6/11/2007

antología del relato gótico en ciudad conocimiento

Manuscrito encontrado en Zaragoza

Desde el Ayuntamiento y la sede del gobierno estatal, pasando por bares de desnudistas, salas de masaje, oficinas de partidos políticos, logias y hasta bodegas dedicadas al bailongo (que no aparecen en la sección de sociales, sino en la primera página de la Local), podemos estar seguros de que en la calle Zaragoza no hay ningún local donde pueda entrar un hombre de bien. Así que con toda seguridad el "manuscrito" al que alude el título es una cuenta de hotel o un baucher del Papi Chulo o el Poisson.

Los críticos podrían argüir que en Zaragoza no hay ningún castillo en ruinas, algo imprescindible en un cuento siniestro. Pero en su lugar hay un Palacio (de Gobierno) atemorizante, en el que moran videntes y brujos que ven una portentosa Ciudad Conocimento donde los aldeanos sólo distinguen un desierto ensangrentado y asesinos incontenibles. Particularmente retorcido (y por lo tanto gótico) es el museo que el palacio alberga en su primera planta: en él se describe a Ciudad Conocimiento como fruto de una legendaria raza de emprendedores y trabajadores esforzados. Como en ningún lado se menciona que la localidad debe sus ganancias a haber servido como paraíso fiscal por cerca de un siglo, debe tenerse a dicho museo y la leyenda que en él se cuenta como un ejemplo de recración mítica, una cosmogonía que reduce a arquetipos la multitud de datos históricos incómodos.


El gran dios PAN

Como suele ocurrir en el horror numinoso (Lovecraft, Blackwood, etc), la deidad que protagoniza esta historia pasó un largo tiempo "muerta y soñando", hasta que un grupo de sacerdotes y fanáticos la llevó al poder. Físicamente, la criatura posée varias cabezas, como Yog Sothoth, cada una de las cuáles mira hacia un lado distinto y pretende moverse en esa dirección, de ahí que el gigante sea poco dinámico y prefiera permanecer echado, viendo la vida pasar. En cuanto a su perfil psicológico, guarda semejanza con Azatoth, el dios ciego e idiota de los Mitos de Cthulhu.

Para los coleccionistas de anécdotas, recordemos que August Derleth, autonombrado albacea de Lovecraft, se negó a que este título fuera incluido en sus antologías, por considerar la historia demasiado fantasiosa ("¿Qué pueblo, por más endogámico y retrógrada que sea, podría despertar a una criatura así?"*), lo que la hacía indigna de las editoriales y revistas pulp en las que colaboraba.

*Weird Tales No. 197 (Febrero de 1951)

6/04/2007

jesus' blood never failed me yet

La primera referencia (de la serie Obscure Records de Brian Eno) fue The Sinking of the Titanic (1975), una reinterpretación de Gavin Bryars del hundimiento del Titanic realizada a partir de la música que supuestamente interpretaba la orquesta del transatlántico mientras era devorado por las aguas, el himno episcopal Autumn. Pero aún resultaba más definitorio el tema que ocupaba la segunda cara del disco, "Jesus' Blood Never Failed Me Yet": una orquesta de cámara que acompañaba la voz pregrabada de un vagabundo. Bryars realizó años después variaciones -prolongaciones- de ambos temas reeditadas en Point Music, el sello de Philip Glass. En la versión dos de "Jesus' Blood..." interviene Tom Waits.

Quim Casas en Loops. Una historia de la música electrónica. (Mondadori, 2002)


-¿Cómo que hoy no hay ningún vagabundo en la calle dispuesto a cantarla?
-Lo siento.
-¿Ni por un six-pack?
- No, Phil.
- Chingado. Háblale a Tom Waits y grábala con él, no habrá mucha diferencia.

6/03/2007

vangelis - beaubourg

1993 fue el último año de la vieja plaza de Colegio Civil. En la esquina de Washington y Colegio Civil se conservaba sobre un maltratado pedestal al Dios Bola, una esfera de mármol que sirvió en sus orígenes para señalar un punto geográfico relevante, pero que generaciones de alumnos animistas de la Prepa 1 (entre ellas la de mi padre y su amigo Piro) habían convertido en una deidad protectora de los estudiantes que acudían a presentar exámenes sin haber estudiado.

El resto de la plaza estaba habitado por boleros y puesteros que vendían comida y loza, así como un anciano afincado en la esquina de 5 de Mayo y Juárez que ofrecía a los adolescentes éxitos del metal de los ochenta y del entonces floreciente rock alternativo de MTV (STP, Porno for Pyros, etc.) grabados en casetes Sony con portada fotocopiada.

Inexplicablemente llegó al puesto de este viejo el caset Beaubourg de Vangelis, el griego barbón a medio camino entre la vanguardia sintetizada de los setenta y, hay que decirlo, la epicidad ingenua del new age y las bandas sonoras de superproducciones.

Yo le había tomado afición a su música por el programa Audio Ficción de la radio tapatía, como recordé en el post anterior, donde descubrí que él compuso e interpretó la música de dos de los hitos de mi infancia y primera juventud: la serie Cosmos (el tema "Alpha" de Albedo 0.39 servía de fondo a las narraciones planetarias de Carl Sagan) y Blade Runner, la película de Ridley Scott basada en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick.

En unas vacaciones que mi familia pasó en Tecomán en casa de mi tío Alfredo descubrí sus discos Opera Sauvage y China, que formaban parte de la colección de mi tío, al lado de Earth, Wind & Fire y las grabaciones de un pariente de su esposa, cuyo nombre no recuerdo pero que cantaba con banda sinaloense y recientemente había perdido una oreja en un pleito de palenque. Estoy divagando, volvamos a Vangelis: cuando encontré Beaubourg en ese puesto de Colegio Civil no lo pensé dos veces y pagué los 10 pesos que el anciano pedía por él.

El de Beaubourg es el Vangelis más iconoclasta, uno que desconocerían quienes lo asocian con la música para consultorio dental. El álbum consta sólo de dos tracks, uno por cada cara del vinil original, donde Evangelos Papathanassiou se aleja de sus característicos colchones de synthes planeadores, pera permitir que su música burbujée, crepite, regurgite y haga erupción. Dura en total unos cuarenta minutos, y su escucha da la sensación de asomarse al laboratorio de un aprendiz de brujo de fantasía steam-punk. No me servía para el walkman, prefería escucharlo en casa, mientras trabajaba sobre un restirador de aglomerado, o tendido en cama antes de dormirme. No tenía ninguna virtud relajante (me parece tonto buscar música con esa intención), era una buena banda sonora para la duermevela, o para acompañar los primeros sueños.

La plaza de Colegio Civil fue demolida, dejando un cráter del tamaño de toda la manzana. El Dios Bola pasó varios semestres arrinconado en un salón de la prepa. Los vendedores de loza fueron reubicados en las ruinas del Cine Juárez (donde actualmente hay una tienda Coppel) y al viejo de los casetes no lo volví a ver. Desconozco qué fue de mi cinta de Beaubourg. Vangelis sigue trabajando ocasionalmente en bandas sonoras, cada vez menos, al parecer no supo adecuarse a la evolución de la música electrónica. Hay un asteroide, el 6354, bautizado en su honor, detalle que nos devuelve al recuerdo de Cosmos. Al parecer la pasmarez, la CF y los synthes son parte esencial de la educación de todo astrónomo que se respete. Y también de los que de niños quisieron ser astrónomos por culpa de Carl Sagan.


Vangelis para descargar.