6/03/2007

vangelis - beaubourg

1993 fue el último año de la vieja plaza de Colegio Civil. En la esquina de Washington y Colegio Civil se conservaba sobre un maltratado pedestal al Dios Bola, una esfera de mármol que sirvió en sus orígenes para señalar un punto geográfico relevante, pero que generaciones de alumnos animistas de la Prepa 1 (entre ellas la de mi padre y su amigo Piro) habían convertido en una deidad protectora de los estudiantes que acudían a presentar exámenes sin haber estudiado.

El resto de la plaza estaba habitado por boleros y puesteros que vendían comida y loza, así como un anciano afincado en la esquina de 5 de Mayo y Juárez que ofrecía a los adolescentes éxitos del metal de los ochenta y del entonces floreciente rock alternativo de MTV (STP, Porno for Pyros, etc.) grabados en casetes Sony con portada fotocopiada.

Inexplicablemente llegó al puesto de este viejo el caset Beaubourg de Vangelis, el griego barbón a medio camino entre la vanguardia sintetizada de los setenta y, hay que decirlo, la epicidad ingenua del new age y las bandas sonoras de superproducciones.

Yo le había tomado afición a su música por el programa Audio Ficción de la radio tapatía, como recordé en el post anterior, donde descubrí que él compuso e interpretó la música de dos de los hitos de mi infancia y primera juventud: la serie Cosmos (el tema "Alpha" de Albedo 0.39 servía de fondo a las narraciones planetarias de Carl Sagan) y Blade Runner, la película de Ridley Scott basada en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick.

En unas vacaciones que mi familia pasó en Tecomán en casa de mi tío Alfredo descubrí sus discos Opera Sauvage y China, que formaban parte de la colección de mi tío, al lado de Earth, Wind & Fire y las grabaciones de un pariente de su esposa, cuyo nombre no recuerdo pero que cantaba con banda sinaloense y recientemente había perdido una oreja en un pleito de palenque. Estoy divagando, volvamos a Vangelis: cuando encontré Beaubourg en ese puesto de Colegio Civil no lo pensé dos veces y pagué los 10 pesos que el anciano pedía por él.

El de Beaubourg es el Vangelis más iconoclasta, uno que desconocerían quienes lo asocian con la música para consultorio dental. El álbum consta sólo de dos tracks, uno por cada cara del vinil original, donde Evangelos Papathanassiou se aleja de sus característicos colchones de synthes planeadores, pera permitir que su música burbujée, crepite, regurgite y haga erupción. Dura en total unos cuarenta minutos, y su escucha da la sensación de asomarse al laboratorio de un aprendiz de brujo de fantasía steam-punk. No me servía para el walkman, prefería escucharlo en casa, mientras trabajaba sobre un restirador de aglomerado, o tendido en cama antes de dormirme. No tenía ninguna virtud relajante (me parece tonto buscar música con esa intención), era una buena banda sonora para la duermevela, o para acompañar los primeros sueños.

La plaza de Colegio Civil fue demolida, dejando un cráter del tamaño de toda la manzana. El Dios Bola pasó varios semestres arrinconado en un salón de la prepa. Los vendedores de loza fueron reubicados en las ruinas del Cine Juárez (donde actualmente hay una tienda Coppel) y al viejo de los casetes no lo volví a ver. Desconozco qué fue de mi cinta de Beaubourg. Vangelis sigue trabajando ocasionalmente en bandas sonoras, cada vez menos, al parecer no supo adecuarse a la evolución de la música electrónica. Hay un asteroide, el 6354, bautizado en su honor, detalle que nos devuelve al recuerdo de Cosmos. Al parecer la pasmarez, la CF y los synthes son parte esencial de la educación de todo astrónomo que se respete. Y también de los que de niños quisieron ser astrónomos por culpa de Carl Sagan.


Vangelis para descargar.

5/31/2007

laser beak

Durante las cartas de un no tan joven cuya educación musical ha sido descuidada recordé con nostalgia mi época en Guadalajara.

Audio Ficción en Radio UdeG


Entonces escuchaba Audio Ficción en Radio UdeG. Como dije en aquella ocasión, Audio Ficción era una transmisión de electrónica para nerds, con todo tipo de música "de botoncitos" relacionada de algún modo con obras de ciencia ficción.

Dirán que ese perfil es muy pobre para realizar un programa de radio, que necesariamente tendría que acabarse a los pocos meses, pero resulta que había toneladas de electroacústica, synthpop, progresivo, kraut y bandas sonoras dedicados al asunto.

No estamos hablando de electrónica sofisticada elaborada en laptops, sino de aquella época en que lo más cercano a una laptop ocupaba media habitación, de los tiempos en que el Sr. Moog hacía su agosto lo mismo entre bandas de rockers que en conservatorios.

Es un terreno escabroso, puede desbarrar hacia el new age y el ambient incoloro, pero también puede ser tan extraño y emocionante como la música de Edward Artemiev para las películas de Tarkovsky.

El caso es que por culpa de los programadores de Audio Ficción tuve una colección de casetes de Vangelis a la edad en que los adolescentes sanos y normales escuchan rock de guitarras con letras cargadas de teenage angst. Tengo la hipótesis de que ahí perdí la oportunidad de crecer normalmente.


El blog Laserbeak


El caso es que acabo de encontrar un bastión en la blogósfera de aquel mundo de cienciaficcioñeros pre-cyberpunk y adictos a los synthes. Laser Beak es un blog de música, cuyo autor se toma el amoroso trabajo de convertir sus viejos viniles a mp3, comprimirlos y colgarlos enteros para ser descargados a placer por los pasmarotes de todo el orbe.

Ahí encontrarán a Brian Hogdson, autor de la música y efectos de sonido de la serie británica Dr. Who, inevitables como Tomita y Cabaret Voltaire, algo de dub cósmico y la Third Ear Band (alguna vez protegidos de John Peel) de colada, así como un ecléctico disco de Eberhard Schoener con el tierno título de Video Magic. Todo lo necesario para soñarse un ratito en el bar lácteo Korova o en alguna cantinucha de Trántor.

5/30/2007

escasas

Me gusta la palabra escasas. Puede teclearse con una sola mano. Escasas escasas escasas.