10/20/2013

la ciudad embotellada

Los ciudadanos medievales de Nápoles creían que Virgilio había sido el fundador de la ciudad y que él mismo había depositado un modelo pequeño de Nápoles en una botella de cuello angosto, la cual tenía que ser guardada celosamente para que no cayera en poder de sus enemigos.
Los robots en el mito y en la ciencia, John Cohen (1966).

Conrado de Querfurt, en su visita a Nápoles con el terrible propósito de mermar sus fortificaciones, recolectó varias leyendas sobre Virgilio... "Fue una desgracia notable", escribió, "ser enviados a destruir esos muros que habían sido alzados por el canto de los filósofos. Otra cosa curiosa fue que el modelo de la ciudad, contenido por las artes mágicas de Virgilio en una botella de cuello angosto, no sirvió para salvar a la ciudad de la captura y el saqueo. Pues no sólo nos hemos adueñado de la botella y su contenido, sino también de la ciudad; hemos demolido los muros de acuerdo al mandato imperial sin ese talismán. Debe ser que una rajadura casi imperceptible que encontramos en el cristal fue suficiente para destruir sus virtudes mágicas y hacer a la ciudad suceptible de daño.
Vergil as a Magician, E.W. Bowen (1900).

cfr. The Bottle-City of Kandor.


 

10/07/2013

jean ray: los espectros verdugos

Los espectros verdugosLos espectros verdugos by Jean Ray
My rating: 2 of 5 stars

Harry Dickson era un Sherlock Holmes pirateado, tan pirateado que al principio lo vendían con el nombre Sherlock Holmes. A partir de 1933 Jean Ray tomó el compromiso de traducir las primeras aventuras de Dickson y terminó reescribiendo algunas y creando muchas nuevas.

Si descontamos el nombre usurpado y el domicilio en Baker Street, Dickson tiene poco qué ver con Holmes. Mientras Sherlock era el héroe de la deducción racional, Dickson tenía que vérselas con criaturas sobrenaturales y villanos especializados en crear los planes más enrevesados y con menos probabilidades de éxito.

Para darse un quemón: en Los espectros verdugos hay un escritorio que electrocuta al que intenta abrirlo, la pérfida Georgette Cuvelier tiene una flota de submarinos escondida y los malandros de Londres en lugar de usar pistolas matan con una silla eléctrica que guardan en un céntrico departamento.

En breve, esto tira hacia la revista pulp americana de la época. También es muy distinto a la obra plenamente fantástica de Jean Ray, y él se sabía mercenario al escribir estas cosas. Pasada la página 80 (de apenas 120) Dickson encuentra una novelita que estaba leyendo Georgette:
Era una de esas novelas populares de seis peniques. que se esparcen entre el público... "Me pregunto cómo una joven como ella ha podido encontrar de interés esta estúpida historia tan mal escrita" —se dijo el detective. Se llevó el libro y lo leyó. Era una de esas historias de amor y aventuras, tejida en una trama idéntica a la de millares de relatos del género. Tuvo la paciencia de leerla hasta la última página, para reconocer a continuación que había estado perdiendo el tiempo.
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10/02/2013

alfred bester: el hombre demolido

El hombre demolidoEl hombre demolido by Alfred Bester
My rating: 3 of 5 stars

Una temprana cruza de ciencia ficción y novela negra. El crimen se comete en las primeras páginas y el lector sabe quién lo hizo. A partir de ahí un magnate fraudulento y un detective ésper (telépata), que es miembro de una hermandad que ha mantenido a la humanidad libre de crímenes por setenta años, se persiguen en la Nueva York del futuro.

Los hombres se pusieron de pie. Instintivamente se tomaron las manos como en un último saludo de despedida.
—Pierdo en usted a un gran compañero —dijo Reich.
—Y usted pierde a un gran hombre en usted —dijo Powell.
—¿Enemigos?
—Enemigos.

Visto a esta distancia, parecen Pacino y De Niro en la película Heat. A propósito de películas, con todo lo que cambian en las adaptaciones fílmicas a Philip K. Dick me parece que Hollywood se sentiría más cómodo adaptando El hombre demolido: es Minority Report con tipos duros, bajos mundos, diálogos perdonavidas y episodios cómicos.

Esta novela ha envejecido bien. Su mundo del futuro no es un derivado de la Guerra Fría ni una proyección de la historia antigua. Es un futuro híper-capitalista controlado por empresas enormes. Como haría Gibson treinta años después, Bester diluye las funciones del estado nación, este mundo lo controlan empresas y gremios (el inspector Powell usa a la policía como herramienta, su devoción está con el gremio ésper). Advertencia: el final lleva trampa y desmerece el resto de la novela.

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