El director japonés tenía mala suerte de joven, tampoco lo dejaron hacer Pippi Longstocking. En 2006 Terramar terminó haciéndola el hijo de Miyazaki, en una versión que no le gustó a Hayao, ni a Le Guin (a mí tampoco).
Las críticas a Boing Boing y Google Books
En 2007 criticó a Cory Doctorow por incluír en BoingBoing un texto suyo sin su permiso. En una respuesta atípica en él, Doctorow pidió disculpas y quitó el texto. Cualquiera que de joven leyó los libros de Terramar puede poner en pausa su crítica al Copyright por no molestar a Le Guin.En los últimos años su pleito ha sido con Google Books. Esta semana publicó un post más al respecto. Su crítica original era que el Gremio de Autores de su país llegó a un acuerdo con Google para poner los libros en línea sin consultar a los escritores. Así que dejó el Gremio y siguió escribiendo sobre el tema.
En el post más reciente dice que no está de acuerdo con las actuales leyes de Copyright, que tienen una duración exagerada, hecha a la medida de las corporaciones y no de la vida de los autores.
No tiene problema con que sus libros descatalogados estén en Google Books, siempre que Google pida permiso. Los comentarios que le dejaron están buenos, en lugar de atacar su postura (que puede sonar arcaica a los lectores de las últimas generaciones), explican aspectos legales del Copyright: por qué no respetarlo no se puede clasificar como robo, y por qué un cambio en esas leyes tiene que ser mundial para que funcione.
Al margen de sus broncas, el texto por el que tuvieron problemas ella y Doctorow es muy divertido, es una defensa de la literatura "de género" frente a la literatura, er, "literaria".
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