7/13/2016

the avalanches - wildflower

Since I Left You, publicado a fines de 2000, era de esos álbumes de los que se escuchan más cifras que apreciaciones, por la cantidad y la variedad de samples usados. Había pasado antes con Paul’s Boutique (1989) de Beastie Boys y pasaría después con Feed the Animals (2008) de Girl Talk, pero ese álbum de The Avalanches, combo australiano de DJs, era único en su especie.

Hecho de múltiples partes, tenía un estilo propio. Psicodelia disco, si hubiera que ponerle un nombre. Y el elemento unificador no era una voz: era sampleo puro, sin un solo sonido hecho para la ocasión. Y a diferencia de las referencias irónicas, del mashup cómico, su sonido funcionaba mejor entre menos buscaras las fuentes.

Hablábamos aquí, en meses anteriores, de la música que funciona como un concentrado de épocas. También de la canción sencillamente feliz como una rareza. Y parece que invocamos a The Avalanches, expertos en esos asuntos, y que habían retrasado durante quince años su segundo álbum.

De los integrantes originales quedan Robbie Chater y Tony Di Blasi, pero no habría modo de saberlo en base al sonido. Parece que cualquier muestra que tomes de The Avalanches puede regenerarse hasta sonar como al principio. En lo que hay diferencias es en la planeación. Esta vez hay voces invitadas. También usan arreglos de Jean-Michel Bernard (compositor para el cine de Michel Gondry y Wes Anderson), para unir las partes sin que se noten las costuras.

Como en Since I Left You, la música está dividida en tracks y algunos de estos tienen intención de sencillo (el más obvio y el primero ha sido “Frankie Sinatra”), pero funciona como una sola pieza, que sigue y sigue sin tener divisiones claras. Igual que en el debut, hay psicodelia, disco, soul, funk y diálogos de película. Lo único que han dejado fuera son los samples de Hi-NRG y el pop de sintetizadores.

Por la naturaleza del álbum, es difícil recomendar una selección de Wildflower. Quizá sí un bloque entero, el primer tercio, del inicio hasta el séptimo track, “Colours”, con lo que se tendría una idea clara de lo que Chater y Di Blasi pueden hacer hoy en día.

Más interesante es contrastar el álbum con lo que ha ocurrido en la música popular en estos últimos quince años. Con la atención y el respeto que recibió el debut de este grupo, esperaríamos que se notara por muchas partes su influencia. Y claro que nunca ha gustado tanto el alud de samples como ahora, y sin embargo es imposible escuchar un par de minutos de esto y engañarse con respecto a qué grupo lo hizo.

7/05/2016

un carnero suelto en las estancias de la memoria

El libro The Art of Memory, escrito por Frances Yates, puede verse como una historia del "método de los lugares", el arte de la memoria artificial que se cultivó desde la antigua Grecia hasta el Renacimiento (y que ahora aparece ocasionalmente como atajo argumental en best-sellers y series).

Por otro lado, The Art of Memory también puede verse como la historia de un par de apócrifos mal traducidos y los paseos de un carnero inmortal, con varias personas muy atentas a los testículos de este carnero.

Frances Yates explica el arte de la memoria

El arte de la memoria artificial consiste en imaginar o recordar una serie de estancias, colocando personajes pintorescos y objetos simbólicos en esas estancias, de modo que estos personajes y objetos nos ayuden a recordar, a voluntad y en orden, una amplia cantidad de datos. En lugar de poner estos datos en una historia o acompañarlos con una tonada para recordarlos, se les daba un lugar y se retenía en la memoria ese lugar.

Durante la edad media, explica Yates, las principales fuentes para estudiar este arte de la memoria eran los libros llamados la Primera y Segunda Retóricas de Tulio.

Tulio explicaba en la Primera Retórica que la memoria era parte de la virtud prudencia y en la Segunda Retórica explicaba el método de los lugares. Así, pensar en lugares imaginarios con objetos y seres imaginarios se tomó por una práctica piadosa.

El problema es que estos dos libros no eran del mismo autor y no había tal Tulio. La Primera Retórica era en realidad "De inventione", que sí, había sido escrita por un Tulio: Marco Tulio Cicerón. La Segunda Retórica es un texto llamado Ad Herennium cuyo autor se desconoce.

Ad Herennium y los testículos del carnero

Uno de los ejemplos clásicos de Ad Herennium consiste en recordar los elementos de una demanda legal con la imagen de un hombre cargando varios objetos. Entre ellos, los testículos de un carnero, pues en latín hay proximidad entre las palabras testículos y testigo y así se recordaría que el crimen tuvo testigos. En cuanto a por qué un carnero, Yates especula que se trata de una alusión al aries del zodiaco.

En los manuales de la edad media en esta escena se agregó a un médico, por un error de traducción. La frase "medico testiculos arietinos tenentem" significa que estos testículos están colgando del "digitus medicinalis", el cuarto dedo de la mano, pero los lectores escolásticos entendieron que había un médico sosteniendo los testículos de carnero.

Alberto Magno acabó de enredar el ejemplo en su De memoria et reminiscentia. De algún modo entendió que los lugares imaginados, que según las viejas reglas de este arte debían ser lugares tranquilos, además debían estar en penumbra. Y para no complicarse con quién sostenía los testículos, decidió que en ese ejemplo habría un carnero completo:

Si queremos recordar una demanda legal, podemos imaginar un carnero, con grandes cuernos y testículos, acercándose en la oscuridad. Los cuernos nos recordarán a nuestros adversarios y los testículos la presencia de testigos.
En este punto, Frances Yates decide que ya se ha ido demasiado lejos con lo del carnero.

¡Qué susto le da a uno este carnero! ¿Cómo se las arregló para escapar de la imagen de la demanda legal para correr peligrosamente por ahí en la oscuridad? ¿Y cómo la regla de imaginar lugares no muy oscuros ni muy iluminados se ha mezclado con la de imaginar lugares tranquilos, provocando esta mística oscuridad y retiro?

Y de ese modo unos testículos imaginados en el siglo I antes de Cristo se convirtieron en un carnero completo apareciéndose en las tinieblas a los estudiosos.