10/21/2009

piano magic - ovations

Estos días he estado escuchando nuevas canciones con la voz de Brendan Perry. No se trata de un trabajo como solista, menos de un regreso de Dead Can Dance. Son parte de Ovations, el nuevo disco de Piano Magic.

Una de las gracias de Piano Magic ha sido su capacidad para adoptar diferentes estilos. Esto fue más evidente en Disaffected (2005), lo tocabas y si la gente alrededor no lo conocía, podía pensar que se trataba de varios grupos. Uno que hacía synthpop, uno de rock, uno más siniestro y otro de folk.

Glen Johnson, el eje de la banda, decidió esquematizar las cosas durante 2006 y 2007. Creó el grupo Future Conditional para grabar We Don't Just Disappear, con canciones de electropop. Los discos de Piano Magic fueron divididos por género: el pop etéreo lo puso en el EP Incurable, el rock y el folk los dejó para el LP Part Monster. Con esos antecedentes no esperaba este Ovations.

Lo que me sorprende no es que a Glen le gustara Dead Can Dance. Incluso compartieron productor y disquera por un tiempo (Writers Without Home y la banda sonora de Son de Mar aparecieron en 4AD, en 2002 y 2001), pero incluso así son grupos de órbitas distintas. Dead Can Dance, además de contar con voces magníficas, fueron grandes arqueólogos de tradiciones musicales, la auténtica World Music.

Brendan Perry además trajo a uno de sus secuaces, el percusionista Peter Ulrich. Los invitaron a bordo y acabaron secuestrando la nave: en "The Nightmare Goes On", "March of the Atheists" y "You Never Loved This City" Piano Magic suenan a unos improbables Dead Can Dance del siglo XXI. El resto del álbum, aunque tire a post-punk, quedó impregnado de su participación.

Aclaremos que Ovations lo promocionan con una pequeña trampa. Tiene de primer sencillo "On Edge", canción acelerada por ritmos sintéticos que suena muy diferente a las demás y no es lo mejor del disco.

10/20/2009

¿cuánto por la bruja?

En junio escribí en twitter que había visto un esqueleto en una venta de garage. El negocio prosperó y ahora es un bazar en toda regla, con muebles antiguos y trebejos curiosos. Hace una hora pasé por ahí a bordo de un ruta 17. El chofer detuvo el camión a media calle y le gritó al dueño del sitio "¿Cuánto por la bruja?". El dueño, que es la versión Colonia Independencia de Kevin Smith, salió para informarle que la botarga de bruja que exhiben a la entrada de la tienda cuesta $2500, y que además tenía una de Frankenstein al mismo precio. "Es que voy a correr una carrera, 42 kilómetros, y quiero ir disfrazado" explicó el chofer. "Es en diciembre". "A ver si la tenemos todavía, se me hace que se vende antes de Halloween" explicó el Silent Bob de la calle 16 de septiembre.

10/16/2009

preferimos víctimas con nombre y rostro

El año pasado comentábamos aquí las diferentes reacciones de una sociedad cuando se le pide actuar en conjunto. Decíamos que cuando percibe una amenaza dispersa y sin responsables definidos, la respuesta tiende a ser dispersa.

Cuando se responsabiliza directamente a un individuo o un grupo de individuos, la sociedad tiende a cerrar filas para enfrentarlos, así sea en el nivel de la simple adhesión moral.

El jueves, por la mañana, la atención de todos estaba en una bebé que había sido robada de un hospital y un niño que supuestamente se había ido volando en globo. Ambos casos atraparon miradas y generaron tensión en poco tiempo. En cuanto se sabe que hay crías en peligro, reaccionamos como una eficiente manada en alerta.

Pero así como preferimos enemigos con nombre y rostro definidos, también preferimos, sin notarlo, a víctimas con nombre y rostro definidos.

Los mexicanos que estábamos la mañana de jueves al pendiente de esas historias, somos los mismos que a diario despertamos en un país donde 3 de cada 10 niños padecen desnutrición. Eso no parece quitarnos el sueño. Son una muchedumbre, una abstracción hecha de millones de nombres. Nos es más difícil sentir que ahí tenemos una emergencia.