9/02/2010

música, con y sin envase

Palabras de Artie Mogul, el hombre que metió a Bob Dylan a Warner Brothers Publishing:

Dylan, casi sin ayuda, eliminó Tin Pan Alley, fue el primer artista que pudo grabar un álbum de diez o doce canciones siendo el compositor de todas las canciones. Antes de eso, si Nat Cole grababa un álbum de doce canciones, doce compositores diferentes y doce editoriales diferentes hacían esas canciones.

Tin Pan Alley

La zona llamada Tin Pan Alley, en Nueva York, fue el epicentro de la música popular estadounidense desde fines del siglo XIX hasta la llegada del rock and roll. El Hollywood de la música pop antes de que se llamara pop. Los compositores llevaban sus canciones, se imprimía la partitura y se distribuía. Después el proceso incluyó la publicación de discos con intérpretes famosos.

No existía el prejuicio, común ahora, que considera al cantante que no escribe sus propias canciones como un intérprete menor o "prefabricado". Como en la música tradicional y en la ópera, había compositores e intérpretes, dedicarse a una de esas labores era una carrera completa.

Dylan no mató solo al sistema de Tin Pan Alley. Pero haber estado en ambos modos de creación musical, el de Tin Pan Alley y el del rock and roll (compositor a sueldo pero también intérprete) lo hace uno de los principales sospechosos. Durante los sesenta y setenta Motown trabajaba con un sistema parecido, y quedan algunos elementos de él en la industria actual.

El álbum

Por álbum no me refiero a un solo tipo de objeto (vinil, cinta o CD) sino a la colección de canciones reunidas bajo un mismo título.

No hace falta repasar la celebridad del formato álbum. Lo que no queda claro es si fue recomendable meter toda la producción de música popular de la segunda mitad del siglo XX en el formato álbum.

Dylan, Townshend y Lennon podían hacer periódicamente decenas de canciones y convertirlas en álbum. Pero por cada uno como ellos había cientos que no podían hacerlo (o tenían que reclutar a varios compositores y productores), y sin embargo todos sacaron álbumes. No únicamente sencillos o EPs como hacían Elvis y sus contemporáneos al iniciar sus carreras.

Así ha sido por cincuenta años. Intérpretes y managers que le apostaban a un sencillo, pero se sentían obligados a publicar álbumes, con la mayoría de las canciones compuestas, grabadas y promocionadas para entregarlas al olvido.

Álbum vs sencillo

"Las corporaciones son burocracias y los administradores son burócratas. Su tendencia elemental es perpetuarse. Son, casi por definición, reacios al cambio". No son palabras de algún activista en contra de las corporaciones, son de Alan Murray del Wall Street Journal (The End of Management, agosto 2010).

Así lo explica: "las compañías que dominaban el mercado se han perdido oportunidades determinantes en cada industria —computadoras (de mainframes a PCs), telefonía (de fija a móvil), fotografía (de rollo a digital)— no por culpa de una 'mala' administración, sino precisamente por seguir las reglas de la 'buena' administración".

En el caso de la industria discográfica, obedecía los parámetros de la administración y se pasó medio siglo tirando dinero; como todos lo hacían parecía normal.

Una vez que empezaron, no dejaron de hacer álbumes para esos músicos que apenas podían ofrecer un buen single, o ninguno. Con cada década aumentó el tiempo que tomaba producir un álbum y la gente involucrada en él.

Durante el ocaso de Tin Pan Alley y el alba del rock and roll no había tal problema. Si un intérprete no funcionaba en la radio, nadie perdía gran cosa: sólo le habían grabado una canción y lo habían hecho en un día en un solo estudio.

El álbum en tiempos de streaming

Las disqueras han lamentado su suerte desde el día que apareció Napster, hace más de diez años. ¿Y si el surgimiento de las descargas peer-to-peer significaba que había que cambiar la estrategia?

En las descargas de paga y la música en streaming, los usuarios escogen canciones y arman listas personales. Aunque las canciones estén organizadas en álbumes, ya no son adquiridas o escuchadas como álbumes, no necesariamente.

Las disqueras ya no tenían por qué sentirse obligadas a manufacturar álbumes (en realidad nunca estuvieron obligadas) como exipiente CBP (como en los medicamentos, "cantidad bastante para") un par de singles.

Además de liberarse del álbum y la manufactura, en estos servicios pueden colocar todo su catálogo, incluso lo que no pensaban reeditar físicamente y que sí tiene seguidores.

Kevin Kelly sobre las ventajas del streaming

iTunes ha tenido varios buenos años, pero no hay garantía de que sean muchos más.

Carece de interés para los coleccionistas de música, tampoco ofrece nada muy distinto de lo que los usuarios descargan por otros medios. Ahora hasta las apps para iPhone le ganan el mercado.

La música en streaming, como la que ofrecen Spotify, We7 o la estaciones de LastFM, es un caso aparte. Sobre las ventajas que encuentran los usuarios en esos servicios, cito unas líneas de Kevin Kelly:

Para mucha gente este tipo de acceso instantáneo y universal es mejor que ser dueño de algo. No existen las responsabilidades de cuidar, respaldar, catalogar, depurar o almacenar. Al ganar en accesibilidad los libros, la música y las películas van camino de convertirse en bienes sociales incluso si no se pagan mediante impuestos. Better than Owning (enero 2009)


Apple vs Spotify

En el caso de Spotify, gusta a los escuchas y sí paga a las disqueras (los artistas siguen llevándose la peor parte, pero eso provinene de su contrato con la disquera). Podría dominar la música en línea o la música a secas, y quizá habría sido la solución si se hubiera implementado desde el principio. Pero ha llegado tarde y sólo está disponible en algunos países de Europa.

El candidato ideal para tomar la idea de Spotify (un catálogo enorme para escuchar al momento) y venderla a todo el mundo es Apple. De hacerlo en el momento correcto, es una jugada que incluso podría dejar fuera a las disqueras.

Los rumores volvieron a sonar antes de la presentación que haría Steve Jobs esta semana, pero las novedades resultaron decepcionantes: sólo le agregó una red social a iTunes, llamada Ping. Otra oportunidad perdida, o postergada, en el negocio de la música. Luego se andan quejando.

5 comentarios:

ely dijo...

great read! ;)

Nicolás Díaz dijo...

Gracias, Ely :)

Marisol dijo...

Muy interesante.

Kurt dijo...

Va a pasar pronto, según parece:

http://www.macrumors.com/2010/10/08/apple-reportedly-working-on-itunes-music-subscription-service/

Nicolás Díaz dijo...

Se estaban tardando. Ese modelo ya existe en versiones amables pero restringidas, a ver cómo lo adapta Apple.

Uno de los comentarios en las notas de The Guardian era que Spotify significaba volver al dominio de las disqueras, pues necesitas estar en una para poner música en ese servicio. Un músico dejó una explicación: lo de la disquera es un formalismo, si subes tu disco a cualquier sitio que lo venda o permita descargarlo a cambio de un donativo voluntario, para Spotify cuenta como si tuvieras disquera.