En los días posteriores al 19 de septiembre de 2017 hubo una nueva forma de rapiña, la de aprovechar el sismo para difundir la marca propia o cotizarse mejor en el mercado simbólico cultural. Lo hizo Televisa pero también miles de mexicanos que sin querer queriendo reproducen los modos de Televisa. Un caso que parecía leve pero fue empeorando: la librería de viejo que hizo un remate porque sus libros se habían caído durante el temblor.
La librería no tenía daño estructural, sólo estantería caída. Hasta ahí el remate sólo parecía oportunista, pero no más oportunista que otras cosas que pasaron esa semana. En esos días las brigadas de rescate tenían que pedir a algunos "solidarios" que ya dejaran de sacarse fotos de lo buenos que eran, y que ya no se amontonaran en la Roma porque Xochimilco también necesitaba ayuda, y que ya aceptaran ayudar de cualquier manera y no sólo del modo que les servía para promoverse.
Lo de la librería me pareció mucho más siniestro hace unas semanas, cuando me tocó ver un episodio de Zoorbano, un programa de TV donde entrevistan a artistas y promotores culturales de la Ciudad de México. Ese episodio lo grabaron un año antes del sismo y ahí entrevistan a la chica y el chico que tenían esa librería. Cuentan que la chica heredó la librería del padre, pero que el chico quería tener una librería más pequeña y sofisticada, y que para eso tenían que encontrar el modo de deshacerse de esas pilas de libros viejos.
Estaban esperando una oportunidad desde un año antes y decidieron que el sismo era el momento. De miedo. Ya sé que en México hay cosas mucho más dañinas, pero a mí me dan más miedo los que encima de ser méndigos quieren parecer inofensivos.
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