5/08/2014

macedonio fernández y la película invasión

El guion de Bioy Casares y Borges

Invasión es una película de 1968, escrita por Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y el director Hugo Santiago Muchnick. Uno de los personajes lee en voz alta un libro:
—Uno de los presentes —dijo Morlock— es el asesino, lo supe en cuanto vi que la pipa de ámbar no estaba en su lugar. Además, el mastín no había ladrado.

Burton palideció. El Doctor Doyle sacó un pañuelo y limpió meticulosamente sus lentes. Morlock seguía jugando con la cucharita del té. Hecha su declaración, parecía ahora desentenderse. Al fin habló...

Cuando la lectura llega a ese punto otro escucha que los llaman y dice "está de Dios que no sabremos el final". Sabiendo que Borges está metido en esto asumiremos que el nombre Morlock alude a La máquina del tiempo, que Morlock y el Doctor Doyle son un trasunto de Holmes y Watson, y que el otro apellido se lo pidió prestado a Richard Francis Burton.

Invasión desapareció durante la dictadura argentina y fue rescatada a comienzos del milenio. La ciudad que en la película se llama Aquilea es una versión esencial de Buenos Aires, del mismo modo que el líder de la rebelión, un anciano de poncho y bigotes llamado Don Porfirio, es esencialmente Macedonio Fernández (1874-1952).

El documental de Ricardo Piglia

Hay dos sencillas introducciones a Macedonio. Está el documental (1995) de Ricardo Piglia que termina con la afirmación "el siglo próximo será macedoniano". También la antología preparada por Borges en 1961, que no pierde valor aunque ahora se estile decir que Borges hizo un mito de Macedonio, el de una figura socrática, más dialogal que literaria.

Macedonio no le daba el menor valor a la palabra escrita; al mudarse de alojamiento, no se llevaba los manuscritos de índole metafísica o literaria que se habían acumulado sobre la mesa y que llenaban los cajones y armarios. Mucho se perdió así, acaso irrevocablemente. Recuerdo haberle reprochado esa distracción; me dijo que suponer que podemos perder algo es una soberbia, ya que la mente humana es tan pobre que está condenada a encontrar, perder y redescubrir siempre las mismas cosas. (p. 15)

En 1897 el padre de Borges, Julio Molina y Vedia (luego autor de las obras utopistas La nueva Argentina y Hacia la vida intensa), Arturo Muscari y Macedonio Fernández planearon fundar una colonia anarquista en Paraguay que, en palabras de Borges, "duró lo que suelen durar esas utopías".

Ahí no terminaron sus aventuras en la fantasía política. Este hombre que se presentaba como el metafísico de su barrio y que en 1910 había trabajado como fiscal, en 1927 se dijo "es más fácil ser presidente que farmacéutico" y...

Durante un año o dos jugó con el vasto y vago proyecto de ser presidente de la República ... lo más necesario (nos repetía) era la difusión del nombre... convenía insinuarse en la imaginación de la gente de un modo más sutil y enigmático. Macedonio optó por aprovechar su curioso nombre de pila; mi hermana y algunas amigas suyas escribían el nombre de Macedonio en tiras de papel o en tarjetas, que cuidadosamente olvidaban en las confiterías, en los tranvías, en las veredas, en los zaguanes de las casas y en los cinematógrafos. (pp. 17-18)

El documental de Piglia nos cuenta otras estrategias macedonianas:

En una carta a su primo Marcelo del Mazo le habló de su "acción marginal política". Introducir al mundo cucharas que se disuelven, monedas pequeñas que son más pesadas que las grandes, etc. para luego resolver esos problemas. Crear un agujero negro, inquietud.

Frustrados estos planes, el autor y sus amigos, Borges incluído, decidieron escribirlos en una novela que se llamaría El hombre que será presidente. Luego Macedonio le dio largas al proyecto y no pasó del bosquejo.

Resulta significativo que, tantos años después, el Don Porfirio de Invasión ya no busque la presidencia, que le baste dirigir a la resistencia en contra de los hombres de gabardina, poseedores de máquinas mortales. Una resistencia fraguada en pláticas de café y con un asentamiento en la frontera. Macedoniana, pues.

4/28/2014

la isla de la guerra


... el mundo de la antigua Frankie era el mejor de los tres mundos. Coincidía con Berenice en las principales leyes de su creación, pero añadió muchas cosas: un avión y una motocicleta para cada persona, un club mundial con certificados y distintivos, y una mejor ley de la gravedad. No estaba del todo de acuerdo con Berenice en relación a la guerra, y algunas veces dijo que su mundo tendría una Isla de la Guerra y los que quisieran podrían ir y pelear o donar sangre, y ella también podría ir por una temporada con las Women's Army Corps. También cambió las estaciones, dejando fuera al verano y añadiendo mucha nieve. 
Carson McCullers, The Member of the Wedding.
cfr. Battle Royale (Kinji Fukasaku, 2000).



3/09/2014

en retirada

Se dice que Darío, cuando quiso subyugar a los escitas, dirigió muchos reproches a su rey por verle siempre retroceder y esquivar el combate. Indatirses, que así se llamaba el escita, le contestó que no tenía miedo de él ni de hombre alguno, sino que tal era el modo de pelear de su nación, la cual no poseía tierra cultivada, ciudad ni casas que defender para evitar que el enemigo las aprovechase. Y añadió que, si tanto apetito tenía Darío de ella, podía acercarse al lugar de las antiguas sepulturas escitas, y allí encontraría con quién departir hasta saciarse.

Montaigne, De la constancia.

3/05/2014

de cómo the king in yellow se hizo el libro más descargado de project gutenberg

Nic Pizzolatto entrevistado a unos días de que termine su serie de TV:
The King In Yellow está ahí porque es una historia sobre una historia, una que enloquece a la gente. Todo True Detective se compone de relatos dudosos. Desde la idea de Cohle de que la identidad es sólo un cuento que nos contamos, pasando por los relatos de hombría que Hart hace de sí mismo, hasta la historia no siempre verídica que le están contando a los detectives que los investigan. Tuvo sentido, al menos para mí, aludir a un relato externo que supuestamente produce locura o, como prefiero decirlo, iluminación demente. Cuando hice eso una especie de lenguaje secundario se formó en los guiones, en el que la noción de horror cósmico se hizo una parte muy real del ambiente, por lo menos para los que conocen la obra de Chambers.

no para nosotros

Pronto descubrimos que este poema es una especie de oda, como la oda a la inmortalidad de Wordsworth o la oda a la melancolía de Keats, un poema en el cual la primera persona habla por todos nosotros y habla no para enseñar sino para entender. Y tal como tomamos seriamente las declaraciones de Wordsworth y Keats, aquí, cuando Eliot/Prufrock dice I have heard the mermaids singing each to each./ I do not think that they will sing to me, debemos tomarlo tan en serio como tomamos a cualquier poeta. Si llevara el dobladillo de fuera y paseara por la playa sin cohibirse, todo estaría bien. Sería un novelista, quizá, o un poeta menor, comentando el paisaje marino. Si las sirenas le cantaran como las musas hacían con Homero, todo estaría bien. Él anotaría sus palabras y sería el portavoz de la comunidad. Pero no, ha escuchado a las sirenas cantar y por lo tanto no puede regresar a su antigua vida; pero, como no le estaban cantando a él, sino cantando para ellas mismas, está en la poco envidiable posición de vivir sabiendo que lo que daría significado a su vida existe, pero no puede escucharlo. Como dijo Kafka, "existe la salvación, pero no para nosotros".

Gabriel Josipovici, What Ever Happened to Modernism?