un "motor de empatía", un trebejo que elimina toda barrera entre una conciencia y otra, lo quieran o no las personas ubicadas en la periferia del aparato (que hasta el momento ya ha jodido a todo Glasgow). En terminos bergsonianos, lo que el motor hace es aturdir al "órgano de atención a la vida" y permitir que el todo de cada quién se arrejunte con el todo de los otros. Como ocurría entre los soldaditos de uno de los cuentos de Trurl y Clapaucio , o también con los soldaditos de Forever Peace, de Joe Haldeman (algo así como una versión ñoña y extendidísima del cuento de Lem). Y creo que por ahí iba también el procedimiento que en Evangelion llamaban "la instrumentación", pero nunca tuve la paciencia de anacoreta necesaria para reventarme Evangelion completa.
Sólo que a los escoceses de Hellblazer no les va tan bien como a los soldaditos: en lugar de despertar un entendimiento total, el motor los capacita para recibir, de golpe, los recuerdos más pinches de sus semejantes. La gente comienza a matarse en las calles, Glasgow se reduce a ruinas y queda prácticamente deshabitado. Sólo permanece viva la verdadera basura (como John Constantine) que desde antes tenía una opinión muy poco favorable de sus vecinos.
Denise Mina y Paddy Meehan
Por leer el Times por culpa de Marías encontré, el pasado mes de julio, una reseña de The Dead Hour, la última novela de Denise Mina, una escritora de thrillers de la que nunca había oído hablar hasta ese día. Como se acostumbra en su gremio, Mina tiene un personaje que protagoniza varias de sus novelas y seguirá haciéndolo, hasta que la pluma aguante.
En su caso se trata de Paddy Meehan, una joven irlandesa que se gana la vida como reportera en la Escocia de los ochenta. Y bueno, sí, ahí se entera de cosas truculentas, y sí, hay asesinatos con bastante morbo, pero lo que parece más sabroso es el modo en que afronta los casos Paddy. No es Mike Hammer pero tampoco el Padre Brown, y lo más seguro es que pueda actuar como los dos en un mismo día. Para todo hay un buen pretexto, el asunto es seguir viva y no perder el empleo.
Hellblazer: The Red Right Hand
Desde la infancia, cuando compraba religiosamente cada martes mi número del Asombroso Hombre Araña, no había vuelto a seguir un cómic con regularidad. Ni siquiera The Sandman, del que nunca llegué a tener una sola serie completa. Las recopilaciones no valen, hablo de acudir a un local cada mes para adquirir un número esperado con ansias de fan. O de alguien que no es fan, pero de todos modos padece accesos de obsesión/compulsión y puede pretender que tienen un objetivo.
Ahora tengo una tienda de comics atravesada en mi camino a casa, y ni siquiera un professional procastinator como su servidor desaprovecharía esta oportunidad. Por el momento ya estoy enganchado con Fell, y, lo que nunca hubiera esperado, con Hellblazer. La razón: hace un mes Hellblazer inició una nueva serie, titulada "The Red Right Hand" (como la canción de Cave; imprescindible el cóver de Giant Sand), escrita por, miren por dónde, Denise Mina.
Hellblazer: Empathy is the Enemy
Esta resultó ser la segunda serie que Mina hace para el personaje de Vertigo. La anterior se titulaba "Empathy is the Enemy", y está directamente enlazada a la historia de "The Red Right Hand".
El asunto va así: un brujo mafufo construye un "motor de empatía", un trebejo que elimina toda barrera entre una conciencia y otra, lo quieran o no las personas ubicadas en la periferia del aparato (que hasta el momento ya ha jodido a todo Glasgow). En terminos bergsonianos, lo que el motor hace es aturdir al "órgano de atención a la vida" y permitir que el todo de cada quién se arrejunte con el todo de los otros. Como ocurría entre los soldaditos de uno de los cuentos de Trurl y Clapaucio , o también con los soldaditos de Forever Peace, de Joe Haldeman (algo así como una versión ñoña y extendidísima del cuento de Lem). Y creo que por ahí iba también el procedimiento que en Evangelion llamaban "la instrumentación", pero nunca tuve la paciencia de anacoreta necesaria para reventarme Evangelion completa.
Sólo que a los escoceses de Hellblazer no les va tan bien como a los soldaditos: en lugar de despertar un entendimiento total, el motor los capacita para recibir, de golpe, los recuerdos más pinches de sus semejantes. La gente comienza a matarse en las calles, Glasgow se reduce a ruinas y queda prácticamente deshabitado. Sólo permanece viva la verdadera basura (como John Constantine) que desde antes tenía una opinión muy poco favorable de sus vecinos.
8/18/2006
aguaviva
1. La tarde del miércoles, camino a casa, compré un número de A Fine Mess, serie que recopila los comics noventeros de Matt Madden (el esposo de Jessica Abel). Al salir de la tienda lo eché al portafolios y no volví a pensar en él hasta el día siguiente.
2. Por la noche asistí a una función a puerta cerrada de A puerta cerrada, la obra de Sartre que se desarrolla en el infierno. Veinte de público, encerrados con los actores en una habitación de paredes desconchadas, sin una sola ventana abierta y en pleno verano. El actor que personificaba a Garcín incluso llevaba un saco grueso, que terminó empapado de sudor. Rescatemos una de las escenas: Estela mira hacia la Tierra y recuerda que uno de sus amantes la llamaba "mi aguaviva". Más adelante Inés trató de enamorarla llamándola igual.
3. Mañana del jueves en el Instituto. Alguien imprimió y olvidó un artículo titulado Aquavit/Akvavit. El akvavit (del latín aqua vitae, agua de vida) es una bebida destilada de origen nórdico. Nunca antes había sabido de ella.
4. La tarde del jueves leí A Fine Mess. Al igual que en la antología de los primeros comics de Tomine, uno de los relatos es sobre una chaqueta de piel. Como en el de Tomine, la chaqueta cambia el aspecto y la actitud del que la porta y arruina una amistad. Pero la historia que ocupa más espacio es "Night of the Grossinator", sobre un chico que está por cambiarse de ciudad y organiza una juerga para despedirse de sus amigos. En la página 18, el protagonista y una mujer sostienen esta conversación:
-Aquawhat?
-Akvavit.
-Sounds like aftershave.
-It says it's made with caraway seeds.
-Well, tastes like rye bread.
2. Por la noche asistí a una función a puerta cerrada de A puerta cerrada, la obra de Sartre que se desarrolla en el infierno. Veinte de público, encerrados con los actores en una habitación de paredes desconchadas, sin una sola ventana abierta y en pleno verano. El actor que personificaba a Garcín incluso llevaba un saco grueso, que terminó empapado de sudor. Rescatemos una de las escenas: Estela mira hacia la Tierra y recuerda que uno de sus amantes la llamaba "mi aguaviva". Más adelante Inés trató de enamorarla llamándola igual.
3. Mañana del jueves en el Instituto. Alguien imprimió y olvidó un artículo titulado Aquavit/Akvavit. El akvavit (del latín aqua vitae, agua de vida) es una bebida destilada de origen nórdico. Nunca antes había sabido de ella.
4. La tarde del jueves leí A Fine Mess. Al igual que en la antología de los primeros comics de Tomine, uno de los relatos es sobre una chaqueta de piel. Como en el de Tomine, la chaqueta cambia el aspecto y la actitud del que la porta y arruina una amistad. Pero la historia que ocupa más espacio es "Night of the Grossinator", sobre un chico que está por cambiarse de ciudad y organiza una juerga para despedirse de sus amigos. En la página 18, el protagonista y una mujer sostienen esta conversación:
-Aquawhat?
-Akvavit.
-Sounds like aftershave.
-It says it's made with caraway seeds.
-Well, tastes like rye bread.
1/06/2005
will eisner (1917-2005)
El pasado 3 de enero murió a los 87 años Will Eisner, el "padre de la novela gráfica" (de hecho, él acuñó ese término). Algunos de los comics más sonados de los últimos años, como la serie Persépolis de Marjane Satrapi, o el Sr. Jean de Dupuy y Berberian serían inimaginables sin el antecedente de Eisner.
I told Will, when we were walking, that even when I stopped reading comics I read The Spirit, and I told him that it was his Spirit stories that had left me wanting to write comics, and that the Sandman, like the Spirit, was conceived as a machine for telling stories.
Neil Gaiman.
Right from the beginning, he (Eisner) saw comics as art. He didn't have any compunction about it. He wasn't apologetic. He didn't have that 'yeah, sorry, I draw comics' kind of attitude that almost every other artist at the time did.
Michael Chabon.
I told Will, when we were walking, that even when I stopped reading comics I read The Spirit, and I told him that it was his Spirit stories that had left me wanting to write comics, and that the Sandman, like the Spirit, was conceived as a machine for telling stories.
Neil Gaiman.
Right from the beginning, he (Eisner) saw comics as art. He didn't have any compunction about it. He wasn't apologetic. He didn't have that 'yeah, sorry, I draw comics' kind of attitude that almost every other artist at the time did.
Michael Chabon.
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