9/15/2016

¿qué significa soñar con cables?

El documental I Dream of Wires (Fantinatto, 2014) cuenta la historia del sintetizador, pero abarca un escenario más amplio que el de la música electrónica o la música a secas. Muestra dos ideologías que coexistían en un país y época, cada una de las cuales creó un sintetizador distinto.

En la Costa Este de los Estados Unidos estaba Robert Moog, perfeccionando un instrumento electrónico atractivo para músicos de distintos orígenes, no únicamente para los experimentales y los entusiastas de nuevas tecnologías.

Siguiendo esa vía, sus equipos terminaron teniendo un teclado, y el Minimoog (1970) fue su mayor éxito. El propio inventor decía que éste era el menos versátil de sus sintetizadores, pero no pensaba llevarle la contra a los clientes.

Mientras, en la Costa Oeste, Don Buchla hacía una labor similar, pero guiada por lo que pareciera más interesante, no necesariamente lo más pedido.

De hecho, en un principio Don no sabía que estaba fundando una compañía, pensaba que aquello se quedaría en un proyecto de garage. Ahora estamos acostumbrados a que las tecnologías de la Costa Oeste se propaguen por el mundo, incluso si en un principio son rechazadas por los consumidores, pero entonces todavía no cuajaba del todo ese modelo.

Los sintetizadores Moog con teclado serían más influyentes en las siguientes décadas, si bien nunca ha desaparecido del todo el interés por los Buchla.

Bolinas, una comunidad californiana parcialmente aislada y que mira al mar, parece tener bastantes Buchlas por kilómetro cuadrado. De ahí son vecinas Suzanne Ciani y Kaitlyn Aurelia Smith, que hace algunos meses coincidieron en una cena y a partir de ahí se reunieron para improvisar con sus máquinas, el Buchla 200 E de Ciani y el Buchla Music Easel de Smith.

Estas amigas y sintetistas pertenecen a generaciones diferentes (Smith no había nacido cuando Ciani publicó su primer álbum). No tienen planes para reunirse en escenarios, pero sí grabaron un álbum para la serie FRKWYS.

Lo estrenaron este septiembre, se llama Sunergy y consiste en dos tracks largos (y un tercero en la versión digital) que tienen tanto el sonido tintineante y rítmico de Ciani como los pasajes contemplativos y psicodélicos de Smith. En el primer track, “A New Day”, esos sonidos funcionan como un diálogo, mientras en el segundo, “Closed Circuit”, se mezclan completamente.

Este ha sido el año de rescatar la obra de Ciani. El sello Finders Keepers, que ya había reeditado parte de su obra, publicó por primera vez sus Buchla Concerts 1975.

Una nota curiosa: como ocurre con Wendy Carlos y Delia Derbyshire, los sonidos de Ciani fueron escuchados por medio mundo sin saberlo. En los anuncios de los setenta, el sonido de la botella de Coca-Cola, al destaparla y servirla, no provenía de una botella real, se trataba de Suzanne con sus máquinas, uno de sus trabajos de diseño de sonido.


Para ver: Sunergy Documentary (Sean Hellfritsch, 2016); Suzanne Ciani Lecture (Red Bull Music Academy, 2016).

8/12/2016

mitos

Agata Pyzik es la autora de un libro sobre la cultura pop en Europa Oriental en el pasado siglo. Sobre eso y sobre los choques e intercambios entre Europa Oriental y Occidental. El libro se llama Poor but Sexy, pobre pero sexy, que fue el modo en que un alcalde de Berlín describió a su ciudad.

Poor but Sexy usa a algunas personas y creaciones como eje, y una de esas personas es David Bowie. Su paso por Europa Oriental y el interés que tenían los jóvenes de esa parte del mundo en él. Pyzik explica este interés con una creación concreta, recuperable, la película Christiane F. (Uli Edel, 1981), y con un mito, el del breve paseo de Bowie por Varsovia.

Quizá Bowie estuvo realmente en Varsovia, pero lo que interesa es cómo ese paseo se sigue contando y hasta se crean detalles sobre él, como qué tienda visitó el cantante y qué disco compró ahí, disco que es una presunta influencia del track “Warszawa”. Una versión resumida de esa historia puede verse en un video creado este año, Tracing David Bowie’s Footsteps through 1970s Warsaw.

La veracidad de esa historia es incomprobable e irrelevante. Es un mito que permite a Pyzik reunir otras historias, dispersas, del romance de Occidente con la estética del Bloque Soviético y del romance del Bloque Soviético con cierto tipo, y sólo cierto tipo, de cultura pop occidental. El mito es adecuado, cumple una función.

Algo parecido ocurre en el documental Montage of Heck (Brett Morgen, 2015). Este documental fue tachado de innecesario desde antes de su estreno, porque presuntamente ya había demasiados acerca de Kurt Cobain. Lo distintivo de Montage of Heck es que incluye dos cintas grabadas por Cobain y encontradas por el director: un collage sonoro y la voz de Kurt contando una historia de su adolescencia.

El director no sabía bien qué hacer con esa última grabación en el largometraje, así que decidió presentarla íntegra. Hisko Hulsing, contratado para realizar algunas animaciones en este documental, convenció al director de animar toda la narración de Cobain. Según Buzz Osborne, integrante de Melvins y amigo del documentado, todo lo dicho en esa grabación (y por consecuencia en la animación) se lo inventó Cobain. El animador Hulsing también intuye que se trata de un cuento.

Buzz detesta ese documental, lo considera una colección de patrañas sobre Kurt. Lo único que le gusta son las animaciones, de las que dice retratan muy bien lo deprimente que era Aberdeen en esos tiempos. Repasemos: considera el documental una serie de mentiras en la que lo único destacable es un quizá cuento, quizá recuerdo, contado por su amigo, convertido en un corto animado.

Cuando Hulsing explicó en una conferencia TEDx cómo hizo la animación estuvo a punto de decir que había mitologizado con ella, pero se interrumpió a media palabra. Quizá porque “mito” suele tomarse como “mentira”. Era la palabra correcta, es un mito, que no mentira. Un relato que permite entender tan bien como una carretada de datos.

7/13/2016

the avalanches - wildflower

Since I Left You, publicado a fines de 2000, era de esos álbumes de los que se escuchan más cifras que apreciaciones, por la cantidad y la variedad de samples usados. Había pasado antes con Paul’s Boutique (1989) de Beastie Boys y pasaría después con Feed the Animals (2008) de Girl Talk, pero ese álbum de The Avalanches, combo australiano de DJs, era único en su especie.

Hecho de múltiples partes, tenía un estilo propio. Psicodelia disco, si hubiera que ponerle un nombre. Y el elemento unificador no era una voz: era sampleo puro, sin un solo sonido hecho para la ocasión. Y a diferencia de las referencias irónicas, del mashup cómico, su sonido funcionaba mejor entre menos buscaras las fuentes.

Hablábamos aquí, en meses anteriores, de la música que funciona como un concentrado de épocas. También de la canción sencillamente feliz como una rareza. Y parece que invocamos a The Avalanches, expertos en esos asuntos, y que habían retrasado durante quince años su segundo álbum.

De los integrantes originales quedan Robbie Chater y Tony Di Blasi, pero no habría modo de saberlo en base al sonido. Parece que cualquier muestra que tomes de The Avalanches puede regenerarse hasta sonar como al principio. En lo que hay diferencias es en la planeación. Esta vez hay voces invitadas. También usan arreglos de Jean-Michel Bernard (compositor para el cine de Michel Gondry y Wes Anderson), para unir las partes sin que se noten las costuras.

Como en Since I Left You, la música está dividida en tracks y algunos de estos tienen intención de sencillo (el más obvio y el primero ha sido “Frankie Sinatra”), pero funciona como una sola pieza, que sigue y sigue sin tener divisiones claras. Igual que en el debut, hay psicodelia, disco, soul, funk y diálogos de película. Lo único que han dejado fuera son los samples de Hi-NRG y el pop de sintetizadores.

Por la naturaleza del álbum, es difícil recomendar una selección de Wildflower. Quizá sí un bloque entero, el primer tercio, del inicio hasta el séptimo track, “Colours”, con lo que se tendría una idea clara de lo que Chater y Di Blasi pueden hacer hoy en día.

Más interesante es contrastar el álbum con lo que ha ocurrido en la música popular en estos últimos quince años. Con la atención y el respeto que recibió el debut de este grupo, esperaríamos que se notara por muchas partes su influencia. Y claro que nunca ha gustado tanto el alud de samples como ahora, y sin embargo es imposible escuchar un par de minutos de esto y engañarse con respecto a qué grupo lo hizo.

7/05/2016

un carnero suelto en las estancias de la memoria

El libro The Art of Memory, escrito por Frances Yates, puede verse como una historia del "método de los lugares", el arte de la memoria artificial que se cultivó desde la antigua Grecia hasta el Renacimiento (y que ahora aparece ocasionalmente como atajo argumental en best-sellers y series).

Por otro lado, The Art of Memory también puede verse como la historia de un par de apócrifos mal traducidos y los paseos de un carnero inmortal, con varias personas muy atentas a los testículos de este carnero.

Frances Yates explica el arte de la memoria

El arte de la memoria artificial consiste en imaginar o recordar una serie de estancias, colocando personajes pintorescos y objetos simbólicos en esas estancias, de modo que estos personajes y objetos nos ayuden a recordar, a voluntad y en orden, una amplia cantidad de datos. En lugar de poner estos datos en una historia o acompañarlos con una tonada para recordarlos, se les daba un lugar y se retenía en la memoria ese lugar.

Durante la edad media, explica Yates, las principales fuentes para estudiar este arte de la memoria eran los libros llamados la Primera y Segunda Retóricas de Tulio.

Tulio explicaba en la Primera Retórica que la memoria era parte de la virtud prudencia y en la Segunda Retórica explicaba el método de los lugares. Así, pensar en lugares imaginarios con objetos y seres imaginarios se tomó por una práctica piadosa.

El problema es que estos dos libros no eran del mismo autor y no había tal Tulio. La Primera Retórica era en realidad "De inventione", que sí, había sido escrita por un Tulio: Marco Tulio Cicerón. La Segunda Retórica es un texto llamado Ad Herennium cuyo autor se desconoce.

Ad Herennium y los testículos del carnero

Uno de los ejemplos clásicos de Ad Herennium consiste en recordar los elementos de una demanda legal con la imagen de un hombre cargando varios objetos. Entre ellos, los testículos de un carnero, pues en latín hay proximidad entre las palabras testículos y testigo y así se recordaría que el crimen tuvo testigos. En cuanto a por qué un carnero, Yates especula que se trata de una alusión al aries del zodiaco.

En los manuales de la edad media en esta escena se agregó a un médico, por un error de traducción. La frase "medico testiculos arietinos tenentem" significa que estos testículos están colgando del "digitus medicinalis", el cuarto dedo de la mano, pero los lectores escolásticos entendieron que había un médico sosteniendo los testículos de carnero.

Alberto Magno acabó de enredar el ejemplo en su De memoria et reminiscentia. De algún modo entendió que los lugares imaginados, que según las viejas reglas de este arte debían ser lugares tranquilos, además debían estar en penumbra. Y para no complicarse con quién sostenía los testículos, decidió que en ese ejemplo habría un carnero completo:

Si queremos recordar una demanda legal, podemos imaginar un carnero, con grandes cuernos y testículos, acercándose en la oscuridad. Los cuernos nos recordarán a nuestros adversarios y los testículos la presencia de testigos.
En este punto, Frances Yates decide que ya se ha ido demasiado lejos con lo del carnero.

¡Qué susto le da a uno este carnero! ¿Cómo se las arregló para escapar de la imagen de la demanda legal para correr peligrosamente por ahí en la oscuridad? ¿Y cómo la regla de imaginar lugares no muy oscuros ni muy iluminados se ha mezclado con la de imaginar lugares tranquilos, provocando esta mística oscuridad y retiro?

Y de ese modo unos testículos imaginados en el siglo I antes de Cristo se convirtieron en un carnero completo apareciéndose en las tinieblas a los estudiosos.

6/14/2016

neko case, kd lang y laura veirs - case/lang/veirs

Esta colaboración entre Neko Case, k.d. lang y Laura Veirs no se explica porque sean compañeras de sello. Case está en Anti-, lang en Nonesuch y Veirs en su propio sello. Tampoco las reunió una antigua amistad, apenas se conocían cuando comenzaron estas canciones. Y no es una jam session convertida en álbum. De hecho, tomó casi tres años hacer estas canciones, con Case interrumpiendo periódicamente su gira para trabajar en Portland con sus colegas.

Sin coartada: sólo se propusieron hacerlo. En el caso de Veirs, sin coartada y sin haber compuesto canciones con nadie antes; en sus álbumes ella decide todo. A diferencia de muchas otras colaboraciones, donde los involucrados pretenden que se entendieron perfectamente, ellas admiten que fue un proceso tenso, sobrellevado por pura disciplina. “Fue un horrendo derramamiento de egos”, bromeó lang en una conferencia reciente. Case lo describe así:

Fue como estar en Harry Potter y que Dumbledore dijera “mira, Harry, cuando esté bajo este hechizo te pediré agua pero, no importa cómo le hagas, no debes darme agua”. Y Harry viendo sufrir a Dumbledore y diciéndole “lo siento, amigo, pero no puedo darte agua porque esta canción se echará a perder si lo hago”. No fue así de dramático, pero es la única metáfora que puedo pensar al respecto.

Además este proyecto (que incluirá una gira por Estados Unidos y Canadá) lo tuvieron en secreto hasta hace poco. Deberíamos haber sospechado algo cuando salió el anterior álbum de Veirs, con Case de segunda voz en una de las canciones. El caso es que no lo hicimos.

Como buena parte del repertorio de lang y Veirs, en estos catorce tracks se canta como en el country y la americana, pero la música no corresponde exactamente a esas etiquetas. Hay discretos arreglos de cuerdas que no se inscriben directamente en ningún género, también piano, y sólo ocasionalmente ritmo de rock (como en el cierre, “Georgia Stars”).

En teoría sería imposible decir qué parte la hizo quién, sobre todo porque se repartieron las partes cantadas al azar. Pero Laura Veirs ya ha escrito canciones que homenajean con nombre y apellido (tiene una sobre Carol Kaye y otra sobre Alice Coltrane), así que quizá ella sea la principal responsable de “Song for Judee”. La del título es Judee Sill, cantante de los años setenta que ya había sido objeto de un álbum homenaje con Bill Callahan, Trembling Blue Stars y otros.

Otra de las canciones, “Down I-5”, recibe su nombre de la carretera interestatal número cinco, la que lleva a la ciudad donde se grabó todo esto. Hay un par de líneas en ésta que son prestadas y les sonarán bastante familiares: “some are born to sweet delight/ some are born to endless night”.

Si van con prisa, busquen los dos grandes momentos del álbum. Uno es “Blue Fires”, donde lang hace por una canción nueva lo que antes ha hecho por standards y clásicas torch songs (pienso en sus versiones de “A Kiss to Build a Dream On’” y “Don’t Smoke in Bed”). El otro es además el mayor despliegue pop del álbum, “Best Kept Secret”, con esa clase de endorfina que parece se volvió prohibida en la música popular a partir de 1965.


case/lang/veirs - case/lang/veirs (Anti-, 2016). BandcampDeezer / Spotify
neko case/k.d. lang/laura veirs: the best of us (playlist)