El éxito prodigioso del Roman de Tristan revela en nosotros, quiérase o no se quiera, una íntima preferencia por la desgracia. Lo mismo si esta desgracia es -según la fuerza de nuestra alma- la "deliciosa tristeza" y el spleen de la decadencia, el sufrimiento que transfigura, o el reto que el espíritu lanza al mundo, lo que buscamos es aquello que puede, a pesar nuestro, exaltarnos hasta darnos acceso a la "verdadera vida" de que hablan los poetas. Mas esta "verdadera vida" es imposible. Este cielo de nubes exaltadas, crepúsculo purpúreo de heroísmo, no anuncia el día sino la noche. La "verdadera vida está en otra parte", dice Rimbaud. No es sino uno de los nombres de la muerte, el único por el que somos capaces de llamarla -simulando rechazarla.
Denis de Rougemont, Amor y Occidente.
4 comentarios:
¡José Alfredo tenía razón!
Además, me cae que "El rey" y "El jinete" son del ciclo artúrico.
No me acuerdo de ese cacho de texto, pero se oye goticoso de a madre. Ahora cuando las mamás ñoñas de mis niños darketosos se pongan necias, puedo citarles a este cuate, para que decidan vetarlo :)
los poetas no escriben de "la vida", la viven y despues nos enseñan lo que se cuela de sus fltrocorazon
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