3/13/2007

el sr. sagaz y el santo grial

Vámonos poniendo de acuerdo. El Sr. Sagaz no piensa realmente que esas cosas tengan que ver con la providencia. O que se puedad saber de bien a bien de dónde vienen. Es más como si el mundo ya viniera con ellas, como muescas o avisos de "rómpase en caso de emergencia". Sólo que uno no identifica la emergencia, sólo ve los avisos pero es como si estuvieran escritos en sueco.

Entonces tampoco imagina detrás una entidad personal, mitad científico conductista, mitad nana, a la que de pronto podrían traicionarla sus sentimientos, haciéndola intervenir en el mapa y jodiendo el resultado del cartógrafo. Aunque, si lo de aquel lado hace trampa no falla el trazo, puesto que el mapa se habría movido antes que el trazo. En cambio, si uno hiciera trampa, la cosa sí que podría joderse de verdad.

Entonces no hay nadie detrás, es decir no alguien así, solito. Estas cosas no son P2P, deben ser más impersonales. Si no, vendrían el ángel de la guarda, el daimón y los padrinos mágicos a demandar por competencia desleal o piratería. Pero, ¿y si es P2P? Eso explicaría porque la cosa que mueve los mapas parece vanidosa. Del otro lado estaría otro ñetas como el Sr. Sagaz, que no sabe que los hilos que mueve le llegan a un usuario invisible en el otro extremo. Cada uno es el mistery shopper de los demás, pero no lo sabe.

Que la cosa es vanidosa (digamos que tiene orgullo, suena más noble), se comprobó ayer. Durante la mañana el Sagaz (que no es tal) estuvo buscando reseñas de 300, película basada en una historia de Frank Miller sobre la Batalla de las Termópilas. Imágenes heroicas, críticos que la hunden, especuladores asombrados por su recaudación en taquilla. Pendejadas, pues, habrá que verla. Por la tarde continuó la lectura de Cruzada contra el Grial (O. Rahn) y llegó a este párrafo:

...Termópilas que, limbadas por la aureola del patriotismo helénico, habían vivido dos grandes invasiones. La primera, cuando Leónidas y sus trescientos espartanos, en el año 480 a.C., perdieron sus vidas ante los persas. La segunda, ésta, cien años más tarde, cuando los bárbaros se les echaban encima. (p. 82)

En ese momento el tipo no sólo no se emocionó, ni archivó el dato con las otras coincidencias diarias, sólo pensó "no vengas, ésta estuvo muy vulgar". La cosa que mueve los mapas se sacó la espina esa noche.

Como corresponde a una noche de lunes (bueno, a casi todas, pero el lunes era tradicional desde antes), el Sr. Sagaz llegó a la barra del mismo lugar y con la misma gente. Como todo mundo estaba más atento en el concierto de Lords of the New Church que se veía en la TV, siguió leyendo. En eso llegó el caballero apodado La Doncella y dejó entre las botellas el botín conseguido en su última visita a Blockbuster: Monthy Python and the Holy Grial. "Así sí" pensó el Sagaz, dirigiéndose a La Cosa. Y la gente pasó el resto de la noche viendo al Rey Arturo, discutiendo cómo una golondrina podría cargar un coco y cuál es el mejor modo de identificar a una bruja.

3/09/2007

ciento en la mano

Tenía que llenar un sobre con 100 monedas de un peso. Eso pasó hace diez minutos. Metí la mano a la caja, tomé un puño de monedas y procedí a contarlas sobre la mesa. Eran exactamente 100 monedas, el puño que saqué así nomás de la caja era de 100 monedas.

En otras cosas, ¿alguien ha visto The Last King of Scotland? Si es así, ¿podrían decirme cómo es el personaje del médico? Se me hace que otra vez insultaron al Sr. Sagaz y él no tuvo modo de enterarse por no haber visto la película.

tome una paradoja al día

¿Ha estado el honorable lector alguna vez en un laberinto real, como el descrito por Herodoto? Todos nosotros hemos estado en laberintos de deudas, en laberintos de errores, en laberintos de disparates metafísicos. Pero yo hablo de laberintos literales. Pues bien, en Bath, en mi laberíntica infancia, había uno de esos misterios. Yo solía visitar ese misterio; y puedo asegurar que nunca he caído en la cuenta tan patéticamente sobre la fatal imposibilidad de reparar los errores cometidos en períodos tempranos de la vida. Tuerces equivocadamente al principio y todo se ha acabado, estás arruinado, es imposible recobrar el sendero correcto. O supón que tomas el correcto al principio, ¿qué importa? No puedes esperar ganar un segundo premio; poco después se te ofrecen cinco caminos distintos, la posibilidad de cometer un error se ha multiplicado; y suponiendo que otra vez logres acertar, un poco más adelante te topas con catorce opciones. ¿Qué te queda por hacer ahora? Si fueras una persona sabia, tirarte al suelo y llorar amargamente. (p. 319)

Lo paradójico es una cosa muy encantadora y, desde que dejé el opio, tomo una gran cantidad de ella en beneficio de mi salud. (p. 321)

Thomas de Quincey, "Las sociedades secretas".