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4/14/2008

coma nada, ¡es nueva!

1. Así comienza “De cómo se salvó el mundo”, una fábula de Stanislaw Lem: “En cierta ocasión, el constructor Trurl fabricó una máquina que sabía hacer todas las cosas cuyo nombre empezaba con la letra ene”. Como de costumbre, llega a fastidiar Clapaucio, el colega de Trurl. Le pide a la máquina que haga “nada” pero, en lugar de que el aparato se dedique a holgazanear, “hace nada”, trae la nada al mundo desintegrando todas las cosas.

Esto pone en graves aprietos a los constructores (a todo el Universo, en realidad), pero sospecho que si Trurl y Clapaucio hubieran vivido en nuestro mundo tendrían una exitosa maquiladora, ahora que la nada es la sensación. Ahora que los productos son adquiridos por la prodigiosa cantidad de nada que contienen.

2. Una tarde frente al televisor. En un anuncio aparece una chica realizando sus actividades diarias. Junto a su cabeza hay una tabla de contenidos nutrimentales. No de los alimentos, de la chica, los que ingresan en su organismo. Conforme bebe agua y se ejercita los números de la tabla vuelven a ceros, balance que, a juzgar por la expresión de la modelo, es el ideal.

Y luego de décadas promoviendo el consumo de fibra para agilizar la digestión, ahora se invita a los televidentes a cenar únicamente cereal. Debes dormir ligero, y además arrojar lo poco que has ingerido a primera hora de la mañana.

Pasan unos segundos y aparece a cuadro Ludwika Paleta explicando a un grupo de chicas que pueden saltarse una comida y compensarla con la ingesta de un yogurt (sin grasa pero fortificado). Después, más anuncios de agua embotellada, donde se enumeran las virtudes de líquido como si hubiera sido inventado ayer.

El mismo patrón se sigue con otras bebidas. Ya no basta con la cerveza light, que permite “aguantar más tiempo en la fiesta para agarrarlas cansadas”, mejor bebe una sin alcohol, para que no haya falla. También puedes cambiar tu refresco favorito (e incluso su versión dietética) por agua ligeramente gasificada que tiene el sabor de ese refresco, pero diluido.

3. A los productos light ya estábamos acostumbrados, van décadas desde que los asimilamos en nuestras vidas. Pero en un principio la intención era que pasaran desapercibidos, que jugaran a ser placebos (no podían serlo del todo, pues el comprador era consciente de su naturaleza) imitando lo mejor que podían el sabor de los alimentos tradicionales. Estos alimentos que dominan los espacios publicitarios a últimas fechas van más allá. El consumidor ahora desea el cero, nada, o lo más cercano a nada. Que sea patente al paladar y al estómago la ligereza de su dieta.

Dadas las características del agua, nada tiene de raro que su presentación embotellada se convirtiera en el emblema de esta generación de productos (¿light 2G? ¿post-light? ¿rete-light?), y que se presuman (y exageren) sus cualidades como si no las hubiera poseído siempre. Si les interesa averiguar sobre algunos efectos colaterales de la popularidad del agua embotellada pueden leer la nota de Alejandro González (en Blogs Milenio) del 7 de marzo.

4. Los fabricantes de estos productos no pueden recomendar (y efectivamente, no lo hacen) una dieta basada exclusivamente en ellos. En sus sitios web se muestran diversos menús y tablas de equivalencias para insertar el producto en una dieta balanceada. No se trata de que sus productos suplan una dieta completa, sugieren recurrir a ellos, entre otros casos, cuando se te ha “olvidado desayunar”. El riesgo radica en que algunos consumidores decidan “olvidar” el desayuno, la comida y la cena para sustituirlos por compensadores, en un afán de estar satisfechos con su figura en tiempo récord.

5. Es tanta la insistencia con la que anuncia que un producto carece de algo que, si no supiéramos el significado de “0%”, “cero” y “nada” pensaríamos que se trata de sustancias milagrosas que se toman con todo tipo de excipientes.

4/07/2008

dice facebook que si quieres jugueteo fortuito

Como recordarán los viciosos del Facebook, la versión en español de esa página no fue hecha por ningún traductor a sueldo, sino que, siguiendo la costumbre de la casa, se invitó a los usuarios a realizarla.

Ya habíamos visto algunos gazapos en la traducción de Blogger (en enero de este año anunciaron con orgullo que "ya soportaban el hebreo"; menos mal), pero ahora Facebook se los está llevando de calle.

La semana pasada se me ocurrió mudarme a la versión de Facebook en castellano. En lugar de “poke back” te invitan a “devolver el toque”. Me pregunto si las otras posibles traducciones eran “rolar mota” o “pasar el carrujo”. También puedes avisar a las chicas que buscas “jugueteo fortuito” (“random play” decía el original) o, ya intentando sonar más chabacanos, “ligoteo aleatorio”.

A veces son simples dedazos o errores ortográficos, pero no por ello causan menos pena, como al leer que un amigo se ha conectado “ase dos horas”. En otros casos apelan a la megalomanía: la gente de Facebook no pregunta por tu orientación política, sino por tu “visión política”. Lo más desconcertante son los mensajes sin título, que son catalogados como mensajes “sin sujeto”. Nadie los escribió, no van dirigidos a nadie y, sin embargo, ahí están. Misterio.

Cuando tienes amigos en común con alguien les llaman “amigos mutuales”, y te informan de ellos así: “ustedes dos saben a Ricardo, Norma y María”. La verdad, nunca he intentado averiguar si mi pellejo sabe igual al de mis conocidos, ni he desarrollado la costumbre de lamer a la gente para saber si me cae bien.

Con todo, Facebook no se llevará el trofeo a la peor traducción al español. Esa se la han ganado a pulso los fabricantes de un bote lechero que apareció fotografiado en Blogderground. No les arruinaré el momento, deben verlo con sus propios ojos.

2/29/2008

¿y hasta ahora lo dices, morrissey?

Unas líneas de High Fidelity. Aparecen tanto en el libro de Nick Hornby (1995) como en la película (Stephen Frears, 2000).

¿Qué vino primero? ¿La música o la miseria? A la gente le preocupa que los chicos jueguen con pistolas, que vean videos violentos, que cierta cultura de la violencia se apodere de ellos. Pero a nadie le preocupa que esos chicos escuchen miles, literalmente miles de canciones sobre corazones rotos, rechazo, dolor, miseria y pérdida. ¿Escucho música pop porque soy miserable? ¿O soy miserable porque escucho música pop?

El campeón de la autocompasión

Además de rijoso y ambiguo, Steven Patrick Morrissey (Morrissey según las portadas de los discos, Moz para los cuates) era el campeón de la autocompasión.

A veces lacónicamente, otras exagerando el sentimiento hasta lo insufrible, los personajes que hablaban en las canciones de The Smiths (su grupo de los ochenta) soltaban cosas como “los cielos saben que soy miserable”, “nunca he tenido a nadie” y, mi frase favorita para escribir en coches cubiertos de polvo, “anoche soñé que me querían”. Junto a este repertorio cualquier baladista de la OTI y los chicos emo de nuestra época son modelos de contención y mesura.

Ese registro dramático permitió a The Smiths crear “There Is a Light That Never Goes Out”, ejemplo acabado de la canción fatalista donde el narrador pone toda esperanza y sentido en la persona amada.

Le pide que lo saque de casa, de esa casa a la que ya no pertenece, que le lleve a ver lugares con luces y pachanga, que le lleve a cualquier parte. Y si un autobús choca con su coche y los mata, le dice “morir a tu lado, sería un privilegio y un placer”. Tal cual, sin una pizca de pudor. Todo un standard para corazones azotados de fines del siglo XX.

That's How People Grow Up

Recién llegó a nuestras tiendas un Greatest Hits de Morrissey que trae como novedad la canción “That’s How People Grow Up”.

Comienza con coros de su protegida Kristeen Young, lo acompaña su banda habitual y suena a la música que le conocemos. Pero ahora canta que ha perdido demasiado tiempo buscando amor, que está convencido de que hay cosas peores que no tener a nadie. Como chocar y quedar inválido, por ejemplo.

Dan ganas de tomarlo por los hombros y zarandearlo, “¿quién eres, impostor? ¿qué le hiciste a Morrissey? ¿Dónde está nuestro quejica favorito?”

El comentario en las revistas y los foros fue “¿Y hasta ahora nos lo dice?”. Después de maleducarnos en lo caminos del drama y la autocompasión durante nuestra juventud, ahora nos sale con que maduró y cambió sus prioridades. Ni hablar del peluquín.

Amor y Occidente

En los años treinta Denis de Rougemont explicaba (en Amor y Occidente) cómo nuestras nociones sobre el amor idealizado y dramático no son comunes a toda la humanidad, ni han estado presentes en todas las épocas. Son un capricho de Occidente, que tuvo su auge en las cortes del siglo XI y desde ahí se ha propagado como plaga.

Desde los tovadores occitanos y la historia de Tristán hasta las películas de Meg Ryan y las canciones de The Smiths. Bueno, Denis no mencionaba a Meg y los Smiths, pero la idea era ésa.

Si son algo fechado y no necesario, se supone que podríamos vivir sin esas tormentas en vasos de agua. Pero no, algo no cuaja sin ellas.

Sigo prefiriendo “There is a Light That Never Goes Out” por encima del resto del cancionero de Morrissey. Precisamente por azotada. Entonces ¿nos gustan las canciones azotadas porque nos educó el ideal de Occidente? ¿O son las canciones azotadas las que forjaron el ideal amoroso de Occidente?

PD. Ya que hablamos de gente de aquellos tiempos, Alan Wilder (Recoil, Depeche Mode) publicó hoy una nota en Side Line. Suena reaccionario al hablar de los mp3, pero sus palabras sobre la compresión digital de música y las nuevas técnicas que usan productores son interesantes: así como el exceso de efectos especiales engendra películas estridentes y tediosas, las nuevas formas de producción discográfica crean discos aburridos y sin matices. Music for The Mases – I Think Not.

2/15/2008

el hype nuestro de cada día, dánoslo hoy

El hype es la tendencia que obtiene cobertura mediática y canonización cool de la noche a la mañana. Lo último, the next big thing. Puede ocurrir en pequeña o gran escala, en círculos especializados o en todo el orbe.

El hype y The Wire

Para la prensa musical internacional es algo odiado y amado. Se le odia porque celebra llamaradas de petate, de ésas que hacen ruborizar un par de años después de haberlas adorado (levante la mano quien se haya descargado toda la discografía de Godspeed You! Black Emperor y luego la mandó completita a la papelera de reciclaje; sí, la estoy levantando también).

Se le ama porque es la posibilidad de identificar un hito cultural antes que nadie. Así, uno de los motivos por los que la revista británica The Wire es tachada de snob es su tino para identificar o inventar (según a quién le pregunten) hitos de este tipo. Términos tan difundidos y discutidos como “post-rock” (1994) o “new weird america” (2003) salieron de sus páginas.

El hype en México

México no podía ser la excepción. La prensa escrita, los bloggers, los chicos que platican de grupos en los bares, muchos practican el deporte de identificar y desenmascarar hypes.

Lo que me llama la atención que es que lo hacen (hacemos) de una manera rara. Como ser hinchas del Real Madrid y no saber nada del futbol nacional, o seguir de cerca las campañas presidenciales de EU y no tener idea de la política mexicana. Los hypes, independientemente de su confiabilidad, para nosotros son algo que ocurre en otras partes, que llaman nuestra atención pero no ocurren en esta tierra.

Hace cinco años, hurgando en redes sociales de internet, encontrabas que los mexicanos escuchaban a los Fancy Free, Austin TV, Zoe y proyectos derivados de Nortec. Pasaron los años y ahora ves que esa misma gente escucha a… los Fancy Free, Austin TV, Zoe y proyectos derivados de Nortec.

Eso mientras en el resto del planeta nacían, se reproducían y morían numerosos mitos.

Nuestro Pop Revolucionario Institucional

Durante ese trance han nacido más bandas dignas de atención (y parece que la prensa extranjera ha estado más atenta a ellas que la nacional). Las mismas han recorrido el país para presentarse en vivo, tienen buena cantidad de contactos en MySpace y su música está en tiendas especializadas y programas de descarga.

Pero ese último salto, ése que hace que alguien te incluya en su perfil como una de sus bandas favoritas, no ocurre. Menos puedes soñar con pedir en un bar una de sus canciones.

Quizá nos hemos tomado demasiado en serio aquello de “don’t believe the hype”. O hay en nuestro rock y pop la misma continuidad y formación de dinastías que impera en otros aspectos de la vida nacional.

Como si las bandas afiliadas hace algún tiempo hubieran conseguido “hueso” o “plaza”, y aunque existan muchas nuevas éstas no tendrían su momento hasta que las anteriores terminen su mandato o se jubilen.

Un ejemplo sencillo, asómense al catálogo de Noiselab. Ahí siguen como novedad Jumbo y Zoe.

El hype como garantía de renovación y rescate

El hype, con todo y sus implicaciones desagradables, funciona como garantía de renovación y variedad. Depura el sistema periódicamente.

También rescata el pasado: aunque toda la “new weird america” fuera puro cuento, tan sólo por haber presentado a John Fahey a las nuevas generaciones ya tiene justificada su presencia.

Otro tanto hizo el brete por el post-punk con el que abrió esta década. Fuera de nuestras fronteras puede ser visto como un hambre malsana de novedades y modas pasajeras, pero de veras que me gustaría tantito hype por aquí, sólo para acelerar las cosas, para engrasar la máquina. Y, claro, que cada quien decida si cree en él o no.

1/25/2008

historias de comediantes

1. Sarah Silverman llega a sus espectáculos de stand-up comedy vestida con naturalidad. Pronuncia sus líneas con una dicción de concurso de oratoria y procura no hacer nada que indique que sus palabras van en broma. No abandona en ningún momento su personaje: toda una jewish american princess, poseedora de todos los clichés que se les atribuyen, y al mismo tiempo convencida de que el estereotipo que se tiene de negros, chinos y latinos no es otra cosa que la puritita verdad.

El resultado es poco más de una hora de chistes perfectamente incorrectos, pero en ningún modo racistas. El gatillo que dispara la comicidad, lo que hace reír, es ver a un individuo con serias dificultades para adaptarse a su entorno, para actuar conforme a la situación, uno que en lugar de la mejor decisión toma aquella que le dicta su terquedad, estupidez o flojera.

Lo mismo da si se trata de Tribilín cayendo a un barranco o personajes de John Waters teniendo sexo en una casilla electoral, el modelo es básicamente el mismo. Y si estamos atentos a él, veremos que en el caso de Silverman lo que está averiado y produce risa es esa percepción del entorno que padece su personaje, esa Sarah Silverman que hace suyos y lleva al absurdo los estereotipos.

Claro que es una forma riesgosa de comedia. Hay quien no entiende la broma y no sólo no ríe, sino que hace acusaciones. Como pasó con Guy Aoki, de Media Action Network for Asian Americans, quien exigió una disculpa de Sarah por haber usado el término “chink” para referirse a un chino. Al final, Sarah no se disculpó e incluyó el incidente con Aoki en su rutina cómica, si bien reconoció que el racismo es algo malo. “And I mean bad, like in that black way”, agregó.


2. Mucho más amable (pero no por ello menos efectivo) es La pelota de letras, monólogo donde Andrés López analiza varias generaciones de colombianos, desde los que todavía comprendían el cómo y el porqué de los trámites burocráticos, hasta la más reciente, iniciada la tarde del 11 de septiembre de 2001.

López es un cómico tradicional, lo que hace especial a La pelota de letras (y que la convirtió en el DVD más vendido de Colombia) es que sus caracterizaciones de cada generación no son traducciones forzadas de los “baby boomers”, la “generation x” y similares, sino producto de una atenta (y socarrona) observación de sus compatriotas.

Modismos aparte, la explicación de López es perfectamente compatible con nuestra experiencia mexicana. En ese esquema, yo pertenecería a una camada a la que no le daba vergüenza “cantar” canciones en inglés cuya letra desconocía (así “Smooth Operator” de Sade termina convertida en “En bus a Pereira, en bus a Pereeeira”) y que por motivos misteriosos pensaba que un bar es el negocio que lo puede sacar a uno de pobre.

Se supone que México tiene muchos más ejecutantes de stand-up comedy, pero no recuerdo que alguno se haya tomado el trabajo de botanearse a su gente y su tiempo tan a conciencia como este hombre. Lo más cercano que recuerdo pasó hace casi veinte años, en los primeros programas de La Caravana, cuando el Estetoscopio Medina Chairez contaba cómo se las apañaba para recrear las maravillas del comercio primermundista (un mall, un parque temático, etc.) en su lote baldío. Si alguien sabe de algo más reciente, déjeme un comentario y algún link, se lo agradeceré harto.


3. Y pensándolo bien, sí habría que acusar a Sarah Silverman de racista. En Jesus is Magic, su espectáculo itinerante luego editado en DVD, hace un solo chiste sobre mexicanos, es casi al final y le falta mucha mala leche para alcanzar a los que hace sobre negros, judíos, chinos y enanos. ¿Cómo no sentirse segregado?

1/10/2008

no es lo mismo enfrentar a godzilla que enfrentar a un tsunami

1. En una ocasión anterior, entre otras cosas, mencionamos la falta de cohesión que puede padecer una sociedad ante ciertas adversidades. Cité a Russell: en tiempos de guerra la cohesión es espontánea e inevitable, nadie puede darse el lujo de odiar a su vecino. Sin embargo, vemos que ante catástrofes naturales no surge necesariamente ese sentimiento de unidad generalizado, y no falta quien se dedique al saqueo y el pillaje.

2. En un conflicto (armado, deportivo, vecinal) cada uno desea, naturalmente, la victoria de los suyos: su país, su equipo, su familia. Ahora bien, esos a quienes consideramos “los nuestros” pueden formar grupos de muy distinto tamaño y tipo, esa idea de pertenencia es bastante maleable.

Un ejemplo deportivo. Cada vez que el América visita Monterrey, los aficionados locales desean la ruina de los americanistas. Pero cuando esos mismos americanistas representan a México en la Selección Nacional (la expresión “el equipo de todos” no es gratuita) los fanáticos regiomontanos, como los de todo el país, desean que anoten en la portería contraria, la del extraño enemigo que osa profanar con sus tachones nuestra cancha. Así, un mismo jugador que en una situación es tenido por enemigo, y como tal se le desea lo peor, en otra puede ser el héroe de los nuestros, porque entre una y otra ocasión se ha ampliado esa noción de “los nuestros”.

No tenemos en esos casos un juicio definitivo sobre un individuo, cambiamos de parecer según si consideramos que éste nos representa o no. Vemos a esos “nuestros” como una extensión, una prótesis de nosotros mismos, de tal modo que algo de sus logros recaiga sobre nuestra persona. Se les ofrece apoyo, pero en el fondo se trata de un asunto de supremacía personal, una postura egoísta. ¿Despreciable? No. Permite cierta cohesión social, temporal pero en constante renovación. Favorece el progreso. Pero no por esas ventajas debemos olvidar que se trata de un asunto de supervivencia, apenas maquillado de civilización.

3. ¿Hay esperanza de que esa noción de “los nuestros” se amplíe a grupos cada vez más y más grandes? No, tiene límites. Es una moral cerrada que necesita de adversarios y víctimas, nunca podría incluir a todo ser humano dentro de un mismo grupo.

Tomemos por ejemplo la opinión del mexicano promedio con respecto a la migración a los Estados Unidos. Se considera una ofensa que se levante el muro fronterizo, y también los métodos que la border patrol practica con nuestros compatriotas. Pero cuando un centroamericano camino de los EU es identificado como ilegal en México, se le detiene y se le deporta expeditamente, tal como harían los estadounidenses, y nadie encuentra nada anormal en que así sea.

4. En palabras de Henri Bergson:

El instinto social que hemos encontrado en el fondo de una obligación social tiende siempre –siendo el instinto relativamente inmutable- a una sociedad cerrada, por vasta que sea… Pero en sí mismo no tiene en cuenta a la humanidad. Es que entre la nación, por grande que sea, y la humanidad, hay toda la distancia de lo definido a lo indefinido, de lo cerrado a lo abierto. Se suele decir que el aprendizaje de las virtudes cívicas se hace en la familia, y que del mismo modo el amor a la patria prepara para amar al género humano. Según esto nuestra simpatía se haría más extensa por un progreso continuo, aumentaría sin sufrir variación, y acabaría por abarcar a la humanidad entera… Partiendo del hecho de que los tres grupos a que podemos ligarnos comprenden un número creciente de personas, se llega por ello a la conclusión de que estas ampliaciones sucesivas del objeto amado corresponden simplemente a una dilatación progresiva del sentimiento… Pero entre la sociedad en que vivimos y la humanidad en general hay, lo repetimos, el mismo contraste entre lo cerrado y lo abierto; la diferencia entre los dos objetos es de naturaleza y no simplemente de grado… ¿Cómo no ver que la cohesión social es debida en gran parte a la necesidad que tiene la sociedad de defenderse contra otras, y a la de que se ame en primer lugar a los hombres con quienes se vive, contra todos los demás hombres. (tomado de Las dos fuentes de la moral y de la religión)


5. Por eso es más sencillo conseguir esa cohesión social cuando hay un enemigo a la vista. Y entre más atemorizador se presente al enemigo, o más antiguo sea el odio que se le tiene, mejor funcionará la lucha contra él como elemento unificador de un grupo. Pero esa moral hace corto circuito al enfrentarse a un fenómeno natural. Si la amenaza es una fuerza ciega de la naturaleza a la que no se puede “vencer”, sólo protegerse y sobrevivir, ¿a quién se le da prioridad? ¿Cada quien para sí mismo, o cada quién para el grupo? Como decíamos al principio y la semana anterior, aquí la respuesta no es tan uniforme como en los conflictos armados, y aparecen la rapiña y el acaparamiento.

6. No hace mucho veía por televisión El día después de mañana, película donde el calentamiento global ocupa el lugar de Godzilla y los extraterrestres, las amenazas que se cernían sobre la humanidad en las anteriores películas de Roland Emmerich. “¿Cómo puede terminar una película de Emmerich sin monstruos? ¿Contra quién van a pelear los gringos aquí?”, preguntó un amigo. Efectivamente, el film tiene un final deslucido: sigue a un pequeño grupo de personajes salvando su pellejo, simboliza una hecatombe con un par de ancianos que románticamente son cubiertos por la nieve e interrumpe su anécdota a sabiendas de que el desastre no termina ahí. No parece un final, no con los parámetros de Hollywood que pretende seguir.

No es cosa de culpar a Hollywood por nuestra miopía estética o moral. Al contrario: los filmes con villanos reventones funcionan porque desde antiguo hemos tenido una respuesta más emotiva y uniforme ante ellos que ante amenazas impersonales. Y, como apuntábamos la semana anterior, así nos ocurre tanto en los conflictos representados como en los reales. Y, faltaba más, es motivo para pintar los conflictos reales con los colores de la representación.

7. La Guerra Fría del siglo pasado era explicable por el temor mutuo a desencadenar un conflicto que sería devastador para ambos bloques y para el resto del mundo. Pero su larga duración sólo es explicable por lo útil que resultaba para los dos bandos a la hora de pacificar a sus respectivos pueblos. Estadounidenses y soviéticos tenían una población numerosa y variopinta, en un caso por la constante inmigración y en el otro por haber aglutinado bajo una misma bandera varias naciones. La posibilidad de un monstruo extranjero dispuesto a acabar con su modo de vida resultaba eficiente, unía por el temor y el odio lo que no podía unirse cultural o económicamente.

Sin ir tan lejos, los votantes de nuestras últimas elecciones presidenciales no estaban muy al tanto de los programas de cada candidato. El impulso que les mandaba a las urnas era detener a la “ultra-derecha” o al “peligro para México”. Es una representación, dramatizada, y funciona.

8. En tiempos menos gazmoños estos motores para cohesionar grandes masas eran reconocidos abiertamente. Y con buena pluma:
Sin esta violencia en los comportamientos, común a hombres y mujeres, sin un aditamento de fanatismo e intolerancia, no hay entusiasmo ni eficacia. Apuntamos por encima del blanco para dar en el blanco. Cada acto contiene algo de exageración y falsedad en sí mismo.
Emerson, Nature (1881).
De ningún modo Emerson desconocía los peligros del fanatismo, pero no estaba retratando una utopía, sino el modo en que efectivamente se conduce el mundo. El inconveniente, para los creadores de monstruos que espantan multitudes, es que aunque trabajen con representaciones, la gente exige que la solución se ocurra en el mundo real, no el simbólico. Si no, véase cómo la caza, humillación y muerte de Saddam Hussein, por espectacular que fuera, no cambió en nada la apreciación que se tenía de la invasión a Iraq dentro y fuera de EU. Y el inconveniente de los que son gobernados por creadores de monstruos es que cada vez que esa imagen falla, prestamente se fabrican otras nuevas.

1/04/2008

historias de un pendejo

“Una sociedad en que cada uno es esclavo de todos apenas es mejor que aquella en que cada uno es esclavo de un déspota” Bertrand Russell, Autoridad e individuo.


1. Durante el 2007 me llamaron pendejo dos veces. Bueno, seguramente ocurrió más veces, pero estoy contando cuando lo hicieron desconocidos, y en mi carota. Dirán que eso no es ningún récord, que hay gente que recibe más ofensas en un solo día, pero sucede que no soy árbitro de futbol, no conduzco ningún vehículo y tampoco soy padre de adolescentes, así que lo considero toda una hazaña. Y una perspectiva bastante triste, porque en ambas ocasiones merecí ese calificativo por negarme a tomar dinero ajeno.


2. La primera vez ocurrió en un cajero automático. Encontré una tarjeta dentro del aparato, pidiendo a beeps ser usada o extraída. La saqué y me asomé a la calle para buscar al dueño. Sólo encontré a un anciano que hacía fila detrás de mí, quien me preguntó qué pasaba. “Nada, dejaron una tarjeta dentro del cajero”. “¿Y estás buscando al dueño?” Torció la boca y masculló la palabra. “Pendejo”. No dijo más, pero su expresión podía traducirse como “me la hubieras dejado a mí”.

La segunda fue en un puesto de hamburguesas. El encargado era nuevo y estaba hecho un lío con las cuentas: me dio el cambio de un billete de 200 cuando yo le había dado uno de 100. Se lo hice ver y le devolví lo que le correspondía. El tipo sentado a un lado de mí volteó y, sin dejar de masticar su hamburguesa, me escupió un “pinche pendejo”.


3. Olvídense de los funcionarios acusados de peculado, del criminal perseguido en varios países, del prestamista alevoso. Cualquier hijo de vecina piensa igual que ellos: “hay que tomar todo lo posible”. Lo curioso es que esos mismos hijos de vecina piden que rueden las cabezas de los funcionarios, criminales y prestamistas alevosos. Me consolaría pensar que me han tocado malos casos, que una encuesta amplia arrojaría otro perfil de nuestros coetáneos, pero es difícil albergar esperanzas.

En el 2006 se realizó la Encuesta Nacional sobre Lectura: los índices de lectura descubiertos no tenían nada sorprendente, las excusas fueron lo interesante. La mayoría de los mexicanos dijo no leer por carecer de tiempo, pero afirmó que los demás no leían por flojos. “Yo tengo motivos, los demás están mal”. Hasta ahí llega la cohesión de nuestra sociedad.

Decía Russell que en tiempos de paz podemos permitirnos odiar a nuestros vecinos, que en la guerra nadie puede darse ese lujo. No es posible no amarlos, todo mundo se siente unido frente a un mal mayor. Guerra no hemos tenido, pero durante las catástrofes climatológicas de los últimos años hemos visto cómo son saqueadas las casas abandonadas, y cómo provisiones recolectadas terminaron acaparadas por caciques locales. Hasta ahí nuestra cohesión frente a la adversidad. Imagino que a los ojos de esos caciques los que recolectaban los víveres eran sus pendejos.

4. Lo ingenuo sería pensar que esta situación es particular de nuestro lugar y tiempo. Lo cierto es que este gandallismo ha ido y venido por toda la historia de la humanidad. Por lo pronto, mientras sonaban las primeras campanadas del 2008, pedí tres deseos: quiero aumentar de peso, permanecer soltero y, sobre todo, seguir siendo un pendejo. Y espero que ustedes también.



Encuesta Nacional de Lectura 2006 (¡Eso respondieron, en serio! Ver páginas 43 y 45).

12/06/2007

in the nursery: entrevista a klive y nigel humberstone


Hace un mes comentábamos en este blog la visita a Monterrey de In The Nursery, banda compuesta por los gemelos Klive y Nigel Humberstone. En aquella ocasión dejé pasar la oportunidad de entrevistarlos, pero los Humberstone han tenido la amabilidad de responder algunas preguntas por correo ahora que están de regreso en su tierra, Sheffield.

Cuando un grupo decide musicalizar películas suele tomarlo como su actividad secundaria. ¿Cómo explican que ustedes hagan giras más largas y lleguen a un mayor público con estos trabajos?

KH: Siempre fuimos conscientes de que nuestra música tenía cualidades “fílmicas”, ya era así desde 1986, cuando lanzamos el álbum Stormhorse, que considerábamos una “banda sonora para una película imaginaria”. Canalizamos nuestras composiciones en dos proyectos diferentes, nuestros álbumes de estudio y los scores de la serie Optical Music para cine silente. Los festivales de cine internacionales han mostrado mucho interés por nuestros scores, eso que nos ha permitido viajar por todo el mundo con estos filmes. No lo vemos como una actividad secundaria, es otra vertiente de nuestra creación musical.

¿El público de sus presentaciones cinematográficas es diferente al de sus conciertos?

KH: El público varía de una presentación a otra, depende de la película. Mucha gente viene específicamente a ver la película, lo cual significa que habrá un amplio espectro de edades en la audiencia. Algunos fans vienen por la música y ahí descubren el cine silente. Cuando hacemos los scores de la serie Optical Music sólo estamos Nigel y yo, tocando con teclados, bajo, controladores de viento y otros instrumentos que varían según la película. Los conciertos de In The Nursery son distintos, con Dolores en la voz, yo con las percusiones orquestales, David con un tambor militar y Nigel en el teclado y el bajo. Las dos presentaciones son muy diferentes, pero igualmente placenteras para el grupo.

¿Cómo conocieron a Sarah Jay Hawley?

NH: El nombre de Sarah había aparecido en nuestras conversaciones repetidas veces, así que platiqué con ella, para ver la posibilidad de que viniera a nuestro estudio a hacer algunas pruebas. Yo había escuchado su trabajo con Massive Attack, así como sus nuevas canciones y estaba impresionado. Trabajar con Sarah fue un proceso realmente simple y productivo. Nuestro método consistía en que ella llegara sin conocer la música, le presentábamos palabras, frases y motivos mientras escuchaba el track. Con esa base ella formaba la letra de la canción, elaboraba melodías y todo lo que teníamos que hacer era grabar los resultados. Era algo muy directo.

Hubo flautas y cello en Era, su último disco. ¿Cambian estos sonidos orgánicos su proceso de composición y grabación?

KH: Normalmente escribimos las partes para flauta y cello en la computadora y pedimos a nuestros músicos de sesión que graben las piezas e improvisen a partir de ellas, luego trabajamos con esos resultados, escogiendo y descartando partes. Siempre hemos puesto atención en crear música que suene “real”, mezclando la parte puramente electrónica con registros de instrumentos orgánicos.

¿Cuál ha sido su experiencia en México?

KH: En nuestra última visita a México, este noviembre, nos dimos cuenta de que ya habíamos estado ahí seis veces. Nuestra primera vez fue en 1995, nos contactó una organización llamada Arteria. Estaban interesados en presentar a In The Nursery en la Sala Nezahualcóyotl. Fue la primera vez que se presento ahí un grupo que no tocaba música “clásica”. Hemos seguido trabajando con los promotores Carlos y Arturo desde entonces. Tenemos bastante cariño a México, particularmente al DF. Hemos formado amistades duraderas ahí.

Llevan 25 años trabajando juntos. ¿El hecho de que sean hermanos, gemelos, tiene especial relevancia para conseguir una carrera tan larga?

KH: Creo que nunca nos hemos puesto a analizar por qué nuestro método ha funcionado. Es sólo una intención honesta de hacer música juntos. Sí, debe tener mucho que ver con que somos gemelos. Crecimos compartiendo una amistad que nunca ha sido cuestionada y que permanece. Compartimos nuestra primera guitarra eléctrica a los 16 años, y compartimos la experiencia de ver en vivo a bandas como Joy Division, sabiendo que queríamos crear música así… nunca hemos tenido una alternativa al modo en que trabajamos, no conocemos nada mejor ni nada peor.

¿Alguna noticia sobre un nuevo disco?

Estamos componiendo un nuevo score para Optical Music. Esta vez para La pasión de Juana de Arco, la obra mestra que Carl Dreyer realizó en 1928, sobre el juicio y muerte de esta doncella guerrera francesa. La premiere será en abril de 2008 en la catedral de Sheffield, un adecuado tributo a nuestro hogar y al tema del film.

11/22/2007

una biblioteca en la palma de tu mano

En un principio me contaba entre los defensores del futuro del libro, de su primacía sobre los textos electrónicos. Curiosamente, fueron las opiniones a favor del libro las que me hicieron dudar.

A fines de los noventa George Steiner pasó por la UANL para hablar de las virtudes del libro, la conferencia fue recogida por diarios locales y nacionales. Uno podía repasar sus argumentos y estar de acuerdo con todos: sí, el libro es algo lindo, crecimos con él y lo extrañaríamos horrores si fuera desplazado. Pero de eso no se deduce que otros formatos no serían bien recibidos por los lectores.

La segunda pista la recibí de un conocido, estudiante de medicina, quien ni siquiera se percató de las implicaciones de lo que me mostró. Recordaba las mochilas de los aspirantes a médico de tiempos anteriores, cargadas de costosos y pesados volúmenes. Lo que mi amigo portaba en lugar de eso era una palm en la que había cargado una enciclopedia médica.

La lectura en dicho soporte no era precisamente cómoda, pero el daño ya estaba hecho: no pude librarme de esa imagen de comodidad y economía del libro en un soporte electrónico. No leer en la pantalla de una computadora personal o una laptop, sino en un aparato pequeño, de proporciones similares a las de un libro.


Amazon Kindle


Las cosas han cambiado desde aquella palm con vocación hipocrática. Amazon acaba de presentar su nuevo lector de e-books, Kindle, con un peso de 300 gramos, capacidad para 200 libros y un costo de 400 dólares.

No es el primero de su tipo, pero sí el que ha hecho más ruido: Jeff Bezos (CEO de Amazon) aparece en la última portada de Newsweek portando su nuevo juguete, junto a la leyenda “Books aren’t dead, they’re just going digital”, y la primera remesa de Kindle se agotó en poco más de cinco horas.

Es muy pronto para declarar a Kindle el triunfador en la carrera de los lectores de e-books. Sus servicios dependen demasiado de la compañía que lo ha creado, y sólo puede trabajar con archivos TXT, HTML y AZW (menos opciones que las que ofrece el HanLin eReader V3).


La biblioteca de Mircea Eliade


Contaba Mircea Eliade que su única ancla en el mundo era su biblioteca. Pasaba la mayor parte del año viajando, estaba en su casa muy poco tiempo. La única razón que poseía para tener una casa era su biblioteca, que tenía ocupar un lugar fijo en el mapa si no quería cargar con un montón de baúles por todo el globo.

Eliade falleció en 1986, bastante antes de que comenzará la especulación en torno a los e-books, pero sospecho que a un espíritu trashumante como el suyo no le habría desagradado la idea de liberarse de esa única ancla que por períodos breves lo obligaba a volver a casa.

Claro que los e-books tienen beneficios que podrán hacerlos atractivos a lectores más sedentarios: aparatos como Kindle poseen una pantalla mucho más amable con los ojos que la de una computadora, el tamaño de la letra puede modificarse a voluntad, con ellos se abaratarían costos de producción de textos, por no mencionar la cantidad de árboles que dejarían de convertirse en papel. Seguramente hablaremos mucho sobre los e-books este fin de año y durante 2008.

11/15/2007

in the nursery: man with a movie camera

Como otros grupos británicos de su generación, In The Nursery comenzó con un sonido industrial. Luego lo abandonó para desarrollar un estilo frecuentemente descrito como cinemático, y de esas bandas sonoras para películas imaginarias pasaron a las películas reales. A fines de los noventa los gemelos Klive y Nigel Humberstone recibieron una invitación, dentro de la serie Optical Music, para componer música que acompañara a clásicos del cine silente. El pasado 30 de octubre visitaron Monterrey para musicalizar en vivo Man With a Movie Camera de Dziga Vertov (1929).

La alineación habitual de In The Nursery incluye una vocalista (Dolores Marguerite C) y un percusionista, pero en sus incursiones cinematográficas el grupo consta únicamente de los Humberstone armados de laptop y guitarra eléctrica, una alineación compacta que les ha permitido viajar fácilmente a más ciudades.

En Monterrey actuaron en el jardín de la Zona Forum, por lo que Man With a Movie Camera tuvo un presentación inusual: fue proyectada en las diferentes pantallas que cubren los muros, produciendo la impresión de que tanto el grupo como los asistentes se encontraban cercados por las imágenes, un efecto favorecedor si consideramos las características de este documental.

Dentro la vertiente inagurada por Berlin: sinfonía de la gran ciudad (Ruttmann, 1927), y como lo haría décadas después la trilogía “Qatsi” de Godfrey Reggio, Man With a Movie Camera captura la vida urbana con la velocidad y los contrastes que la caracterizan. En ella vemos a un camarógrafo (el hermano del director) que recorre Kiev y otras ciudades soviéticas filmando el tráfico, las rutinas, los juegos y demás actividades cotidianas. Hay ritmo y composición, pero no una línea narrativa: la unidad la establece el ojo de la cámara y luego el del espectador. Y en este caso, la música, que aumentaba la sensación de motilidad y expectación. Lo que interpretó In The Nursery fue más atmosférico que incidental. Sólo cuando aparecieron en las pantallas una locomotora y una orquesta el grupo produjo ritmos y secuencias que emulaban las acciones del film.

Todavía unas horas antes de que iniciara la función ésta parecía improbable. Estaba anunciada en MySpace, pero no en la página del Fórum. A causa de la desinformación, prácticamente no acudió el público de In The Nursery, tampoco los cinéfilos. La audiencia se compuso en su mayoría de jóvenes que habían asistido a “La fragua del mundo” (el espectáculo emblemático) y al salir vieron actividad en la Zona Fórum. En todo caso, los Humberstone ofrecieron una actuación profesional, y tanto el sonido como las proyecciones funcionaron adecuadamente. Así que hubo incertidumbre y un público accidental, pero al final la música y el cine rebasaron estos inconvenientes.

Video: In The Nursery en Monterrey.

mundos de juego

“Lo que está pasando en los juegos hoy es una predicción confiable de lo que ocurrirá en los sitios de trabajo y las sociedades de mañana”. A esa conclusión llegaron John Seely Brown y Douglas Thomas en Why Virtual Worlds Can Matter, ensayo disponible desde el mes pasado.


MMOGs


Con juegos Seely Brown se refiere específicamente a los MMOG (Massively Multiplayer Online Game, juegos en línea para grandes grupos de jugadores), como World of Warcraft.

La continuidad y la coherencia de esos escenarios de juego, explican los autores, ha permitido que tanto la relación del jugador con el juego, como la de la vida virtual con la vida “real”, tenga más libertades y posibilidades.

No hay más una transferencia, sino que ambos mundos se traslapan: las decisiones grupales de los jugadores modifican el espacio de juego y sus instituciones; los conocimientos prácticos adquiridos en el mundo alimentan el juego y viceversa.

Además, la forma en que los gremios formados al interior del juego transmiten conocimientos a sus miembros, y su modo de tomar decisiones conjuntas, están introduciendo una nueva forma de aprendizaje.


Un entorno seguro permite innovación, reajuste y transformación


En esos espacios de juego, la identidad de un gremio no se define por su nacionalidad o edad en el mundo “real”, sino por un conjunto de experiencias compartidas.

Con esa premisa, y la tranquilidad que nace de actuar en un entorno seguro (los errores cometidos en el juego no merman la vida del jugador fuera de él), esos gremios desarrollan una capacidad de innovación, reajuste de realidades y transformación de instituciones que sería una maravilla ver en el mundo real.

Para decirlo pronto: ganas tenemos de que las administraciones de nuestros municipios alcanzaran los niveles de efectividad de los hechiceros y guerreros del juego.

Por mucho que los mundos virtuales y reales se traslapen, son precisamente las condiciones de seguridad y libertad que permiten los juegos (no una seguridad y libertad totales, son necesarias reglas que delimiten un espacio y las acciones que se realizan en él) las que chocan con el mundo real.

En el juego se permite explorar y experimentar, realizar hazañas y conquistas sin burocracias de por medio.


Jugando en el mundo real


Una generación de jugadores de WoW, entrenados en la búsqueda grupal de soluciones, se enfrentaría en la sociedad con una serie de criaturas y gremios mucho más perversos que cualquiera de los que aparecen en el juego.

Empresarios con hechizos de inmunidad que permiten prácticas monopólicas sin sanciones. Líderes de sindicatos y partidos que hacen ver simpático al Ojo de Mordor. Y sicarios que, a diferencia de los rogues, no necesitan de ninguna invisibilidad para cometer asesinatos.

Seely Brown no miente. Hay en este momento individuos con habilidades y formas de aprendizajes inéditas, y las han adquirido mediante el juego. Lo que su conclusión no considera es que, en las condiciones actuales de nuestras sociedades, no se permiten las libertades del juego en el trabajo ni en las funciones gubernamentales. Ahí lo que se estila son las decisiones serias. Serias e irresponsables.

10/30/2007

mucha música, poca mezcla

MTV, Jools Holland y las demasiadas opciones

A mediados de los noventa MTV Latino tenía un solo canal, pero en el había programas dedicados a géneros tan variados como el metal, la IDM (¡Pan Sonic y Autechre salían en MTV!) y la electrónica trotona. Ahora tiene una familia de canales, pero en ninguno de ellos aparecen videos de esos géneros.

Con este recorte en su horizonte de músicas no inauguró una tendencia, sencillamente se acopló a la tendencia general: en tiempos de descargas mp3, fanzines electrónicos y podcasts los seguidores de géneros minoritarios pueden buscarse su ración de música por su cuenta. No sólo pasa en MTV: en el show de Jools Holland (otrora una finura de programa) que vi hace unos días los invitados eran Black Eyed Peas y Foo Fighters.

No tiene caso ganar la atención de cada escena, de tantas escenas musicales. La única apuesta segura es dedicarse a los éxitos, ese subconjunto donde todos los demás conjuntos pop se intersectan. Lo mismo ocurrió en las revistas. La Biblia internacional del indie está en internet, en Pitchfork Media o Stylus Magazine, no esperen encontrar algo parecido en los puestos de revistas. The Wire y Rockdelux son garbanzos de a libra. NME, Les Inrockuptibles y Rolling Stone hace mucho que cedieron al espíritu de los tiempos.

Cuando las opciones a las que se tiene acceso son demasiadas, los canales mayoritarios no pueden y, estrictamente hablando, no tendrían por qué intentar abarcarlas todas.

Frere-Jones se pregunta por qué cansa Aracade Fire

La semana pasada el columnista Sasha Frere-Jones publicó en The New Yorker su juicio sobre la música indie en los últimos quince años.

Cuando los músicos negros tenían un éxito restringido, los músicos blancos adoptaban a placer elementos de su música, pero en el mundo posterior a The Chronic de Dr. Dre (1992) las reglas son diferentes. Cuando el intérprete de hip-hop comienza a recibir la misma o más atención que el rockstar, el rockstar comienza a cuidarse de adoptar poses y estilos de aquel.

Led Zeppelin tomaba lo que quería del bluesman Willie Dixon, y Dylan bebió hasta la embriaguez de la Anthology of American Folk Music. Ahora Devendra Banhart afirmar admirar a R. Kelly, pero no encontramos ni rastro de Kelly en su música. A comienzos de los ochenta The Clash miraba hacia el dub y el funk, ahora Arcade Fire interpreta cóvers de The Clash, pero no mira ni por asomo a las fuentes de The Clash.

A la primera leída me pareció que Frere-Jones extrapolaba casos aislados para postular que el indie se estaba encerrando en sí mismo. Pensé que, sin ir tan lejos, en los noventa había surgido un maestro del crossover como DJ Shadow. Entonces recordé que hasta él había terminado tomando partido: en The Outsider se repliega totalmente en el hyphy de la Costa Oeste.

Parece que Frere-Jones ha dado un buen tiro.

10/22/2007

el destino del álbum

La semana anterior hablábamos de los músicos que abandonan la industria disquera para distribuir sus grabaciones prescindiendo de los intermediarios tradicionales. Ahora bien, prescindir de los intermediarios tradicionales libera también de los formatos tradicionales.


El álbum como anormalidad y el juicio de Nik Cohn

Si en las disqueras se desatara un éxodo de grupos la música popular no estaría alcanzando conquistas inéditas, sino apenas recuperando una flexibilidad que poseía hasta antes de la invención del LP.

El cantor de corridos iba haciéndolos conforme le llegaban nuevas anécdotas, no se esperaba a reunir doce canciones que pudiera presentar como obra conceptual. Y el trovador de las Cortes de Amor no hacía dos singles acompañados de una decena de temas olvidables para rellenar sus presentaciones.

Todavía en la juventud de Elvis y Cash las canciones se entregaban de una en una, o de par en par. Hacían las canciones necesarias, ya fuera porque lo pedía la musa, su ego o sus acreedores.

El álbum surgió como una demanda del formato y del mercado. En la centenaria historia de la música popular aparece como una anormalidad nacida en el siglo XX.

Es una contingencia surgida de la posibilidad de abaratar costos ofreciendo mucho contenido en un solo contenedor, y también de la ascensión de los jóvenes como un jugoso y bien delimitado sector de mercado. Habla Nik Cohn sobre lo que ocurrió a fines de los cincuenta y principios de los sesenta:

(Antes) todo tenía que ser compartido con los adultos… los hombres de negocios nunca habían pensado en los jóvenes como una unidad comercial independiente, nunca habían pensado en que ellos tuvieran unos gustos y necesidades totalmente diferentes del resto de la comunidad. Las posibilidades se presentaron de golpe, como en una visión profética, y empezaron a moverse rápido, como locos. Como era de prever, los jóvenes compraron todo lo que se les puso por delante: motocicletas, pantalones vaqueros, aceites para el pelo y sobre todo música. Todo lo que había que hacer era calificar de teen cualquier tipo de objeto y ellos tendrían que comprárselo. Awopbopaloobop Alopbamboom: una historia de la música pop, 1968.


Unos son como Stephin Merritt, otros como Scott Walker

El álbum no puede desaparecer de la noche a la mañana, pues los grupos seguirán oponiendo resistencia: ¿cómo privarse de la esperanza de grabar un nuevo Pet Sounds o un Sgt. Pepper’s?

Por otro lado, para los compositores prolíficos sería una bendición prescindir de él: gente como Andrés Calamaro o Stephin Merritt podrían difundir sus obras sin tener que hacer extensas negociaciones o meterle soberanos sustos a una disquera.

Y los que viven lejos del mundo y sus prisas, como Scott Walker, podrían grabar una sola canción si una sola canción es lo que han hecho en el último año.

No escribamos todavía la esquela del álbum. Podría tardar en desaparecer o no hacerlo nunca. Sólo pido que, si muere, no le lloremos tanto: tendríamos música con la flexibilidad de los viejos tiempos y la velocidad de transmisión de los nuevos. Nos estaríamos desprendiendo de algunos vicios adquiridos en el último medio siglo.

10/16/2007

fugas en la industria disquera

Desde el diez de octubre está disponible en la página web de Radiohead su nuevo disco, In Rainbows, listo para ser descargado por la cantidad que el público quiera pagar, incluso gratis. Pocos días después Trent Reznor anunció que él también prescindiría de contratos discográficos y ofrecería sus grabaciones directamente a los seguidores de Nine Inch Nails. Los anteriores discos de estos grupos habían aparecido en Capitol e Interscope, subsellos de EMI y Universal, dos de los “cuatro grandes” de esa industria.


Buen negocio para Radiohead y Nine Inch Nails

Las notas periodísticas subrayan la popularidad de ambas bandas como un antecedente que hace inaudita su decisión. En realidad, además de un acto de reivindicación podría tratarse de un buen negocio.

Con la escasa ganancia que reciben los grupos de la venta de discos y la cantidad de grabaciones que circulan gratuitamente, incluso antes de su lanzamiento oficial, lo único que una major puede ofrecer a un grupo es mercadotecnia y dolores de cabeza.

Con más de una década de difusión masiva, tanto Radiohead como NIN pueden prescindir de ambas cosas y todavía obtener ingresos por presentaciones y artículos para coleccionistas.

En este escenario, una edición posterior del álbum en un formato físico sería más un artículo de colección que un soporte de la grabación.


Scot Cohen y The Orchard

Respuesta de Alice Enders (de Enders Analysis) al Daily Telegraph con respecto a esta tendencia:

Es un caso típico de esta época, la venta de música en establecimientos está a la baja y la música vendida por internet está ascendiendo. Pero, por otro lado, si eres un desconocido sigues necesitando marketing, y tus beneficios económicos estarán repartidos, pues cuesta administrar un sitio web que realiza transacciones económicas.

Lo que omite Enders es que no falta quien se adapte más rápido y quiera llenar el vacío dejado por las disqueras. Ejemplo: TheOrchard.com, activa desde 1997 y especializada precisamente en marketing y distribución en internet para desconocidos, casi desconocidos y unos pocos que no lo son tanto.

En palabras de su fundador Scot Cohen:

Ya no podemos hablar en términos de sectores de mercado por edades. En la actualidad hay que hablar de sectores psicogeográficos, por intereses, origen, comunidades… son conceptos que una independiente no tiene por qué conocer. Ése es nuestro papel; el suyo es encontrar y publicar buena música. Rockdelux No. 243.

Muchos grupos de The Orchard tienen ventas modestas, pero la supervivencia de esa distribuidora nos dice que han sabido llegar con poca inversión al público idóneo para cada banda. Un sistema de pequeña escala pero muy efectivo.


Vuelven el vinil y la tornamesa

Salgamos un poco de tema. Mientras los grandes sellos se dan por vencidos con el software para prevenir el copiado de música y grupos populares abandonan el sistema discográfico tradicional, me ha tocado ver cada vez en más establecimientos de mi ciudad tornamesas de reciente factura, las mismas de diseño vintage que antes sólo se vendían en Sanborn’s como curiosidad.

El propio disco de Radiohead, cuando vea la luz en un soporte físico, lo hará en vinil. Y una de las bandas locales con más kilómetros recorridos, Los Llamarada, está publicando sus canciones exclusivamente en vinil.

Tiene sentido. Si la mayoría de la música la conservas como archivos en tu computadora o iPod, y te decides a poseer en un formato tangible sólo los discos que más aprecias, ¿por qué mejor no hacerlo en viniles, con más posibilidades estéticas y de nostalgia que un compacto? ¿Para qué sirve un CD de música a estas alturas?

10/08/2007

wii y facebook: recreo para adultos

No quiero hablar de juegos, sino de la gente que los juega. De los que los juegan, pero también de los que quisieran jugarlos, lo sepan o no. De todos, pues.


Wii


Escuchando una conversación entre gamers: “el Wii es el videojuego para la gente que no jugaba videojuegos”. El gamer con dos décadas en el medio lo dice con condescendencia, tolera al Wii pero le incomoda en la medida en que lo despoja de su singularidad.

Si, como pretende Nintendo, el control inalámbrico del Wii llega a manos de, o al menos es deseado por, cualquier adulto que trabaje, tenga sexo y pague impuestos, jugar videojuegos será tan poco distintivo como trabajar, tener sexo o pagar impuestos.

Hay anuncios del Wii protagonizados por adolescentes, pero lo novedoso son los otros, los que muestran oficinistas y ancianos deseosos de jugar.

La consola aparece poco en los anuncios, tiene prioridad su logo que surge como runa que ofrece la salvación a esos adultos: una invitación a jugar que es socialmente aceptada aunque no conlleve deporte o flirteo. “Lo sabemos, quieres jugar. Está bien. Todos lo queremos”.


Facebook


Uno de los detalles que ha disparado el éxito de Facebook ha sido el lanzamiento de Facebook Plataform el mayo pasado, que permite a cualquier programador ajeno a la empresa crear nuevas funciones para los usuarios. ¿Y qué ha hecho la gente con esta opción? Jugar.

En algún momento tuve cuentas en MySpace y Fotolog, pero la interacción que propiciaban estos sitios me aburría y pasaba días sin visitarlos. Las relaciones en Facebook son diferentes, se parecen más a un recreo en la primaria.

Hay chismógrafo (“Are you interested in me?”), se puede jugar a la casita (“My room”) o los monstruos (ser un vampiro y convertir a los demás). Todo es elemental, muy lejos de los Sims o Second Life, pero ha atraído a muchos que no hubieran invertido tiempo en esas elaboradas vidas alternas.

Wii y Facebook no son, ni por asomo, la versión más acabada de esta tendencia, apenas son síntomas. Las industrias del entretenimiento y la socialización suelen crear necesidades, en ello está uno de sus mecanismos de conservación y crecimiento, pero me parece que en este caso no han creado una necesidad: la encontraron. Un vacío en la experiencia del adulto que no había sido explotado.


El juego en el mundo adulto


Como invenciones culturales, la infancia y la adolescencia proveyeron al niño de un nicho libre de responsabilidades mayores, donde y durante el cual podían jugar e instruirse.

Esa tregua con los pequeños permitió a la civilización prescindir de los oficios, formar un mundo de profesionales y técnicos, así como acelerar la creación de comodidades que se convierten en nuevas necesidades. Este tipo de civilización vedó al adulto su acceso a lo lúdico y lo educativo.

El individuo productivo no tiene tiempo para jugar o aprender, sólo para entretenerse: hacer una pausa en lo que llega la hora de dormir, en lo que llega el lunes.

Aunque en las últimas dos décadas se haya hablado mucho de educación continua, no se han creado esquemas que cedan tiempo para practicarla. El juego no esperó a que le dieran permiso y se abrió paso en el mundo adulto.

9/28/2007

la biblioteca de lucien


The Jessamy Brides, Virginia Woolf


The Jessamy Brides es una historia que sólo existió en la cabeza de Virginia Woolf durante algunos días de 1927. Era una fantasía sobre dos chicas que desde lo alto de una torre podían contemplar todo el mundo y diferentes tiempos.

Como Las olas, cuyo primer bosquejo no involucraba al mar, sino a unas polillas que entraban por la ventana al cuarto de Virginia, esas Novias de Jessamy se transformaron en Orlando, la criatura andrógina de larga vida inspirada en Vita Sackville-West (o la carta de amor más larga que se haya escrito, según Borges).

Con ello, la historia de las jóvenes vigías desapareció para siempre. Sabemos lo que pudo haber sido por lo que Woolf escribió en su diario en esa época.

Pero en cierta forma esa historia existió, incluso fue un texto invaluable durante los noventa. Al menos para mí.

Pensando que The Jessamy Brides era un libro independiente y terminado, no el gérmen de Orlando, y habiendo quedado fascinado por los apuntes de esa historia que aparecen en los diarios de Woolf, me di a la tarea de buscarlo en diversas recopilaciones, sitios web, foros y bibliotecas.

Cuando descubrí que no estaba incluido ni en sus Relatos Completos comencé a sospechar que estaba cazando un fantasma. Como uno es de luces muy cortas, eso ocurrió años después de haber leído el diario.


Two Figures by a Lake, Briony Tallis


Si preguntan a alguien que haya leído con atención Atonement, la novela de Ian McEwan, qué se cuenta en Two Figures by a Lake, cómo es ese relato, el interrogado podrá darles varios detalles, incluso decirles el estilo que posee, a pesar de que no está escrito en ningún lado.

Entre las dos pastas de Atonement caben varios niveles de ficción y diversos registros, pero su mejor toque, por inexistente, es Two Figures by a Lake.

Se trata de una novella escrita por Briony Tallis (protagonista de la novela), donde refiere el día en que se le concedió un atisbo del mundo de los otros. Que es también el día en que ella arruinó varias vidas, pero eso lo averigua el lector gracias a los demás capítulos de Atonement.

El lector sabe lo que Briony sentía y sabía a esa edad, que escribió esa historia y la envió a una revista literaria para que consideraran su publicación.

Además, por la carta que recibe de la editora, sabemos que ese texto de juventud es un monólogo interior y que la autora posee un talento inusual para su edad. Viendo las ambiciones de la chica, la editora le recomienda leer a Virginia Woolf y Henri Bergson.

La única línea de ese borrador que aparece como tal bien podría haber salido de una obra de Woolf: “the leonine yellow of high summer” (el amarillo leonado del alto verano).


La biblioteca de Lucien en The Sandman


En The Sandman (el cómic escrito por Neil Gaiman durante los ochenta y noventa) había un personaje, Lucien, que tenía bajo su custodia todos los libros soñados por los mortales, incluidos los que nunca fueron escritos.

Ahí aparecían títulos como Love Can Be Murder de Raymond Chandler, The Conscience of Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle y Alice’s Journey Behind the Moon de Lewis Carroll. Otros de los volúmenes preservados por Lucien eran sueños dentro de sueños: libros apócrifos citados en obras que sí habían sido escritas. Apócrifos para nuestro mundo de vigilia, no para Lucien. Imagino que su biblioteca cuenta con un par de buenos ejemplares de The Jessamy Brides y Two Figures by the Lake.

Intenté averiguar para esta nota la fecha exacta en que Virginia Woolf escribió en su diario sobre The Jessamy Brides. Al hurgar en mi librero descubrí que de los tres tomos que tengo de sus diarios, el único que he perdido es el que incluye las entradas de 1927.

Comencé a dudar de la anécdota. También de la fecha. En este momento ese tomo bien podría estar en la biblioteca de Lucien.

9/19/2007

la lengua del fórum

Hace tres años, a propósito el Fórum de las Culturas en Barcelona, Rafael Gumucio publicó un artículo donde extraía su interpretación general de pequeños acontecimientos, instantáneas que decían más que una panorámica de lo ocurrido.

En una de ésas refería una conferencia traducida simultáneamente a varios idiomas, entre ellos el catalán y el de los sordomudos, pero no el español. A pesar de encontrarse en España, todos estaban en mejor situación para comprender aquella plática que él, un hispanohablante. A partir de esa escena absurda Gumucio explicaba que el quid de ese primer Fórum, más que los problemas globales anunciados en los folletos, era promover a Barcelona (que no a España) como la capital de la gestión cultural en el Mediterráneo. Un asunto de turismo cultural.

Las críticas a la pertinencia, administración y difusión del Fórum regiomontano que arranca mañana han salido de las más diversas bocas. En mi experiencia personal, son los taxistas los que se llevan el primer lugar como opinadores freelance al respecto. Lo que me llama la atención en este momento, ya pasados (o casi) los preparativos y todavía en espera de los hechos, son los problemas de traducción y comunicación que padece.

Uno de los primeros encuentros mundiales programados es el interreligioso, con la participación del Parlamento de las Religiones del Mundo. Todavía hoy aparece en su página oficial, cpwr.org, una invitación para la cita en Monterrey y un link a la página del Fórum 2007, con la aclaración “spanish only”.

Este error de los organizadores, invitar a visitantes de todo el mundo pero hacerlo sólo en español, ha sido corregido en últimas fechas (ahora el sitio está disponible en francés e inglés) pero ya es muy tarde. A un día de la inauguración los hoteles de la ciudad no tienen el lleno previsto y sólo entre un 15 y un 25 por ciento de los huéspedes son visitantes extranjeros. Y en Wikipedia hay más información sobre la siguiente reunión del Parlamento de las Religiones (Melbourne, 2009) que sobre la que está por ocurrir en Monterrey. Este problema no tiene ninguna justificación monetaria posible, el costo de traducir la página web era prácticamente nulo.

En el extremo opuesto, me comentan que al abrirse el nuevo paseo de Santa Lucía al público hubo una lancha, cargada de paseantes mexicanos y con un solo turista estadounidense, donde la guía comentó el recorrido únicamente en inglés. Ambos ejemplos muestran intentos de comunicación frustrados, pero a diferencia de la anécdota de Gumucio, donde puede interpretarse la ideología unidireccional del Fórum barcelonés, éstos envían un mensaje equívoco. “Queremos que se hable de Monterrey, pero no sabemos cómo hablar de Monterrey”.

9/11/2007

menos es más: cuatro conciertos en monterrey

Hablando de rock, pop, similares y conexos, las dimensiones del escenario y la cantidad de público esperado para un concierto afectan, notoriamente, la forma en que un grupo aborda su repertorio.

La autogestión y los foros pequeños no son una panacea que mejore a toda banda que se ampare en ellas, del mismo modo que firmar para una transnacional y llenar arenas no tendría por qué condenar a nadie. Lo que muere en el tránsito del bar al estadio no es la calidad del músico ni la de sus composiciones, sino las posibilidades con que cuenta para transformar esas composiciones en una noche imprevista y memorable.

Ante un público de miles y tras una enorme inversión en equipo y espectáculo sólo queda una opción: dar a esos miles aquello por lo que han pagado, un rosario de singles interpretados del mismo modo que en los discos. Y pobre del que se salga del guión.

Aunque en los últimos años he saldado deudas con la nostalgia, viendo algunos de mis grupos favoritos de adolescencia, esos conciertos no dejaron la misma satisfacción que me produjeron otros músicos que, en principio, ocupaban un sitio más modesto en mi corazón, pero que gracias a la cercanía que tuvieron con su audiencia, y a que se permitieron reinventar su cancionero, dejaron muy buena impresión. Aquí hago un breve repaso de esas ocasiones.


Pole Trio (31 de marzo de 2006, Café Iguana)

El prestigio de Stefan Betke estaba asentado en el glitch y su personal revisión del dub, es el típico “chico que hace ruiditos con su laptop”. Nadie estaba preparado para lo que hizo esa noche.

Llegó con bajo y batería, y les dejó tramar ritmos acelerados que él arropó y matizó desde su cacharrería análoga y digital. Hubo pasajes al inicio en los que, de no ser por convencionalismos, el público podría haber armado un headbanging en plan Slayer.

Empezó con dos horas de retraso y tocó durante una hora. A nadie le molestó.


The Whitest Boy Alive (27 de febrero de 2007, Café Iguana)

De Dreams sólo me habían ganchado dos canciones, iba por ellas y porque en mi ciudad no tocarían Kings of Convenience. Pronto desapareció toda reticencia: nunca he visto tanta gente bailando en el Iguana sin DJ de por medio.

Apoyado por una banda curtida en la improvisación y un amplio espectro de músicas, injertando en su set disco, funk, guiños al dance de los noventa y a sus colaboraciones con Röyksopp, Erlend convirtió los cuarenta y pocos minutos del álbum en dos horas sin desperdicio ni pausa.


Ninetynine (10 de agosto de 2007, Fiesta Garage)

Guitarra, teclado, batería aporreada sin piedad y ¿vibráfono? Sí, pero la instrumentación no era lo más inusual.

Cada integrante de este grupo australiano tocaba por turnos los diferentes instrumentos y cada quien les imprimía una sonoridad y técnica particular.

Recibimos rock sin adjetivos de buena factura, espíritu riot sin telarañas, así como un constante cambio de posiciones y ritmos.

Al día siguiente tuvieron que recordarme que hubo problemas de sonido y que un tipo se metió a fastidiar al escenario, el subidón de adrenalina me había hecho olvidar esos detalles.


Jessie Evans & Toby Dammit (6 de septiembre de 2007, Aura)

El más reciente. Eran sólo dos en el escenario: la ex The Vanishing cantando y al saxofón, junto a Dammit y su porte de caballero sureño en la batería y las maracas rumberas.

Había ocasionales secuencias y caja de ritmos, el set fue breve, incluso tuvieron que repetir una canción al final y ella pidió disculpas (en castellano) por no tener más qué ofrecer. ¿Por qué fue magnífico? Sucede que Evans se convierte sobre el escenario (y bajo él, entre la gente y montada en la gente) en una imposible heredera de Josephine Baker y Louise Brooks poseída por la voz de Siouxsie Sioux.

Para cuestionar cualquier otra cosa que te quieran presentar como revival de cabaret.

Esta selección es subjetiva y obviamente quedan fuera otros que podría haber disfrutado pero estúpidamente me perdí. En todo caso, cada vez me convenzo más de que los conciertos placenteros ocurren en corto, entre pocos y con el grupo dispuesto a transfigurar su música, mutarla en algo que sólo sobrevive esa noche. Los arrejuntes de masas, frente al ídolo que repite su rutina de años, están bien para las campañas electorales y los acarreos sindicales. El rock respira mejor lejos de ellos.

8/20/2007

dupuy, berberian y monsieur jean

Philippe Dupuy y Charles Berberian viven del diseño publicitario, la bande dessinée (como llaman los galos al cómic) les deja más dolores de cabeza que ingresos. Estrictamente hablando, no necesitan trabajar juntos, dado que ambos escriben y dibujan, pero llevan más de veinte años creando historietas a cuatro manos. Su obra más conocida es la serie de Monsieur Jean, un treintañero que se ha dado de topes con la vida, crecido y madurado (es un decir) junto con sus autores.

Jean cuenta hasta el momento con siete volúmenes, el primero publicado en 1991, y se inscribe en la línea de historietas que capturan la cotidianeidad y la vida del individuo promedio. Lo que lo aleja de sus semejantes americanos es un trazo más caricaturesco y romántico, así como referencias a una cultura popular que se inclina más hacia Billie Holiday que a la MTV. En un primer acercamiento lo que más llama la atención del lector es cómo sus personajes, de aspecto gracioso, tienen historiales tan melancólicos.

Como sus inventores, Jean escribe. No comics, sino novelas, aunque sólo tiene una publicada. Su cocierge le hace la vida imposible, mientras la ciudad y sus amigos parecen empeñados en reencontrarlo con viejos amores, ocasiones que permiten a Dupuy y Berberian realizar flashbacks a su primera juventud. Emocionalmente hablando, tiene en un extremo al niño que alguna vez fue, quien escribió una carta al Jean adulto para recordarle sus deseos de infancia; el otro extremo lo representa su vecino, un anciano suicida que le muestra lo mal que pueden terminar las cosas cuando se envejece aislado del mundo.

En su imaginación Jean se ve a sí mismo como un batallón guarecido en un castillo medieval con la inscripción “Déjenme solo” a la entrada. Hacia el tercer volumen, Les femmes et les enfants d’abord, el rey ciego y sordo del castillo ordena bajar el puente levadizo para que entre Cathy, con quien Jean sienta cabeza, se convierte en padre e inicia un nuevo ciclo. Une certain équilibre, la más reciente entrega de la serie, se centra en las historias de sus amigos: un desastroso padre soltero y una chica que lidia con el mal de Tourette y la incapacidad de encontrar un hombre que valga la pena. Parece una colección de desencantados, pero cada subtrama es resuelta, si no con un final feliz, sí con humor, haciendo a los personajes entrañables y permitiendo al lector identificarse con su situación.

Las dudas que enfrenta Jean hacia la mitad de la serie son un reflejo del momento del momento delicado por el que pasaban sus autores, sobre todo Dupuy. Para exorcizar sus males, Berberian tuvo la idea de escribir Journal d’un album, el “making of” de Monsieur Jean, repaso autobiográfico donde comparten con los lectores su proceso creativo y conflictos personales.

Ante el empuje de la nueva generación de la bande dessinée (representada por Joann Sfar y Manu Larcenet) Dupuy y Berberian han pasado a la categoría de clásicos en Europa. El resto del mundo comienza a descubrirlos gracias a las traducciones al inglés realizadas por Drawn & Quarterly. Esa casa publicó el año anterior Get a Life, que reúne los tres primeros tomos de Jean, así como el Journal d’un album, rebautizado como Maybe Later. Ambos tomos abandonan el formato de álbum para cumplir con los estándares del cómic americano (más compacto), pero dejando intacta la gracia y melancolía del original, por lo que se recomienda su lectura para iniciarse en la obra de este dúo.

PD. Existen traducciones al castellano de Monsieur Jean, de la editorial española Norma. Paradójicamente, en México esas versiones son más difíciles de conseguir que los originales o la edición estadounidense.

8/13/2007

tony wilson (1950 - 2007)


Como Dylan tomando la guitarra eléctrica en Newport, o los primeros agarrones entre sound systems en Jamaica, lo que pasó en Manchester a fines de los setenta (y de manera atenuada durante la siguiente década) fue decisivo para la historia de la música popular. El rock tuvo ahí y entonces un renacimiento: la refundición de todo su pasado en el post-punk, el gran semillero de los subgéneros por venir. Uno de los principales promotores de esa escena fue Tony Wilson, quien falleció el pasado viernes.

Para los padres de familia de Manchester era sólo un conductor televisivo. Para sus hijos, el tipo que desenterraba a los grupos más arriesgados y les daba una disquera sin contratos (Factory Records), un escenario (The Hacienda) y espacios en la televisión.

La suya fue una historia grande para el rock, pero no para su cuenta de ahorros. Ian Curtis, el cantante de Joy Division (la gran joya de Factory), se ahorcó en vísperas de la gira por Estados Unidos que hubiera llevado al grupo al reconocimiento masivo. Los sobrevivientes del grupo se transformaron en New Order, impecable cruce entre el rock y la música de baile que conoció el éxito en las listas y entre la crítica, pero que en la cúspide de su carrera dejó a Tony esperando durante tres años para editar un nuevo disco. Lo de los Happy Mondays fue un asunto aparte: patrocinar cualquier proyecto de Shaun Ryder era un suicidio financiero. Para rematar, el famoso club fundado por Wilson, The Hacienda, siempre estaba abarrotado pero los clientes lo dejaban sin ganancias porque preferían meterse éxtasis a comprarle alcohol.

La mejor introducción a su vida y obra es la película 24 Hour Party People (Michael Winterbottom, 2002), retrato de la escena mancuniana en el que se narran momentos trágicos y desencuentros violentos con aire de comedia, sin que por ello el mito pierda lustre. Tony Wilson tendría después un pequeño papel en A Cock and Bull Story, la adaptación de Tristram Shandy filmada por Winterbottom, donde él y Steve Coogan (el comediante que hacía de Wilson en 24 Hour Party People) se interpretan a sí mismos. La última gran empresa de Tony también estuvo relacionada con el cine: coprodujo Control, la biopic sobre Ian Curtis que Anton Corbijn presentó en el último festival de Cannes. Los avances de Control disponibles en YouTube no son muy alentadores, pero tampoco sería la primera película recomendable con un trailer desafortunado.

Wilson lidiaba contra un cáncer de riñón desde el año anterior, por lo que fue operado y recibió quimioterapia, sin conseguir que su estado mejorara. Finalmente, fue un ataque al corazón lo que lo venció, la tarde del 10 de agosto. De acuerdo a las declaraciones que hizo poco antes de morir, no se sentía satisfecho con sus logros y seguía planeando nuevos proyectos. No alcanzó a ver el estreno comercial de Control, ni la versión ampliada del festival In The City (el “South by Southwest británico”, organizado por él y su compañera).


PD. Si no hubiera muerto Tony Wilson hoy estaría hablando sobre la tocada de las Ninetynine en Monterrey. Ocurrió el sábado y hasta el momento es mi segundo concierto favorito de este año, sólo por debajo de The Whitest Boy Alive.