8/20/2013

un canción perdida: "whisky angel" de ray

Mi ejemplo para decir que no todo estaba en internet era la canción "Whisky Angel" del grupo Ray.

La conocí en un disco de Rockdelux, Trouble On The Railway (A Rough Trade/Tugboat Records Compilation), donde aparecía junto a The Moldy Peaches y Hope Sandoval.

Al parecer el sello Rough Trade le hizo la maldad al grupo: sus demás discos que sí están disponibles en varios formatos fueron para otro sello y ese primer disco ni lo difunde o reedita Rough Trade, ni le ha podido meter mano el grupo para difundirlo por su cuenta.

El álbum sólo aparece ocasionalmente a la venta como CD en Amazon UK y ningún seguidor de la banda subió las canciones a YouTube o Grooveshark.

El grupo no es "raro" ni la canción es rara por sí misma, lo único raro es que desapareció del mundo y yo no conservé ese disco en el que la había conocido.

Es una buena canción, junto con "The Siren Songs" de Anywhen la considero de lo mejor que he pepenado en los discos de Rockdelux.

Hace unos meses volví a Soulseek. Luego de la desaparición de los blogs de música descargable y la reticiencia de algunos grupos para usar el streaming hay cosas que ya sólo están en Soulseek, por anacrónico que suene. Finalmente reapareció Whisky Angel.

8/15/2013

chesterton y las novelas de tres pesos

Nos perdemos al utilizar la expresión clases trabajadoras cuando lo que queremos decir es toda la humanidad menos nosotros mismos. Esta literatura romántica sin importancia no es especialmente plebeya: sencillamente es humana.

A eso llegó Chesterton en relación a los penny dreadful, las novelitas de a penique en las que los muchachos seguían las andanzas de Dick Turpin, Claude Duval, Sweeney Todd y demás personajes truculentos o aventureros.

Así como en el siglo XVII se dijo que el que abusaba de los libros de caballería acababa por las "soledades y despoblados buscando las aventuras", y a mediados del siglo XX Seduction of the Innocent convenció a muchos de que los comics eran nocivos para los jóvenes, en 1901 había buenas conciencias culpando a los penny dreadful de la delincuencia juvenil. En The Defendant (Londres, 1901), junto a su defensa del sinsentido y de la farsa, Chesterton incluyó una de los penny dreadful.

No los disculpó buscándoles dudosos méritos artísticos, ni tomándolos como un primer paso que llevaría a lecturas más edificantes. Vamos, ni los disculpó, dijo que eran necesarios, que el arte literario podía darse mal en una civilización, o darse bien y corromperse, pero que esos relatos de "sangre y fuego" son anteriores al arte literario y no podemos prescindir de ellos. Aquí dejo un par de párrafos más:

Es un tipo de composición que puede suponerse que siempre ha existido y siempre existirá. Carece de cualquier pretensión de ser buena literatura. Al igual que las conversaciones de sus lectores tampoco pretenden ser oratoria elevada ni los pisos y pensiones que habitan arquitectura sublime. Pero las personas tienen que conversar, estar bajo techo y escuchar cuentos. La necesidad básica de un mundo ideal en que personajes de ficción representan libremente su papel, es infinitamente más antigua y más profunda que las reglas del buen arte. Y es mucho más importante...

Mientras la sustancia, vulgar y débil, de la simple literatura popular permanezca ajena a una cultura mezquina nunca será sustancialmente inmoral. Siempre está de lado de la vida. Los pobres, los esclavos que realmente han gemido bajo el yugo de la vida, a menudo han estado locos, han sido estúpidos y crueles. Pero nunca les ha faltado la esperanza. Eso es un privilegio de clase social, como los cigarros puros. Su pésima literatura será siempre una literatura “a sangre y fuego”, como en el fuego del cielo y la sangre de los hombres.

Texto completo: A Defence of Penny Dreadfuls / Una defensa de las novelitas de a penique.

6/13/2013

parásitos emocionales

En el blog de HUP, James Dawes desarrolla lo dicho por Paul Bloom en "The Case Against Empathy".

Ese interés por los otros que llamamos empatía podría ser un mal disfraz del narcisismo e incluso del voyeurismo. Pensamos que nuestra atención a las historias traumáticas de otros se debe a que somos criaturas solidarias, a que la empatía nos obliga. Pero quizá nos atraen las historias de sufrimiento porque tenemos una (insegura) necesidad de demostrarnos, a través de una respuesta empática, nuestra valía moral. O quizá nos atraen las historias de sufrimiento porque algunos de nosotros tenemos el privilegio de estar aburridos. Como dijo Eva Hoffman al criticar el interés en las historias de sobrevivientes del Holocausto: sentimos "envidia de significación". Tomamos prestado de la tragedia de otros para darle propósito y emoción a nuestros días vacíos. Somos parásitos emocionales.

6/10/2013

colleen, música necesaria

Con ese título no quiero decir que la música de Colleen sea algo que necesites. No se te va a caer un brazo si no la escuchas. Tampoco se te cae un brazo si nunca escuchas a David Sylvian o John Cale. Lo que quiero decir es que Colleen, alias de la multiinstrumentista Cécile Schott (París, 1976), sólo hace y graba la música que ella necesita hacer y grabar. A la fuerza ni los zapatos ni la música contemporánea hecha con instrumentos del barroco.

Desde sus inicios, que eran también los del siglo, Colleen fue una one-woman band, pero esto de la one-woman band ha significado cosas muy distintas a lo largo de su carrera.

Primero fue descubrir que con montones de samples y montones de horas al teclado podía simular una banda sin salir de casa. Después fue tocar diferentes instrumentos y reconstruir sus sonidos digitalmente.

Luego fue recorrer el mundo sola cargando una viola da gamba y una maleta. Para 2007, con tres álbumes, excelentes críticas de sus conciertos y ninguna canción nueva en la cabeza Colleen decidió que no quería saber de música, al menos por un tiempo.

Le tomó seis años regresar y lo hace con el mejor álbum de su carrera: The Weighing of the Heart.

Si en Everyone Alive Wants Answers y The Golden Morning Breaks, (Leaf, 2003 y 2005) pasaba por minimalista y ambient y para Les Ondes Silencieuses ‎(Leaf, 2007) amplió sus recursos e instrumentación, ahora es cuando más muestra las infuencias de las que ha hablado por años (Arthur Russell, Pierre Bastien, Moondog) y cuando más se acerca al formato tradicional de canción. Me sentí sagaz al descubrir algo del sonido de James Blackshaw cada que toma la guitarra, luego descubrí que en varios sitios recomendaban a Blackshaw si te gustaba este disco de Colleen. Así de simplona es mi sagacidad.

Cecile lo hizo todo aquí. La música, la interpretación de cada instrumento (clarinete, piano, guitarra, órgano, etc.), grabación, producción y, lo más novedoso, las letras y la voz: por primera vez Colleen tiene una voz y letras, que están ahí más para evocar y sonar que para narrar. Los temas: el cielo nocturno, la luna, la Osa Mayor, la arena y los campos. Mis tracks favoritos en esta ocasión, y quizá debería decir mis tracks favoritos de Colleen de ahora en adelante, son "Geometría del universo" y "Moonlit Sky".

"Geometría del universo" se compone únicamente de un punteo de viola da gamba, alternativamente sereno y apresurado, bello en su simplicidad. "Moonlit Sky" comienza con un clarinete de músico callejero del mediterráneo, luego acompañado por voz y cuerdas para finalmente sorprender con órgano de iglesia.

Otros a destacar: el arrullo de instrumentos de juguete en "Humming Fields", "Going Forth by Day" (en algún lugar entre la música antigua y el jazz) y "The Moon Like a Bell", que la acerca al folk británico de los sesenta pero con un estilo vocal propio.

Colleen The Weighing of the Heart (Second Language, 2013). Spotify/Rdio/YouTube.

5/28/2013

el autor favorito de las inteligencias artificiales

Martin Silenus habla con una representante de la editorial interestelar Transline luego del fracaso de su libro. De la novela Hyperion (1989), Dan Simmons.

—Dijiste que habían previsto setenta millones.
—Sí, bien, cambiamos de opinión después de que la inteligencia artificial residente de Transline lo leyera.
Me hundí más en la flujoespuma.
—¿Ni siquiera le gustó a la IA?
—A la IA le encantó —corrigió Tyrena—. Ahí tuvimos la certeza de que la gente lo rechazaría.
Me incorporé.
—¿No pudimos haber vendido ejempleares al Tecno-Núcleo?
—Lo hicimos —informó Tyrena—. Uno. Los millones de IAs que hay allí quizá lo compartieron en tiempo real en cuanto salió por ultralínea. Los derechos de autor interestelares no significan un comino cuando tratas con inteligencias de silicio.