Mi experiencia, de luchas reales. Tengo amigas en Sarajevo que fueron heridas, violadas y sobrevivieron. Fue la Edad de Oro de las bromas crueles y brutales. Hablé con mujeres que fueron violadas y dijeron "la única manera de sobrevivir no es decir 'oh, ahora soy una víctima', sino convertir ese predicamento en un chiste sucio". Esto es vida real, no estoy mintiendo, esto no es un asunto intelectual. Durante la guerra en Yugoslavia fui a California, a dar una conferencia sobre Hitchcock, en el 92, y alguien me atacó. "¿Cómo te atreves a hablar de cosas triviales como Alfred Hitchcock cuando tu país está en llamas?" Exploté. ¿Así que él puede (hablar de Hitchcock) y yo no puedo? ¿Como soy de Yugoslavia sólo se me permite hablar de mi sufrimiento? Cambiemos los papeles. ¡Yo quiero hablar de Hitchcock, habla tú de mi sufrimiento!
Zoran Živković, autor de historias fantásticas, acerca de su búsqueda de una editorial. Hay un libro suyo en Minotauro, Historias imposibles, yo no lo he leído todavía.
A un editor sí le gustó mi novela. Pero concluyó que, aunque fuera buena, era de momento invendible. (Fue la primera vez en mi vida que escuché ese término usado en lo que yo creía un contexto predominantemente literario). Aun así recibí una segunda oferta de él. Escribir una novela de cien mil palabras sobre la guerra civil en Bosnia, en tres meses, de preferencia. No debía yo reprimir mi vívida imaginación cuando se tratara de atrocidades, violación en masa, campos de concentración y otras linduras parecidas que eran admiradas por la mayoría del público. Una novela así no sería sólo vendible, sino que probablemente entraría a las listas de best-sellers. El caballero se decepcionó al escuchar que no me interesaba ser un escritor por encargo, sin importar cuánto pensara pagarme.
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