8/16/2006
contra la pared (fatih akin, 2004)
Cahit Tomruk es un turco que reside en Alemania. Ya no es joven. Tuvo una esposa. Por lo que todavía puede distinguirse de su cuarto, también tuvo música, gustos y motivos. En el momento en que inicia la película ya no hay nada de eso, así que Cahit sale del bar, aborda su coche y lo estampa contra un muro. Todo lo que consigue es que le pongan un collarín y lo metan a una clínica para suicidas.
Sibel quiere comerse el mundo, pero de la casa de su familia sólo podría salir casada. O muerta. Así que se abre las venas y termina en el mismo sanatorio que Cahit. Un médico pasa lista a los pacientes. Cuando ella escucha el apellido de él, sin dudarlo se le acerca para decir: "¿También eres turco? Cásate conmigo". Y así lo hacen. Se supone que es una sociedad de conveniencia, cada uno conseguirá ahí lo que necesita para sobrevivir, nada de amor, sexo o similares. Claro que si ya vieron la foto de Sibel Kekilli sabrán que Cahit acabó enamorado. Y Contra la pared (Gegen die Wand) no es precisamente una comedia romántica.
Es una de mis películas favoritas del año pasado. Lo habitual es que les preste el disco o les busque una copia, pero esta vez no he podido conseguirla. Y tampoco podré verla por segunda vez, sólo me queda recomendarles que vayan mañana a la Cineteca, único día. Aquí está el trailer, que la verdad le hace poca justicia, comenzando porque no usa la música original: al inicio de cada capítulo una banda turca toca junto al Bósforo, y Cahit es fan de Siouxsie y The Birthday Party. Ahora que lo pienso, él mismo parece una especie de Blixa Bargeld venido a menos.
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2 comentarios:
Buenos gustos musicales de Cahit, jejeje.
Trataré de ir a ver la película a la última función, ya que con eso de que estoy yendo a nadar a las 8 pm, no me da tiempo de hacer otras cosas.
Hoy es miércoles y por ejemplo, no podré aprovechar el grandioso 2x1 en los cines... en fin, todo sea por mantener la belleza del cuerpo, aunque viéndolo bien, mejor hubiera vendido mi alma al mismísimo Satanás, ¡jajajajaja!.
Aunque no sirviera para mantener la belleza (para eso primero hay que tenerla, así que ya me jodí), en estos días debe ser delicioso zambullirse como pato. Como pato color zanahoria, en su caso.
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