5/15/2008

los industriales de atemajac

A comienzos de los noventa, y aunque no había una profusión de bandas locales y tocadas de ese corte (como en Tijuana o Ciudad Victoria), la música industrial gozó de una inexplicable popularidad en Guadalajara.

Encontrabas camisetas serigrafiadas de Front 242 en los mercaditos, los ambulantes vendían antologías en caset donde Nitzer Ebb aparecía al lado de Technotronic y Chino Bayo (“exta sí, exta nooo…”) y en la radio la gente mandaba saludos a sus amiguitos headhunter. La mixtape de industrial y banda sinaloense que un compañero llevo a la prepa era el acabose.


¿A qué le llamaban "industrial" en la Guadalajara de los noventa?


Al mismo tiempo, como en el resto del país, hordas de adolescentes tapatíos adoptaron la facha de Seattle: camisa de franela, jeans raídos y, muy importante, botas industriales, de casquillo. El grunge tenía poco o nada que ver con el atuendo, la mayoría de aquellos chicos escuchaba rock nacional.

El caso es que, para sus mayores, la expresión “música industrial” y esas ropas aparecieron al mismo tiempo. Alguien debió hacer una asociación equívoca: las botas industriales y la música industrial. Aquellos chicos vestidos al modo del grunge terminaron siendo llamados industriales, siendo ajenos tanto al grunge como al industrial.


Maldita Vecindad en las Fiestas de Octubre


Todavía recuerdo una tarde, en la estación Atemajac del tren ligero, en la que se encontraron el sacerdote de ese barrio y mi papá. Ese día tocaban Maldita Vecindad en las Fiestas de Octubre: un grupo en pleno auge en una presentación gratuita. Y el modo más sencillo de llegar al concierto era en tren ligero.

Así que el metro estaba atestado de aquellos industriales, que hacían tumulto y llenaban cada vagón. Con semejante competencia, mi padre y el padre tuvieron que esperar más de media hora antes de poder utilizar el transporte (como imaginarán, ellos no iban a ver a Maldita).

“Con estos industriales no se puede”, comentó papá. “Sí, ellos felices con su desmadre, y uno aquí esperando”, replicó el padre, que era gringo y había aprendido más modismos de los que convenían a su profesión.


Ozzy, Ozzy!


Recordé estos enredos roqueriles-semánticos-tapatíos a raíz de un artículo sobre el death metal de la India que apareció en la revista Guernica. No ocupan estar interesados en el death metal ni en la India para disfrutarlo, es una nota magnífica. La firma un Akshay Ahuja.

El autor viajó a la tierra de sus antepasados para, entre otras cosas, llevarle una guitarra a un grupo de death afincado en Bangalore. Allá se encontró que cuando los jóvenes hindús hablan de “freak out” no quieren decir alocarse o alterarse, sino todo lo contrario, quiere decir darse un respiro o pasear. Para ellos “freak out” es lo mismo que “chill out” o “hang out”.

Pero lo mejor le esperaba en un festival de rock. A pesar de que era un festival grande y contaba con buen patrocinio, muchas de las bandas tocaban covers de rock clásico, una actitud amateur.

En cierto punto la gente comenzó a gritar “¡Ozzy, Ozzy!”. El grupo en el escenario tocó “Breakin’ the Law” (Judas Priest) y todo mundo aplaudió complacido. No estaban pidiendo una canción de Ozzy Osbourne o Black Sabath: ahí el grito de “Ozzy, Ozzy” significa lo mismo que nuestro “otra, otra”. No pregunten por qué. Sospecho que Akshay tampoco lo supo.

4/26/2008

el revoltijo no conoce fronteras

Como el añorado Tazón del Desayuno (era de Carl's, dejaron de venderlo hace más de un año) y las Doña Tota, también existe el "kebab de revoltijo":

"We call them cop sis, trash kebab", said Ihsan. "The style is from southeastern Anatolia, and they're called trash because they started out as little pieces of whatever was left over from restaurants at the end of the day's service. The stands still only open late at night". (Gourmet, Mayo de 2005).

4/22/2008

orvonton en la clausura del simposio de estudios visuales

1. Las presentaciones constantes pueden desgastar con rapidez el repertorio de cualquier banda o proyecto personal. Carlos Pechant, el creador de música electrónica que firma sus grabaciones como Orvonton, tiene una fórmula para esquivar ese desgaste: es prolífico y, encima, su selección e improvisaciones cambian de carácter en cada ocasión, dependiendo del espacio, el público y el ánimo del músico.

Si quieren colocar sus grabaciones en algún estante, sería el de la IDM, ese gran baúl de géneros donde mucho cabe. En cuanto a referentes, va de lo más sereno del ambient a los estallidos frenéticos de Squarepusher y Aphex Twin, pasando por los cruces entre la música de laptop y sonidos más tradicionales, como los que han realizado Venetian Snares y Jaga Jazzist.

Luego de la grabación de su primer álbum y un EP (Tensión Superficial y Orvonton.2), Pechant entró en un período sabático para preparar “Remitente”, el disco del cual escuchamos algunas partes en su presentación del 19 de abril en el Museo de Culturas Populares (Monterrey).

2. El marco era la clausura del II Simposio Internacional de Estudios Visuales, cita organizada por la Facultad de Artes Visuales de la UANL. La presentación de Orvonton inició poco después de las ocho de la noche, en una sala con decorado arbóreo que sería utilizado más adelante por los performers de la compañía Metamórfono.

En uno de los costados se proyectaban videos creados y alterados por Checo Robota (VJ del colectivo Emulación Aleatoria, al que también pertenece Orvonton) que acompañaban la música que Pechant creaba con su lap, dos controladores y un mixer. En presentaciones anteriores Checo había echado mano a imágenes de Pardjanov y Brakhage, pero en esta ocasión combinó diseños abstractos con la obra de Vladimir Kobrin.

Para quienes no hubieran escuchando antes a Orvonton esta fue una buena muestra de sus diversos registros. En lugar de decantarse por uno solo de los subgéneros de la electrónica que maneja, los acomodó en una misma sesión no demasiado extensa, como si se tratara de diversos movimientos de una misma obra.

Arrancó con samples de orquesta, para luego deslizarse hacia el ambient y pasajes de glitch que sonaban como líquidos en ebullición. El frente ambient comenzó a tornarse cada vez más denso y ominoso (aquí fue donde se usaron los videos de Kobrin), pero justo entonces fue alcanzado por una electrónica más amable que ora invitaba a la distensión, ora al baile (aunque quizá la ocasión no era la más propicia para esto último) y piezas de corte académico (escuchen el track “Arpegio de espera”) tocadas por Carlos directamente en un teclado, sin recurrir a audio pregrabado.

En todo caso, yo seguía echando de menos el lado sucio (el más divertido) de Orvonton, cuando son retorcidos los mandos del mixer para producir ritmos espasmódicos y bombos atronadores. Pero no nos falló, sólo lo estaba guardando para el final. El material interpretado provenía de diferentes períodos, pero fue presentado en un contexto y un orden que lo convertía en un solo bloque de música, coherente y cambiante al mismo tiempo.

3. A propósito de “Remitente”, este disco se puede descargar sin costo en archive.org (donde ya rebasó las 1500 descargas) y en el Clinical Archives, netlabel de música “ecléctica e ilógica” (en sus propias palabras).

4/18/2008

guardianes de la bahía chavista

La Comisión de Telecomunicaciones de Venezuela sacó a los Simpson del horario matutino por considerar el programa inapropiado para los niños venezolanos. Al final la televisora que los programaba accedió a pasarlos al horario vespertino y así no tuvo que pagar multas o salir del aire. La parte interesante fue que el hueco que dejaron los Simpson en la mañana fue llenado con retransmisiones de Baywatch. ¿Baywatch es un programa más apropiado para los venezolanitos? Bueno, hablamos de Venezuela: antes de la llegada de Chavez al poder la mayor fama del país venía de sus representantes en Miss Universo. Por supuesto que un montón de chicas en trajes de baño son parte de la educación de un buen peque venezolano. Chamacos marchando hacia un futuro prometedor, guiados por Carmen Electra y Simón Bolívar.