12/22/2009

anne briggs

Anne Briggs (Nottinghamshire, 1944) es la gran olvidada del folk británico. Comenzó cantando a cappella en pequeños clubes, todavía adolescente. Colega de The Watersons y de Bert Jansch, ahora la citan como influencia lo mismo David Tibet que Isobel Campbell. Sus primeras grabaciones fueron recogidas en el disco The Iron Muse (1963) junto a Bert Lloyd y Ewan MacColl. Al año siguiente sacó The Hazards of Love (EP con cuatro piezas tradicionales) y participó en el álbum de canciones eróticas The Bird in the Bush. Tres LPs más tarde y luego de una década de vida nómada (a veces viajando en un coche tirado por caballos), se retiró en 1973 a las Hébridas y no volvió a grabar más discos.

12/17/2009

para comer luz

Sentado al fondo de la iglesia, esperando el momento para unirme a la fila, observaba a la gente, sus prendas, sus espaldas, sus nucas, el perfil de sus caras. Por un segundo mi vista se abre y es a la humanidad entera, sus millones de individuos, a quienes descubro en esta retirada lenta y silenciosa: ancianos y adolescentes, ricos y pobres, adúlteras y muchachitas serias, locos, asesinos y genios, todos arrastrando sus zapatos sobre las baldosas frías de la iglesia, como muertos que salen pacientemente de su noche para comer luz.

Christian Bobin, Ressusciter.

12/08/2009

girl talk en escénica

Divertida la presentación de Girl Talk el sábado pasado.

Divertida como sus trabajos Night Ripper y Feed the Animals, pero tampoco pasó mucho más de lo que hay en esos discos.

Si te los pones seguidos en una fiesta casera con buena provisión etílica, hasta podría ponerse mejor.

Gregg Gillis hace mash-ups de canciones. Toma muestras del pop y rock del último medio siglo (los ochenta y los noventa son su fuerte) y las cubre con voces del hip-hop, en sets de menos de dos horas.

A diferencia de lo que alguna vez hicieron DJ Shadow o The Avalanches, que retaban a los traumados de la música a averiguar de dónde había salido cada fragmento, lo que reúne Gillis lo identifica cualquiera inmediatamente. Es una sucesión de Grandes Hits fragmentados y cambiados de contexto.

Por buenas que sean las combinaciones, verlo dándole clicks a su laptop no es mucho espectáculo, así que en sus inicios se hacía acompañar de bailarinas. Ahora selecciona a parte de los asistentes para que se bailen en el escenario. También toma el micrófono y se para sobre su mesa de trabajo para arengar a los demás.

Las sorpresas surgen continuamente cuando escuchas los discos por primera vez, no en sus presentaciones. Los samples que usa son los mismos que ha elegido para los álbumes, más algunas novedades de temporada.

No hay cambios de intensidad: la sesión arranca en lo alto, se mantiene ahí y termina de golpe. Además, es privilegio del mezclador desprejuiciado (que lo mismo toma de The Carpenters que de Metallica) armar sesiones maratónicas. Con tanta música popular como repertorio ¿por qué acabar pronto?

El público queda satisfecho. Es un torrente de meta-canciones para bodas y cumpleaños. Tiene que funcionar. Lo hace. Aunque se parezca mucho a poner sus discos en tu cumpleaños.