2/26/2005

lisa gerrard & patrick cassidy - immortal memory

Antes, cuando hablábamos del elemento cinematográfico en las canciones de Lisa Gerrard, nos referíamos a que éstas tenían tal ímpetu y riqueza de matices que podían cargar de emoción las escenas más anodinas. Ahora ocurre lo contrario. Immortal Memory, el primer álbum como tal que graba Gerrard desde aquel Duality de 1998 (Warner), suena a score necesitado de imágenes que lo completen, que le den un poco de sentido. Para ser más precisos, y lamentarlo todavía más, suena a score de película épica/fantástica de pacotilla.

Su pasado con Dead Can Dance implicaba una gran responsabilidad para Lisa al emprender una carrera como solista, pero encontró en Pieter Bourke un colaborador a la altura de las circunstancias. Aunque sólo se le acredita en la portada de Duality, Bourke fue también parte importante de The Mirror Pool (4AD, 1995), que suena a unos Dead Can Dance (incluye algunos temas que Lisa ya cantaba en Toward the Within) amplificados, gracias a los arreglos de Bourke interpretados por la Victorian Philarmonic Orchestra. Duality es más intimista, pero también cumplidor.

Para su tercer álbum como solista Lisa dejó a Bourke y recurrió al irlandés Patrick Cassidy, arpista y compositor de naderías para Hannibal (Ridley Scott, 2001) y Veronica Guerin (Schumacher, 2003), y por lo visto le cedió el control del disco. Los años han respetado la voz de Gerrard y ella sigue buscando la mejor interpretación posible, pero las composiciones son completamente planas, no hay modo de sacarles provecho. Cada uno de los diez tracks parece una introducción para otra canción que nunca llega. Siendo prácticamente intercambiables, las canciones sólo pueden distinguirse por la anécdota: están escritas en latín, arameo y gaélico, "Psallit in Aure Dei" fue compuesta en memoria del fallecido padre de Cassidy y "Song of Amergin" fue incluida en King Arthur (Fuqua, 2004).

Un caso más a la lista de los que confunden lo sutil y etéreo con lo meramente insustancial, sólo que esta vez de quien menos esperábamos. Lo más sorprendente es que se tenga a Cassidy por uno de los compositores más importantes de Irlanda. La buena noticia es que Dead Can Dance se ha reunido este 2005 para una gira por Europa y América. Esperemos que Gerrard y Perry también piensen volver al estudio de grabación.

Lisa Gerrard & Patrick Cassidy - Immortal Memory (4AD, 2004)

Apareció en Sonitus Noctis No. 8 (Febrero 2005)

2/25/2005

miau

Poesía gatuna

Encontrado por el Sr. Oportuno (experto criador, considera que sus gatos son tan buenos maestros de moral como Séneca).

will self - cómo viven los muertos

"Cuando mueres te mudas a otra parte de Londres, y eso es todo". Esa fue la explicación que recibió el narrador de "The North London Book of the Dead" de parte de su madre, quien se suponía había sido reducida a cenizas unos días antes en el crematorio de Golders Green. Porque en el imaginario de Will Self (Londres, 1961), la muerte no es muy distinta de la vida. Primero, un difunto agente de bienes raíces te muestra tu nueva casa, luego consigues un empleo. No tiene que ser en una necroempresa: muchos de los dependientes que atienden a los vivos son muertos no identificados. Y si no acabas de entender tu nueva condición, hay cursos para principiantes que podrán ayudarte. Los motivos presentados en ese cuento, incluido en The Quantity Theory of Insanity (Bloomsbury, 1991), son recuperados y ampliados por el autor en la novela Cómo viven los muertos, publicada en el Reino Unido en el año 2000 y traducida al castellano tres años después.

Cómo viven los muertos es el monólogo de Lily Bloom, una anciana americana que agoniza en hospitales londinenses durante el primer tercio del libro. Después viene su mudanza a Dulston, un suburbio para muertos, donde asistirá a las reuniones de un grupo de apoyo (los Personalmente Muertos, con sus doce pasos y doce tradiciones) y obtendrá trabajo en una agencia publicitaria. Además, le endilgan una simpática familia disfuncional: tres fantasmales gordas, formadas por la grasa que tanto luchó por perder en vida, su insufrible hijo, muerto en la infancia, y un litopedión (feto calcificado) con un gran repertorio de canciones de los sesenta y setenta. Con semejante hogar, no es de extañar que el vicio de Lily sea escaparse de su barrio para fisgonear a los vivos.

Suena ingenioso, pero el libro es arruinado por la intención de Self de hacerlo su "novela del siglo", tentación en la que cayeron muchos autores en el ocaso del XX. Tanto en su agonía como en el limbo, Lily dedica todas sus fuerzas a hacer mofa de cada figura pública, de cada hecho histórico y de cada individuo común de los que tuvo noticia. La ironía e incorrección del personaje habrían hecho de ese recuento de calamidades algo interesante, pero las páginas avanzan sin que haya mucho más que esa actitud, sin nada con que contrastarla o confrontarla. Un sermón monótono y gris. Y es tal el exceso de metáforas, aliteraciones y juegos de palabras (algunos de ellos pueriles), que termina por aburrir.

A Will Self se le compara frecuentemente con Burroughs y Ballard. La gran diferencia es que estos dos supieron abrir canales de euforia y plenitud (erótica, lisérgica, lúdica) en los escenarios desconsoladores de su obra. Self, queriendo ser lúgubre y mordaz de tiempo completo, queda como un ingenuo. Si insisten en darle una oportunidad, escojan las distancias cortas: es mucho mejor cuentista que novelista.

Will Self - Cómo viven los muertos. Mondadori. Barcelona, 2003.

Apareció en Sonitus Noctis No. 9 (Marzo 2005)