3/05/2019

en el mundo de guermantes

En El mundo de Guermantes las prioridades de los personajes son tener buenos asientos en el teatro e invitar a las personas adecuadas a cada reunión. Por eso en principio parece raro que hablen tanto del Caso Dreyfus. Siguen el caso como una ocasión más para mostrarse a sí mismos. Mostrarse con atributos que los hagan interesantes cuando ya tienen los demás atributos considerados interesantes. Hablan como otros juegan cartas sin poner atención en el juego y sin apostar, más interesados en ver los rostros de los otros jugadores y mostrar el propio.

Oriana está convencida de la inocencia de Dreyfus pero no lo apoya. Ya tiene todo el poder al que podría aspirar, le queda únicamente ser contradictoria para rebasar en algo a los demás. Lo que la mortifica es que la postura adoptada en público la obliga a convivir con racistas pobretones, estando acostumbrada a reunirse con racistas aristócratas.

Swann apoya a Dreyfus y piensa que todos los que hacen eso mismo son perfectos. Si de alguien cree que es dreyfusista y resulta que no, ese alguien pasa de infalible a estar mal en todo, porque al final esto se trata de Swann y de a quién admite cerca de sí, y no de lo que le pueda pasar a Dreyfus.

12/08/2018

las soluciones simplonas también son noticias falsas

Esta semana apareció otra guía para detectar noticias falsas, esta vez de la BBC. También varias notas sobre medios que quebraron o buscan comprador. Es buen momento para pensar en las ocasiones en que aplicar estas guías es inútil.

¿Has notado que Newsweek está raro?

Newsweek es una publicación antigua que alguna vez perteneció al Washington Post y luego estuvo asociada a The Daily Beast... y que ahora está ligada a un culto evangélico. Un culto evangélico loquísimo.

La guía dice "busca el titular en Google, si es verdadero, es probable que otros medios confiables la hayan reproducido". Aquí el problema es que Newsweek sigue siendo citado por otros medios, como si su nombre siguiera significando lo mismo que hace veinte o treinta años.

Incluso The Guardian, que fue de los primeros en advertir lo raros que eran los nuevos dueños de Newsweek, cita a ese medio ocasionalmente.

Los porristas de Bush, ahora en The Atlantic

The Atlantic, que tiene más de siglo y medio de historia, cayó en blandito cuando los demás medios iban en picada: fue adquirido por la fundación de Laurene Powell Jobs y así inició una nueva etapa.

El problema es que en esta nueva etapa su jefe de redacción es uno de los que aseguraban que Irak tenía armas de destrucción masiva. No contento con eso, en 2010 anunció que estaba por ocurrir el ataque definitivo contra Irán.

Como ninguna de las dos notas fue cierta cabe preguntarse de dónde saca esas cosas y cómo es que sigue teniendo una carrera. En ambos casos ha respondido "le creí al oficial de inteligencia equivocado" y el mundo replicó "ah, menos mal". Para rematar, ahora tiene como principal columnista a uno que escribía los discursos de George W. Bush.

La guía dice  que revises si la nota tiene autoría y si ese autor es respetado. En este caso tenemos un medio considerado serio, pero con un jefe que prefiere regar la manzanilla y luego pedir disculpas.

Esos trolls rusos de Tumblr

Este año tumblr reveló las cuentas troll rusas que habían operado durante las elecciones de 2016 en EEUU (cuentas que ya habían desaparecido pero todavía podían verse en Wayback Machine). Lo más notorio era lo inofensivas que parecían: compartían videos chistosos que ya habían sido populares en otras plataformas, o memes apoyando a grupos vulnerables.

Sólo hasta que se acercaron las elecciones comenzaron a arrojar mensajes para envenanar el discurso electoral. Fue un difícil (y profesional) trabajo de meses de buenondismo para mandar algunos pocos pero efectivos mensajes nocivos.

Dice la guía que siempre revises el contexto, y en este caso el contexto dice poco. La información proviene de cuentas que no habían hecho nada sospechoso.

Ni creas que este artículo te ayudará

El artículo más conocido de danah boyd, "You Think You Want Media Literacy...", advertía del riesgo que corremos cuando se quiere formar conciencias críticas de manera chambona.

Si los maestros ponen a sus estudiantes ejercicios de comparar a CNN con Fox News, los estudiantes terminan fastidiados de ambas cadenas. Algunos comienzan a consumir alguna otra fuente más llamativa, y más desquiciada que cualquier cosa que pudiera aparecer en Fox News.

Ese artículo no termina con ninguna solución recomendada. No hay más que seguir quemándose las pestañas y seguir escarbando por el resto de la vida. Una solución fácil, que cabe en diez párrafos o una infografía, puede ser otra forma de noticia falsa.

12/03/2018

si se trata de eso, no

Eran los mayores los que escuchaban la música sentados, ya fuera en la butaca del teatro, el sillón frente a la radio o la banca cerca del kiosko. Los jóvenes usaban la música para bailar, y esta música podía no tener letra o tener la mínima necesaria para anunciar su presencia. Pennsylvania, six, five-thousand!

El baile siguió cumpliendo esas funciones hasta que algo se rompió en los años setenta. El cambio de facha y ocupación que tuvo Brian Eno entre 1972 y 1975 debería haber advertido al mundo.

Lo que no habían conseguido generaciones de señores espantados ocurrió como un inside job. Una parte de los jóvenes, que ya llevaban tiempo escuchando la música en audífonos o en compartimentos herméticos, decidió que la música popular para bailar era basura. Lo dijeron en voz alta y luego siguieron escuchando una canción de veinte minutos de guitarras y con letra abstrusa.

En Latinoamérica, donde la música popular global llegaba con retraso y filtrada, el rechazo fue doble o triple. Una parte de los jóvenes dijo en voz alta que la música para bailar local era además inculta y retrógrada. Y, aunque ahí se tenía acceso a menos canciones de veinte minutos de guitarras y con letra abstrusa, eso fue precisamente lo que se pusieron a escuchar luego de soltar su condena.

El resto de los jóvenes no se dejó arredrar. En los setenta en el norte de Inglaterra estaban bailando soul. Lo hacían en viejos salones y durante la noche entera, y mientras más viejo y más desconocido fuera el soul, mejor. En México varios que comenzaron esa década haciendo rock la terminaron como conversos de la tropicalia. También el señor que llegó a dar un concierto para 400 mil personas era un prófugo del rock.

Eran mundos alternos coexistiendo. En uno a la polka, el vals y las grandes bandas había seguido el rock (que también se bailaba) y lo siguieron más músicas para bailar. En el otro, el público del rock y sus satélites se quedaron en un universo de bolsillo desde donde rechazaban casi todo lo demás. O lo rechazaban hasta que se los presentaran en un modo que les pareciera tolerable.

Se decía con orgullo "disco sucks" y se quemaron álbumes de esa música en público, como si fuera un ritual para liberar a los suburbios del pecado. Y más o menos eso se siguió diciendo de cada música que tenía como objetivo principal hacer bailar.

A fines de siglo parecía que que ese rechazo ya había aburrido y se podía pasar a otras cosas, pero el avance nunca fue completo. No ayudaba que a la nueva camada de estrellas pop les estuvieran haciendo canciones unos señores rockistas nórdicos. Y ahora pensaríamos que esos problemas son todavía más viejos y aburren más que nunca pero varias reacciones de las últimas semanas dejan ver que seguimos en las mismas.

Hay una frase que se atribuye a Emma Goldman, "si no puedo bailar, tu revolución no me interesa". Goldman no lo dijo de esa forma sucinta, pero lo que sí dijo nos es más útil y pertinente. Está en el capítulo siete de Living my Life, su autobiografía, y va así:
...un joven me llevó aparte. Con rostro severo, como si estuviera por anunciar la muerte de un camarada querido, me susurró que no se veía bien que una agitadora bailara. No con ese abandono y descuido, en todo caso. Que era indigno de alguien en camino de ser una fuerza del movimiento anarquista. Que mi frivolidad sólo podia lastimar a La Causa. Me enfureció su impertinencia. Le dije que se ocupara de lo suyo, estaba cansada de que me restregaran La Causa en la cara. No podía creer que una causa con tan bello ideal, de liberación de las convenciones y prejuicios, negara la vida y el gozo. Le dije que La Causa no podía consistir en que yo me convirtiera en una monja y que el movimiento se transformara en un convento. Si se trata de eso, no lo quiero.

10/25/2018

ponerle al otro tus zapatos

A veces el libro-objeto sirve para practicar lo que el libro-texto enseña. La sinopsis que Confianza o sospecha trae en la contraportada es ejemplo de una actitud que analiza Gabriel Josipovici en ese mismo libro y que podríamos llamar “ponerle al otro tus zapatos”.

Martín Lutero hacía fan fiction

Al identificarnos con un texto o un personaje (encontrarlo relatable habrían dicho en tumblr hace cinco años) por lo común sólo encontramos un elemento parecido a nosotros y a partir de ahí queremos que el texto/personaje sea nosotros. Esta actitud del lector no es nueva: se hizo muy popular con los románticos pero ya estaba en Lutero (y en la antigua Grecia). Lutero podía tomar un par de líneas sobre Noé, hacerse una historia extensa sobre el pueblo en que vivía Noé y decir que este personaje bíblico sufría penas muy parecidas a las que sufría él, Lutero, y luego seguir ampliando esa historia. Cuando en el pasaje bíblico sólo decía que Noé recibió un encargo y lo cumplió y tan-tan.

Acá en la contraportada dice “¿Es posible crear arte con total libertad y producir obras que trasciendan lo comercial? Esta pregunta sirve a Josipovici para desarrollar…”, y Josipovici jamás se hizo esa pregunta. Ni siquiera es una pregunta que esté en el mismo campo que sus intereses como crítico o como autor de ficciones. El autor de la sinopsis vio que el libro era sobre los modos y motivos de la escritura a lo largo de toda la historia de la humanidad, se dijo “eso es como los problemas que yo tengo al escribir” (que no son los de Josipovici) y a partir de ahí ignoró el resto del libro-texto.

Esto sobre Lutero viene en las páginas 154 y 155. Está buenísimo y también involucra al Dr. Johnson y Aristóteles.

Los chalecos amarillos y Pedro Kumamoto

Percibimos matices en los que consideramos los nuestros y vemos a los otros como un conjunto homogéneo. Algunos notan este efecto y lo aprovechan para presentar como novedad interesante algo que lleva mucho tiempo existiendo. Si te pones las gafas que anulan el efecto puedes descubrir continentes sin moverte de tu sitio, o al menos así le parecerá a los que no llevan esas gafas puestas. Pueden ver ese truco de las gafas en acción en un artículo reciente de Eggers, sobre política en Estados Unidos, hecho para lectores ingleses. También había algo de ese truco en los primeros artículos sobre música electrónica que Simon Reynolds hizo para medios estadounidenses.

En otros casos nadie se pone las gafas. No lo hacen los autores de los artículos y tampoco los lectores. Así, en la semana que aparecieron los gilets jaunes, comentaristas de todo el mundo intentaron traducir el movimiento a la taxonomía política elemental (izquierda-derecha, liberales-conservadores, progresistas-reaccionarios) para verse desmentidos y confundidos en las siguientes semanas.

Un caso mexicano: la ideología de Pedro Kumamoto. Ciudadanos de izquierda, que primero consideraron al candidato cercano a ellos, o por lo menos atípico, lo llamaron traidor por su posición sobre el aborto. Podrían no coincidir con él, pero el político tapatío no estaba cambiando de postura. En Guadalajara está arraigada la participación ciudadana pero no es necesariamente de izquierdas, sino de influencia personalista. El personalismo es una corriente filosófica que los jesuitas llevaron a la región y que es particularmente fuerte en el alma mater de Kumamoto, el ITESO. Este perfil ideológico es antiguo y común en Jalisco, pero los comentaristas no hicieron por estudiar la historia del lugar antes de aplicarle la taxonomía política elemental.

La mejor zona de México para vender frijoles mágicos

Otro tanto ocurre con Nuevo León. En el resto del país se suele adjudicar las preferencias políticas de esa zona al conservadurismo. Un vistazo a los productos de entretenimiento del lugar muestra una influencia poderosa de la industria del espectáculo, que parece rebasar a las demás influencias que pudiera haber. Adjunto a esto, y quizá a causa de la baja densidad poblacional (en una zona metropolitana grande), ahí la opinión de los vecinos pesa más que cualquier tradición.

Así, en las colonias donde se instala un templo de los Testigos de Jehová y algunos vecinos se convierten a esa fe, pronto hay una población considerable de conversos. En las colonias donde hay campos de las ligas infantiles de beisbol, o de futbol americano, estos deportes se vuelven populares, sin que abunden los aficionados a esos deportes en el resto de la población. Lo que desde el exterior pareciera un conservadurismo, tiene un origen más simple y maleable. Un subproducto de esta cultura local es la poca memoria histórica de los ciudadanos. Quizá se trate de la mejor zona de México para ir a vender humo y también frijoles mágicos.

10/02/2018

liminares

En el siglo pasado pasado gustaban de comentar la música popular a partir del mito. Otro modo de acercarse a los pasados y presentes de la música consiste en buscar sus intersticios, sus lugares liminares, los puntos en donde se deja contaminar y alimentar por el todo a su alrededor. Donde la canción (en su sentido más amplio) reconoce a sus autores (en el sentido más amplio).

En el reportaje “Life Before Alice” (The Quietus), Mark Andrews se las arregla para contar cierto modo de vida en el Leeds de fines de los setenta y hacerlo pasar por un artículo sobre los orígenes de The Sisters of Mercy.

Habla de cómo el único integrante fijo de Sisters y uno de Mekons perdían el tiempo en un departamento encima de un bar, el bar donde Claire, la novia del primero, hacía de DJ. En ese departamento veían retransmisiones de Doctor Who en un aparato en blanco y negro, en lo que llegaba la hora de bajar al bar. La gente que rodeaba al de Sisters ni sabía que él hacía música. La música fue algo que llegó como un residuo de esas tardes frente a la TV esperando la hora de la primera cerveza.

“Death Metal and the Indian Identity”, de Akshay Ahuja, fue publicado hace diez años en Guernica Magazine. Contrario a lo que sugiere el título, el artículo va sobre cómo en cierta parte de India no había entonces una “música identitaria”. El autor acompaña a un amigo a un festival en Bangalore, para descubrir que en esos lugares presentan bandas que tocan covers de Judas Priest, The Doors y Led Zeppelin. Algunas de las bandas tocaron apenas dos canciones, y al menos una se disculpó por no haber ensayado.

El amigo de Bangalore le explica que ahí no creen en la “música identitaria”, que no les importa especialmente ningún estilo. “Para Pradyum esto no era evidencia de una mente abierta, o de disfrutar al máximo una cultura híbrida; él pensaba que la disponibilidad india para adoptar todo era una forma de frivolidad”. En esa ciudad muchos jóvenes vivían con los horarios de las empresas inglesas para las que trabajaban a distancia, y pasaban sus días libres en eventos de ese tipo.

El artículo de Andrews se trata de canciones hechas casi sin querer, en las horas muertas de un grupo de gente que en realidad no tenía horas activas. En el artículo de Ahuja trata de masas de gente que se reúnen a escuchar canciones que no los unen de un modo particular, en una ciudad que vive con horarios prestados.

En otros casos se escapa de los mitos principales sobre-identificándose con algo que no es relevante para el resto del mundo. Ahí está la popularidad masiva de la banda inglesa The Wild Swans en Filipinas, o la importancia del jangle pop en Indonesia. Deslindarse de identidades, o abrazar ferozmente una identidad que según el consenso no debería encajar con la del lugar. Recuerda ese modo, descrito tanto por Michèle Petit como por Gabriel Josipovici, en que los países árabes leen a Proust con un placer difícil de encontrar en el resto del planeta.