1/28/2008

en una noche oscura y tormentosa

El británico Edward Bulwer-Lytton (1803-1873) fue de todo y sin medida. En su larga carrera literaria y política destaca la novela The Coming Race, que ahora conocemos como Vril, acerca de una raza de superhombres que vivían bajo la superficie terrestre. Desde su publicación varios teósofos, nazis con pretensiones místicas y hippies ociosos han tomado esta obra como registro de un acontecimiento real. A pesar de semejante legado, Bulwer-Lytton pasó a la historia por algo mucho más contundente: fue él quien tuvo el valor de iniciar una novela (Paul Clifford) con la frase “It was a dark and stormy night”.

Desde 1982, el departamento de inglés de la San José State University cuenta con un concurso literario que lleva el nombre de Bulwer-Lytton, consistente en escribir el peor inicio posible para una novela imaginaria. Fuera de concurso, los que han repetido la hazaña del creador de Vril han sido Madeleine L'Engle (en el inicio de Una arruga en el tiempo) y Snoopy (cada vez que Schulz lo ponía frente a una máquina de escribir).

1/25/2008

historias de comediantes

1. Sarah Silverman llega a sus espectáculos de stand-up comedy vestida con naturalidad. Pronuncia sus líneas con una dicción de concurso de oratoria y procura no hacer nada que indique que sus palabras van en broma. No abandona en ningún momento su personaje: toda una jewish american princess, poseedora de todos los clichés que se les atribuyen, y al mismo tiempo convencida de que el estereotipo que se tiene de negros, chinos y latinos no es otra cosa que la puritita verdad.

El resultado es poco más de una hora de chistes perfectamente incorrectos, pero en ningún modo racistas. El gatillo que dispara la comicidad, lo que hace reír, es ver a un individuo con serias dificultades para adaptarse a su entorno, para actuar conforme a la situación, uno que en lugar de la mejor decisión toma aquella que le dicta su terquedad, estupidez o flojera.

Lo mismo da si se trata de Tribilín cayendo a un barranco o personajes de John Waters teniendo sexo en una casilla electoral, el modelo es básicamente el mismo. Y si estamos atentos a él, veremos que en el caso de Silverman lo que está averiado y produce risa es esa percepción del entorno que padece su personaje, esa Sarah Silverman que hace suyos y lleva al absurdo los estereotipos.

Claro que es una forma riesgosa de comedia. Hay quien no entiende la broma y no sólo no ríe, sino que hace acusaciones. Como pasó con Guy Aoki, de Media Action Network for Asian Americans, quien exigió una disculpa de Sarah por haber usado el término “chink” para referirse a un chino. Al final, Sarah no se disculpó e incluyó el incidente con Aoki en su rutina cómica, si bien reconoció que el racismo es algo malo. “And I mean bad, like in that black way”, agregó.


2. Mucho más amable (pero no por ello menos efectivo) es La pelota de letras, monólogo donde Andrés López analiza varias generaciones de colombianos, desde los que todavía comprendían el cómo y el porqué de los trámites burocráticos, hasta la más reciente, iniciada la tarde del 11 de septiembre de 2001.

López es un cómico tradicional, lo que hace especial a La pelota de letras (y que la convirtió en el DVD más vendido de Colombia) es que sus caracterizaciones de cada generación no son traducciones forzadas de los “baby boomers”, la “generation x” y similares, sino producto de una atenta (y socarrona) observación de sus compatriotas.

Modismos aparte, la explicación de López es perfectamente compatible con nuestra experiencia mexicana. En ese esquema, yo pertenecería a una camada a la que no le daba vergüenza “cantar” canciones en inglés cuya letra desconocía (así “Smooth Operator” de Sade termina convertida en “En bus a Pereira, en bus a Pereeeira”) y que por motivos misteriosos pensaba que un bar es el negocio que lo puede sacar a uno de pobre.

Se supone que México tiene muchos más ejecutantes de stand-up comedy, pero no recuerdo que alguno se haya tomado el trabajo de botanearse a su gente y su tiempo tan a conciencia como este hombre. Lo más cercano que recuerdo pasó hace casi veinte años, en los primeros programas de La Caravana, cuando el Estetoscopio Medina Chairez contaba cómo se las apañaba para recrear las maravillas del comercio primermundista (un mall, un parque temático, etc.) en su lote baldío. Si alguien sabe de algo más reciente, déjeme un comentario y algún link, se lo agradeceré harto.


3. Y pensándolo bien, sí habría que acusar a Sarah Silverman de racista. En Jesus is Magic, su espectáculo itinerante luego editado en DVD, hace un solo chiste sobre mexicanos, es casi al final y le falta mucha mala leche para alcanzar a los que hace sobre negros, judíos, chinos y enanos. ¿Cómo no sentirse segregado?

1/21/2008

el doppelwayo

En el concierto de Jessie Evans el Sr. Sagaz creyó ver a Wayo y lo saludó desde lejos. El supuesto Wayo devolvió el saludo algo molesto. El sábado Wayo apareció en el Café Negro, llegó a saludar al Sagaz y éste le preguntó sobre lo que pasó ese día.

-¿Cómo te fue el jueves, en el Aura?
-¿Cuál Laura?
-En la tocada, la de Jessie.
-Um, no, no estaba ahí. ¿No me viste un poco más alto ese día?
-De hecho, te veías alto.
-Era Néstor, mi doble. Se parece, pero es más alto. Me confunden con él, y viceversa. No es tan malo, a la chica con la que andaba antes la conocí porque me confundieron con él.

1/18/2008

jessie evans en aura

"¿Les gusta el feedback?", preguntó desconsolada Jessie Evans.

La idea era que el público gritara que no, que esa noche el sonido en el Aura era pésimo.

Que el esperado regreso de Evans y Toby Dammit estaba sonando opaco, que la voz de la cantante no se imponía a las marejadas de ruido que salían de las bocinas.

Pero el público dijo que sí, a cualquier pregunta hubiera respondido que sí.

Los elementos eran los mismos que en el concierto del pasado septiembre, magnífico, pero esta vez las cosas se mezclaron mal. Incluso así, el público, casi todos presentes en la ocasión anterior, parecía sentirse obligado a repetir su reacción de la primera vez.

No hay problema, de todos modos yo no quería llegar temprano a mi casa (que está tomada por una familia chihuahuense, muy amable y numerosa). Nunca pude sentirme del todo a gusto en el concierto. Iba de los sillones a las escaleras, me acercaba al escenario, platicaba con conocidos en un extremo y otro del lugar.

Me pongo incómodo, como si yo hubiera causado los errores de acústica. Ya lo sé, no se deben repetir conciertos, no importa de qué grupo se trate. Las piezas nunca vuelven a caer en su sitio.