5/27/2008

those we don't speak of

Hasta entonces los adolescentes estaban aterrorizados por las apariciones de las máscaras. Una de estas los persigue a latigazos. Excitados por el iniciador, lo detienen, lo someten, lo desarman, le desgarran la ropa, le quitan la mascara: en él reconocen a un anciano de la tribu. En lo sucesivo pertenecen al otro campo. Infunden miedo. Untados de blanco y enmascarados a su vez, encarnan los espíritus de los muertos, asustan a los no iniciados, violentan y atacan a quienes atrapan o consideran culpables. Con frecuencia, permanecen constituidos en hermandades semisecretas o pasan por una segunda iniciación que los afilia a ellas... Toda sociedad secreta posee su fetiche distintivo y su máscara protectora. Cada miembro de una cofradía inferior cree que la mascara guardiana de la sociedad superior es un ser sobrenatural, mientras que conoce demasiado bien la naturaleza del que protege la suya.
Roger Caillois, en Los juegos y los hombres, hablando de pueblos como los lobo de Alto Volta (hoy Burkina Faso).

cfr. The Village (Shyamalan, 2004) .



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pasmarotes (tú y el Shyamalan).

Gente como él es muy pasmarota, no suelen improvisar en sus historias, se nutren de lo que leen y lo que les gusta.

Y hablando de gente así, hace poco leí una tira de Calvin y Hobbes donde estoy casi seguro de que la mamá de Calvin cita a Montaigne. Deja la busco y te la paso.

Berenice dijo...

Me dio miedo.