7/05/2006

las ofertas artificiales

Hace poco despoticaba aquí sobre la ley de apoyo a la lectura. El Señor Oportuno me envió un artículo de Grabriel Zaid, titulado "Confusiones sobre el mercado del libro" (viene en el número de este mes de Letras Libres), donde explica como funcionan las "ofertas" de las librerías favorecidas por los editores:

La mecánica, muy simplificada, es la siguiente. Supongamos un libro con precio fijo que el editor vende al librero en 65, para que lo venda al público en 100. Cuando no hay precio fijo, el mismo libro se anuncia al público en 120 y se vende a los libreros en 78 (con el mismo descuento del 35%), pero a los favoritos en 60 (con un descuento del 50%). Éstos pueden entonces venderlo a 100, que parece una gran rebaja (sobre el precio de lista de 120), aunque son los mismos 100 que se hubieran pagado con el precio fijo. Pero los demás libreros ya no pueden venderlo a 100, porque no pueden sostenerse con un descuento del 22% en vez del 35%. Tienen que vender más caro, para sacar sus gastos. Ahí está el secreto de las “grandes rebajas”. No se trata de que los favoritos vendan más barato, sino de que los otros vendan más caro. El editor fija los precios de lista (120 en vez de 100) sobre los cuales se hacen las supuestas rebajas (de 120 a 100) y fija los precios al mayoreo (78 y 60), para que sólo sus favoritos puedan hacer las supuestas rebajas.

Que el precio no sea fijo favorece a los favoritos. Venden al mismo precio (100), pero compran más barato (60, en vez de 65). Y no sólo venden con un margen mayor, sino que venden mucho más, lo cual aumenta su rentabilidad. También su poder. Polarizando la concentración del mercado, ganan poder de compra y de venta... Teóricamente, el Estado pudiera vigilar constantemente a cada editor, para evitar las prácticas discriminatorias; o atender las denuncias presentadas por las librerías discriminadas. Pero sería molesto y complicadísimo transparentar los precios del editor al librero. En cambio, los precios al público, a diferencia de los precios al librero, son transparentes. Es más sencillo eliminar la “práctica monopólica relativa” fijando los precios al público, como lo están haciendo muchos países, algunos de los cuales exigen que se imprima el precio en cada ejemplar.


Así las cosas, lo que debemos vigilar es que, tras la aplicación de la ley, los precios unificados se parezcan a los que actualmente tienen Gandhi o El Sótano como ofertas (que son los precios reales de los libros).

Al margen de eso, recordemos que la ley beneficiará a los actuales lectores, pero poco o nada tiene que ver con la promoción de la lectura, aunque la lleve en su nombre. La otra situación a vigilar es cómo se adapta al mercado mexicano: leyes de ese tipo se aplican en España y Alemania, donde hay una librería por cada 8 mil habitantes, mientras que en México hay una por cada 80 mil.

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