En cuanto le pagaron la quincena el Sr. Sagaz (que no es tal) salió rumbo a una librería a buscarse Milagros de Vida, las memorias que JG Ballard escribió cuando descubrió que el cáncer se lo iba a cargar.
Al día siguiente, con la ciudad en cuarentena y los cines, bares y cafés cerrados, el Sagaz decidió ir a buscar películas a Mix Up y con su pirata de confianza en Colegio Civil. Durante todo el trayecto llevó bajo el brazo su edición de Milagros de vida.
El pirata siempre intenta, infructuosamente, recomendarle las nuevas pelis de acción y comedia, pero esta vez lo que le mostró fue The Children of Huang Shi. El Sagaz no la conocía así que leyó la reseña que acompañaba al disco. Ocurre durante la ocupación de China por los japoneses en 1937. El mismo acontecimiento sobre el que estaba leyendo esa mañana en el libro que llevaba bajo el brazo.
5/07/2009
4/30/2009
ninguna ciudadela capaz de resistir
Dos momentos de El vino del estío (Dandelion Wine en el original, el vino casero que se hace recolectando dientes de león). Doug, el hermano mayor, despierta un día con el descubrimiento de que está vivo, y decide ser plenamente conciente de todo lo que ocurre y lo que piensa sobre lo que ocurre. Por su parte Tom, el hermano menor, toma conciencia de la realidad de la muerte la noche en que él y su madre bajan a la cañada, el lugar de los vagabundos y El Solitario (mítico asesino de mujeres del pueblo). Estoy leyéndolo en una edición de 1971 que se está cayendo a pedazos, pero con gusto les prestaría esas hojas sueltas.
La mano de la madre tembló.
Tom sintió el temblor. ¿Por qué? Ella era más grande, más fuerte, más inteligente que él, ¿no? ¿Sentía ella también aquella amenaza intangible, aquello que asomaba en la sombra, aquella malignidad agazapada? Entonces, ¿no traían fuerza los años? ¿No había refugio seguro en la vida? ¿No había ciudadela carnal capaz de resistir los confusos asaltos de las medianoches? Las dudas asaltaron a Tom. Sintió otra vez el helado en la garganta, el estómago, la espalda y los miembros. Se sintió de pronto tan frío como un viento escapado del mes de diciembre.
Comprendió que todos los hombres eran así, que todos eran seres únicos y solitarios. Una unidad, una unidad entre otros, siempre con miedo. Como aquí, ahora. ¿Si gritara, si aullara pidendo auxilio, importaría realmente?
La negrura podría alcanzarlos rápidamente, una negrura devoradora. En un titánico y helado momento todo habría terminado. Mucho antes del alba, mucho antes que la policía sondeara con sus linternas el oscuro y perturbado sendero, mucho antes que los hombres de mentes temblorosas pudieran arrojar una piedara. Aunque estuvieran a menos de quinientos metros, y pudiera contar realmente con ellos, en tres segundos una oscura marea se alzaría para arrancarle diez años y... El impacto esencial de la soledad de la vida sacudió el cuerpo tembloroso de Tom. Mamá estaba sola también.
4/29/2009
un buen pedazo de 1928
De pronto miras y ves qué estás haciendo, y es la primera vez, realmente. Voy a dividir el verano en dos partes. La primera parte de esta libreta se titula: RITOS Y CEREMONIAS. La primera cerveza agria del año. La primera vez que uno corre con los pies desnudos por la hierba. El primer baño en el lago. La primera sandía. El primer mosquito. La primera cosecha de dientes de león. Aquí, como dije, están los DESCUBRIMIENTOS Y REVELACIONES. En fin, haces algo viejo y familiar, como embotellar vino, y lo pones bajo RITOS Y CEREMONIAS. Y luego piensas, y pones lo que piensas, aunque sea una locura, bajo DESCUBRIMIENTOS Y REVELACIONES. Mira lo que puse del vino: Cada vez que lo embotellas, guardas un buen pedazo de 1928.
El vino del estío, Ray Bradbury.
4/24/2009
ballard y el sentido de la vida (si es que lo hay)
Alguna vez hablamos aquí sobre la biblioteca de Lucien, ese sitio al que van a parar los libros que fueron planeados o soñados pero que nunca llegaron a ser escritos. Esta mañana se anunció que Lucien tiene un volumen más para su colección, y se trata de uno con un título impagable, ideal para un libro que nunca existirá: “Conversaciones con mi médico (El sentido de la vida, si es que lo hay)”.
Iba a ser el último libro de JG Ballard, quien murió el pasado 19 de abril. El texto ya había sido discutido y planeado con sus editores, pero el cáncer que padecía le impidió seguir trabajando. Sólo eso queda, el título, un título magnífico.
Mark Dery afirma que hay párrafos de Ballard que develan la condición posmoderna mejor que todos los libros de Lyotard puestos en filita. Jonathan Lethem lo llamaba “el escritor de distopías para puristas”. Él mismo se definió en una entrevista como “un hombre de una simpleza serena y completa”.
No estaba siendo modesto ni sarcástico: los tres hijos que crió solo (luego de enviudar) y sus colegas lo recuerdan como un tipo amable y tranquilo que vivió casi medio siglo en la misma casa, viajando lo menos posible. Un modo de vida muy poco ballardiano, en el sentido en que los críticos literarios usan el adjetivo. O quizá sí, demasiado ballardiano: recuerden que en “Running Wild”, una de sus novelas cortas, la locura se desataba en un entorno de ésos, aséptico y apacible.
Ya sea porque se encuentran en un campo para prisioneros, comparten un modo atípico de obtener placer (“Crash”), viven bajo la influencia de un mesías suburbano (“Compañía de sueños ilimitada”) o están aislados del mundo en un edén de lujos y saber (“Running Wild”), los personajes de Ballard suelen aparecer encapsulados, habitan una burbuja que suspende las normas habituales. A veces han sido forzados a ello, otras lo buscan aunque eso implique arriesgar sus vidas.
En todo caso no son muy diferentes de los exploradores y científicos de sus viejos cuentos de CF. No dejó de hacer CF, o nunca la hizo. En realidad, no debían importarle esa clase de distinciones, como tampoco le importaba trazar una frontera clara entre realidad y ficción: sus libros de memorias están novelados, sus novelas alimentadas con experiencias personales.
¿Alguien sabe cuándo editan por acá sus Cuentos Completos?
Iba a ser el último libro de JG Ballard, quien murió el pasado 19 de abril. El texto ya había sido discutido y planeado con sus editores, pero el cáncer que padecía le impidió seguir trabajando. Sólo eso queda, el título, un título magnífico.
Mark Dery afirma que hay párrafos de Ballard que develan la condición posmoderna mejor que todos los libros de Lyotard puestos en filita. Jonathan Lethem lo llamaba “el escritor de distopías para puristas”. Él mismo se definió en una entrevista como “un hombre de una simpleza serena y completa”.
No estaba siendo modesto ni sarcástico: los tres hijos que crió solo (luego de enviudar) y sus colegas lo recuerdan como un tipo amable y tranquilo que vivió casi medio siglo en la misma casa, viajando lo menos posible. Un modo de vida muy poco ballardiano, en el sentido en que los críticos literarios usan el adjetivo. O quizá sí, demasiado ballardiano: recuerden que en “Running Wild”, una de sus novelas cortas, la locura se desataba en un entorno de ésos, aséptico y apacible.
Ballard no dejó de hacer ciencia ficción, o nunca la hizo
En los diversos obituarios que se han hecho a lo largo de esta semana, suele presentársele como un autor que comenzó en la ciencia ficción pero eventualmente amplió sus ambiciones. Sin ser falsa, esa imagen me parece desenfocada.Ya sea porque se encuentran en un campo para prisioneros, comparten un modo atípico de obtener placer (“Crash”), viven bajo la influencia de un mesías suburbano (“Compañía de sueños ilimitada”) o están aislados del mundo en un edén de lujos y saber (“Running Wild”), los personajes de Ballard suelen aparecer encapsulados, habitan una burbuja que suspende las normas habituales. A veces han sido forzados a ello, otras lo buscan aunque eso implique arriesgar sus vidas.
En todo caso no son muy diferentes de los exploradores y científicos de sus viejos cuentos de CF. No dejó de hacer CF, o nunca la hizo. En realidad, no debían importarle esa clase de distinciones, como tampoco le importaba trazar una frontera clara entre realidad y ficción: sus libros de memorias están novelados, sus novelas alimentadas con experiencias personales.
¿Alguien sabe cuándo editan por acá sus Cuentos Completos?
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