12/10/2004

tuxedomoon - cabin in the sky

Se habla de Cabin in the Sky como uno de los regresos más esperados, a pesar de que Tuxedomoon nunca se marcharon del todo. Esa impresión de retorno ha sido acentuada porque esta vez Steven Brown y Peter Principle cuentan con Blaine Reininger, el otro miembro fundador, y también porque han vuelto a grabar en Crammed, que apenas el año pasado incluyó Desire/No Tears (disco que reúne el primer álbum y el primer EP de Tuxedomoon) en Global Soundclash 1980-1989, serie de reediciones de grupos clave de esa década, en la que también aparecen Minimal Compact y Bel Canto.

Pero es falso que esta banda, formada en San Francisco en 1977 y transplantada a Europa a comienzos de los ochenta, no haya dado señales de vida luego de The Ghost Sonata (Crepuscule, 1991). Simplemente se han movido por la periferia. Desde 1993 la Ciudad de México es la base de operaciones de Ninerain, proyecto de Steven Brown junto a su colaborador habitual Nicolas Klau y varios músicos locales (entre ellos José Manuel Aguilera), con los que ha publicado dos discos, Ninerain (Opción Sónica, 1996) y Rain of Fire (Opción Sónica, 2001). Desde 1997 Tuxedomoon ha realizado algunas presentaciones, y en 1998 Brown y Principle grabaron Joeboy in Mexico (Opción Sónica). Como actualmente Principle reside en Nueva York y Reininger en Grecia, escogieron un territorio neutral, Cagli (Italia), para componer y grabar este Cabin in the Sky, en el que colaboran espíritus afines de generaciones posteriores, como John McEntire de Tortoise, DJ Hell y Tarwater.

Tuxedomoon sigue siendo de las contadas bandas donde el bajo lleva la batuta, y lo hace sin derroches técnicos ni exceder su función rítmica. Hay acompañamiento de clarinete, violín y piano, grabaciones de campo, una banda militar, letras en italiano y, como siempre, motivos del post-punk más sofisticado, la new wave menos ingenua y el dark ambient, todo combinado con imaginación y en las cantidades adecuadas. Como ocurre con sus contemporáneos Japan y The Legendary Pink Dots, para Tuxedomoon no había una etiqueta en los ochenta y sigue sin haberla hoy en día.

El sonido típico de Tuxedomoon está en "Home Away" y la sobresaliente "Baron Brown", mientras que "Annuncialto" e "Island" son instrumentales impresionistas. Entre las novedades, en varios momentos se escuchan palpitaciones y burbujeos de electrónica en miniatura, como la que se cultiva en el sello Morr, y en "Luther Blisset" se entregan de lleno al groove-trance del que ya habían dado algunas pistas en Joeboy in Mexico. El único momento de peligro es "Misty Blue", indigesto bocadillo de tribalismo electrónico que en un descuido podría acabar en la serie Café del Mar.

No han grabado el mejor disco de su carrera, pero Cabin in the Sky de ninguna forma es material sólo para fanáticos. Con sus integrantes acechando el medio siglo de edad, Tuxedomoon se conserva en plena forma y no vive de su pasado. No tears, siguen vivos.

Tuxedomoon - Cabin in the Sky (Crammed, 2004).

Apareció en Sonitus Noctis No. 7 (Diciembre 2004).

12/09/2004

rhoda

-Si yo pudiera creer –dijo Rhoda- que envejeceré en medio de persecuciones y cambios sin fin me sentiría liberada de mi temor: nada persiste. El momento presente no conduce al momento que seguirá. La puerta se abre y el tigre salta. Vosotros no me habéis visto entrar. He dado mil rodeos por entre las sillas para evitar el horror de una brusca sacudida. Tengo miedo de todos vosotros. Tengo miedo del choque de las sensaciones que saltan sobre mí, porque no puedo recibirlas como lo hacéis vosotros, no puedo fundir el momento presente con el que vendrá. Para mi cada momento es algo violento, algo aislado, y si sucumbo bajo el choque del salto de este momento vosotros os arrojaréis sobre mí para despedazarme. Mi existencia carece de propósito. Yo no sé enrielar un minuto a continuación de otro, una hora tras otra, disolviéndolas mediante alguna fuerza natural hasta que ellas forman esta masa indivisible que vosotros llamáis vida. Porque vosotros tenéis un propósito, una finalidad: ¿es una persona junto a la cual sentaros o quizás una idea, o vuestra propia belleza quizás?... Lo ignoro, pero vuestros días y vuestras horas pasan como pasan las ramas de los árboles y el suave verdor de las selvas ante los ojos de un perro de caza que galopa siguiendo a su presa. Para mí, en cambio, no existe presa ni cuerpo que seguir. Y carezco de rostro. Soy semejante a la espuma que se precipita sobre la arena o al rayo de luna que atraviesa como una flecha un vaso de cristal o la espina de un cardo de mar, o un viejo hueso o la madera podrida de un bote. Soy arrojada como un remolino al fondo de las cavernas, me golpeo como un trozo de papel contra corredores interminables y debo apoyar mis manos contra el muro para poder sujetarme y volver atrás.

Pero, como por sobre todas las cosas deseo encuadrarme dentro del marco del mundo, finjo tener yo también una finalidad cuando me arrastro por las escaleras detrás de las otras chicas. Me coloco mis medias como veo hacer a ellas, y aguardo a que habléis vosotros primero para imitaros. He atravesado la ciudad para venir aquí, a este lugar determinado, no para verte a ti, ni a ti, ni a ti, sino para encender mi fuego en la llamarada común de todos vosotros, de vosotros que vivís una vida íntegra, indivisible y sin angustias.


Rhoda siempre lo dice mejor. Aquí todo sigue igual. Walking and falling, inesperadamente tranquilo.