5/07/2009

piratas, chinos y cartógrafos

En cuanto le pagaron la quincena el Sr. Sagaz (que no es tal) salió rumbo a una librería a buscarse Milagros de Vida, las memorias que JG Ballard escribió cuando descubrió que el cáncer se lo iba a cargar.

Al día siguiente, con la ciudad en cuarentena y los cines, bares y cafés cerrados, el Sagaz decidió ir a buscar películas a Mix Up y con su pirata de confianza en Colegio Civil. Durante todo el trayecto llevó bajo el brazo su edición de Milagros de vida.

El pirata siempre intenta, infructuosamente, recomendarle las nuevas pelis de acción y comedia, pero esta vez lo que le mostró fue The Children of Huang Shi. El Sagaz no la conocía así que leyó la reseña que acompañaba al disco. Ocurre durante la ocupación de China por los japoneses en 1937. El mismo acontecimiento sobre el que estaba leyendo esa mañana en el libro que llevaba bajo el brazo.

4/30/2009

ninguna ciudadela capaz de resistir

Dos momentos de El vino del estío (Dandelion Wine en el original, el vino casero que se hace recolectando dientes de león). Doug, el hermano mayor, despierta un día con el descubrimiento de que está vivo, y decide ser plenamente conciente de todo lo que ocurre y lo que piensa sobre lo que ocurre. Por su parte Tom, el hermano menor, toma conciencia de la realidad de la muerte la noche en que él y su madre bajan a la cañada, el lugar de los vagabundos y El Solitario (mítico asesino de mujeres del pueblo). Estoy leyéndolo en una edición de 1971 que se está cayendo a pedazos, pero con gusto les prestaría esas hojas sueltas.


La mano de la madre tembló.

Tom sintió el temblor. ¿Por qué? Ella era más grande, más fuerte, más inteligente que él, ¿no? ¿Sentía ella también aquella amenaza intangible, aquello que asomaba en la sombra, aquella malignidad agazapada? Entonces, ¿no traían fuerza los años? ¿No había refugio seguro en la vida? ¿No había ciudadela carnal capaz de resistir los confusos asaltos de las medianoches? Las dudas asaltaron a Tom. Sintió otra vez el helado en la garganta, el estómago, la espalda y los miembros. Se sintió de pronto tan frío como un viento escapado del mes de diciembre.

Comprendió que todos los hombres eran así, que todos eran seres únicos y solitarios. Una unidad, una unidad entre otros, siempre con miedo. Como aquí, ahora. ¿Si gritara, si aullara pidendo auxilio, importaría realmente?

La negrura podría alcanzarlos rápidamente, una negrura devoradora. En un titánico y helado momento todo habría terminado. Mucho antes del alba, mucho antes que la policía sondeara con sus linternas el oscuro y perturbado sendero, mucho antes que los hombres de mentes temblorosas pudieran arrojar una piedara. Aunque estuvieran a menos de quinientos metros, y pudiera contar realmente con ellos, en tres segundos una oscura marea se alzaría para arrancarle diez años y... El impacto esencial de la soledad de la vida sacudió el cuerpo tembloroso de Tom. Mamá estaba sola también.

4/29/2009

un buen pedazo de 1928

De pronto miras y ves qué estás haciendo, y es la primera vez, realmente. Voy a dividir el verano en dos partes. La primera parte de esta libreta se titula: RITOS Y CEREMONIAS. La primera cerveza agria del año. La primera vez que uno corre con los pies desnudos por la hierba. El primer baño en el lago. La primera sandía. El primer mosquito. La primera cosecha de dientes de león. Aquí, como dije, están los DESCUBRIMIENTOS Y REVELACIONES. En fin, haces algo viejo y familiar, como embotellar vino, y lo pones bajo RITOS Y CEREMONIAS. Y luego piensas, y pones lo que piensas, aunque sea una locura, bajo DESCUBRIMIENTOS Y REVELACIONES. Mira lo que puse del vino: Cada vez que lo embotellas, guardas un buen pedazo de 1928.

El vino del estío, Ray Bradbury.