11/19/2009

aarktica - in sea

1. Los discos de Aarktica, junto a los de Stars of the Lid y Eluvium, son de lo que más me gusta en la música ambient de esta década. Prefería sus primeros álbumes, porque del más reciente me entusiasmaban ciertos tracks, no el disco completo, impersonal y distante incluso para un proyecto cuyo nombre evoca páramos helados. Por eso me alegra escuchar ahora In Sea, el LP que Aarktica estrenó este otoño, de los más equilibrados de su carrera y el que mejor destila la experiencia acumulada.

Me pasó como cuando ves una película y juras que algo es CGI, luego ves el "detrás de cámaras" y descubres que no era el caso. Imaginaba un equipo de colaboradores y una variada lista de instrumentos, pero no, este disco lo hizo Jon DeRosa (así se llama el que firma como Aarktica) completamente solo, y no se ha valido de instrumentos electrónicos propiamente dichos. Todo lo que suena aquí ha salido de una guitarra y un órgano Bilhorn de los años treinta, si bien algunos efectos se han trabajado directamente con las cintas de grabación, como en los orígenes del ambient.

¿De entrada piensas que un disco así no es para ti? Te invito a escuchar las dos canciones de formato tradicional que aparecen en él, ambas cantadas por DeRosa: "Hollow Earth Theory" y un inesperado cóver de (¡tómala!) Danzig, "Am I Demon?", para el cual han hecho un video Virginia Apicella y Beppe Blasi en Italia. Apuntan en direcciones distintas, la primera es de un optimismo deliberado prácticamente ausente en la obra anterior de este autor; la segunda conserva el tono de la original, llevado a un estado de ánimo meditabundo.

El resto, puramente instrumental, remite al álbum debut No Solace in Sleep (2000), pero más melódico, con insistentes punteos de guitarra que se desarrollan sobre drones y acordes en progresión, como avanzar sobre un campo desolado pero con una primera luz despuntando en el horizonte. "LYMZ" es un agradecimiento para La Monte Young y Marian Zazeela, los mentores de Aarktica, quienes además de composición y canto tradicional de la India le enseñaron a escuchar la música incluso cuando no puedes percibirla como el resto del público, algo que fue determinante para que DeRosa abandonara el rock y folk y se adentrara en el género con el que le conocemos ahora.

2. En el ambient no faltan las leyendas, los momentos biográficos que explican hallazgos musicales. Comenzando con el mito fundacional, la anécdota con la que Brian Eno explica como decidió su tránsito del glam y el rock a la fundación del sello disquero Obscure, que ha sido recogida en diversos textos. Reproduzco aquí un fragmento:

En enero de 1975 tuve un accidente, un taxi me atropelló. No estaba seriamente herido, pero estaba confinado en la cama con una posición rígida y estática. Mi amigo Judy Nylon me visitó y me trajo un disco de música de arpa del siglo XVIII. Después de que se marchase, y con bastante dificultad, puse el disco. Cuando ya estaba acostado, me di cuenta de que el volumen era extremadamente bajo y uno de los canales del estéreo no funcionaba. Como no tenía energía suficiente para levantarme y arreglarlo, el disco era casi inaudible. Estaba acostado en una semipenumbra, y entonces empecé a escuchar ese disco como nunca antes había escuchado música alguna. Era realmente una experiencia muy bella. Tenía la sensación de icebergs. No podía oír más que ocasionalmente los fragmentos más fuertes de la música, no percibía más que pequeñas ráfagas de notas que me llegaban por encima del ruido de la lluvia de afuera, y enseguida volvían a marcharse a la deriva. Así empecé a reflexionar sobre la música como ambiente. (Brian Eno citado por Quim Casas en Loops, una historia de la música electrónica, p. 86)


Harold Budd también explica su música también con una historia personal. Fue criado en el desierto de Mojave y el sonido que hacía el viento contra los cables de teléfono y las torres eléctricas fueron la banda sonora de su infancia. Su música va más allá de ese zumbido primario, pero nace de ese recuerdo. En el caso de Jon DeRosa se trata de un acontecimiento del que no ha podido desprenderse en el resto de su vida: a fines de los noventa perdió la capacidad de escuchar con su oído derecho, lo que produjo alucinaciones auditivas y una sensación de escuchar las cosas "como si estuviera bajo del agua". El título que ha escogido ahora, In Sea, alude a esa condición, al mismo tiempo que hace un juego de palabras con "In C", la composición minimalista de Terry Riley. Al margen de los juegos de palabras y las experiencias biográficas, permítanse sumergirse en este disco. Si les atrae, visiten el primero, No Solace in Sleep (sobre advertencia no hay engaño: es más denso y sombrío).

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