3/17/2007

el misterio de la santísima independencia

Dos habitantes de Ciudad Conocimiento contemplan un anuncio panorámico en Constitución. El anuncio consta de la frase "Cristo pronto viene" y un número telefónico.

-¿Y ese número?
-Para las reservaciones.
-Dios es omnipotente, ¿por qué no usa Ticketmaster?
-Ticketmaster es del diablo. Cristo es indie.
-No es posible. La iglesia es transnacional e invierte mucho en promoción.
-Ese es el Misterio: Dios es uno, pero tiene tres personas; también es indie y mainstream al mismo tiempo.

(Silencio)

-Entonces los Flaming Lips e Interpol participan de ese Misterio.
-A huevo, son emanaciones de la divinidad.
-¿Emanaciones? Puto pagano.

casino shanghai

Sonia echó raíces en el DF. Desde allá le mandó al Sr. Sagaz, por vía electrónica, discos de Size y Casino Shanghai. Cuando el Sr. Sagaz quemó el primero, se fue a escucharlo al lugar de siempre, la barra del Gargas. Ahí Jorge comentó dos cosas: que también había recibido un disco de Casino Shanghai. Y que en estos días andaba un regiomontano en el DF haciendo un documental sobre esas dos bandas de Walter Schmidt. Como los datos se estaban acumulando, el Sagaz le dejó este mensaje a Sonia:

murmuju said: Oye, que un tipo de aquí anda ahorita en DF haciendo un documental sobre el W. Schmidt. (yesterday evening)

A lo que ella respondió:

Pues el tipo que anda haciendo el docu acerca de Size es ni más ni menos que la_Rayita, un amigo del Puny y de elmenoresfuerzo. Resulta que los azares del destino trajeron a lapetite (o sea, moi), con ellos (elmenoresfuerzo es amigo de Cintia, la chica que conoció a Robert Smith... do u rememba?).

Ahorita me asomé al fotolog de ese chico, la_rayita, y ahí firmaban varios conocidos de Jorge. O sea que el disco que recibió él tenía el mismo origen que el recibido por el Sr. Sagaz, sólo que para este último la música tuvo que viajar de Monterrey al DF pasar a Sonia y de ahí a Monterrey. A veces las cosas no coinciden, simplemente inician juntas, pero los que las toman no se percatan hasta después.

3/16/2007

diatriba contra el cerdo volador

Hace unas semanas tuve la tentación de redactar un comunicado personal, imprimirlo en tarjetas y entregarlo a los que me pelaban los ojos cada vez que respondía que no, yo no había comprado boleto para Roger Waters y no pensaba hacerlo. Todo por no volver a ver esa expresión de “¿cómo puedes faltar?”

Hay gente que no tolera la lactosa, otros que se excitan sólo cuando los orinan, y también hay quien alcanza el éxtasis en plena castidad. Yo soy frígido al stadium rock. Y es irremediable, porque no sólo consiento que así sea, sino que me pasma ver a mis semejantes entregados a tan pinchurrientos y masivos divertimentos. Me explico.

1. Un espectáculo masivo recorriendo el mundo es, ante todo, predecible. Volviendo al ejemplo de Waters, semanas antes de que éste se apersonara en la ciudad, sus fans ya conocían el playlist y las partes del show. Semanas es poco: considerando que la famosa fotografía tomada en la planta de luz de Battersea data de 1977, podemos afirmar que ese cerdo inflado (me refiero al globo) había sido esperado durante tres décadas.

2. En dichos conciertos se propaga una corrección política insufrible. Perdonar la deuda al tercer mundo, promover el comercio equitativo, detener la guerra, todo vale. En el fondo todos aspiran a inauguración de Juegos Olímpicos cruzada con conferencia de la ONU, y tienen aproximadamente el mismo impacto que éstos. ¿Cómo duermen tranquilos los amos del mundo con tanta revuelta en potencia suelta por ahí? Eso no es problema. Mientras los chicos gasten sus baterías libidinales en corear a Bono y consumir souvenirs, no sentirán necesidad de otro tipo de acción.

3. Son redundantes. Generalmente tienen un concepto que cuida que todo el acto se conduzca como marca el guión. ¿No te han dicho? Charlie Parker y Miles Davis eran unos asnos, eso de improvisar no es negocio: hay que tocar la canción siempre igual, para que los clientes (perdón, el público) reciban la mercancía por la que pagaron.

4. Si la interpretación es la misma para todos los escenarios, lo menos relevante es la presencia del grupo, hombrecillos ahogados bajo océanos de luces, pantallas gigantes y bestias inflables. Cuando Damon Albarn capitalizó la idea con Gorillaz sólo estaba haciendo explícita la condición de toda banda de estadios.

5. Entonces, si suena igual que en el álbum y suena igual en cada plaza, y la banda es su componente menos conspicuo, ¿para qué quieres ver ese mamarracho de espectáculo? Pues eso. Que se pudra el rock de estadios.

Para Vuélvete Underground No. 3