9/19/2004

mephisto walz - insidious

Primera hipótesis: Barry Galvin fue secuestrado antes de abandonar Christian Death. Sus captores lo convencieron de que la Tercera Guerra Mundial había estallado, infectando la superficie del planeta con radiaciones mortales, por lo que debería vivir en un búnker, donde le sería permitido escuchar sus viejos elepés y grabar canciones. Insidious es el producto de esas sesiones en reclusión.

Segunda hipótesis: Celosos de Ivo Watts-Russell, los ejecutivos de Beggars Banquet crearon su propio supergrupo, con miembros de la élite oscura de los ochenta, quienes grabaron un disco, Insidious, que nunca pudo ver la luz y hasta ahora es editado. Por eso en "One Less Day" reconocemos la guitarra de Robin Guthrie, "I Want" tiene el bajo de David J y "Witches Gold" sabe a My Bloody Valentine antes de Isn't Anything.

Tercera hipótesis: cuando se realizó la mezcla final de Insidious Michael Riddick (el cerebro de Fossil Dungeon) estaba tan ebrio que, en lugar de las nuevas canciones de Barry, llevó al estudio su colección de lados b de death rock circa 1985.

Cuarta y última: Riddick estaba sobrio pero, contra todo pronóstico, tiene sentido del humor. Y en lugar de las canciones de Barry llevó al estudio su colección de lados b de death rock circa 1985.

Cada una de estas hipótesis, obviamente, es falsa. Insidious es un disco nuevo, la carta fuerte de Fossil Dungeon para este año. Es además uno de los discos más anunciados de la escena, pues en los últimos dos años el sencillo "Nightingale" (cuya línea melódica basta para justificar la existencia de Mephisto Walz) ha sido editado en tres formatos diferentes, además de ser incluido en los dos DJ Program publicados hasta el momento por esa disquera. Pero si nos dijeran que es un disco de hace veinte años lo creeríamos. Y también creeríamos que fue uno de los mejores discos de esa época.

Anacrónico y fresco al mismo tiempo, Insidious es un monstruo del pasado que exige respeto. Suena a declaración de fan fatal, y como tal despierta sospechas. Todo lo que puedo argumentar como defensa es que, entre los pilares del gótico, encuentro a Christian Death, sus allegados y secuelas, como los más sobrevalorados (Dream Home Heartache es una excepción), más apoyados por la leyenda y la necesidad de encontrar un pionero de ese sonido que no fuera británico que en su obra.

Ahora que se estila reconstruir (o deconstruir: la coartada ideológica da prestigio) hasta los éxitos del mes pasado, Barry y Christiana resucitan el goth rock americano más elemental y lo estampan en nuestras caras de consumidores de supuestas novedades. Si decimos que las buenas canciones, de cualquier género, se hacen al margen de las tendencias, hay que reconocer que un disco con las características de Insidious implica tanto riesgo como las grabaciones más iconoclastas del momento. Lo que da miedo es pensar que Mephisto Walz ha engendrado este monstruo con toda naturalidad, sin tener conciencia de tal riesgo y que, en cierta forma, Barry sí ha pasado en un búnker la mitad de su vida. Imprescindible.

Mephisto Walz - Insidious (Fossil Dungeon, 2004)

Apareció en Sonitus Noctis No. 5 (Septiembre 2004)

9/14/2004

avispa

Pasaron el 3 y el 10 de septiembre. A veces olvido el cumpleaños de uno de mis padres, pero este año olvidé los dos. Tampocó recordé el de mi hermana. No me causa remordimiento, tampoco soy un adolescente resentido con todo el mundo como para que me produzca orgullo.

Anoche caminaba por Cuauhtémoc, al llegar a la esquina de 5 de Mayo se me acerca un tipo. Más de 50 años, seguramente, facha de Vicente Fox venido a menos (bigotón, con voz fuerte y anorteñada, pero muy flaco). Cuenta su historia: está hospedado en un hotel de Madero, ha perdido la carpeta donde cargaba todas sus identificaciones y dinero. Ya ha podido comunicarse con sus familiares en Ciudad Victoria y mañana podrá recoger dinero en no sé qué oficina donde aceptaron una copia de identificación en lugar de un original. Hoy sólo tiene 3 pesos y no ha cenado. Me ha hablado porque también estoy flaco y podría venderme algo de la ropa que lleva en una bolsa.

No es nueva pero es evidente que cualquiera de las prendas que me enseña vale más que una cena, así que mejor pregunto cuánto ocupa para cenar. Con 30 pesos, dice. Tengo un billete de 50, pero no me apetece dárselo entero, también es mi fin de quincena. Vamos al Seven Eleven que hay en la esquina, compró el sandwich que pienso desayunar al día siguiente y le doy los 40 de cambio. Caminamos juntos una cuadra, al llegar a Washington me despido, "Nicolás Díaz, para servirle" (nunca hago eso, para los desconocidos generalmente soy David o Jacobo, nombres de amigos de la primaria y la prepa). Cruza Washington, pero antes de alcanzar la acera se regresa a donde yo todavía espero a que cambie el semáforo. "¿Tu papá se llama igual que tú? ¿Es químico?". Sí. Asombrado, pronuncia las frases acostumbradas en estos casos: "qué pequeño es el mundo, tengo como 30 años sin verlo", etc. Yo pronuncio la línea que se está haciendo habitual: "estas cosas pasan todo el tiempo". Tengo su teléfono, veré si papá lo recuerda. Se llama Guillermo.



Esta mañana maté una avispa en el suelo de mi cuarto. Estaba atontada, quizá tenía las alas mojadas. Debe haber entrado por debajo de la puerta. Mamá es alérgica a ellas, un solo piquete la deja medio muerta.

9/11/2004

ciudad

Uno de los temas fue qué demonios buscábamos en otra ciudad. En la mesa estaba un ejemplar de Melocotones helados de Espido Freire. Cuando Val se fue abrí el libro. Tenía un epígrafe de Kavafis:

La ciudad irá en ti siempre. Volverás
a las mismas calles (...)
Pues la ciudad siempre es la misma. Otra no busques
-no hay-,
ni caminos ni barco para ti.
La vida que aquí perdiste
la has destruido en toda la tierra.

9/09/2004

jonathan strange

Some years ago there was in the city of York a society of magicians. They met upon the third Wednesday of every month and read each other long, dull papers upon the history of English magic.

Son las primeras líneas de Jonathan Strange & Mr. Norrell, novela de Susanna Clarke (Nottingham, 1959), que acaba de salir a la venta esta semana en el Reino Unido y EU. Cuenta la historia de Mr. Gilbert Norrell de Hurtfew Abbey, un mago de la vieja guardia que llega a Londres en 1806, una época en la que las artes feéricas casi han sido olvidadas, para asistir al gobierno británico en la guerra contra Napoleón (la cual se librará en buques hechos de lluvia tripulados por hombres de lluvia), y también será en esa ciudad donde conozca a su futuro pupilo, el joven Jonathan Strange. Por ahí aparecen una decadente Venecia de 1816, la corte de las hadas, Byron y los Shelley. Si les suenan familiares esa clase de homenajes sepan Clarke participó en Sandman: Book of Dreams.

La edición de Bloomsbury, con grabados de Portia Rosenberg, es preciosa. El libro abunda en arcaísmos (esperemos que se respeten en la traducción de editorial Salamandra, que ya compró los derechos) y está lleno de notas al pie y citas de libros imaginarios. En el NY Times tienen el primer capítulo en PDF, y en la página oficial del libro pueden leer un ejemplar de The Raven (una especie de Daily Prophet).

9/07/2004

levrero

Cuando el Sr. Oportuno fue a visitarme a Xalapa regresó a Monterrey con un libro que yo le había prestado, uno que en ese momento era lo mejor que había leído en un buen tiempo, La ciudad, de Mario Levrero, incluido en la colección Mundos Imaginarios de Plaza & Janés (en la que, junto a este autor uruguayo , estaban P.K. Dick y Theodore Sturgeon, entre otros). Poco después apareció en la misma colección otro título de este autor, El lugar. Las dos son novelas kafkianas, también pueden encontrarles similitud con La otra parte de Kubin o El país de las últimas cosas de Auster.

Mario Levrero murió el 30 de agosto de 2004, a las 9 de la mañana, víctima de un aneurisma de aorta.