8/15/2005

mus

Mus, Al debalu (Acuarela Discos, 2002).

Cansada de dominar los nervios
decidí reposar,
una bona estación nes ñubes,
ente picos que rayen el sol.

Cansada de dominar los nervios
tomé'l determín
de matar la lluz,
somorguiame en formol,
esperar un día meyor.

El barcu
blincaba nel agua
con mal respirar.

Navegar al debalu
escapando
de costes y puertos.

Digo adiós
a los suaños
de la nueche anterior.

zü (gabriela medina)

Desde el próximo número de SN habrá una columna dedicada a la historia de la escena siniestra nacional. Comienza con Gabriela Medina, alias Zü, cantante mexicana que alguna vez fue corista de los Héroes y luego regresó al país a grabar un disco con covers de Bauhaus, Gabinete Caligari y otros.

Después de eso fue olvidada, la única otra huella que dejó Zü es una sesión de fotos que apareció en Letras Libres. Quizá no era suficiente material para hacer un artículo, pero sólo había una manera de averiguarlo.

Pedí al Sr. Oportuno que me prestará ese número de Letras Libres. Hace unos momentos se metió a hurgar en su caja de revistas y por fin encontró el número 21, de septiembre del año 2000, donde aparece la sesión de fotos que Carlos Somonte hizo a Zü.

Al hojear la revista descubrí que en ese mismo número viene un artículo de García Ponce sobre Truman Capote. Pregunté al Sr. Oportuno si en ese año García Ponce seguía vivo, o si era una publicación póstuma. Esto respondió el Sr. Oportuno:
Seguía vivo, de hecho en esa época él y Javier Marías se pelearon, porque Marías cometió algunos errores en un artículo sobre Faulkner y García Ponce publicó ahí mismo, en la revista, una carta corrigiéndolo. Marías respondió con otra carta, muy sarcástica, a la que García replicó diciendo “he participado en suficientes discusiones literarias como para no notar en qué tono me está hablando, dejémoslo así.

8/11/2005

cabaña

...pero apenas entró de nuevo en la cabaña esa sensación de desamparo se perdió por completo. La estancia iluminada le daba un lugar, la devolvía a sí misma y a su propia seguridad. Sin ninguna inquietud, contenta de tener tanto tiempo por delante, olvidada por completo de las responsabilidades que determinaban el llamado de la ciudad, como si ésta les perteneciera a los otros e hiciera parte de ellos estas responsabilidades, con la firme tranquilidad del que se sabe en su sitio y comprende que le pertenece sólo a él, adquiriendo una nueva independencia a través de la sumisión, sintió que tenía hambre de nuevo y la necesidad de prepararse algo de cenar se le apareció no como una manera de llenar el tiempo, sino como una forma de estar en su cuerpo, del mismo modo que, afuera, los pinos estaban en la noche y la luz de la cabaña debería proyectarse sobre ellos imponiendo su presencia como lo hacía el rumor del viento. Juan García Ponce, La cabaña (1969).

Como el estanque que encuentra Kit en el desierto tras la muerte de Port (en El cielo protector), la cabaña del título es el lugar de tránsito, donde se paga la cuota no para olvidar la pérdida, sino para empezar a vivir con ella. Al igual que el estanque, la cabaña tiene visos de lugar sagrado: al entrar Claudia siente que profana ese espacio, es el sitio especial donde se puede sentir deseo y amor, sin que importe que el objeto que los engendrara haya desaparecido.