Para los practicantes de la fisiognomía (descartada como ciencia durante el siglo XX) las proporciones del cuerpo, especialmente del rostro, afectan el carácter de un individuo.
En The Physiognomy, la novela fantástica publicada por Jeffrey Ford en 1997, los fisiognomistas son al mismo tiempo policías y cirujanos plásticos. Pueden enviar a alguien a prisión por tener fosas nasales pequeñas, o intervenir quirúrgicamente a un habitante de La Ciudad Bien Construida para "repararlo".
El nombre serio para esta idea es FFH (Facial Feedback Hypotesis). Por fantástica y anticuada que suene, no toda la gente de ciencia la ha abandonado. Por ejemplo, vean el artículo The effects of BOTOX injections on emotional experience publicado este año en la revista Emotion.
Ahí Joshua Davis y Ann Senghas (Barnard College) defienden, como resultado de su investigación, que los pacientes tratados con Botox no sólo tienen menos expresiones faciales, también disminuye su capacidad para sentir emociones. Pueden leer más sobre esa investigación aquí.
1 comentario:
Hola, Nicolás
Desde hace unos años no descarto tan fácil resultados de investigaciones fisiognómicas como las de ese artículo, debido al trabajo que he visto con máscaras:
http://www.youtube.com/watch?v=QGpzYa9d-Hk
Un abrazote.
Juan
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