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10/25/2018

ponerle al otro tus zapatos

A veces el libro-objeto sirve para practicar lo que el libro-texto enseña. La sinopsis que Confianza o sospecha trae en la contraportada es ejemplo de una actitud que analiza Gabriel Josipovici en ese mismo libro y que podríamos llamar “ponerle al otro tus zapatos”.

Martín Lutero hacía fan fiction

Al identificarnos con un texto o un personaje (encontrarlo relatable habrían dicho en tumblr hace cinco años) por lo común sólo encontramos un elemento parecido a nosotros y a partir de ahí queremos que el texto/personaje sea nosotros. Esta actitud del lector no es nueva: se hizo muy popular con los románticos pero ya estaba en Lutero (y en la antigua Grecia). Lutero podía tomar un par de líneas sobre Noé, hacerse una historia extensa sobre el pueblo en que vivía Noé y decir que este personaje bíblico sufría penas muy parecidas a las que sufría él, Lutero, y luego seguir ampliando esa historia. Cuando en el pasaje bíblico sólo decía que Noé recibió un encargo y lo cumplió y tan-tan.

Acá en la contraportada dice “¿Es posible crear arte con total libertad y producir obras que trasciendan lo comercial? Esta pregunta sirve a Josipovici para desarrollar…”, y Josipovici jamás se hizo esa pregunta. Ni siquiera es una pregunta que esté en el mismo campo que sus intereses como crítico o como autor de ficciones. El autor de la sinopsis vio que el libro era sobre los modos y motivos de la escritura a lo largo de toda la historia de la humanidad, se dijo “eso es como los problemas que yo tengo al escribir” (que no son los de Josipovici) y a partir de ahí ignoró el resto del libro-texto.

Esto sobre Lutero viene en las páginas 154 y 155. Está buenísimo y también involucra al Dr. Johnson y Aristóteles.

Los chalecos amarillos y Pedro Kumamoto

Percibimos matices en los que consideramos los nuestros y vemos a los otros como un conjunto homogéneo. Algunos notan este efecto y lo aprovechan para presentar como novedad interesante algo que lleva mucho tiempo existiendo. Si te pones las gafas que anulan el efecto puedes descubrir continentes sin moverte de tu sitio, o al menos así le parecerá a los que no llevan esas gafas puestas. Pueden ver ese truco de las gafas en acción en un artículo reciente de Eggers, sobre política en Estados Unidos, hecho para lectores ingleses. También había algo de ese truco en los primeros artículos sobre música electrónica que Simon Reynolds hizo para medios estadounidenses.

En otros casos nadie se pone las gafas. No lo hacen los autores de los artículos y tampoco los lectores. Así, en la semana que aparecieron los gilets jaunes, comentaristas de todo el mundo intentaron traducir el movimiento a la taxonomía política elemental (izquierda-derecha, liberales-conservadores, progresistas-reaccionarios) para verse desmentidos y confundidos en las siguientes semanas.

Un caso mexicano: la ideología de Pedro Kumamoto. Ciudadanos de izquierda, que primero consideraron al candidato cercano a ellos, o por lo menos atípico, lo llamaron traidor por su posición sobre el aborto. Podrían no coincidir con él, pero el político tapatío no estaba cambiando de postura. En Guadalajara está arraigada la participación ciudadana pero no es necesariamente de izquierdas, sino de influencia personalista. El personalismo es una corriente filosófica que los jesuitas llevaron a la región y que es particularmente fuerte en el alma mater de Kumamoto, el ITESO. Este perfil ideológico es antiguo y común en Jalisco, pero los comentaristas no hicieron por estudiar la historia del lugar antes de aplicarle la taxonomía política elemental.

La mejor zona de México para vender frijoles mágicos

Otro tanto ocurre con Nuevo León. En el resto del país se suele adjudicar las preferencias políticas de esa zona al conservadurismo. Un vistazo a los productos de entretenimiento del lugar muestra una influencia poderosa de la industria del espectáculo, que parece rebasar a las demás influencias que pudiera haber. Adjunto a esto, y quizá a causa de la baja densidad poblacional (en una zona metropolitana grande), ahí la opinión de los vecinos pesa más que cualquier tradición.

Así, en las colonias donde se instala un templo de los Testigos de Jehová y algunos vecinos se convierten a esa fe, pronto hay una población considerable de conversos. En las colonias donde hay campos de las ligas infantiles de beisbol, o de futbol americano, estos deportes se vuelven populares, sin que abunden los aficionados a esos deportes en el resto de la población. Lo que desde el exterior pareciera un conservadurismo, tiene un origen más simple y maleable. Un subproducto de esta cultura local es la poca memoria histórica de los ciudadanos. Quizá se trate de la mejor zona de México para ir a vender humo y también frijoles mágicos.

5/11/2017

sobre "story of your life"

Los extraterrestres de Story of Your Life tienen una conciencia simultánea y una escritura que conviene a ésta. Los que nos han advertido sobre cómo el lenguaje falla para referirse al mundo se arrancarían un brazo por acceder a esa escritura.

Bergson lamentaba que el lenguaje estaba hecho para hablar del espacio y para llamar a la acción y por eso vemos para actuar en lugar de ver para ver. Se escapa en parte a esos modos mediante la intuición. Se escaparía completamente con esa escritura de los heptápodos extraterrestres.

Para esta conciencia toda la vida propia será el nuevo presente, y el único futuro pensable será el de otra generación. ¿Qué ocurriría luego del final de Story of Your Life?

Cuando esa escritura se normalice sería enseñada en la infancia. La infancia como tal desaparecería, pues el todo por venir se integraría a la conciencia a temprana edad y con eso llegaría el imperativo de reducir el sufrimiento de los que vengan después. Cada generación querría el bien de la siguiente con la misma naturalidad con que hoy compramos un paraguas porque está por llegar la temporada de lluvias.
The heptapods are neither free nor bound as we understand those concepts; they don't act according to their will, nor are they helpless automatons. What distinguishes the heptapods' mode of awareness is not just that their actions coincide with history's events; it is also that their motives coincide with history's purposes. They act to create the future, to enact chronology.
Freedom isn't an illusion; it's perfectly real in the context of sequential consciousness. Within the context of simultaneous consciousness, freedom is not meaningful, but neither is coercion; it's simply a different context, no more or less valid than the other... knowledge of the future was incompatible with free will. What made it possible for me to exercise freedom of choice also made it impossible for me to know the future. Conversely, now that I know the future, I would never act contrary to that future, including telling others what I know: those who know the future don't talk about it. Those who've read the Book of Ages never admit to it.

7/05/2016

un carnero suelto en las estancias de la memoria

El libro The Art of Memory, escrito por Frances Yates, puede verse como una historia del "método de los lugares", el arte de la memoria artificial que se cultivó desde la antigua Grecia hasta el Renacimiento (y que ahora aparece ocasionalmente como atajo argumental en best-sellers y series).

Por otro lado, The Art of Memory también puede verse como la historia de un par de apócrifos mal traducidos y los paseos de un carnero inmortal, con varias personas muy atentas a los testículos de este carnero.

Frances Yates explica el arte de la memoria

El arte de la memoria artificial consiste en imaginar o recordar una serie de estancias, colocando personajes pintorescos y objetos simbólicos en esas estancias, de modo que estos personajes y objetos nos ayuden a recordar, a voluntad y en orden, una amplia cantidad de datos. En lugar de poner estos datos en una historia o acompañarlos con una tonada para recordarlos, se les daba un lugar y se retenía en la memoria ese lugar.

Durante la edad media, explica Yates, las principales fuentes para estudiar este arte de la memoria eran los libros llamados la Primera y Segunda Retóricas de Tulio.

Tulio explicaba en la Primera Retórica que la memoria era parte de la virtud prudencia y en la Segunda Retórica explicaba el método de los lugares. Así, pensar en lugares imaginarios con objetos y seres imaginarios se tomó por una práctica piadosa.

El problema es que estos dos libros no eran del mismo autor y no había tal Tulio. La Primera Retórica era en realidad "De inventione", que sí, había sido escrita por un Tulio: Marco Tulio Cicerón. La Segunda Retórica es un texto llamado Ad Herennium cuyo autor se desconoce.

Ad Herennium y los testículos del carnero

Uno de los ejemplos clásicos de Ad Herennium consiste en recordar los elementos de una demanda legal con la imagen de un hombre cargando varios objetos. Entre ellos, los testículos de un carnero, pues en latín hay proximidad entre las palabras testículos y testigo y así se recordaría que el crimen tuvo testigos. En cuanto a por qué un carnero, Yates especula que se trata de una alusión al aries del zodiaco.

En los manuales de la edad media en esta escena se agregó a un médico, por un error de traducción. La frase "medico testiculos arietinos tenentem" significa que estos testículos están colgando del "digitus medicinalis", el cuarto dedo de la mano, pero los lectores escolásticos entendieron que había un médico sosteniendo los testículos de carnero.

Alberto Magno acabó de enredar el ejemplo en su De memoria et reminiscentia. De algún modo entendió que los lugares imaginados, que según las viejas reglas de este arte debían ser lugares tranquilos, además debían estar en penumbra. Y para no complicarse con quién sostenía los testículos, decidió que en ese ejemplo habría un carnero completo:

Si queremos recordar una demanda legal, podemos imaginar un carnero, con grandes cuernos y testículos, acercándose en la oscuridad. Los cuernos nos recordarán a nuestros adversarios y los testículos la presencia de testigos.
En este punto, Frances Yates decide que ya se ha ido demasiado lejos con lo del carnero.

¡Qué susto le da a uno este carnero! ¿Cómo se las arregló para escapar de la imagen de la demanda legal para correr peligrosamente por ahí en la oscuridad? ¿Y cómo la regla de imaginar lugares no muy oscuros ni muy iluminados se ha mezclado con la de imaginar lugares tranquilos, provocando esta mística oscuridad y retiro?

Y de ese modo unos testículos imaginados en el siglo I antes de Cristo se convirtieron en un carnero completo apareciéndose en las tinieblas a los estudiosos.

5/11/2016

claros en el bosque

1. Gisborne y Mowgli

Gisborne es un guardabosques enviado por el imperio británico al centro de la India. Es un personaje de Rudyard Kipling, del cuento “En el rukh”. En ese cuento también aparece por primera vez Mowgli, que luego se convertiría en el personaje más conocido de Kipling. Mowgli fue criado por lobos y aunque puede acercarse a los modos humanos, éstos no son originarios o especiales para él. Gisborne es el último bastión del imperio, de Occidente y del resto de la humanidad en esa selva. No son pares. Mowgli no es un embajador de la selva: está por encima de esas distinciones. Tiene una esencia dual o está muy por encima de toda distinción esencialista. Convive con Gisborne como podría hacerlo con cualquier otro animal. Gisborne necesita de ritos y amuletos para no perecer. Para invocar a la civilización. Sus amuletos son la pipa y el uniforme. Su rito es sentarse a la mesa a la hora que corresponde. “Para conservar el respeto de sí”.
¡No hagas ruido!, gritó Gisborne, y se dispuso a escuchar como un hombre habituado a la quietud del rukh. Había sido su costumbre, para conservar el respeto de sí en este aislamiento, vestirse para la cena cada noche, y la tiesa y blanca pechera crujía con su respiración hasta que él se movía de lado. Entonces el tabaco de una apestosa pipa comenzaba a ronronear y él tiró la pipa. Ahora todo callaba en el rukh, salvo la brisa nocturna.
Los amuletos y los ritos son para que los humanos no pierdan la cabeza ante el hervidero de vida de selvas y bosques. Luego lo que hay ahí, lo que sabe vivir ahí, es otra cosa. Los humanos han dicho que en los bosques está Pan. Y las hadas. Las pequeñas divinidades de los arbustos y las grandes divinidades hechas de un bosque entero.

Mowgli no es diferente en las otras historias, pero en ésas el lector está en el mundo de Mowgli. "En el rukh" ocurre en la frontera de la selva y el imperio (aunque el imperio crea que ya asimiló a la selva). "Este Mowgli es una poco probable mezcla del buen salvaje, del nativo respetuoso del mandato británico y de una deidad escapada de la mitología griega", dijo J.I.M. Stewart en 1966 sobre "En el rukh". Lo de deidad escapada de la mitología griega es un rodeo. Los atributos de Mowgli en este cuento son específicamente los de Pan.

Hubo el sonido de una flauta en el rukh, como si fuera la canción de algún dios vagabundo de los bosques, y, cuando se acercaron más, un murmullo de voces. El camino llegaba a un claro semicircular, cercado en parte por hierbas altas y en parte por árboles. En el centro estaba Mowgli, sentado en un tronco caído y de espalda a los recién llegados, con su brazo alrededor del cuello de la hija de Abdul Gafur. Nuevamente llevaba una corona de flores y tocaba una tosca flauta de bambú. Con la música de la flauta bailaban cuatro grandes lobos, solemnemente, alzados sobre sus patas traseras.

La elección de palabras con respecto a Gisborne es engañosa. "Para conservar el respeto de sí en este aislamiento". To preserve his self-respect in his isolation. Podría referirse simplemente a no estar desaliñado, o desnudo, o sucio todo el tiempo, salvo los ocasionales días de inspección. O algo mucho más severo y difícil de describir. Pues el vestirse para la cena o no vestirse para la cena es un medio para mantenerse a flote. No un respeto a la tradición, la milicia o la etiqueta, sino usar esa tradición para apuntalar su cordura.

Aquellos a quienes las circunstancias condenan por un tiempo a la soledad y no encuentran en sí mismos los recursos de una profunda vida interior, saben lo que cuesta "abandonarse", es decir, no fijar el yo individual en el nivel prescrito por el yo social. Tendrán, pues, cuidado de mantener éste, para que no se relaje en nada su severidad con respecto al otro. Si es necesario, buscarán un punto de apoyo material y artificial. Recuérdese al guarda forestal de que habla Kipling, solo en su casita en medio de una selva de la India. Todas las tardes se viste de negro para cenar, "a fin de no perder, en su aislamiento, el respeto de sí mismo".
Henri Bergson, Las dos fuentes de la moral y la religión

Mowgli engaña y no engaña a Gisborne. El engaño consiste en presentar su relación con la selva como una conexión misteriosa. Y no hay engaño porque la conexión existe: el chico fue criado por lobos, sus hermanos son lobos. Quizá sea mejor dejar la idea de una conexión misteriosa, porque un natural "es que en mi familia todos son lobos" no es menos raro.
Los monstruos como el "hombre elefante" y el "muchacho lobo" aterrorizan y fascinan porque violan nuestras fronteras conceptuales, y ciertas criaturas nos hacen hormiguear la piel porque se deslizan entre categorías intermedias: los reptiles "viscosos" que nadan en el mar y se arrastran en la tierra, los roedores "asquerosos" que viven en las casas, pero que no son animales domésticos. Insultamos a alguien llamándolo rata y no ardilla. "Ardilla" puede ser un término afectuoso, como Helmer llama a Nora en Casa de muñecas. Sin embargo, las ardillas son animales roedores, tan peligrosos y portadores de enfermedades como las ratas. Parecen menos amenazadores porque pertenecen sin ambigüedad al campo. Son los animales intermedios, los que no son peces ni aves, los que tienen poderes especiales, y por ello un valor ritual: como el casuario en los cultos secretos de Nueva Guinea y los gatos en los brebajes de las brujas en Occidente. El pelo, la raspadura de uñas y las heces también se usan en las pociones mágicas porque representan las ambiguas zonas fronterizas del cuerpo, donde el organismo se derrama sobre el mundo material circundante. Todas las fronteras son peligrosas. Si quedan desprotegidas, pueden ser violadas, nuestras categorías pueden destruirse y nuestro mundo disolverse en el caos.
Robert Darnton, Los filósofos podan el árbol del conocimiento.


2. El muro, Marlen Haushofer

El cuento "En el rukh" sólo trata de paso los ritos de Gisborne. Kipling los describe para dar contexto a otra historia. Otras historias sobre personajes en situaciones similares usan esos ritos como plot device. Hay una novela del siglo veinte, El muro, escrita por Marlen Haushofer, que es exclusivamente sobre esas prácticas. La narradora despierta en un mundo en el que no queda nadie más, aislada en un pedazo de bosque por un muro invisible. No se hace ilusiones sobre el futuro o sobre lo que le sucede a una persona en soledad total.

No he abandonado ciertos hábitos. Me lavo a diario, cepillo mis dientes, hago la colada y mantengo la casa limpia. No sé por qué hago eso, es como si me obligara una compulsión interna. Quizá temo que, si no lo hiciera así, dejaría gradualmente de ser un ser humano, y pronto andaría arrastrándome por ahí, sucia y apestosa, haciendo sonidos incomprensibles. No temo convertirme en un animal. Eso no sería tan malo, pero un ser humano es incapaz de convertirse en sólo un animal; se hunde más allá, en el abismo. No quiero que esto me pase. Es a lo que más temo últimamente, y por ese temor escribo mi reporte. Cuando lo termine lo esconderé bien y lo olvidaré. No quiero que esa cosa rara en la que podría convertirme lo encuentre. Debo hacer todo lo posible para evitar la transformación, pero no soy tan tonta para creer que eso que ha pasado a tantos antes no podría pasarme a mí.

Si la narradora de El muro tuviera a dónde regresar, sus ritos (escribir el diario, cuidar de los animales, etc.) harían las veces de un bote salvavidas, no de una nueva casa. Pero esto no es una contingencia, es la forma que tendrá la vida de ahí en adelante, sin testigos y sin más pasado que el recordado. Tras aceptar eso, la narradora descubre que la más disminuida no es su vida actual, sino la que llevaba antes, cuando recibía ideas que no retenía ni comprendía, cuando imitaba a otros y se dejaba llevar.
Me alejé de mí misma todo lo posible, y me di cuenta de que esta situación no podía mantenerse si quería seguir viva. A veces pienso que nunca podría entender del todo lo que me pasó en el Alm; Entonces descubrí que todo lo que había pensado y hecho hasta entonces, o casi todo, había sido una pobre imitación. Había copiado los pensamientos y los actos de otras personas. Las horas en la banca junto a la casa eran reales para mí, una experiencia propia, pero no completa. Mis pensamientos adelantaban a mis ojos y distorsionaban la imagen real.
***
Los cuentos de hadas seguían claros en mi memoria, pero había olvidado casi todo lo demás. Como de todos modos sabía poco, conservé pocos conocimientos. Los nombres seguían en mi cabeza, y ya no sabía cuándo había vivido la gente que nombraban (que los había llevado). Sólo aprendía para presentar exámenes, y después los diccionarios me daban una sensación de seguridad. Ahora, sin esa ayuda, mi memoria era un embrollo. A veces recordaba líneas de poemas; no sabía quién los había escrito, y me entraba un deseo obsesivo de ir a la biblioteca más cercana y sacar algunos libros.

Digamos que sí, que todas las desgracias provienen de no saber permanecer en reposo en una habitación. Por otro lado, a menos que uno estuviera en ese aislamiento ideal, el de la narradora en El muro, se nos pide coartada o excusa para estar en cualquier otra parte que no sea esa habitación. Coartadas: aquí trabajo, aquí veo a mis amigos, estoy en tránsito del sitio A al sitio B, vine a acampar, vine de vacaciones, ando de compras. Traten de explicar su estadía en un bosque con "quería estar en un bosque".

Los animales pueden estar en el bosque sin coartada. Pan puede estar en el bosque sin coartada. Lo demás, necesitará camuflarse con el bosque. O con Pan. O con los animales. Con el bosque si más no queda.
Las ortigas detrás del establo seguirán creciendo aunque las extermine cientos de veces, y van a sobrevivirme. Tienen mucho más tiempo que yo. Un día dejaré de existir, y nadie podará el prado, los matorrales lo invadirán y luego los bosques llegarán hasta el muro y recobrarán la tierra que el hombre les había robado. A veces mis pensamientos se vuelven confusos, como si el bosque hubiera echado raíces en mí, y está pensando sus pensamientos viejos, eternos, con mi cerebro. Y el bosque no quiere que los seres humanos regresen.


3. Juana de Arco

En las historias (cuentos, leyendas, películas) hay un modo de justificar una estancia en mitad del bosque. Así como el imperio tiene sus vigilantes (como Gisborne) y tiene a estos vigilantes a cargo de una zona de paso (caseta, checkpoint), también el bosque tiene sus zonas de paso. Suelen ser circulares, ya sea porque los árboles no crecen en una parte y permiten un claro, o porque hongos o arbustos han formado el círculo, como el llamado fairy ring. Y si el bosque no ha tenido la providencia de preparar un claro, puede hacerse un circulo provisional, con gente girando: una ronda.
—Cosas como "Ring Around the Rosie", también son llamadas juego por los niños, por los maestros de los niños y por algunos científicos sociales que estudian a los niños. Pero estarás de acuerdo conmigo en que "Ring Around the Rosie" sólo es un baile con acompañamiento vocal, o una canción coreografiada. Tiene de juego lo mismo que El lago de los cisnes tiene de juego.
—Estamos de acuerdo, Saltamontes, en que "Ring Around the Rosie" y cosas parecidas no son juegos, sino que son lo que llamaría actividades con guion, es decir, actividades cuya ejecución está prescrita, como en la actuación teatral y la ceremonia ritual.
Bernard Suits, The Grasshopper.

Algunas polémicas de la Edad Media eran de burocracia liminar. Acusadores y acusados daban por sentado que la ronda (especialmente en torno a un árbol) y visitar un claro en el bosque eran juegos en frontera. Pijamada en la caseta de paso. Los juicios no ponían eso en duda: la discusión era sobre qué frontera cruzaba el juego. Todo el mundo sabe que si vas al árbol de las hadas, pasan cosas. El asunto era averiguar si ese día lo atendían las hadas o si lo tenían subarrendado. Vean cómo cayó Juana de Arco. Full disclosure: Johan Huizinga era fanático de Juana; en ese artículo se pasa páginas comentando el corte de cabello de la Doncella de Orleans.

El método seguido por los jueces de 1431 fue perfectamente científico, desde el punto de vista de la ciencia de su tiempo. En las obras de historia se les suele fustigar (como lo hace todavía Champion) por haber dado tanta importancia a aquellas inocentes diversiones infantiles de Juana en Domremy, cuando jugaba junto a la fuente y debajo de aquel árbol llamado el arbre des fées, en torno al cual se bailaba en corro ciñéndose las frentes con coronas. Pero las acusaciones de perfidia y de mala voluntad de que se les acusa, son injustas en este caso. Era éste, para ellos, un punto muy importante. Si lograba ponerse en claro a base de las declaraciones de Juana la existencia de un nexo entre sus "voces interiores" y las costumbres populares paganas asociadas a los árboles, podría darse punto menos que por probado el carácter diabólico de aquellas apariciones. De aquí las acuciosas preguntas de si Santa Catalina y Santa Margarita se le habían aparecido alguna vez debajo del árbol.
Johan Huizinga, "La santa de Bernard Shaw. El juicio de su tiempo". 

Para el siglo veinte la discusión era si Juana había tenido visiones canónicas o de fan fiction:

En otras palabras, ¿acaso la gente "vio" y "oyó" lo que esperaba ver y oír? Esta cuestión, u otra similar , surgió en un debate entre Andrew Lang y Anatole France con respecto a las visiones de Juana de Arco. France afirmaba que cuando Juana vio a San Miguel, vio al arcángel tradicional del arte religioso de su época, pero a mi entender Andrew Lang demostró que la imagen visionaria descrita por Juana no se parecía en lo más mínimo al concepto que se tenía de San Miguel en el siglo XV.
Arthur Machen, "El gran retorno".

Esa parte referente al árbol de las hadas, y lo demás del juicio, puede verse en la película de Robert Bresson, quien usó las actas para hacer su guion (él despreciaba la versión de Dryer por melodramática).

Hay un caso parecido en la película The Falling (Morley, 2014), donde varias jóvenes frecuentan un árbol en un claro del bosque, hacen rondas y se reúnen en una primitiva construcción circular. Se desata una epidemia de desmayos entre ellas y el resto de su escuela, y como ya no hay definiciones tan estrictas, fronteras tan bien definidas como en los tiempos de Juana de Arco, se hacen todo tipo de hipótesis. Alguien sugiere que la escuela está construida sobre Ley lines y otros dicen que se trata de una enfermedad psicogénica masiva. Entre más difusas se hacen las fronteras, más crece el claro. Estas imágenes no son raras de encontrar en el cine de fantasía o el cine realista con destellos de fantasía.


4. Un claro en el bosque

Permanecer en las tierras liminares implica una vigilancia permanente. Vigilarse a sí mismo, como Gisborne. Ser vigilada, como Juana. No está permitido permanecer ahí porque esos espacios disuelven las categorías que sostienen al mundo. Gisborne volverá al imperio y Juana será castigada. No pueden permanecer para siempre en los bosques.

En cambio, la mujer de El muro no se asume en una contingencia que terminará pronto al restablecerse el orden. Y aunque teme deslizarse hacia una forma de vida que ya no sería humana pero tampoco simplemente animal, no se engaña. Sabe que era la vida previa al muro la que estaba disminuida, hecha de imitación, sin actos morales (o estéticos o de cualquier tipo) verdaderamente propios. 

Tras el muro escribe un reporte para sí misma. No para el imperio, como Gisborne. No para los magistrados, como en un juicio. Su vida cercada es suficientemente amplia para no sentirla como prisión, siempre que se siga contando con el lenguaje propio. 

Leímos que estando aislados y sin acceso a una vida interior cuesta abandonarse. Laisser aller, dejar ir, dice el texto original. Este personaje de Haushofer está olvidando los cuentos, también los nombres, y no tiene acceso a una biblioteca. No importa, “de todos modos sabía poco”, y el reporte sirve como herramienta que preserva el lenguaje propio. Lo preserva en la mente, y sólo instrumentalmente en las páginas que escribe, en un presente continuo y atento, sin imitación. 

La contingencia se ha convertido en un momento continuo; la frontera se ha convertido definitivamente en un claro en el bosque, sin vigilantes. Su aislamiento no fue elegido, pero sus nuevas costumbres sí lo son, y son lo único que le impide hundirse. Y recordemos que “un ser humano es incapaz de convertirse en sólo un animal; se hunde más allá”. En esta soledad está teniendo sus primeros actos, de todo tipo, verdaderamente propios.  

1/05/2016

kishotenketsu

En junio de 2012 el blog Still Eating Oranges publicó The significance of plot without conflict. Es un artículo sobre el kishōtenketsu, una forma japonesa de argumento que carece de conflicto.

El artículo también se pregunta por la necesidad de conflicto propia de los argumentos occidentales. Ese post recibió tanto interés que Still Eating Oranges dio más aclaraciones y ejemplos sobre ese tema (1, 2, 3).

En 2015 la escritora Berna Wang tradujo el artículo al español. Léanlo, no tiene desperdicio.

Para complementarlo, aquí está uno del blog de Momus que compara el cine occidental, confrontacional, con los melodramas japoneses.

7/29/2015

el comedor y el robledo

Una anécdota de Stewart Brand en el quinto episodio de How Buildings Learn, pueden escucharla en el minuto 23 de ese video.

Mi amigo Gregory Bateson contaba una historia sobre las vigas del New College. Así la contaba. El New College fue fundado a fines del siglo XIV, y tenía, como otras escuelas de Oxford, un gran comedor con vigas de roble en la parte superior. Hace un siglo, un entomólogo examinó las vigas y descubrió que estaban llenas de escarabajos. Se lo contaron al consejo de la escuela, que quedó consternado: ¿dónde iban a encontrar vigas de ese tamaño? Un miembro del consejo sugirió buscar robles en los terrenos de la escuela, así que llamaron al guardabosques y le preguntaron si había robles. El guardabosques respondió: "verán, señores, ya esperaba que preguntaran eso". Descubrieron que al fundarse la escuela también se plantaron robledos para reemplazar las vigas del comedor cuando éstas estuvieran infestadas de escarabajos, porque todas las vigas terminan infestadas de escarabajos. Este plan había pasado de cada guardabosques a su sucesor durante quinientos años. "No cortes los robles, son para el comedor". Buena historia. Así se mantiene una cultura.

6/09/2015

utopía, a falta de madre

En el año 1830, cuando Enfantin era ya aceptado como el rector y jefe de la fraternidad saint-simoniana (de "la familia", como la llamaban por aquel entonces), recibió la visita de uno de sus miembros de nombre D'Eichthal. Éste, que acababa de venir de la catedral de Notre Dame, le contó a Enfantin que había tenido una iluminación y que sabía a ciencia cierta que "Jesús vive en Enfantin". Enfantin se dejó crecer la barba y, sin renunciar a las empresas canalizadoras de Saint Simon, parece que llegó a creerse la verdadera encarnación de Cristo. Enfantin reorganizó la "familia" saint-simoniana y creó una nueva religión cuyos más novelescos aspectos vuelven a revivir en la filosofía de Comte. Para los enfantinistas la nueva iglesia estaba organizada en forma bien simple: un padre —Enfantin mismo que ya se había diseñado un traje especial con las palabras Le Pére en el pecho— y una serie de apóstoles. Faltaba la madre. Enfantin se apresuró en buscarla sin llegar a encontrarla nunca... Pero si no lo encontró en la mujer, el principio femenino se le reveló en cambio en el Oriente. El canal de Suez, idea obsesiva de Enfantin, debía ser el símbolo de la unión entre el Oriente y el Occidente, ya que el Oriente, del cual Enfantin ignoraba todo, era sin duda el principio femenino que la tecnología ritual del Occidente mágico y masculino habría de fecundar. Enfantin no acabó mal. Acabó como miembro de la compañía de ferrocarriles Paris-Lyon-Méditerranée, entonces recién fundada.

Ramón Xirau, El péndulo y la espiral.

2/23/2015

para la antología del traductor temerario

Hay que sacarse el sombrero ante Juan G. de Luaces (1906-1963) en su traducción de los Ensayos de Montaigne. Donde el original dice:
Moy qui m'en vay, resigneroy facilement à quelqu'un qui vinst, ce que j'apprens de prudence pour le commerce du monde. Moustarde apres disner.
Y la edición de Constantino Román y Salamero pone:
Yo que estoy con un pie en el estribo, resignaría fácilmente en alguno que viniera lo que aprendo de prudencia para el comercio del mundo, que no es ya sino mostaza después de la comida.
Y Charles Cotton traduce:
I, who am about to make my exit out of the world, would easily resign to any newcomer, who should desire it, all the prudence I am now acquiring in the world’s commerce; after meat, mustard.
De Luaces agarra un refrán de sus rumbos y escribe:
Con gusto descargaría yo, en alguien que me siguiese, la prudencia que he adquirido en las cosas del mundo, y que me ha venido a ser como la cebada al rabo del asno muerto.

1/29/2015

el papiro de ipuur, virgilio y montaigne

El papiro de Ipuur (o Ipuwer) es del siglo XIII a.C. y su contenido podría ser de medio milenio antes. Es un lamento por cómo el mundo está en su peor momento y todo está de cabeza. Un mundo en el que "los caminos están bloqueados y los senderos vigilados", y "quien debía reprimir los males es quien los comete" e incluso "un hombre puede ser asesinado en su terraza". Para rematar, "todos los rebaños de cabras tienen sus corazones llorando". La línea que encuentro más siniestra es:

Un hombre sale para arar con su escudo.

La imagen se quedó bien clavada. Vuelve a aparecer en Virgilio:

Armados trabajan la tierra. (En., VII, 748)

Citado por Montaigne en "De la vanidad"

A mí en particular me incumbe la urgencia, pues en mi vecindad nos veremos muy luego veteranos en una forma de Estado tan desbordada por el largo desenfreno de estas guerras civiles... que a la verdad, maravilla el que puedan mantenerse: Armados, se trabajaba la tierra; se vive de rapiñas, y todos se complacen en el bandidaje.

¿Alguien ha usado esa imagen recientemente? Poco cambia en ese sentido. Cada generación está segura de vivir el peor momento. Y, sin ir tan lejos, el año pasado había gente cuidando limoneros con escopetas.

10/22/2014

descartes y los robots

Mas he aquí que, desde la ventana, veo pasar unos hombres por la calle: y digo que veo hombres, como cuando digo que veo cera; sin embargo, lo que en realidad veo son sombreros y capas, que muy bien podrían ocultar meros autómatas, movidos por resortes.

Descartes, Meditaciones metafísicas II-13.

3/09/2014

en retirada

Se dice que Darío, cuando quiso subyugar a los escitas, dirigió muchos reproches a su rey por verle siempre retroceder y esquivar el combate. Indatirses, que así se llamaba el escita, le contestó que no tenía miedo de él ni de hombre alguno, sino que tal era el modo de pelear de su nación, la cual no poseía tierra cultivada, ciudad ni casas que defender para evitar que el enemigo las aprovechase. Y añadió que, si tanto apetito tenía Darío de ella, podía acercarse al lugar de las antiguas sepulturas escitas, y allí encontraría con quién departir hasta saciarse.

Montaigne, De la constancia.

5/23/2013

louis c.k. y los teóricos de la empatía

1. La semana pasada vi Oh My God, el especial de comedia de Louis C.K. También me topé dos veces el nombre del psicólogo Paul Bloom.

Vayamos con Bloom. Primero me topé su nombre porque en enero de 2014 impartirá un curso gratuito en línea sobre la moralidad de la vida cotidiana. Y luego por su artículo The Baby in the Well: The Case Against Empathy. En éste nos recuerda cómo la retórica del poder presenta a la empatía como panacea de la humanidad, para concluir que la empatía es algo típicamente humano pero que nos traiciona si la tomamos por única guía moral.

La trampa está en el llamado efecto (¿sería "síndrome" una mejor traducción?) de la víctima identificable, que Bloom ejemplifica con esta cita del economista Thomas Schelling:

Si una niña de seis años y cabello castaño necesita miles de dólares para una operación que le permitirá vivir hasta Navidad, la oficina de correos se verá atascada de dinero para salvarla. Pero si anuncias que sin cierto impuesto los hospitales de Massachusetts se deteriorarán, provocando un aumento en muertes de otro modo evitables, pocos buscarán sus chequeras.

Esto no es otra cosa que lo que Henri Bergson en su último libro, Las dos fuentes de la moral y la religión (1932), distinguía como moral abierta y moral cerrada. Aquí ya había escrito sobre eso y como Bloom (y como suele hacerse en el tema) había sido con ejemplos de catástrofes naturales y villanos, y también de chamacos atrapados.

Aunque Bergson y ahora Bloom con su artículo nos adviertan de los riesgos de ver a la empatía como una panacea, hay múltiples ocasiones para notarlo. En el show de un comediante, por ejemplo.

2. Así como hay entre los magos estadounidenses una tradición de cazadores de charlatanes (Houdini, James Randi, Penn & Teller), hay una de crítica social entre los comediantes que va de Lenny Bruce a George Carlin y Bill Hicks. Con lo pertinente que pueda ser esta crítica corren el riesgo de dejar de ser graciosos para simplemente sermonear. En sus últimos shows George Carlin pasaba más tiempo contando lo retrógradas que le parecían los conservadores que haciendo bromas. De la breve carrera de Bill Hicks me queda la sospecha de si era realmente buen comediante o sólo nos cae bien porque compartía nuestros prejuicios.

El que ahora corría el riesgo de caer en el sermón era Louis C.K. Las buenas críticas que recibió su serie de TV tenían que ver más con su capacidad para tomarle el pulso a la sociedad norteamericana. En su último especial de stand-up comedy para HBO encontró una manera elegante de continuar esa tradición de crítica social sin caer en el sermón tranquilizador: dejando caer la burla sobre su público y sobre sí mismo, y haciéndolo en los últimos cinco minutos. Y todavía conseguir que el público se riera de ello (de ellos mismos).

El especial Oh My God (2013) cierra con la sección "of course... but maybe..." Ahí compara las ideas que defiende cuando quiere verse noble y "buenaondita" con soluciones más rápidas y crueles que se le ocurren. Comienza con un ejemplo muy salido de madre con el que el público se carcajea, luego sigue con asuntos que son parte de la historia de su país y sus prácticas cotidianas y el público se pone algo nervioso. Les advierte "se rieron de lo anterior, ahora se aguantan". Termina hablando, siempre en plan de guasa, de las horrendas condiciones de trabajo de los que maquilan smartphones, y dice que nos parece bien que un extraño sufra muy lejos de nosotros para que podamos hacer comentarios cínicos en YouTube mientras cagamos.

Y luego se despide.

3. Una de las críticas al artículo de Bloom vino de su colega Daryl Cameron. En "Can You Run Out of Empathy?", Cameron afirma que sus investigaciones le han mostrado que la razón le estorba a la empatía, que los individuos "estratégicamente contienen el despliegue de la empatía para evitar costos que perciben (vendrían con ella)". Así, para él, el efecto de la víctima identificable tiene más que ver con "evitar estratégicamente la empatía que con un límite de nuestra capacidad para la empatía". Lo que merma su investigación es que está pensando en ejemplos como los motivos de los estudiantes universitarios para ayudar o no a un homeless y la reacción de los estadounidenses a los ataques en Newtown y Boston. En ambos casos se trata de la reacción de individuos en una posición relativamente estable ante hechos que merman su calidad de vida. Sigue siendo un juego de la moral cerrada.

Ese artículo apareció en Greater Good, un sitio de la Universidad de California, Berkeley, en el que años antes había aparecido uno del primatólogo Frans de Waal sobre las raíces evolutivas de la empatía. De Waal tiene mucho más callo en investigaciones y aunque cree que en la empatía está nuestra posible solución a la xenofobia hace algunas aclaraciones más:

La empatía es frágil. Entre nuestros parientes cercanos, los animales, se enciende en acontecimientos al interior de su comunidad, tales como una cría asustada, pero es igual de fácil que se apague en relación a los forasteros o miembros de otras especies, como las presas. La forma en que un chimpancé aplasta el craneo de un mono vivo golpeándolo contra el tronco de un árbol no habla muy bien de la empatía de los simios. Los bonobos no son tan brutales, pero en su caso, también, la empatía debe pasar por varios filtros antes de ser mostrada. A menudo estos filtros evitan expresiones de empatía porque ningún simio puede permitirse sentir pena por todos los seres vivientes todo el tiempo. Esto también puede aplicarse a los humanos. Nuestro pasado evolutivo hace difícil identificarse con los forasteros. Hemos evolucionado para odiar a nuestros enemigos, ignorar a la gente que conocemos poco y desconfiar de cualquiera que no se parezca a nosotros. Incluso siendo muy cooperativos dentro de nuestras comunidades, casi nos convertimos en un animal distinto en nuestro trato con los extraños.

De nuevo, este autor no usa esos términos (ya necesitamos un diccionario psicología-primatología-filosofía) pero eso que menciona es la distinción entre moral abierta y moral cerrada (Bergson también daba un origen evolutivo a la moral cerrada). Sobre el camino para rebasar ese estadio de la evolución dice:

Cuando la gente se mata entre sí los llamamos "animales". Pero cuando donan a los pobres los alabamos por ser "humanos". Nos gusta reclamar esta última tendencia para nosotros. Pero es difícil encontrar algo que nos guste de nosotros que no sea parte de nuestro pasado evolutivo. Lo que necesitamos, entonces, es una visión de la naturaleza humana que abarque todas nuestras tendencias: lo bueno, lo malo y lo feo.

4. Me gusta el ejemplo de Louis C.K. porque no se regodea en burlarse de la gente que su público detesta. Un show al modo de George Carlin o Bill Hicks se aprovecha de la moral cerrada, no obtendría ni sonrisas en una convención republicana. Empatiza con un público parecido al comediante, que se considera progresista y ve a esos otros a los que dirige la burla como anquilosados y torpes. Volvamos a Bergson, a su libro La risa (1900), en esta versión resumida por Michel Tournier:

La sociedad, por la perfección de su organización, está amenazada de esclerosis. Los gestos que nos enseña e impone corren el peligro de acabar siendo mecánicos. Nuestra sociedad sufre la amenaza de parecerse a un hormiguero o una colmena. Conviene velar para que la espontaneidad de la vida y la agilidad en la adaptación a nuevas situaciones queden preservadas. Para eso sirve la risa. Mediante la risa, cada miembro de la sociedad es invitado a castigar a cualquier otro miembro al que sorprenda en flagrante delito de conducta mecánica. Por ejemplo, un robot avanzando por una acera tiene muchas probabilidades de chocar con una farola. Eso no sería ningún motivo de risa. Pero un hombre que choca con una farola porque anda sumido en la lectura del periódico sucita la risa: se ha comportado como un robot y merece la humillación de la risa de los testigos. Lo cómico surge cada vez que lo mecánico se adhiere a lo vivo.
El espejo de las ideas, 1994.

En Oh My God, C.K. busca y encuentra cierta complicidad con su público, pero no es para formar un ejército instántaneo que cargue contra algún otro, un forastero, que es odiado. En lugar de eso forma una comunidad efímera ("nosotros tenemos esto en común, somos un nosotros mientras estamos aquí") para mostrar que esa comunidad es anquilosada y torpe, y como tal es digna de burla y de provocar risa. Es anquilosada y torpe porque, entre otras cosas, teme mencionar a esos que hace sufrir para obtener beneficios ridículos. Esos otros están lejos y nuestra comunidad no ve sus caras (para la importancia de un rostro habría que citar a Levinas, lo haremos en otra ocasión) y con eso basta para ignorarlos. La empatía suena muy bien, pero vale para los nuestros, los que reconocemos como los nuestros, relativamente asimilables a uno. Lo otro requiere de esa moral abierta que rebasa la insuficiente empatía, lo otro también requiere una dosis de abstracción, para incluir a los que están lejos, a los que te son ajenos o los que ni siquiera han llegado al mundo.

5. Digo abstracción porque la opción de Bergson es un aventón místico y ahí ya no juego, no porque desprecie ese juego sino porque nunca aprendí a jugarlo. Lo que no es ningún impedimento para acercarse a la obra de Bergson: William James tampoco le hacía a ese juego y no dejó de recomendar la obra de su colega francés desde que la conoció.

Y tampoco se trata de renunciar a la empatía. Don Henri rencunció a muchas cosas por morir con los suyos en la Francia ocupada. Renunció a sus reconocimientos académicos que le hubieran dado comodidades en la Francia de Vichy y la vivió como los demás judíos. Sus ideas lo acercaron a la conversión al catolicismo y desistió de ésta para no ser el renegado que marcaba su distancia en tiempos difíciles para los judíos de Francia.

Dejando esos tiempos dramáticos y volviendo al comediante C.K., ese juego y burla que le montó a su público no salieron de la nada. En la serie que escribe, dirige y protagoniza como una versión ficticia de sí (Louie, FX 2010-2013), dos veces se ha escapado de reuniones familiares para plantarse entre desconocidos (en una fiesta de cubanos en Miami y en una reunión de chinos a los que no les entendía nada). Y es que cansa ser siempre uno de los nuestros. Y qué fastidio, qué pinche, forjar las espadas con las que se jode a los otros en la misma fragua de la que sale el cariño a los nuestros.

3/03/2013

platón y el sofistipop

Platón tuvo serios conflictos en su carrera como crítico musical. Su editor en el semanario νμε sabía del desprecio que Platón había sentido por el punk. "Pretendieron falsamente que la música no tiene ningún tipo de corrección", había escrito en su reportaje sobre esa escena que "instauró en la plebe la ilegalidad respecto de la música" (Las leyes, 700d-e). Por ello el editor lo consideró el autor ideal (ejem) para ocuparse del sofistipop, que encontraba más cercano al modo dórico. Poco sabía este escriba del desprecio que el prefijo "sofisti" y el pop/rock británico en general (ver su opinión sobre The Cavern Club en La República 514a) inspiraban en el crítico de amplias espaldas.

Años antes el mentor de Platón había realizado un experimento: en medio de un festival hizo que le llevaran al roadie de una de las bandas y consiguió que éste tocara un riff perfecto sin tener experiencia anterior en la composición pop. Para Platón sólo ciertos cantautores hacían este tipo de introspección, mientras que la mayoría sólo tocaba para alterar el buen rumbo del Estado, postura que lo llevó a repudiar el single "Acracia en el Reino Unido", si bien puso el repudio en boca de su mentor: "¿No sé lo que quiero pero sé conseguirlo? Ya se vé que nadie hace el mal a sabiendas" (Gorgias 509e). También criticó al goth rock por preferir las sombras y al glam por vivir de las apariencias. Debemos recordar que este desprecio por el pop/rock británico no era común a todos los pensadores griegos: para Pitágoras el math rock nunca hubiera existido sin King Crimson, y Aristóteles estaba convencido de que la virtud sólo es asequible "when routine bites hard" (Substance 54e)

La mayoría de sus opiniones están en el diálogo llamado precisamente El sofistipop, pero lo cierto es que a este trabajo llegó con muy pocas expectativas. The Blue Nile le recordaban sus días de spring breaker en Egipto, pero no podía perdonar a The Dream Academy que usaran ese nombre sin haber formado parte de la Academia. "Living in a Box" de, bueno, Living in a Box, le recordaba dolorosamente a Diógenes, mientras que el nombre Curiosity Killed the Cat iba en contra de la mayéutica. Lo de Everything But the Girl ya lo entendía mejor, él mismo había respondido eso cuando sus amigos preguntaron qué podían llevar a una reunión. Y como Prefab Sprout aludía a algo que es en potencia y sólo al ensamblarse es en acto, lo consideraba más apropiado para Aristóteles (que por entonces sólo colaboraba en Popular Mechanics y Science).

En resumen, podemos decir que despreció esta manifestación del pop. Achacó su existencia al Demiurgo (A&R de grandes disqueras), que tomó un género musical ideal para hacer una infinidad de subgéneros que son seguidos por muchachos que ni se conocen a sí mismos, encerrados en un antro que creen bien underground, y por lo tanto no pueden conocer el pop inteligible (en este punto su crítica se dirige más al dream pop y la dicción de Liz Fraser). Así, aunque el sofistipop, el dream pop y los demás participan del pop inteligible (el de Topos Uranos, un abstruso sello de la Atlántida que sólo graba la música de Las Esferas y es adorado por los gafapastas de la Academia), son una duplicación innecesaria de una forma santa y buena y no merecen la atención de los sabios. Tras esta obra el autor decidió escribir únicamente sobre la Intelligent Dance Music y el metal órfico (una de las aficiones de su daimon).

2/22/2013

formidable e insuficiente

De Edgar Morin, El Método 1: la naturaleza de la naturaleza, páginas 301 y 302 en la edición de Cátedra.
La evolución hacia una complejidad cada vez mayor, hasta las organizaciones antropo-sociales, ha multiplicado las finalidades prácticas, pero ha vuelto cada vez más inciertas, equívocas, incluso concurrentes, antagonistas, las dos grandes finalidades, por una parte el vivir, que se polariza sobre el gozar del individuo; por otra parte el trabajo reproductor de la sociedad y de la especie. Ciertamente estas dos finalidades son admirablemente complementarias, pero, ¿se puede subordinar claramente una a otra? Se da la primacía a la reproducción, a la supervivencia de la especie, y se interpretan en este sentido todas las actividades individuales por racionalización a posteriori. Pero se puede invertir la proposición: Lupasco ha sugerido de manera muy pertinente que no sólo se come para vivir, también se vive para comer, es decir, gozar. Cuanta más individualización hay, menos coincidencia y armonía hay entre el vivir y el sobrevivir, y, en el ser humano, la búsqueda del goce llega incluso a inhibir los efectos procreadores de la copulación.

A decir verdad, presentimos que estas dos finalidades biológicas se remiten una a otra sin agotarse, no obstante, “funcionalmente” una en otra.

Estas son arrastradas en el gran bucle rotativo y retroactivo de la vida en el que devienen alternativa o simultáneamente fin y medio una de otra (vivir para comer, comer para vivir, vivir para sobrevivir, sobrevivir para vivir, vivir para reproducirse y reproducirse para vivir). Pero al mismo tiempo estas dos finalidades obedecen cada una a una lógica propia: estas dos lógicas, inseparables y complementarias, tienen al mismo tiempo una potencialidad antagonista presente en todo fenómeno de vida. Y cada una es suficiente para definir una finalidad para la vida.

Aquí surge la paradoja: el ser vivo, la más funcional, la más ricamente especializada, la más finamente multiprogramada de las máquinas, es por ello mismo la máquina más finalizada en metas precisas en sus producciones, realizaciones, comportamientos.

Pero, en tanto que ser y existente, es no finalizable en sus orígenes primeros ni en sus fines globales; la doble finalidad del vivir individual y del ciclo de reproducción está marcada por un vacío y una incertidumbre... Lo que mejor expresa en último término la finalidad de lo vivo es la tautología vivir para vivir; significa que la finalidad de la vida es inmanente a sí misma, sin que pueda definirse fuera de la esfera de la vida. Significa que el Querer-Vivir es una finalidad formidable, testaruda, frenética pero sin fundamento y sin horizonte, significa al mismo tiempo que la finalidad es insuficiente para definir la vida.

8/22/2012

gagarin lejos de calabuch

The Right Stuff


En The Right Stuff, el libro de 1979 en el que se basó la película de Philip Kaufman, Tom Wolfe sigue la preparación y lanzamiento de Los Siete del Mercury, el primer equipo de astronautas de los Estados Unidos.

En la crónica de Wolfe la carrera espacial entre los E.U. y la Unión Soviética no es una guerra de símbolos y arquetipos flotando en los cielos, es un enfrentamiento concreto que buscaba mitigar un pavor concreto. Cuando Gagarin entró en órbita pasó varias veces sobre los Estados Unidos: la población sabía que un soviético sonriente había flotado sobre sus cabezas. De momento sólo era un soviético enlatado dando vueltas, pero eso podía ser el primer paso para algo más. Como ese algo más nunca llegó su pavor nos parece ingenuo, pero no se los parecía en ese momento. Que uno de los suyos lograra lo mismo emparejaría las fuerzas. El mundo que había conocido la guerra total y la bomba atómica volvía a creer en el combate singular, en el individuo elegido para hacer de avatar de una nación.

Con la decadencia de la magia arcaica, la creencia en el combate singular comenzó a morir. El desarrollo del ejército moderno, altamente organizado, y el concepto de la "guerra total" parecieron enterrarla para siempre. Entonces algo extraordinario sucedió: la bomba atómica fue inventada, anulando el concepto de la guerra total. El poder incalculable de la bomba y las bombas que aparecieron después también provocaron el crecimiento de un nuevo tipo de superstición asentada no en el pasmo por la naturaleza, como había sido con la magia arcaica, sino por la tecnología. Durante la Guerra Fría las justas a pequeña escala recuperaron el aura mágica de un "experimento con el destino", una adivinación de lo que vendría si la guerra total nuclear ocurriera (p. 97)


Tom Wolfe en 2009


La recuperación del combate singular no sobrevivió a la llegada a la Luna. La ocasión fue celebrada pero no había mucho más después. "Sí, lo hicimos. ¿Y ahora?" Las misiones espaciales continuaron pero nunca recuperaron la ambición de entonces. Cuarenta años después del primer alunizaje Wolfe lo describió así:

Todos, incluido el Congreso, sintieron ese golpe de adrenalina. Entonces, a la mañana siguiente, los congresistas comenzaron a preguntarse algo que no se les había ocurrido nunca desde el discurso de Kennedy. ¿De qué iba esto del combate singular —ellos no usaron esa precisa expresión— ? Había sido una batalla por el entusiasmo doméstico y la imagen en el extranjero. Bien, sí, ganamos, pero esto no tenía ningún significado táctico-militar. Y había costado una fortuna, $150 billones o algo así. ¿Y eso de querer mandar un hombre a Marte? Más de lo mismo, si lo veías con cuidado. Qué encomiable... qué visionario... ¿por qué mejor no pegarle a la Scarlett O'Hara, "ya lo pensaremos mañana"?
One Giant Step to Nowhere, NY Times.


Emmanuel Levinas: abandonar el lugar


La inutilidad de ganar la carrera espacial no es accidental. Wolfe es un gran cronista pero no busca los motivos. El que ya lo había hecho, antes, fue Emmanuel Levinas. Los cohetes de los americanos y soviéticos cargaban con un gremlin del que no sabían. Uno que desactivaba el combate singular y los ideales del combate en general. Colocar a un individuo en el espacio exterior lo sitúa más lejos que nunca antes del Lugar, del Habitar y las particularidades. Del Estado.

Esa fe no nace de las facilidades que las máquinas y las nuevas fuentes de energía ofrecen al infantil instinto de la velocidad; no pasa tampoco por los encantadores juguetes mecánicos que tientan la eterna puerilidad de los adultos. Radica en cambio en el estremecimiento de las civilizaciones sedentarias, en el desmoronamiento de las pesadas cargas del pasado, en el palidecer de los colores locales, con las fisuras que rajan todas esas cosas molestas y obtusas a las que se adosan los particularismos humanos. Hay que ser subdesarrollado para reivindicarlas como razones de ser y luchar en su nombre por un lugar en el mundo moderno. El desarrollo de la técnica no es la causa -es ya el efecto de ese aligeramiento de la sustancia humana que se vacía de su pesadez nocturna... No se trata de volver al nomadismo, tan incapaz como la existencia sedentaria de salir de un paisaje y de un clima. La técnica nos arranca al mundo heideggeriano y a las supersticiones del Lugar. A partir de allí surge una nueva posibilidad: percibir a los hombres fuera de la situación en la que se encuentran implantados, dejar relucir el rostro humano en toda su desnudez... Lo admirable en la hazaña de Gagarin no es su magnífico número de Luna Park que impresiona a la multitud; tampoco lo es la performance deportiva realizada al llegar más lejos que los otros, batiendo todos los récords de altura y velocidad. Más importante que todo eso es la apertura probable a nuevos conocimientos y a nuevas posibilidades técnicas, son el coraje y las virtudes de Gagarin, es la ciencia que ha hecho posible la hazaña y todo lo que todo esto a su vez presupone en términos de espíritu de sacrificio y de abnegación. Pero quizás lo que cuenta por encima de todo es el hecho de haber abandonado el Lugar. Por una hora, un hombre ha existido fuera de todo horizonte -todo era cielo alrededor suyo o, más exactamente, todo era espacio geométrico. Un hombre existió en lo absoluto del espacio homogéneo.
Difícil libertad (1963/1976).

No en balde una de las primeras colaboraciones entre los Estados Unidos y la Unión Soviética tuvo lugar en el espacio, en 1975, cuando una cápsula Soyuz se unió a un módulo Apollo estadounidense. El contacto se hizo con reticencia, pero al menos en el esapcio era posible un contacto que hubiera sido impensable en la Tierra.


De Mare Tranquillitatis a Bradbury Landing


Ahora que los estadounidenses exploran Marte, mediante máquinas dirigidas desde la Tierra, es más patente el alejamiento del combate singular y la figura del héroe. Megan Garber, en The Atlantic, lo describe así:

La época del astronauta fue también la del astronauta como héroe. Fue la época que nos dio, retroactivamente, "Rocket Man", y The Right Stuff, y Apollo 13, y el moonwalk: acontecimientos culturales que provenían de un lugar no sólo de imaginación, sino de inspiración. El espacio era el futuro; los astronautas nos estaban llevando a él. Así que colocamos a esos exploradores por encima del resto de nosotros, figurativa y literalmente. Nos emocionaban las imágenes épicas de hombres épicos, viajeros que, sin estar seguros de qué encontrarían, sortearon los inseguros límites de la Tierra para tocar el rostro de Dios... Todavía tenemos astronautas, pero los exploradores espaciales que se aventuran en lo desconocido ya no son de carne y hueso. Y eso nos facilita a nosotros, observadores plantados en la Tierra, ver a la NASA como lo que es: una agencia humana, una agencia con fallas, pero también una agencia que lucha por algo más. Ahora nos es más fácil ver al equipo de NASA no como héroes, beatificados por el valor, sino como algo mucho mejor: gente que hace cosas heróicas. Gente que merece respeto, pero no necesariamente reverencia.

Todavía se nota un algo patriótico en esas palabras, pero ya no se refieren a héroes, sino a hijos de vecina muy avispados, y aferrados en conseguir un objetivo. El pedazo de Marte al que llegó el astromóvil Curiosity ahora lleva el apellido de uno de los grandes hijos de vecina de ese país: se llama Bradbury Landing.

El título de este post alude a esta canción, que a su vez cita esta película.

8/29/2011

echar sapos y culebras

De "Los filósofos podan el árbol del conocimiento", Robert Darnton. Conferencia presentada en 1981, aparece en La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa (1984).

Clasificar, por consiguiente, es ejercer el poder. Un individuo relegado al trivium y que no se sitúa en el quadrivium, o en las ciencias "blandas" y no en las "estrictas", puede malograrse. Un libro mal colocado en un librero puede desaparecer para siempre. un enemigo definido como infrahumano puede ser aniquilado. Toda actividad humana se realiza dentro de fronteras determinadas por esquemas de clasificación, elaborados o no explícitamente, como los catálogos de las bibliotecas, los diagramas de organización, y los departamentos universitarios. Toda la vida animal encaja dentro de la rejilla de una ontología inconsciente. Los monstruos como el "hombre elefante" y el "muchacho lobo" aterrorizan y fascinan porque violan nuestras fronteras conceptuales, y ciertas criaturas nos hacen hormiguear la piel porque se deslizan entre categorías intermedias: los reptiles "viscosos" que nadan en el mar y se arrastran en la tierra, los roedores "asquerosos" que viven en las casas, pero que no son animales domésticos. Insultamos a alguien llamándolo rata y no ardilla. "Ardilla" puede ser un término afectuoso, como Helmer llama a Nora en Casa de muñecas. Sin embargo, las ardillas son animales roedores, tan peligrosos y portadores de enfermedades como las ratas. Parecen menos amenazadores porque pertenecen sin ambigüedad al campo. Son los animales intermedios, los que no son peces ni aves, los que tienen poderes especiales, y por ello un valor ritual: como el casuario en los cultos secretos de Nueva Guinea y los gatos en los brebajes de las brujas en Occidente. El pelo, la raspadura de uñas y las heces también se usan en las pociones mágicas porque representan las ambiguas zonas fronterizas del cuerpo, donde el organismo se derrama sobre el mundo material circundante. Todas las fronteras son peligrosas. Si quedan desprotegidas, pueden ser violadas, nuestras categorías pueden destruirse y nuestro mundo disolverse en el caos.

8/28/2011

el juego y la guerra

De Meridiano de sangre, Cormac McCarthy:

El juez sonrió. Los hombres nacen para jugar. Para nada más. Cualquier niño sabe que el juego es más noble que el trabajo. Y sabe que el incentivo de un juego no es intrínseco al juego en sí sino que radica en el valor del envite. Los juegos de azar carecen de significado si no media una apuesta. Los deportes ponen en juego la destreza y la fortaleza de los adversarios y la humillación de la derrota y el orgullo de la victoria son en sí mismos apuesta suficiente porque son inherentes al mérito de los protagonistas y los determinan. Pero ya sea de azar o de excelencia, todo juego aspira a la categoría de guerra, pues en ésta el envite lo devora todo, juego y jugadores.


Para Huizinga la teoría de la guerra total desvaneció la función cultural de la guerra y los últimos vestigios lúdicos de ésta. De forma paralela, el juego como negocio negó el juego como actividad sin fin en sí misma, acto gratuito pero formador, prefigurador de cultura. Durante el resto del siglo XX, que ya no conoció Huizinga, la guerra total no acabó con la especie. Ella y el juego-negocio conservaron la relación que la guerra y el juego primarios tenían con la formación de cultura.

El juez Holden cabalga con una banda de filibusteros. Cobra su parte de las ganancias, pero parece más interesado en continuar embistiendo poblados. En sus palabras, la guerra no es una especie del género juego, sino que el juego aspira a la categoría de guerra y la guerra a la disolución, la aniquilación gratuita. Es un híbrido, la combinación guerra total-juego primario. Me acordé de él, de ese párrafo en particular, al leer esta línea de Ed Vulliamy : The thing that really makes Mexico's war a different war, and of our time, is that it is about, in the end, nothing.

1/21/2011

kant y los eléctricos

Otro signo de su decadencia intelectual fue la debilidad con que comenzó a argumentar. La electricidad le ofrecía una explicación para todo. Por aquel tiempo se estaba produciendo en Viena, Basilea, Copenhague y otras ciudades distantes una inusitada mortandad de gatos. Como los gatos eran animales especialmente eléctricos, atribuyó naturalmente esa epidemia a la electricidad.

Thomas de Quincey, Los últimos días de Emmanuel Kant.

1/15/2011

aristóteles y túnez

Zeynep Tufekci acababa de escribir una maravilla en su post anterior. "No estoy de acuerdo en que las protestas en internet no funcionan porque son en internet, la realidad es que, en esta encrucijada de la historia, nada funciona". Ahora le enmienda la plana a todos los que han escrito sobre lo ocurrido en Túnez como una "revolución de Twitter". Ella no escoge tribu, no se va con los que ven a Twitter como un criadero de revoluciones, ni con los académicos que se ufanan de llamar a eso vil ingenuidad. Las cosas no son tan simplonas como escoger un bando, se trata de entender un hecho. Tufekci se va más atrás, mucho más atrás. ¿Se acuerdan de ese señor que hablaba de diferentes causas: material, formal, eficiente y final?

4/28/2010

el making of de un mito

Tomado de Mircea Eliade, El mito del eterno retorno:

Poco antes de la última guerra, el folklorista rumano Constantin Brailoiu tuvo ocasión de hallar una admirable balada en un pueblecito de Maramuresh. En ella se habla de un amor trágico; el joven prometido había sido hechizado por un hada de las montañas y, pocos días antes de su matrimonio, el hada, celosa, le había arrojado desde lo alto de unas rocas. Al día siguiente los padres habían encontrado su cuerpo y su sombrero enganchados en un árbol. Trasladaron el cadáver al pueblo, y la joven llegó a su encuentro. Al ver el cuerpo inerme de su prometido entonó un canto fúnebre, lleno de alusiones mitológicas, texto litúrgico de una nostálgica belleza. Tal era el contenido de la balada. El folklorista, al registrar las variantes que había podido recoger, se interesó por la fecha en que había ocurrido la tragedia: le respondieron que se trataba de una historia muy antigua, que había ocurrido "hacía mucho tiempo". Pero, prosiguiendo su investigación, el folklorista averiguó que el suceso databa de cuarenta años antes. Acabó incluso descubriendo que la heroína estaba viva todavía. Fue a visitarla y escuchó la historia de su propia boca. En realidad era una tragedia bastante trivial: su novio, por un descuido, cayó una noche por un precipicio; no murió al instante; sus gritos fueron oídos por unos montañeses que le transportaron al pueblo donde falleció poco después. Durante el entierro, su novia, junto con otras mujeres del lugar, había repetido las lamentaciones rituales acostumbradas sin hacer la menor alusión al hada de las montañas.

Así habían bastado unos cuantos años para que, a pesar de la presencia del testigo principal, el acontecimiento se viera desprovisto de toda autenticidad histórica, para transformarse en un retrato legendario: el hada celosa, el asesinato del novio, el descubrimiento del cuerpo inerme, el lamento, rico en temas mitológicos, de la prometida. Casi todo el pueblo había vivido el hecho auténtico, histórico, pero ese hecho, en tanto que tal, no les satisfacía: la muerte trágica de un joven en la víspera de su boda era algo diferente a la simple muerte por accidente; poseía un oculto sentido que sólo podía revelarse una vez integrado en la categoría mítica.


Me gustaría recordar una mitificación (corrido, leyenda, etc.) sobre algo reciente. Lo más cercano que tengo es la película American Splendor: el director contó con ayuda del biografiado Harvey Pekar (hasta aparece frente a la cámara), pero aun así se cambia la historia de cómo terminó adoptando a una niña. La chica era hija de un colega de Harvey, pero no del dibujante de Our Cancer Year, como aparece en el film. Es sólo que contado así el relato liga directamente la cercanía de la muerte con el inicio de una nueva vida. "When the legend becomes fact, print the legend".