- ¿Ya te explicó Mamá lo de los ataques de ansiedad?
- ¿Qué está haciendo?
- Nada grave, si te dice que acomodes objetos de tal o cual forma hazle caso, se pone muy mal si están de cierto modo que se le hace peligroso o feo.
El Pinto y el Sr. Sagaz subían seis pisos de escaleras en la Clínica 25, donde su padre había sido operado inútilmente por segunda vez.
Cuando los médicos describían la situación parecía que admiraran al tumor, como los policías de Michael Mann al hablar de sus adversarios. Lo veían como un gato escondiéndose para no ser bañado, o un hábil terrorista tomando rehenes. "¡No se acerquen! ¡Tengo una vejiga y parte de intestino bajo mi poder, al primer movimiento sospechoso acabo con ellos!"
Cuando los hermanos llegaron al sexto piso, tal como había anunciado el Pinto, el Sr. Sagaz Padre pidió que colocaran tres vasos en línea y retiraran urgentemente una charola. Y sobre las enfermeras tenía algunas hipótesis de paranoia modelo Chomsky. Una vez que le pasaba el acceso de ansiedad se disculpaba por las necedades que pedía.
-No te apures, es de familia. Nosotros también lo tenemos.
-De niña no podía dejar de hacer listas mentalmente: actores treintones (Stiller, Sandler...), alineaciones de grupos (quién el bajo, quién la guitarra...) y así. Luego no podía dormir hasta que las pasaba a mi libreta. Si olvidaba un nombre antes de escribirlo, me arruinaba el día. Tenía las libretas de la primaria llenas de esas listas.
-Yo, cada tres o cuatro meses debo deshacerme de los libros que no volveré a leer. Y en cuanto decido que entran en esa categoría no son sólo prescindibles, es una emergencia, hay que deshacerse de ellos al momento. Generalmente los dejo en las casetas telefónicas, porque llevarlos a vender a Guerrero es un lío, los libreros siempre quieren regatear el precio.
Tendido en su cama de hospital, el Sr. Sagaz Padre se quedó viendo a sus retoños. Por la forma en que torcía la boca podríamos especular lo que pasaba por su cabeza. "Chingado, he engendrado un par de monstruos".
2 comentarios:
Las manías no se crean ni se destruyen, sólo se transforman.
Me da más miedo pensar en las posibles manías de un hijo hipotético que en las de mis padres.
Un saludo y un abrazo.
Hubiera estado muy chido registrar en una foto la expresión de tu papá mientras ustedes sostenían tal conversación...
Hey, Nicolás: muchas gracias por responder así a mi correo. Cuando vea a Yas checo el material.
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