Sentado al fondo de la iglesia, esperando el momento para unirme a la fila, observaba a la gente, sus prendas, sus espaldas, sus nucas, el perfil de sus caras. Por un segundo mi vista se abre y es a la humanidad entera, sus millones de individuos, a quienes descubro en esta retirada lenta y silenciosa: ancianos y adolescentes, ricos y pobres, adúlteras y muchachitas serias, locos, asesinos y genios, todos arrastrando sus zapatos sobre las baldosas frías de la iglesia, como muertos que salen pacientemente de su noche para comer luz.
Christian Bobin, Ressusciter.
12/17/2009
para comer luz
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