Es normal asociar una canción con un lugar. Lo que no es normal es que en ese lugar la canción sonara todo, pero todo el tiempo. Muy probablemente la memoria me está jugando sucio, pues se trata de un recuerdo de cuando yo tenía seis años de edad.
Mi familia estaba recién desempacada en Tampico, y en la Colonia Mainero todavía había lotes sin construir. Así, desde mi cuarto podía ver hasta el puesto de tacos que estaba a una cuadra de distancia, porque en medio no había casas que interrumpieran la vista.
A veces acompañaba a Mamá a comprar los tacos, otras la esperaba en casa y desde mi cuarto la veía alejarse, detenerse en el puesto y regresar con una cantidad obscena de flautas, repollo y salsa (a la salsa yo no le entraba, creo que no comí con salsa hasta los doce años).
Cuando la acompañaba a hacer esa compra me encontraba con que el taquero siempre tenía la misma canción sonando en su grabadora:
Pones agua fresca en un jarrón
llévalo al buró junto a tu cama,
si un día siente frío tu corazón...
El resto decía que el jarrón era para poner las rosas que mandaba el enamorado, y si alguien preguntaba de quién eran ella debía callarlo.
Fue hasta mi adolescencia cuando descubrí que la canción era de Joan Sebastian, a quien identificaba con poses más agrestes y cantineras, muy distintas a "25 rosas", que es la típica balada amorosa de los setenta, con unos arreglos que se pretendían griegos o, por lo menos, de algún lugar del Mediterráneo.
Quizá no me falla la memoria y ese absurdo ocurría realmente: el taquero tenía un caset con esa canción grabada varias veces y por ambos lados. ¿Por qué?