8/26/2004

the tiger lillies/kronos quartet - the gorey end

En 1999 Martyn Jaques, cantante y compositor de The Tiger Lillies, recibió un paquete de Edward Gorey. En su interior había una piedra que, según las instrucciones que la acompañaban, se transformaría en una rana si era observada fijamente durante un buen tiempo. Con la piedra venía una pila de papeles: versos y diálogos, sin ilustraciones, la obra inédita de Gorey.

El autor de The Ghastlycrumb Tinies, el eslabón perdido entre Edward Lear y Tim Burton, estaba invitando a The Tiger Lillies a musicalizar sus textos. Esta asociación no tendría nada de raro (los espectáculos que monta Jaques están animados por el mismo humor mórbido que caracteriza la obra de Gorey), de no ser por el hecho de que ninguno de los dos sabía de la existencia del otro hasta ese año, cuando The Tiger Lillies dejaron las islas británicas para dar una gira por los Estados Unidos.

Al principio Jaques pensó usar esos textos en una pieza teatral, la cual sería dirigida por Terry Gilliam, pero ya se sabe lo que suele pasar con los proyectos donde participa Gilliam. Abortado ese plan, se decidió a grabar un disco que vería la luz tres años después, con trece canciones (¿cuántas si no?) en las que modifica un poco los originales y cuenta con el acompañamiento del Kronos Quartet.

The Gorey End suena a cabaret, decadencia y circo, una especie de Pascal Comelade saturado de helio: al piano, batería y bajo se añaden un serrucho cantante, instrumentos de juguete, ukelele, acordeón, ladridos y una voz, absurdamente aguda, que recita versos acerca de una niña destrozada por los perros, una bailarina que se ahorca con las cintas de sus zapatillas y una sustancia fatal llamada QRV. La música puede ser festiva ("Besotted Mother" y "Hertha Strubb"), triste ("Learned Pig" y "Hipdeep Family") o desvergonzadamente dramática ("Dreadful Domesticity"), pero siempre prevalece el aire de bufonada cruel. La participación del Kronos Quartet es meramente testimonial, pues sólo tienen partes relevantes en "Weeping Chandelier" y "Jesus on the Windshield".

Éste es un disco para escuchar con el cuadernillo en la mano. La mezcla es vistosa, pero el ritmo carnavalesco y las voces teatrales pierden su novedad pasadas las primeras canciones, y es entonces cuando se hace más notorio que el motivo original del álbum fueron las letras. Lo cual no es nada despreciable, pues este Gorey de los últimos años es tan bueno como el de las célebres antologías Amphigorey (1972) y Amphigorey Too (1975).

Edward St. John Gorey murió el 15 de abril del año 2000, unos días antes de la fecha en que se reuniría con The Tiger Lillies para escuchar por primera vez las canciones.


The Tiger Lillies/Kronos Quartet - The Gorey End (EMI, 2003)

Apareció en Sonitus Noctis No. 4 (Agosto, 2004)

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