1/08/2015

¿te gusta nuestro ermitaño? es artificial

A fines del siglo XVIII era lo más tener un ermitaño ornamental, pero se consideraba de mal gusto poner a un autómata de ermitaño. Tomado de Gordon Campbell, The Hermit in the Garden: From Imperial Rome to Ornamental Gnome.

Hubo diez ediciones de A Description of Hawkstone, in Shropshire, the Seat of Sir Richard Hill, Bart escrito por un tal T. Rodenhurst (probablemente un seudónimo de Sir Richard), desde la de 1783 (con diecinueve páginas) a la de 1811 (setenta páginas y ocho ilustraciones), y en 1790 Richard abrió el Hawkstone Inn para recibir visitantes.

En la segunda edición Rodenhurst describe al ermitaño ("un señor solitario") y también
...una cabaña bien diseñada, hogar veraniego del ermitaño. Tocas una campana para que te permita entrar. Normalmente el ermitaño está sentado frente a una mesa en la que reposa una calavera (símbolo de la mortalidad), un reloj de arena, un libro y unos espejuelos. Este padre venerable y descalzo, cuyo nombre es Francisco, si está despierto se levantará y se acercará a los visitantes. Aparenta unos noventa años de edad pero conserva todos sus sentidos de modo admirable. Es un conversador aceptable y amable, y si se lo piden declama estas líneas, que están inscritas en el interior de su habitación:

Lejos de la ajetreada vida
Lejos del mundo, de sus preocupaciones y luchas,
Prefiere morar en soledad
El ermitaño te invita a su celda
Te advierte de tentaciones revestidas en oro
Y sugiere te prepares a morir
El Padre Francisco continuó pareciendo "de noventa años" en las siguientes ediciones del libro. Nada se sabe de este Francisco salvo que tenía el secreto de la vida eterna y sólo trabajaba los veranos. De todos modos, hay alguna evidencia de que ocasionalmente el Padre Francisco era reemplazado por un ermitaño artificial. Sir Richard Colt Hoare, que heredó Stourhead en 1785, visitó Hawkstone el 28 de julio de 1801. Aprobó la figura "vestida de druida" en la caverna, pero no le complació tanto su encuentro con el ermitaño artificial, ni siquiera al verlo moverse y hablar. Describe una colina en la que hay
...una construcción que alberga la figura de un ermitaño que se mueve y habla. El rostro tiene una expresión natural, pero la figura es tiesa y mal manejada. Haría mejor efecto si la puerta se encontrara a un lado, no tan lejos. Así el paseante se encontraría a San Francisco por sorpresa, mientras que tocar la campana, y que la puerta se abra mostrando una habitación oscura, le resta naturalidad.
Parece que esta figura era un autómata, aunque no sabemos cómo se movía y hablaba. Los autómatas estaban muy de moda a fines del s. XVIII y evolucionaron mucho a partir del pato cagón de Jacques de Vaucanson (de 1739 y que se movía con un mecanismo de relojería), incluyendo los intentos de Wolfgang van Kempelen de producir voz artificial en los 1770s y 1780s.

Más al respecto en The Boston Globe: Garden hermit needed. Apply within (May 19, 2013).

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