10/17/2010

dawkins y de waal

La semana anterior vi el documental The Genius of Charles Darwin, escrito y conducido por Richard Dawkins. Terminé con el estómago revuelto. No soy uno de los creacionistas que le mandan hate mail a Dawkins, soy un tipo convencido del proceso evolutivo al que no le caen bien los patanes.

Sólo parte de The Genius of Charles Darwin está dedicada a Darwin. El resto es Dawkins haciendo berrinche porque no toda la humanidad acepta lo mismo que él acepta. Cuestiona a un grupo de adolescentes por no saber lo suficiente de la evolución. Pone cara de perrito regañado mientras lee los insultos que le mandan fanáticos religiosos. Se muestra contrito cuando lo ignora la presidenta de Concerned Women for America.

En cambio, cuando aparece en el documental Frans de Waal, la voz en off nos avisa que este primatólogo holandés ha estado en desacuerdo con las ideas de Dawkins, pero no se dice más sobre el asunto. Ayer de Waal publicó la entrada Morals Without God? en The Stone, el blog de filosofía del New York Times. Aquí una cita:

Uno tiene que ser inmune a los datos para dudar de la evolución, por eso los libros y documentales con la intención de convencer a los escépticos son una pérdida de tiempo. Son útiles para los que están preparados para escuchar, pero no consiguen su objetivo con el público al que van dirigidos.


De Waal dice estar "cansado de esos cuyo sistema de creencias es lo único que los separa de un comportamiento repulsivo", pero propone una fundamentación de la moral que parte del evolucionsimo sin tener problemas con las creencias de nadie. Hay más qué aprender y qué preguntarse en ese artículo que en un infomercial de dos horas de Dawkins.

10/10/2010

hitchcock

Dos respuestas de Alfred Hitchcock en la entrevista que le hizo Fletcher Markle para la televisión canadiense (1964).

-¿Usted no cree que las películas sobre impulsos criminales y las series de televisión sobre el crimen tienen una influencia (negativa) permanente en el espectador?

-Yo diría que tienen influencia en las mentes enfermas, pero no a las mentes sanas. Me recuerda cuando hice Psicosis. Un hombre fue arrestado en Los Angeles por matar a tres mujeres y supuestamente mató a la tercera luego de ver Psicosis, así que recibí llamadas de los periódicos, para que hiciera un comentario al respecto. Mi única pregunta fue "¿Qué película vió antes de matar a la segunda?" Probablemente, antes de matar a la primera todo lo que hizo fue tomar un vaso de leche.

En una ocasión un niño se me acercó en la calle, un niño de unos siete años, y dijo "Mr. Hitchcock, en esa escena del asesinato en Psicosis, ¿qué usó como sangre? ¿Sangre de pollo?" Y le dije "no, jarabe de chocolate". Dijo "OK" y siguió su camino. Nótese que la expresión del niño fue "qué usó como sangre?" No se creyó la sangre.

-Díganos, Mr. Hitchcock, ¿cómo imagina el cine del futuro?

-Veo la posibilidad, en el año 3000, que cuando la gente busque entretenimiento, si es que se necesita entretenimiento entonces, irá a un auditorio en penumbra, habrá una hipnosis masiva, y en lugar de identificarse con un actor en la pantalla, ellos podrán ser esa persona, y cuando compren el boleto podrán elegir qué personaje quieren ser. Vivirán la historia, será imbuida en ellos por algún modo de telepatía, sufrirán las agonías, disfrutarán el romance, y al final se encenderán las luces y ahí terminará todo.

Quizá es un deseo Hitchcock para no lidiar con los actores. Disney tiene el mejor método con actores: si no le gustan, los puede borrar.


Aquí un fragmento de esa misma entrevista.

9/28/2010

entre topos

Fragmento de Boris Vian, La hierba roja (1950).

Wolf se volvió despacio para cambiar de posición. No quería perder ni por un segundo el contacto con la hierba. Al buscar donde apoyarse, su mano derecha dio con el pelaje de un pequeño animal inmóvil. Abrió los ojos bien abiertos, intentando descubrirlo en la oscuridad.

—Tengo un animalito suave a mi lado —dijo.

—¡Gracias...! —repuso Folavril.

Se rió en silencio.

—No eres tú —dijo Wolf— me habría dado cuenta. Es un topo... o un bebé topo. No se mueve pero está vivo... mira, escucha lo que hace cuando lo acaricio.

El bebé topo se puso a ronronear. Sus ojillos rojos brillaban como zafiros blancos. Wolf se sentó y lo depositó sobre el pecho de Folavril, allí donde empezaba su vestido, justo entre los senos.

—Es suave —dijo Folavril.

Se rió.

—Se está bien.

Wolf se dejó caer de nuevo sobre la hierba. Se había acostumbrado a la oscuridad y empezaba a ver. Frente a él, a pocos centímetros, reposaba el brazo de Folavril, liso y claro. Adelantó la cabeza y sus labios rozaron el hueco sombreado del codo.

—Folle... eres hermosa.

—No sé... —murmuró ella— se está bien. ¿Y si nos quedáramos a dormir aquí?

—Podríamos —dijo Wolf. —Lo estaba pensando hace un momento.

Su mejilla se recostó en el hombro de Folavril, un poco anguloso aún de tanta juventud.

—Nos despertaremos cubiertos de topos —añadió ella.

9/24/2010

ciertas músicas electrónicas

Fragmento de Dino Buzzati, El gran retrato (1960).

Y, sin embargo, aún no sabemos cómo, llegó una voz. Usted, Elisa, la ha oído. No es el sonido inevitable de miles y miles de mecanismos en movimiento. Es algo propio, una vibración autónoma que nace al mismo tiempo y con igual intensidad de varios compartimentos: ora aquí ora allá...

Elisa, ¿tiene presentes ciertas músicas electrónicas en las que la voz humana, las palabras, se transforman y ya no se las capta pero permanece la expresión e incluso resulta acentuada al máximo? Los vocablos, las frases no existen y, sin embargo, la música lo dice todo igualmente. No es la expresión vaga y polivalente de la música clásica, sino una expresión extraordinariamente precisa, más exacta aún, en cierto sentido, que una expresión articulada normal.