5/31/2007

laser beak

Durante las cartas de un no tan joven cuya educación musical ha sido descuidada recordé con nostalgia mi época en Guadalajara.

Audio Ficción en Radio UdeG


Entonces escuchaba Audio Ficción en Radio UdeG. Como dije en aquella ocasión, Audio Ficción era una transmisión de electrónica para nerds, con todo tipo de música "de botoncitos" relacionada de algún modo con obras de ciencia ficción.

Dirán que ese perfil es muy pobre para realizar un programa de radio, que necesariamente tendría que acabarse a los pocos meses, pero resulta que había toneladas de electroacústica, synthpop, progresivo, kraut y bandas sonoras dedicados al asunto.

No estamos hablando de electrónica sofisticada elaborada en laptops, sino de aquella época en que lo más cercano a una laptop ocupaba media habitación, de los tiempos en que el Sr. Moog hacía su agosto lo mismo entre bandas de rockers que en conservatorios.

Es un terreno escabroso, puede desbarrar hacia el new age y el ambient incoloro, pero también puede ser tan extraño y emocionante como la música de Edward Artemiev para las películas de Tarkovsky.

El caso es que por culpa de los programadores de Audio Ficción tuve una colección de casetes de Vangelis a la edad en que los adolescentes sanos y normales escuchan rock de guitarras con letras cargadas de teenage angst. Tengo la hipótesis de que ahí perdí la oportunidad de crecer normalmente.


El blog Laserbeak


El caso es que acabo de encontrar un bastión en la blogósfera de aquel mundo de cienciaficcioñeros pre-cyberpunk y adictos a los synthes. Laser Beak es un blog de música, cuyo autor se toma el amoroso trabajo de convertir sus viejos viniles a mp3, comprimirlos y colgarlos enteros para ser descargados a placer por los pasmarotes de todo el orbe.

Ahí encontrarán a Brian Hogdson, autor de la música y efectos de sonido de la serie británica Dr. Who, inevitables como Tomita y Cabaret Voltaire, algo de dub cósmico y la Third Ear Band (alguna vez protegidos de John Peel) de colada, así como un ecléctico disco de Eberhard Schoener con el tierno título de Video Magic. Todo lo necesario para soñarse un ratito en el bar lácteo Korova o en alguna cantinucha de Trántor.

5/30/2007

escasas

Me gusta la palabra escasas. Puede teclearse con una sola mano. Escasas escasas escasas.

adrian tomine - sleepwalk

Lo único que había leído de Adrian Tomine era su antología 32 Stories, que me había gustado pero era (necesariamente) desigual. Algunos de sus trabajos de juventud incluidos en ese libro eran apenas bosquejos, que podían haberse desarrollado más pacientemente y con mejores trazos.

La semana pasada acudí a Comicastle porque les llegarían nuevos volúmenes de The Complete Crumb, de los cuales no compré ninguno porque se me atravesó Sleepwalk, otra antología de Tomine, mucho más cuidada que la anterior. Y con al menos una historia perfecta.

Se llama "Layover" y ocupa escasas cuatro páginas. Va sobre un tipo que pierde un vuelo y debe quedarse un día más en su ciudad. Pero sucede que, como iba a estar varios meses fuera, ya se había despedido de sus amigos, de su novia, de la familia, y le parece demasiado desgaste emocional dejarse ver de nuevo y repetir las despedidas a la mañana siguiente. Pasa el día como fantasma, cerca de sus conocidos, viéndolos por las ventanas, contemplando cómo viven sin él. Acaba durmiendo en un hotel. No les quito nada contándoles la historia: la anécdota es muy sencilla y, como es costumbre en este autor, no hay clímax. Pero es una historia redonda, magnífica y, a su modo, muy triste.

Más que Carver, con quien se le compara frecuentemente, Tomine me recuerda a Lorrie Moore. Y es que en lo suyo no hay ni pizca de ironía. Parece decir "así va el mundo, hasta el más idiota tuvo un momento que contar, y el más necio tiene algo que lo conecta contigo". Pero todos nos vemos como idiotas y necios, así que fuera de esas viñetas no hacemos nada por enterarnos.

El que me falta ahora es Summer Blonde. No pienso hacer un pedido especial, si lo ven por ahí me echan un grito. O cómprenlo y luego me lo prestan. No hay pierde, es una delicia lo de Adrian Tomine.