El documental I Dream of Wires (Fantinatto, 2014) cuenta la historia del sintetizador, pero abarca un escenario más amplio que el de la música electrónica o la música a secas. Muestra dos ideologías que coexistían en un país y época, cada una de las cuales creó un sintetizador distinto.
En la Costa Este de los Estados Unidos estaba Robert Moog, perfeccionando un instrumento electrónico atractivo para músicos de distintos orígenes, no únicamente para los experimentales y los entusiastas de nuevas tecnologías.
Siguiendo esa vía, sus equipos terminaron teniendo un teclado, y el Minimoog (1970) fue su mayor éxito. El propio inventor decía que éste era el menos versátil de sus sintetizadores, pero no pensaba llevarle la contra a los clientes.
Mientras, en la Costa Oeste, Don Buchla hacía una labor similar, pero guiada por lo que pareciera más interesante, no necesariamente lo más pedido.
De hecho, en un principio Don no sabía que estaba fundando una compañía, pensaba que aquello se quedaría en un proyecto de garage. Ahora estamos acostumbrados a que las tecnologías de la Costa Oeste se propaguen por el mundo, incluso si en un principio son rechazadas por los consumidores, pero entonces todavía no cuajaba del todo ese modelo.
Los sintetizadores Moog con teclado serían más influyentes en las siguientes décadas, si bien nunca ha desaparecido del todo el interés por los Buchla.
Bolinas, una comunidad californiana parcialmente aislada y que mira al mar, parece tener bastantes Buchlas por kilómetro cuadrado. De ahí son vecinas Suzanne Ciani y Kaitlyn Aurelia Smith, que hace algunos meses coincidieron en una cena y a partir de ahí se reunieron para improvisar con sus máquinas, el Buchla 200 E de Ciani y el Buchla Music Easel de Smith.
Estas amigas y sintetistas pertenecen a generaciones diferentes (Smith no había nacido cuando Ciani publicó su primer álbum). No tienen planes para reunirse en escenarios, pero sí grabaron un álbum para la serie FRKWYS.
Lo estrenaron este septiembre, se llama Sunergy y consiste en dos tracks largos (y un tercero en la versión digital) que tienen tanto el sonido tintineante y rítmico de Ciani como los pasajes contemplativos y psicodélicos de Smith. En el primer track, “A New Day”, esos sonidos funcionan como un diálogo, mientras en el segundo, “Closed Circuit”, se mezclan completamente.
Este ha sido el año de rescatar la obra de Ciani. El sello Finders Keepers, que ya había reeditado parte de su obra, publicó por primera vez sus Buchla Concerts 1975.
Una nota curiosa: como ocurre con Wendy Carlos y Delia Derbyshire, los sonidos de Ciani fueron escuchados por medio mundo sin saberlo. En los anuncios de los setenta, el sonido de la botella de Coca-Cola, al destaparla y servirla, no provenía de una botella real, se trataba de Suzanne con sus máquinas, uno de sus trabajos de diseño de sonido.
Para ver: Sunergy Documentary (Sean Hellfritsch, 2016); Suzanne Ciani Lecture (Red Bull Music Academy, 2016).
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