Nuestro amigo Kevin comenzaba siempre con la misma frase: -¿Y mi gato muerto? -preguntaba. Varios años atrás, Kevin había salido de paseo con su gato. Había cometido la torpeza de no ponerle una traílla y el gato se había lanzado por la calle al encuentro de las ruedas de un automóvil. Cuando Kevin recogió los restos del animal, todavía vivía. Exhalaba una espuma sanguinolenta y lo miraba aterrado. A Kevin le gustaba decir: -El Día del Juicio Final, cuando sea llamado a comparecer ante el gran juez, les diré "aguardad un momento" y entonces sacaré al gato muerto de debajo de mi chaqueta. "Cómo lo explicáis", preguntaré.
Por entonces, solía decir Kevin, el gato estaría tan tieso como una sartén; sostendría al gato por el asa, o sea el rabo, y esperaría una respuesta satisfactoria.
Philip K. Dick, Valis.
3 comentarios:
Devuelvo el brinco a tu blog.
Toing...
Hermoso fragmento y seguiré echando un vistazo al resto de tu blog.
Grata sorpresa sabatina.
tanto gusto de encontrarnos, si , soy ella, y si, eres nicolas.
¡sopas!
¿más de 20 páginas discutiendo sobre misticismo/deidades/cosas etéreas por culpa del inche gatito??
-gracias Don Nick, por compartirlo.. -
me encantaría leerlo todo, deje lo busco, para no bajarle uno más, (no arañarlo, ¡eh!) y entretenerlo tanto.. ya vé que ese es mi talento..
que esté ud. muy bien..
ZN - lpb
Publicar un comentario