10/25/2018

ponerle al otro tus zapatos

A veces el libro-objeto sirve para practicar lo que el libro-texto enseña. La sinopsis que Confianza o sospecha trae en la contraportada es ejemplo de una actitud que analiza Gabriel Josipovici en ese mismo libro y que podríamos llamar “ponerle al otro tus zapatos”.

Martín Lutero hacía fan fiction

Al identificarnos con un texto o un personaje (encontrarlo relatable habrían dicho en tumblr hace cinco años) por lo común sólo encontramos un elemento parecido a nosotros y a partir de ahí queremos que el texto/personaje sea nosotros. Esta actitud del lector no es nueva: se hizo muy popular con los románticos pero ya estaba en Lutero (y en la antigua Grecia). Lutero podía tomar un par de líneas sobre Noé, hacerse una historia extensa sobre el pueblo en que vivía Noé y decir que este personaje bíblico sufría penas muy parecidas a las que sufría él, Lutero, y luego seguir ampliando esa historia. Cuando en el pasaje bíblico sólo decía que Noé recibió un encargo y lo cumplió y tan-tan.

Acá en la contraportada dice “¿Es posible crear arte con total libertad y producir obras que trasciendan lo comercial? Esta pregunta sirve a Josipovici para desarrollar…”, y Josipovici jamás se hizo esa pregunta. Ni siquiera es una pregunta que esté en el mismo campo que sus intereses como crítico o como autor de ficciones. El autor de la sinopsis vio que el libro era sobre los modos y motivos de la escritura a lo largo de toda la historia de la humanidad, se dijo “eso es como los problemas que yo tengo al escribir” (que no son los de Josipovici) y a partir de ahí ignoró el resto del libro-texto.

Esto sobre Lutero viene en las páginas 154 y 155. Está buenísimo y también involucra al Dr. Johnson y Aristóteles.

Los chalecos amarillos y Pedro Kumamoto

Percibimos matices en los que consideramos los nuestros y vemos a los otros como un conjunto homogéneo. Algunos notan este efecto y lo aprovechan para presentar como novedad interesante algo que lleva mucho tiempo existiendo. Si te pones las gafas que anulan el efecto puedes descubrir continentes sin moverte de tu sitio, o al menos así le parecerá a los que no llevan esas gafas puestas. Pueden ver ese truco de las gafas en acción en un artículo reciente de Eggers, sobre política en Estados Unidos, hecho para lectores ingleses. También había algo de ese truco en los primeros artículos sobre música electrónica que Simon Reynolds hizo para medios estadounidenses.

En otros casos nadie se pone las gafas. No lo hacen los autores de los artículos y tampoco los lectores. Así, en la semana que aparecieron los gilets jaunes, comentaristas de todo el mundo intentaron traducir el movimiento a la taxonomía política elemental (izquierda-derecha, liberales-conservadores, progresistas-reaccionarios) para verse desmentidos y confundidos en las siguientes semanas.

Un caso mexicano: la ideología de Pedro Kumamoto. Ciudadanos de izquierda, que primero consideraron al candidato cercano a ellos, o por lo menos atípico, lo llamaron traidor por su posición sobre el aborto. Podrían no coincidir con él, pero el político tapatío no estaba cambiando de postura. En Guadalajara está arraigada la participación ciudadana pero no es necesariamente de izquierdas, sino de influencia personalista. El personalismo es una corriente filosófica que los jesuitas llevaron a la región y que es particularmente fuerte en el alma mater de Kumamoto, el ITESO. Este perfil ideológico es antiguo y común en Jalisco, pero los comentaristas no hicieron por estudiar la historia del lugar antes de aplicarle la taxonomía política elemental.

La mejor zona de México para vender frijoles mágicos

Otro tanto ocurre con Nuevo León. En el resto del país se suele adjudicar las preferencias políticas de esa zona al conservadurismo. Un vistazo a los productos de entretenimiento del lugar muestra una influencia poderosa de la industria del espectáculo, que parece rebasar a las demás influencias que pudiera haber. Adjunto a esto, y quizá a causa de la baja densidad poblacional (en una zona metropolitana grande), ahí la opinión de los vecinos pesa más que cualquier tradición.

Así, en las colonias donde se instala un templo de los Testigos de Jehová y algunos vecinos se convierten a esa fe, pronto hay una población considerable de conversos. En las colonias donde hay campos de las ligas infantiles de beisbol, o de futbol americano, estos deportes se vuelven populares, sin que abunden los aficionados a esos deportes en el resto de la población. Lo que desde el exterior pareciera un conservadurismo, tiene un origen más simple y maleable. Un subproducto de esta cultura local es la poca memoria histórica de los ciudadanos. Quizá se trate de la mejor zona de México para ir a vender humo y también frijoles mágicos.

10/02/2018

liminares

En el siglo pasado pasado gustaban de comentar la música popular a partir del mito. Otro modo de acercarse a los pasados y presentes de la música consiste en buscar sus intersticios, sus lugares liminares, los puntos en donde se deja contaminar y alimentar por el todo a su alrededor. Donde la canción (en su sentido más amplio) reconoce a sus autores (en el sentido más amplio).

En el reportaje “Life Before Alice” (The Quietus), Mark Andrews se las arregla para contar cierto modo de vida en el Leeds de fines de los setenta y hacerlo pasar por un artículo sobre los orígenes de The Sisters of Mercy.

Habla de cómo el único integrante fijo de Sisters y uno de Mekons perdían el tiempo en un departamento encima de un bar, el bar donde Claire, la novia del primero, hacía de DJ. En ese departamento veían retransmisiones de Doctor Who en un aparato en blanco y negro, en lo que llegaba la hora de bajar al bar. La gente que rodeaba al de Sisters ni sabía que él hacía música. La música fue algo que llegó como un residuo de esas tardes frente a la TV esperando la hora de la primera cerveza.

“Death Metal and the Indian Identity”, de Akshay Ahuja, fue publicado hace diez años en Guernica Magazine. Contrario a lo que sugiere el título, el artículo va sobre cómo en cierta parte de India no había entonces una “música identitaria”. El autor acompaña a un amigo a un festival en Bangalore, para descubrir que en esos lugares presentan bandas que tocan covers de Judas Priest, The Doors y Led Zeppelin. Algunas de las bandas tocaron apenas dos canciones, y al menos una se disculpó por no haber ensayado.

El amigo de Bangalore le explica que ahí no creen en la “música identitaria”, que no les importa especialmente ningún estilo. “Para Pradyum esto no era evidencia de una mente abierta, o de disfrutar al máximo una cultura híbrida; él pensaba que la disponibilidad india para adoptar todo era una forma de frivolidad”. En esa ciudad muchos jóvenes vivían con los horarios de las empresas inglesas para las que trabajaban a distancia, y pasaban sus días libres en eventos de ese tipo.

El artículo de Andrews se trata de canciones hechas casi sin querer, en las horas muertas de un grupo de gente que en realidad no tenía horas activas. En el artículo de Ahuja trata de masas de gente que se reúnen a escuchar canciones que no los unen de un modo particular, en una ciudad que vive con horarios prestados.

En otros casos se escapa de los mitos principales sobre-identificándose con algo que no es relevante para el resto del mundo. Ahí está la popularidad masiva de la banda inglesa The Wild Swans en Filipinas, o la importancia del jangle pop en Indonesia. Deslindarse de identidades, o abrazar ferozmente una identidad que según el consenso no debería encajar con la del lugar. Recuerda ese modo, descrito tanto por Michèle Petit como por Gabriel Josipovici, en que los países árabes leen a Proust con un placer difícil de encontrar en el resto del planeta.

9/19/2018

¿aprovechando el sismo o qué hace?

En los días posteriores al 19 de septiembre de 2017 hubo una nueva forma de rapiña, la de aprovechar el sismo para difundir la marca propia o cotizarse mejor en el mercado simbólico cultural. Lo hizo Televisa pero también miles de mexicanos que sin querer queriendo reproducen los modos de Televisa. Un caso que parecía leve pero fue empeorando: la librería de viejo que hizo un remate porque sus libros se habían caído durante el temblor.

La librería no tenía daño estructural, sólo estantería caída. Hasta ahí el remate sólo parecía oportunista, pero no más oportunista que otras cosas que pasaron esa semana. En esos días las brigadas de rescate tenían que pedir a algunos "solidarios" que ya dejaran de sacarse fotos de lo buenos que eran, y que ya no se amontonaran en la Roma porque Xochimilco también necesitaba ayuda, y que ya aceptaran ayudar de cualquier manera y no sólo del modo que les servía para promoverse.

Lo de la librería me pareció mucho más siniestro hace unas semanas, cuando me tocó ver un episodio de Zoorbano, un programa de TV donde entrevistan a artistas y promotores culturales de la Ciudad de México. Ese episodio lo grabaron un año antes del sismo y ahí entrevistan a la chica y el chico que tenían esa librería. Cuentan que la chica heredó la librería del padre, pero que el chico quería tener una librería más pequeña y sofisticada, y que para eso tenían que encontrar el modo de deshacerse de esas pilas de libros viejos.

Estaban esperando una oportunidad desde un año antes y decidieron que el sismo era el momento. De miedo. Ya sé que en México hay cosas mucho más dañinas, pero a mí me dan más miedo los que encima de ser méndigos quieren parecer inofensivos.