5/11/2009

el crooner norteño

Hace dos meses había en varias calles del centro carteles anunciando un baile en homenaje a "Alfredo del Orbe, el crooner norteño". Yo jamás había escuchado nada sobre él, y menos sabía que el calificativo "crooner" era usado en la música norteña. De acuerdo a varias notas de periódicos coahuilenses, el señor Orbis Tertius nació en La Laguna, se cotorreaba con Lorenzo de Monteclaro y filmó películas con los Almada. Sí, suena a todo un Rat Pack región cuatro y supongo que le va bien lo de crooner.

Esta mañana recorrí varias calles, cerca de Madero, para ver si recuperaba uno de esos carteles y sí, encontré uno, dañado pero legible. De momento no puedo escanearlo pero les transcribo su contenido:


Teatro de la Anda
"David Reynoso"

Este Lunes 20 de abril a partir de las 8:30 pm
HOMENAJE AL CROONER NORTEÑO
por sus 50 años de vida artística
ALFREDO DEL ORBE

Con la presentación de LOS CADETES DE LINARES
de Rosendo Cantú

Además:
Una leyenda viviente: Victor y Fina
El Monarca Norteño: Don Juan Salazar
y "El ladrillo" Poncho López

5/07/2009

piratas, chinos y cartógrafos

En cuanto le pagaron la quincena el Sr. Sagaz (que no es tal) salió rumbo a una librería a buscarse Milagros de Vida, las memorias que JG Ballard escribió cuando descubrió que el cáncer se lo iba a cargar.

Al día siguiente, con la ciudad en cuarentena y los cines, bares y cafés cerrados, el Sagaz decidió ir a buscar películas a Mix Up y con su pirata de confianza en Colegio Civil. Durante todo el trayecto llevó bajo el brazo su edición de Milagros de vida.

El pirata siempre intenta, infructuosamente, recomendarle las nuevas pelis de acción y comedia, pero esta vez lo que le mostró fue The Children of Huang Shi. El Sagaz no la conocía así que leyó la reseña que acompañaba al disco. Ocurre durante la ocupación de China por los japoneses en 1937. El mismo acontecimiento sobre el que estaba leyendo esa mañana en el libro que llevaba bajo el brazo.

4/30/2009

ninguna ciudadela capaz de resistir

Dos momentos de El vino del estío (Dandelion Wine en el original, el vino casero que se hace recolectando dientes de león). Doug, el hermano mayor, despierta un día con el descubrimiento de que está vivo, y decide ser plenamente conciente de todo lo que ocurre y lo que piensa sobre lo que ocurre. Por su parte Tom, el hermano menor, toma conciencia de la realidad de la muerte la noche en que él y su madre bajan a la cañada, el lugar de los vagabundos y El Solitario (mítico asesino de mujeres del pueblo). Estoy leyéndolo en una edición de 1971 que se está cayendo a pedazos, pero con gusto les prestaría esas hojas sueltas.


La mano de la madre tembló.

Tom sintió el temblor. ¿Por qué? Ella era más grande, más fuerte, más inteligente que él, ¿no? ¿Sentía ella también aquella amenaza intangible, aquello que asomaba en la sombra, aquella malignidad agazapada? Entonces, ¿no traían fuerza los años? ¿No había refugio seguro en la vida? ¿No había ciudadela carnal capaz de resistir los confusos asaltos de las medianoches? Las dudas asaltaron a Tom. Sintió otra vez el helado en la garganta, el estómago, la espalda y los miembros. Se sintió de pronto tan frío como un viento escapado del mes de diciembre.

Comprendió que todos los hombres eran así, que todos eran seres únicos y solitarios. Una unidad, una unidad entre otros, siempre con miedo. Como aquí, ahora. ¿Si gritara, si aullara pidendo auxilio, importaría realmente?

La negrura podría alcanzarlos rápidamente, una negrura devoradora. En un titánico y helado momento todo habría terminado. Mucho antes del alba, mucho antes que la policía sondeara con sus linternas el oscuro y perturbado sendero, mucho antes que los hombres de mentes temblorosas pudieran arrojar una piedara. Aunque estuvieran a menos de quinientos metros, y pudiera contar realmente con ellos, en tres segundos una oscura marea se alzaría para arrancarle diez años y... El impacto esencial de la soledad de la vida sacudió el cuerpo tembloroso de Tom. Mamá estaba sola también.